La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal


Capítulo V PROBLEMAS DEL TRABAJO



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Capítulo V

PROBLEMAS DEL TRABAJO
Pregunta: ¿Qué nos podéis decir sobre la necesidad de traba­jar desde nuestra infancia para conseguir nuestro sustento humano?

Ramatís: Entre los planetas habitados del Universo o entre las diversas moradas de la "Casa de mi Padre" enunciadas por Jesús, la Tierra es uno de los incontables mundos de educación espiritual primaria. En consecuencia, el trabajo es el principal tema de la vida y progreso terreno, pues el hombre debe abaste­cerse a sí mismo y ganar personalmente lo necesario para vivir. Es el alumno primario que necesita aplicar todos sus dones y es­fuerzos para alfabetizarse, sin esperar que le caiga del cielo como un bien prematuro.

El trabajo en la Tierra es una ley biológica e inherente al tipo de orbe educativo. El hombre desenvuelve sus energías primarias y se prepara para vivir en el futuro en las esferas superiores hasta liberarse de las exigencias de los mundos físicos y a su vez, desa­rrolla su conciencia para volverse un espíritu eminentemente crea­dor. No basta que el hombre viva en la Tierra acumulando bienes y objetos, que al morir no podrá transportarlos para el más allá de la tumba. Todos los hechos y fenómenos de la vida física con­forman el curso lectivo de la alfabetización del espíritu, para deletrear en un futuro próximo la sublime lengua de las humani­dades siderales.

Por esa causa, los espíritus que habitan la Tierra todavía enfrentan la naturaleza de una vida primaria, justificando el versículo del Génesis que dice al hombre: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, de la que fuiste tomado; porque polvo eres y en polvo te convertirás". Cap. 3, vers. 19. Evidentemente, al dirigirse a Adán, el símbolo de la humanidad terrena, Dios le advierte que tendría que vivir del sudor de su rostro hasta volverse señor en espíritu y desarrollar su conciencia espiritual, "porque el cuerpo es de polvo, y al polvo regresará".

El trabajo en la Tierra, a pesar de exigirle al hombre un arduo esfuerzo es una condición transitoria. Existe mientras el espíritu desenvuelve y fortalece su conciencia individual, propor­cionándole la oportunidad de activar su paciencia, resignación y perseverancia, como así también de dinamizar sus iniciativas crea­doras, a pesar de las fatigas y obligaciones, el trabajo humano adiestra al espíritu para la vida superior y lo conduce a mejores y agradables tareas en otros planos más reconfortantes. El traba­jo terrícola no es castigo ni derroche de tiempo; es un proceso de desarrollo, así como el alumno primario podrá gozar de la alegría futura al leer y comprender las cosas del mundo después del sacri­ficio y la resignación que empleó en la escuela. Después de su alfabetización en el curso de los mundos primarios, el espíritu del hombre podrá usufructuar la sublime ventura que le espera en la infinita escala sideral. Terminado el curso en la Tierra, podrá habitar en Marte, donde el motivo principal de vida es la Técnica: le sigue Júpiter, el planeta del Arte; y más tarde, Saturno, cuya humanidad vive exclusivamente para la Filosofía.



Pregunta: ¿De qué forma el trabajo obligatorio beneficia al espíritu encarnado en la Tierra?

Ramatís: Se justifica que el espíritu primario y encarnado en la Tierra dude de su origen divino y de su venturoso destino futuro, pues vive únicamente preocupado por atender sus deseos groseros y propios de una conciencia primaria. Necesita atender su subsistencia carnal, y el trabajo le parece una cosa cansadora y desagradable. Pero obligado a concentrarse en el objetivo labo­ral, aunque indeseable, desenvuelve las aptitudes latentes del espíritu eterno y disciplina su capacidad creadora.

La actividad física se ejerce bajo la dirección del instinto animal, pero ante el esfuerzo para entender y valorar los fenó­menos del mundo exterior, el espíritu centraliza la conciencia en un provechoso estado de vigilia, y afirma los acontecimientos vivi­dos. Además, el trabajo es una condición providencial para el espíritu primario. Durante su conciencia infantil, ocupa su tiempo en una actividad dinámica y que lo aparta obligatoriamente de los actos dañinos y propios de la inmadurez espiritual. Los animales, como los caballos, ejercen una función útil y pacífica una vez domesticados, mientras que siendo salvajes se entregan al vigor de su naturaleza.1 Por eso, los espíritus primarios necesitan ejercitarse por medio del trabajo, a fin de aprender a dominar sus instintos inferiores.




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