La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Cuál es vuestra opinión respecto a los hombres que poseen riquezas sin haberlas trabajado, y que explotan a los demás con sus trabajos? En esas condiciones ¿el trabajo no es un factor de humillación, donde usufructúan los poderosos y sufren los más débiles?

Ramatís: No es el hombre rico el que explota a los más pobres y dificulta la vida a los más ingenuos. En verdad, todo obedece al espíritu primario del hombre terreno, egocéntrico, ambicioso, mezquino, cruel, mercenario y codicioso, cuyo tipo inferior aún predomina en la humanidad. De ahí que abusa del prójimo en cualquier oportunidad que se le presenta, pues si es servir en la pobreza, se vuelve déspota y explotador ni bien sube un grado en su condición social.

El espíritu primario es servil ante sus superiores, pero cuando tiene poder desahoga sus resentimientos morales sobre los nuevos subalternos. Se sabe que el soldado más quejoso, se vuelve el peor sargento del cuartel. El mendigo con aspecto de mártir, que dramatiza fácilmente sus vicisitudes vulgares, podría ser el más cruel tirano, si la fortuna le favoreciera. Hay miserables que esconden el pan ante la necesidad del compañero necesitado, así como ciertos comerciantes, en tiempos de guerra, esconden la mer­cadería para venderla ilícitamente en el mercado negro aunque su actitud contribuya a la muerte de las criaturas hambrientas. Existen caudillos que matan cruelmente a los adversarios que caen en sus manos; pero cuando son vencidos se arrastran lacrimosamente y en estado de desesperación a los pies del pelotón de fusi­lamiento.



En general, el empleado que más se lamenta, cuando llega a patrón es el más injusto y avariento; el ciudadano que más con­dena la acción ilícita de los administradores públicos, cuando es elegido para algún cargo, se transforma en un individuo inescru­puloso. Ciertos operarios explotados por patrones avarientos, cuan­do consiguen dirigir alguna industria o negocio promisorio, casi siempre pasan a explotar cruelmente a sus operarios.2

Pregunta: Comprendemos que el hombre debe dignificarse con una tarea noble pero nadie desea conscientemente ser esclavo del trabajo. ¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: En verdad, el trabajo no honra ni dignifica como si fuera una función meritoria que ha de elevar al hombre a una mejor graduación celestial. Las personas demasiado ambiciosas son las que trabajan como animales desde que sale hasta que se pone el sol, buscando seguridad y fortuna pero son avaros e indife­rentes con los problemas del compañero. Y lo peor es que ese tipo de personas, cuando llegan a ricos son injustas con aquéllos que les ayudaron a enriquecerse, causando más perjuicios que cuando eran pobres.3


1 Corroborando lo que dice Ramatís, recordamos a las hordas salvajes dirigidas por los, flagelos de la humanidad, como Gengis Khan, Atila y otros, que, debido a su estado salvaje, arrasaban ciudades pacíficas, mataban mu­jeres, ancianos y niños, como si fueran manadas de lobos. Tamerlán, en un solo combate contra Bakazet, mató 400.000 hombres, llenó dos navíos de cabezas, y ordenó arrojarlas al mar, pues su principal "hobby" era hacer pirámides de cabezas. Cortés, un desconocido criador de cerdos, conciencia primaria y salvaje, al frente de ciento cincuenta hombres, destruyó el imperio de los aztecas por la ambición del oro.

2 Nota del Médium: Conocí dos obreros de la industria maderera, en Paraná, (Brasil), que vivían quejándose de los patrones injustos y avarientos, alegando que daban salarios miserables, negaban los feriados y escamoteaban las horas extras. Quiso la suerte que en 1943 se aliaran con un comerciante, dueño de un aserradero, y se enriquecieran rápidamente a causa de especular con la última guerra mundial. Actualmente son respetables industriales, poro confirman el aforismo que dice: "No hay peor cuña que la del mismo palo", dado que son muy conocidos por los problemas que crean con el Ministerio de Trabajo por negarse a pagar los elementales derechos a sus empleados.

3 Nota del Médium: Conocía en el año 1939 a cierto mendigo que se quejaba amargamente de las injusticias sufridas en el mundo, especialmente cuando le prostituyeron a su hija mayor por culpa de un afortunado industrial, luego liberado por la justicia. Por "un golpe de suerte, durante la última guerra, logró acumular una regular fortuna comprando y vendiendo metales viejos. Cuando murió en 1965, ese "ex mendigo" dejó el siguiente pasivo en su vida: deshonró a cinco menores, dos de ellas se degradaron en la prostitución y otra se suicidó al no poder sobrellevar el peso de lo sucedido.
Además, dejó en la miseria a un sobrino que le había prestado una buena cantidad de dinero, por la venta de su casa; estafó a dos firmas vendedoras y por último, abandonó a su mujer y cinco hijos, sin sustento de ninguna especie.

De ahí que debe entenderse que la Divinidad ajusta a los espíritus primarios a los mundos físicos, como la Tierra, donde el trabajo es una condición primordial para sobrevivir. Están sujetos a las obligaciones cotidianas, sin poder gozar de excesiva libertad o poder financiero, que podría encaminarlos prematura­mente a cometer actos dañinos para sí y para la comunidad. El concepto de que los "burros andarían cargados de medallas si el trabajo fuese honra", demuestra la ignorancia del terrícola res­pecto a la acción dinámica y creadora del trabajo, en la formación indirecta de la conciencia espiritual del hombre, y que además, le activa el proceso creador del futuro ángel. Él hombre tanto puede aceptar como renegar el trabajo, volviéndose un ciu­dadano útil o marginado por la comunidad. El dispone de su "libre albedrío" para decidir y accionar sobre su persona; pero, es de Ley Sideral, que será ajustado espiritualmente, toda vez que sus actos egoístas resulten perjudiciales para los demás.

Mientras tanto, todo cuanto existe sobre la superficie de la Tierra, que glorifica y beneficia a la humanidad, es fruto indis­cutible del trabajo. Aunque la mente humana sea creadora, nada podrá realizar sin el recurso dinámico del trabajo, operación indiscutible, que transforma en actividad concreta los deseos y las ideas vividas constantemente por el alma humana. Bajo cualquier hipótesis, el trabajo disciplina, da calor y energía a los músculos del hombre y hace converger su atención y cuidado para una realización positiva. 4


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