La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: Tenemos que reconocer que los directivos de los cuantiosos complejos industriales, parecen reconocer la función meritoria del trabajo, pues han modificado las condiciones de éste, adaptando música en los medios productivos y en las oficinas, como así también construyendo barrios de casas modestas para sus obreros y empleados. ¿A qué atribuís ese cambio beneficioso?

Ramatís: Los responsables de las industrias y empresas labo­rales del mundo, que adosan a la conveniencia utilitarista y a los recursos de su producción, el bienestar y el confort de sus obreros y empleados, sin lugar a dudas son espíritus de muy buena estirpe, dado que materializan en la tierra el modo de vida que es propio de otros planetas más evolucionados. Además de elevar el nivel de trabajo, lo hacen más llevadero y ameno; están demostrando que no es la riqueza o la pobreza lo que en sí definen el grado evolutivo del hombre sino su digno comportamiento. Los maestros y viejos instructores de Oriente, después de cierto período de desenvolvimiento mental y psíquico, que habitualmente cumplen en las agrupaciones esotéricas, grutas y templos iniciáticos, a veces pálidos, semidesnudos y febriles, más tarde nacen en Occidente para desarrollar su progreso material. Entonces, visten trajes a la moda y transitan las calles populosas de la ciudad, codeándose con los demás hombres, además de proporcionar un buen ambiente para sus empleados y contribuir a mejorar el índice de vida humana.

El espíritu humano no adquiere el conocimiento cósmico huyendo de la vida, donde Dios permanece activo; pero todo ello lo consigue a medida que aprende a mover los valores auténticos y definitivos en su trato con .la materia. Lo realiza a través del trabajo físico, mental y psíquico, que está obligado a experimentar en las relaciones con las formas del mundo. La contemplación es el corolario de la actividad, pues ninguno se vuelve contemplativo sin entender lo que contempla.

Por eso, muchos magnates que aparentemente están adheridos a los tesoros de la tierra, podrían liberarse de la esclavitud de la materia si no disimularan su avaricia y apego bajo la falsa humildad de los trapos. Liberación espiritual no es el culto a la semidesnudez del cuerpo ni el deliberado sufrimiento masoquista, pues, por encima de todo, hay que saber vivir entre tesoros y glorias del mundo sin esclavizar el alma. Existen hombres afor­tunados, que trabajan exclusivamente para el bien del género humano; a veces postergan sus placeres y el merecido reposo, por la alegría de crear y poder servir a los demás. Trabajan impul­sados por "algo" oculto, que les desenvuelve las energías espiri­tuales a través de la actividad, tal como lo hace la simiente, que despierta y crece hasta alcanzar y brindar los sazonados frutos, libres de cualquier interés mercenario.

Pregunta: ¿No sería más razonable y justo que Dios propor­cionase a sus hijos el mismo camino de trabajo y enriquecimiento? De esa forma se mejoraría el nivel de vida humana, debido a la alegría y posibilidades en el conjunto; ¿no es verdad?

Ramatís: Sin duda, pues el "tema" fundamental de la vida espiritual creada por Dios es proporcionar alegría y felicidad a todos los seres humanos. Pero tales cosas sólo pueden ser vividas en los ambientes angélicos, donde la frecuencia vibratoria no causa cansancio ni decepciones al espíritu inmortal. Mientras tanto, es imposible la ventura espiritual en los mundos físicos porque son inestables y sujetos a desgastes. Su precario ambiente se debe a las imprevistas mutaciones y a los reajustes, propios de los orbes primarios. La tierra todavía es una escuela primaria en lo espi­ritual, y su destino es alfabetizar a los espíritus incipientes y que apenas deletrean dificultosamente las primeras letras del lenguaje del cielo.5

La superficie de vuestro mundo y los múltiples problemas de la vida humana son los caminos educativos a disposición de los hombres que desean desenvolver sus poderes mentales y espiri­tuales latentes. En la escuela terrena la "siembra es libre y la cosecha obligatoria", y sus reglas pedagógicas son inflexibles. Es de sentido común que el alumno no debe ausentarse de las clases ni el operario de su trabajo, mientras no completen el tiempo fijado para sus tareas, pues sería prematura usufructuar el placer y la ociosidad antes de cumplir el deber para ellos mismos y la humanidad. Sin embargo, Dios proporciona los mismos derechos a todos los hombres, respecto a la enseñanza y al aprendizaje físico y primario. Sin embargo, no tiene lógica, que el profesor apruebe indistintamente, al final del curso escolar, a los alumnos criteriosos como a los remisos, indisciplinados y prejuiciosos. De la misma forma, no se justificaría que el hombre gozara de ventura y fortuna cuando todavía no se sintonizó a la frecuencia vibratoria superior. 6




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