Pregunta: ¿Creemos que los políticos del mundo no toman con la debida seriedad vuestras advertencias, respecto a la responsabilidad que les pesa delante de la "Administración Sideral" de la tierra?
Ramatís: Sin lugar a dudas, que es de índole humana subestimar y desechar todo aquello que no puede ser comprobado concretamente bajo las leyes del mundo físico. A pesar de que los políticos desconfíen de nuestras advertencias, la vida en el mundo material no es producto del "acaso", ni sucede por capricho de nadie. La tierra, en su función de escuela de alfabetización espiritual, obedece a un planeamiento vinculado a las otras humanidades de la constelación solar, por cuyo motivo, es auténtico el concepto popular que dice: "No cae un solo cabello de vuestra cabeza sin que Dios no lo sepa''. Por eso, el hombre que ambiciona las glorias transitorias de los cargos políticos y públicos del mundo, que lo haga de modo sensato, digno y beneficioso, pues la Ley del Karma lo juzgará en la medida de sus realizaciones, buenas o malas. Quien roba en la tierra aquello que la Administración de lo Alto puso en sus manos para felicidad de los ajenos, tendrá que responder por las perturbaciones e injusticias emanadas de sus actos, puesto que se desvió de su objetivo espiritual. La Justicia Divina, dice que "La siembra es libre, mas la cosecha, obligatoria"...
Pregunta: En verdad, hay políticos que suben al poder siendo delincuentes innatos, y serían lo mismo en la vida común de ciudadanos. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?
Ramatís: No tenemos dudas, pues muchos políticos no dejarían de ser ladrones comunes, si la oportunidad no los hubiera llevado a ejercer en la Administración Pública. Por otra parte, es más perdonable delante de Dios el ladrón que arriesga su vida robando cosas de limitado valor, que el gobernante o político que roba detrás de la escribanía, munido de pluma y papel sellado en vez de llaves ganzúas, y aun protegido por la inmunidad del cargo. Desgraciadamente, en la esfera política del mundo, alimentada por los partidos, doctrinas y sistemas específicos, existen ciertas personas que hubieran sido verdaderos problemas para la policía si les hubiera tocado vivir en la pobreza, pero al haberles tocado el clima favorable de la Administración Pública llevan con éxito su habilidad como delincuentes.
Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de los gobernantes que, una vez alcanzado el poder, se vuelven tiranos y llevan a sus pueblos a la ruina y la desesperación?
Ramatís: El déspota, el tirano, en general, es el producto del resentimiento o de la frustración contra el mundo. Cuando vive en la mediocridad es un servil, quejoso e inseguro en sus actos; retiene su ira interior y evita las complicaciones perjudiciales. Entonces, acumula energía por fuerza de su contención compulsiva, mientras que los extrovertidos dispersan sus fuerzas y manifiestan sus intenciones a la luz del día. En general, son envidiosos, celosos, ambiciosos y fácilmente hipócritas, ante la capacidad de esconder sus inadaptadas intenciones bajo preceptos morales y sociales de la vida en común. Odian con suma facilidad y, una vez resentidos, jamás olvidan la menor de las ofensas recibidas.
Cada gota de hostilidad recibida la contabilizan de tal forma, que exigen la compensación de un tonel en la hora oportuna.
Calígula, apodado ''El Botita'', adulaba a los fuertes, besaba los pies de los poderosos y se escondía debajo de la cama ante los inofensivos truenos; llevado a emperador, patrocinó las más asombrosas crueldades y se vengó de aquellos a los que un día cortejó; Cortés era cuidador de puercos en su tierra, antes de volverse el cruel asesino de los aztecas, con lo que se vengó de las humillaciones recibidas en su infancia; Hitler era cocinero del ejército alemán en 1918, y un resentido contra sus superiores, incomprendido en la pintura paisajista que hacía, rechazado como actor dramático y huía constantemente de los judíos, que vivían pendientes de su vida para poder cobrarle los préstamos atrasados. Una vez que alcanzó el máximo poder en Alemania, centuplicó y dio rienda suelta a sus frustraciones, venganzas, enemistades y despechos que había acumulado en el transcurso de su juventud mediocre. Se vengó de sus antiguos superiores, jubilándolos o haciendo renunciar a militares de muy buena reputación; mandó quemar en la plaza pública obras culturales preciosas, impidió que se realizaran exposiciones artísticas de pintores modernos, que intentaban demostrar cosas sutiles y renovadoras, y ordenó cerrar los teatros que le habían negado su consagración dramática. Sin duda alguna, cuando mandó matar a los millones de judíos en los campos de concentración, probablemente estaba atendiendo al resentimiento causado por el antiguo acreedor, que le perseguía para cobrar los pagos atrasados. Humillado desde la infancia por su descendencia mediocre, no atendido en sus deseos de dirigir a las juventudes políticas y resentido por su vida, sin mayor trascendencia, sublimó su naturaleza psíquica, incapaz y enfermiza por el culto del ''superhombre de Nietzsche"...
Pero como el pueblo tiene el gobierno que merece, el pueblo alemán fue el caldo de cultura de Hitler en su megalomanía y rapiñaje, alimentándole las pasiones belicosas y el orgullo racista, y fortaleciendo los objetivos anómalos del "Führer", los alemanes apoyaron otros tipos de semejanza psicópata y delirio sadista, como Goering, Himmler, Goebels, Bormann, Jodl, Kaltenbrunner, Ribbentrop, Heydrich y otros más, cuyas siniestras acciones hicieron correr ríos de sangre de los infelices vencidos. Pero bajo la inflexible Ley del Karma, la misma juventud que aplaudió deliran temen te las masacres y los pillajes llevados a cabo por las huestes de Hitler, actualmente, envejecida y desilusionada, sufre a través del "muro de la vergüenza" de los rusos la infeliz cosecha de la simiente deteriorada.
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