La Vida Más Allá de la Sepultura



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ORGANIZACIONES DEL MAL
Pregunta: ¿Los espíritus malhechores que habitan en las zonas tenebrosas del Astral, viven en comunidades organizadas y tra­bajan disciplinadamente?

Atanagildo: En las regiones tenebrosas existen varias agru­paciones diabólicas, disciplinadas, que se dedican a tareas som­brías y buscan dirigir a todas las almas que se encuentran des­amparadas en su viaje de retorno, después de la muerte; actúan impíamente y son eximios en aplicar la hipnosis malévola contra los encarnados incautos.

Se sitúan en las zonas de sustancia astral, que mejor les favo­rece, practicando torturas y puniciones indescriptibles en contra de las almas desamparadas y perturbadas por sus imperfecciones traídas de la vida humana. En la dirección de esas organizaciones sombrías se encuentran los cerebros más experimentados en las mayores torpezas y crueldades, pues calculan toda índole de em­presas para alcanzar el dominio completo del astral inferior del mundo terráqueo. Dicen nuestros Mayores, que desde los comien­zos de la Atlántida muchas de esas colectividades negras intentan asumir la dirección psíquica de la Tierra y expulsar definitiva­mente a las huestes del Cordero Jesús de su campo de acción benéfica.

Proclaman que el "reino de los cielos" debe pertenecer a los ángeles, pero el "reino de la Tierra", es el imperio de los hom­bres. Consideran a las entidades angélicas como intrusas porque intervienen en sus vidas sombrías, entonces, las hostilizan por­que consideran que son almas privilegiadas y elegidas de un Dios por el que fueron desheredados de los bienes espirituales.

A fin de alcanzar la realización máxima en sus programas de acción contra la influencia de lo Alto, esos mayores de las tinie­blas no tienen respeto, ni admiten contemporización alguna con los espíritus orientados por el Cordero Jesús. Echan mano a to­dos sus recursos, ya sean crueldades o hipocresías para tener éxito en sus ideas maquiavélicas, que a pesar de sus fracasos, siempre renacen más fuertes y con mayores esperanzas para el futuro. Incalculables multitudes de rebeldes, desesperados, se mueven activamente en las regiones sombrías del astral formando innumerables agrupaciones, que se oponen decididamente a las comunidades de espíritus superiores e intentan impedirles adoc­trinamientos y ayuda para sus víctimas.

Aunque se trate de organizaciones disciplinadas, no dejan de ser nidos de malhechores dominados por feroces ambiciones, deseos de venganza y envidia recíproca, incrementando los conflictos entre sí por la cupidez que reina entre ellos. De ahí el motivo razonable, porque el Mal, aunque sea debidamente organizado, no alcanza éxitos en sus intenciones subversivas. La Paz y el Bien sólo pueden existir entre aquellos que renunciaron a las pasiones y a los tesoros tontos de la vanidad y del orgullo humano.

Pregunta: ¿Podríais explicarnos mejor, sobre esa organización dedicada al Mal?

Atanagildo: Son poderosas organizaciones malignas, que sólo tendrán una vida temporaria, aunque algunas de ellas se encuen­tran en actividad desde los comienzos de vuestro actual civiliza­ción. Las grandes y trágicas modificaciones del "fin de los tiem­pos" que se aproxima aceleradamente, modificarán a la Tierra en su vida común, higienizándola también en su aura "etéreo-astral", por la selección espiritual a la "derecha" del Cristo, que representará uno de los más profundos golpes de lo Alto hacia las organizaciones diabólicas del astral inferior, pues, serán desalojadas de sus fortalezas y de su clima favorable en el astral de la Tierra, terminando atontadas y desamparadas en las ruinas de sus planos inaccesibles contra la Ley Superior.

Por lo tanto, esa empresa rebelde obedece a un extenso y me­tódico programa elaborado hace muchos siglos, por los más po­derosos genios galvanizados por el Mal.

Esos espíritus os acechan continuamente, en el mundo físico, intentando anular todos los esfuerzos de los espíritus benefacto­res en defensa y en la inspiración superior de los encarnados. Por eso, en estos mismos momentos en que os dicto estas pala­bras, hay un círculo de protección alrededor mío y del médium, a fin de que os pueda narrar, sin peligro, ciertas cosas que de modo alguno convendría que en la Tierra supiesen...

Mientras las puntas de sus hilos magnéticos os rodean, como si fueran tentáculos, aguardando el menor descuido evangélico para enlazaros en la hipnosis de la sugestión maléfica, los magos negros se mueven en el reino de las sombras como si fueran peces en su medio de agua lodosa.



Pregunta: ¿Cuando habláis de una "organización" entre esos espíritus tenebrosos, queréis decir que existe, realmente, un plan eficiente y disciplinado en sus actividades malignas?

Atanagildo: Además de un programa inteligente previamente establecido, mantienen cierta disciplina, que a veces se vuelve bastante férrea entre sus propios secuaces. En las regiones infe­riores hay escuelas que estudian y explican el mecanismo psico­lógico del alma encarnada, con mucha más precisión y profundi­dad que las programas por el más ponderado psicólogo terreno. Eximios científicos subvertidos para el mal emprenden cuidadosa auscultación psíquica sobre las criaturas encarnadas, a fin de clasificar sus flaquezas para apoderarse fácilmente de sus cuer­pos astrales, ni bien abandonen la sepultura terrena. Entregados a la codicia por los tesoros fugaces del mundo terreno, muchos encamados, nada saben sobre su mal proceder. No comprenden a través de sus deseos corrompidos, que terminan negociando sus almas con los profesores de las tinieblas que en cambio, les su­ministran lecciones de dominio, de prepotencia, lujuria o crueldad.

Esos seres profesionales se interesan mucho por las personas esclavizadas a los vicios mundanos, así como preparan a los ver­dugos de la Tierra para aumentar la cantidad de almas, que en el astral inferior son utilizadas en los servicios más repulsivos y en las tareas más atroces, fortificando la sistemática rebeldía contra la Administración Sideral del Cristo sobre vuestro mundo.

La vieja leyenda del hombre que vendió su alma al Diablo, expresa muy bien lo que pasa en vuestro mundo, pues no es pequeño el número de desencarnados que salen de las tumbas como "propiedad" de algún señor de las tinieblas o que son reclamados inmediatamente por las falanges negras, que alegan haberlos ayudado en la Tierra. Si el Mal no estuviese tan bien organizado en las regiones del Astral inferior, hace mucho tiempo que no habría necesidad de empresas socorristas de espíritus benefactores, que en forma permanente luchan valerosamente para mantener la seguridad y el progreso espiritual en vuestro mundo.

Pregunta: ¿Entonces, existen espíritus malignos con el privi­legio de poder vengarse y dominar almas incautas y desgraciadas, sin que les sea impuesta la rectificación por la Ley del Karma, para reeducarlos espiritualmente? ¿Todo esto no justifica la ver­sión del "Diablo" con poderes discrecionales?

Atanagildo: No olvidéis lo que os dije anteriormente; todo eso no deja de ser una situación temporaria. En la Tierra, el criminal novato, no es más que una víctima de sus impulsos in­controlados y emotivos, o es un instrumento tonto bajo la direc­ción de malhechores más experimentados, que se sirven de él para concretar sus hazañas y venganzas. Con el correr del tiempo, ese delincuente primario termina asumiendo la dirección de sus propios actos y transforma su delincuencia pasiva o accidental en un motivo de rebeldía contra la sociedad y las leyes organi­zadas. A medida que la justicia humana lo persigue y apresa, se vuelve más feroz y se degenera aún más en el crimen, odiando a todos aquellos que le hacen cumplir las penalidades determina­das por la Ley, se origina el caudillo común, el bandolero-jefe o el mentor maquiavélico que piensa, organiza y dirige hasta el día en que puedan encarcelarlo o sea abatido en el entrechoque de las mismas pasiones detestables que sembró.

A los planos del astral inferior se adaptan fácilmente los espí­ritus de corazones endurecidos, que terminan aficionándose defi­nitivamente al medio deletéreo, en donde fueron primeramente degradados para el sufrimiento rectificador. Se acostumbran con tanta facilidad a las sombras, como los batracios se aficionan a los pantanos nauseabundos: entonces reaccionan con violencia a cualquier solicitud de lo Alto que les demanda esfuerzos para la renovación espiritual. No desean ajustarse voluntariamente al mecanismo de la reencarnación y debido a su mente poderosa, consiguen substraerse por largos períodos al descenso a la carne, pues esto les ocasionaría humillaciones y sufrimientos a través del necesario reajuste por los dolores humanos. Se consideran desheredados de los bienes divinos y castigados por ser antipáti­cos a la causa divina. De ahí parte su deliberada y feroz resis­tencia contra las fuerzas del Bien, pues por haber purgado en los charcos gran parte de sus torpezas milenarias, se sienten extremadamente heridos en su orgullo porque la Ley los alcanzó por el propio efecto de su magnetismo nocivo.



Pregunta: Esos espíritus tenebrosos eluden, entonces, la acción del Karma, acontecimiento éste que nos parece inadecuado, pues parecería haber una deficiencia en la rectificación espiritual obligatoria.

Atanagildo: No hay tal cosa, pues son almas endurecidas que desde tiempos inmemoriales, por su orgullo y rebeldía sistemática contra la Luz, simbolizan a la figura de Lucifer, pues prefieren "caer" satánicamente en el reino de las tinieblas del astral in­ferior, a realizar cualquier esfuerzo pacífico o sacrificial con las Luces del Señor. Es el amor propio de la vieja figura humana del "Ángel Caído" que se rebela contra su Magnánimo Creador, engrosando las filas de esas comunidades en donde también caye­ron víctimas y sufrieron la perversidad de otros impíos her­manos rebeldes.

Pregunta: ¿Si concebimos la idea que el Diablo y el Infierno son estados de rebeldía espiritual provisoria, no habrá llegado el momento de redención espiritual para esas almas rebeldes?

Atanagildo: Sin lugar a dudas, que es así. Todos los esfuer­zos de las huestes del Bien que circundan a la Tierra, siempre han tratado de redimir a las almas rebeldes y salvarlas de las tinieblas de sus propias iniquidades. Pero, no es sensato violentar su naturaleza agresiva y cruel, y por la misma causa no debéis coger el fruto inmaduro. Hay que aguardar el momento psico­lógico de los sufrimientos impuestos por la Ley del Karma, que induce a pedir socorro y da momentos favorables para su con­versión.

Pretender arrancar de las sombras a esas almas antes de pre­sentar las condiciones espirituales exigidas para habitar en las agrupaciones astrales más elevadas, sería lo mismo que intentar elevarse en un globo que aún no arrojó el lastre que lo retiene al suelo, o liberar a un grupo de fieras en medio de un jardín, en donde juegan criaturas que no tienen protección. Esas almas purgan entre sí, sus desatinos del pasado, viviendo personalmente las experiencias crueles que crearon; sólo después de recurrir a sus impulsos agresivos e instintos perversos, es cuando se pueden en­trever nuevas disposiciones de espíritu para la vida superior. Aún aquellos que se desligan de los charcos purificadores, a tra­vés del período de su drenación tóxica, se sitúan en la frontera de los dos caminos; la ansiedad de renovarse espiritualmente en el servicio cristiano hacia el prójimo, o, entonces, la deliberación infeliz de ingresar en las corrientes malhechoras de la sombra. Después de eso, las comunidades superiores pueden socorrer a aquellos que se manifiestan sinceramente, deseosos de trabajar junto a las huestes de los trabajadores del Cristo, pues, respetando el libre albedrío que la Voluntad del Padre nos concede, ni aun­que sea para el Bien, se puede violentar a aquel que no la puede cultivar a gusto.



Pregunta: ¿Cuál es el motivo principal que lleva a los espí­ritus tenebrosos a organizarse con éxito en las regiones del astral inferior, a tal punto, de edificar ciudades y crear instituciones poderosas para el servicio del Mal?

Atanagildo: Muchos espíritus que parten de vuestro mundo dominados por los vicios o que practicaron crímenes espantosos, toman por base de vida su propia miseria espiritual; no admiten la posibilidad de una vida diferente y más feliz en planos más elevados y encuentran, que la única y apreciada ventura, reside en la prolongación de los vicios y placeres terrenos. Aseguran, que el tan pregonado "cielo" de las religiones dogmáticas no ofrece atracción para la felicidad humana y no deja de ser un ambiente compungido y de oraciones, bajo la férrea prohibición para la más pequeña iniciativa, tan apreciada por el hombre.

Es por eso que se desinteresan por el Paraíso de los "elegidos" y de la irritante "Contemplación del rostro de Dios", puesto que los santificados, de ostensiva aristocracia espiritual, están bastante alejados de los parias humanos, que no pueden pasar el límite del astral inferior. Entonces, sólo les resta el consuelo de una vida llena de rebeldía e insania, para refrescar el recuerdo del mundo terreno que perdieron.

Atendiendo al imperativo natural de sobrevivir y al mismo tiempo, la explotación de los débiles por los más fuertes, se for­man las comunidades de las tinieblas y se organizan agrupaciones de "señores" y "esclavos", en donde sobran los genios intelectualizados de la Tierra, formando la corte de rebeldes, subverti­dos en la esfera del sufrimiento.

Pregunta: ¿Son agrupaciones establecidas en sus bases, o éstas se modifican incesantemente?

Atanagildo: Esas organizaciones sombrías, que existen desde los principios de vuestra civilización, reciben incesante estímulo a causa de nuevos contingentes de espíritus desencarnados, es­clavos de las pasiones avasalladoras de la carne, o que son rebel­des al Bien. No tardan en alcanzar el gobierno de las ciudades astrales, poseyendo sus edificaciones particulares y públicas, de­partamentos responsables de todos los planes subversivos y aso­ciaciones epicúreas que se dedican al máximo cultivo del placer y de las sensaciones inferiores, en donde los poderosos danzan sobre las almas infelices que caen indefensas, para servir de nutrición viciosa y alimento pervertido.

Aunque os cause espanto la revelación, pude identificar algu­nas especies de conservatorios o imitaciones de academias, en donde se estudia la música, la pintura y otras artes; pero, en sus realizaciones hay un sentido de crueldad y sadismo, en un disfrazado libertinaje, que es un poderoso estimulante psíquico para evadir los sentidos inferiores de los encarnados, y propagar en la corteza astralina la atmósfera perniciosa que subvierte a las más puras expresiones de la belleza y moral humana. Esas criaturas viven en el astral, la degeneración de los harenes, y las viviendas, se parecen a la de los sultanes pervertidos de Oriente.

Existe un lujo relajante y un culto exageradamente ofensivo de las nobles formas de la vida humana y se defiende la libertad absoluta, para que el alma viva del modo apetecible. Esos espí­ritus sostienen un sistema de libertad puramente existencialista, sin ninguna preocupación por el futuro del alma, y afirman, que el "ser" debe existir liberado de cualquier tipo de limitaciones. Se mantienen en constante actividad subversiva contra los prin­cipios angélicos del Cristo y se consideran definitivamente in­tegrados a su sistema de vida, que es más espontáneo y alejado de cualquier compromiso espiritual.

Pregunta: ¿Cuál es el factor que favorece a ese ajuste de tem­peramentos y caracteres diabólicos tan feroces, al punto de or­ganizarse en colectividades disciplinadas?

Atariagildo: Se trata de un factor que no debería ser extraño a vuestro raciocinio común, pues nace de la mutua necesidad de protección y ayuda para obtener con más facilidad los elementos y condiciones favorables a sus pasiones insaciables. Muchos espí­ritus, explotados por mucho tiempo por el cruel poder de los verdugos y crueles jefes de esas ciudades, se degradan a tal punto, que luego pasan a reforzar las filas de las hordas enemigas que actúan en contra del orden y la renovación espiritual. Permane­cen aferrados a sus regiones sombrías y acondicionados a una vida rebelde y degradante, sin poder vencer la hipnosis de los sentidos adormecidos por el vicio y el crimen, impermeabilizán­dose contra la ayuda que les brindan las falanges de espíritus benefactores, terminando por odiar a la luz salvadora. Los más débiles de voluntad permanecen por mucho tiempo sujetos al servilismo diabólico, sin coraje para abandonar a los verdugos que los torturan, pero que los alimentan; otros, más expertos y astutos, emancípanse del medio deletéreo, asumiendo tareas infa­mantes y aceptan la función de "vengadores" profesionales, así como en la Tierra existen secuaces o asesinos asalariados que efectúan el asesinato contratado. Y, como sucede comúnmente en vuestro mundo, esos parias degradados que se emancipan en me­dio de esas organizaciones, de sus señores crueles, aún se vuelven más perversos y malvados que sus antiguos verdugos, azotando a sus compañeros de infortunio. La historia de vuestro mundo os prueba que los más crueles verdugos y jugadores despiadados, que eran utilizados para hacer cumplir la Ley, salían del medio de los oprimidos. ¿No ocurría en medio de los soldados (común­mente llamados de carrera) y aún entre los propios esclavos del Brasil colonial? Sin duda alguna, el mundo astral aún consagra el viejo concepto de que la "peor cuña, es la que sale de la misma madera".

Muchas de las víctimas que son vilmente explotadas en el as­tral inferior, cuando consiguen alcanzar las posiciones de mando en esas organizaciones tenebrosas, se exceden en torturas y per­secuciones odiosas contra sus compañeros infelices y recién llega­dos, que caen desamparados en las regiones inferiores. Recordando un concepto muy conocido en vuestro mundo, puedo deciros, que en el astral también se comprueba que el "hombre explota al propio hombre" en la ignominiosa esclavitud de las pasiones degradadas.

Pregunta: ¿Suponiendo que esos espíritus de las sombras, pu­diesen conocer la realidad venturosa de los planos superiores, no se decidirían a abandonar esas comunidades diabólicas? ¿Delante del encanto que ofrece la beatitud y vislumbrando su futura fe­licidad, no serían capaces de convertirse al Bien?

Atanagildo: Si los propios encarnados —que en los intervalos de las reencarnaciones tuvieron las primicias del Paraíso y reconocen que el Evangelio del Cristo es la única salvación para el hombre— aún persisten en los vicios y en las pasiones destruc­toras, enfrentándose en combates sangrientos por una Paz levan­tada en base a homicidios, no creo que la inesperada revelación del cielo pueda convertir hacia el Bien a las orgullosas comuni­dades de las tinieblas. Las tinieblas, en realidad, se originan principalmente, en la intimidad del espíritu subvertido, y sólo después del proceso compulsorio del dolor y sufrimiento purificador, rompen los eslabones de la animalidad inferior y favorecen la eclosión de la luz, como divino combustible que alimenta la ascensión angélica.

DEPÓSITOS DE FLUIDOS NOCIVOS EN EL ASTRAL INFERIOR
Pregunta: En vuestras comunicaciones acostumbráis a mani­festar frecuentemente, que los fluidos perniciosos y las emana­ciones mentales de la humanidad terrena, forman la atmósfera opresiva en el astral. ¿Cómo asimilaremos esa concepción dentro de nuestra precaria capacidad terrena y humana?

Atanagildo: Muchas personas no podrán creer las revelaciones que expongo en el texto de este libro, pero me resta la esperanza, que llegará la hora en donde tendrán que descender a la tumba silenciosa del cementerio, y podrán verificar la realidad de esas revelaciones y la sinceridad con que fueron expuestas. Es sólo cuestión de tiempo y de paciencia, pues los que desencarnan y hayan leído estas comunicaciones mediúmnicas, comprobarán que las cosas aquí son más complejas y espeluznantes en comparación con los ejemplos que escojo para describirlo a través del médium desconfiado...

Aquí comprobamos que son muy diferentes los efectos que ocurren a través de las condiciones mentales perniciosas que dominan a los encarnados y desencarnados, a través del examen de los colores que las auras presentan en halos de luz pálida, cerca de la región mental, o condensados a la altura de la zona cordial.

Cuando los espíritus vibran en afinidad con ciertas regiones del astral inferior, en una frecuencia profundamente degradante, semejan usinas vivas que generan un fluido deprimente, que aves y animales de esos lugares devoran y transforman en sus vientres famélicos, volviendo a liberar las energías que los humanos uti­lizaban para fines innobles o violentos.

Las emanaciones mentales a que hicisteis referencia en vues­tra pregunta, están formadas por figuras o manchas vivas, de as­pecto gelatinoso; a veces, semejan una especie de parafina bastante viscosa, de color oscuro sucio, que se agita bajo el impulso de la mente que la origina. Poseen movimientos rápidos, larvales u ofídicos cual si fuesen agitadas por diferentes corrientes de aire; unas veces toman formas grotescas, como si fueran minúscu­los murciélagos o pulpos pequeñitos de tentáculos muy finos y con movimientos de gusanos. Una vez creados por la mente en­fermiza, procuran alcanzar los polos simpáticos, intentando fijarse definitivamente en las condiciones de vida parasitaria. Siguiendo el proceso, no tardan en ser atraídas por otras criaturas que "piensan" en la misma faja vibratoria degradada, entonces se incorporan, toman nueva vida y se ajustan al halo mental de los seres imprudentes que las atraen, para volver en seguida a produ­cir una nueva cantidad de sustancia igual, de las cuales procuran nutrirse para continuar una vida efímera y execrable.

En ciertas oportunidades, pude estudiar el halo mental de al­gunas criaturas degradadas y a través de mi poder psíquico visual, tuve la misma impresión que tendría un investigador de laboratorio, que utilizase para analizar, a través del microscopio, la gota de agua tomada del pantano. Allí se movían las más indescriptibles formas de larvas, pececillos, elementales o amebas fluídicas que habían creado los pensamientos impuros y los detes­tables sentimientos de las almas delincuentes.

Pregunta: ¿Nos podéis aclarar mejor, qué motivo esencial tienen esos depósitos de sustancia mental deletérea, para atraer a las aves, animales y reptiles del astral inferior?

Atanagildo: Son zonas densas hacia donde se canalizan con rapidez las energías subversivas en formas elementales y de gran vitalidad.

Al tomar formas repelentes, llegan a provocar la voracidad de las fieras y de las aves astrales. Aunque la naturaleza del bajo astral guarde semejanza general entre sí, usamos cierta nomen­clatura en nuestros estudios, para distinguirlos mejor, y poder hacer algunas diferencias de importancias entre las mismas; por ejemplo: así como vosotros decís valles, grutas, cuestas, cuchillas, mesetas y desfiladeros, que aun siendo cosas distintas, pertenecen a configuraciones del mismo suelo. En esos depósitos se recogen los residuos mentales y emotivos que sobran en la atmósfera te­rrena, pues en base a la baja vibración del medio, los productos del pensamiento y de las pasiones degradantes se precipitan en esos valles sombríos y densos.

Alrededor de las regiones donde se aglomeran los habitantes de un país, ciudad o pueblo, también se forman "zonas atracti­vas" del astral inferior, congregándose sustancias consumidas con el uso y abuso de las pasiones y de los pensamientos deplorables, que se transforman en depósitos astralinos o en charcos pesti­lentes. Y, conforme a la pasión predominante en la comunidad, esos depósitos semejan a las aguas estancadas donde proliferan gérmenes nocivos y se crean formas parasitarias, grotescas y mo­vedizas, que se alimentan de las energías degradadas y emanadas de la mentalidad humana. Todo eso provoca la aproximación de tipos especiales de aves, animales, reptiles u otros seres astralinos que buscan la sustancia afín a su tipo y metabolismo, como su­cede con el mórbido clima del organismo físico que produce el bacilo de Kock, de Hansen o las espiroquetas de Schaudin, la tuberculosis, lepra y sífilis respectivamente. Es la ley de atrac­ción que funciona equitativamente en su ritmo y simpatía. Si el agua corrompida de los pantanos atrae a las bacterias infecciosas, ¡es obvio que el rosal en flor sea el nido de mariposas y pica­flores!

Pregunta: También habéis hecho referencias sobre "colores" y "halos" de los espíritus, al tratar de las emanaciones men­tales nocivas. ¿Podéis elucidarnos mejor ese aspecto?

Atanagildo: Hay que distinguir entre colores luminosos y turbios, claros y oscuros. Si os fuese posible conocer el halo men­tal de un espíritu de la magnitud de un Francisco de Asís o de Buda, notaríais que su luz poderosa es capaz de destruir y car­bonizar cualquier expresión deletérea o "pensamiento forma" inferior, que intentase infiltrarse en sus mentes, buscando ali­mento mórbido o vida parasitaria. Por eso, los espíritus del mal, del astral inferior, quedan aterrados delante de la deslumbrante luz de los espíritus angélicos, pues esa luz, pone al descubierto su epidermis encrespada por adherencias y sustancias nocivas que fueron petrificadas bajo el descontrol mental y perversión emotiva.

La leyenda siempre configura a Satanás acobardado delante de la luz de Miguel Arcángel, porque es fulgurante y descubre todos los pensamientos deletéreos del espíritu inferior. La idea del infierno tiene su origen en la purificación por la Luz, que significa la purificación por el fuego y debió nacer de los su­frimientos periódicos que son provocados por los Técnicos Siderales, cuando lanzan llamas etéricas sobre valles y abismos purgatoriales, a fin de proceder a la desintegración profiláctica de las sustancias venenosas que vuelven el ambiente pestilente y entorpecen el progreso de la vida astral.

Tal vez vosotros, aún guardéis en la retina espiritual el cua­dro horroroso de esa purgación dolorosa, de cuando fuisteis so­metidos en otras épocas y engrosabais las filas de los rebeldes que actuaban en contra de los principios del Bien.

He ahí, pues, el gran significado del fondo luminoso en los halos mentales y en las auras de los grandes espíritus. No puedo describiros la infinidad de matices eme existen sobre los colores, desde un extremo a otro, en la escala cromática sideral, ni tam­poco puedo explicar todos los colores que se producen por ema­naciones deletéreas, originadas por pasiones y pensamientos de­gradados por el cerebro humano, porque no encuentro vocablos posibles para conformar al cerebro del médium que me sirve de intérprete.



Pregunta: ¿Por qué no intentáis describirnos, aunque sea de un modo general, los principales colores, producidos por las fal­tas cometidas o por los llamados "pecados comunes" de la humanidad?

Atanagildo: Ya que insistís, intentaré daros una rápida noción sobre lo que indagáis, describiendo solamente, las princi­pales tonalidades del aura humana, tomando por base los colores que vosotros conocéis. La mayoría de los prevaricadores religiosos que traicionan sus votos y se desvían de sus responsabilidades espirituales, poseen en el aura un fondo azul sucio; la maldad v la crueldad cuando alcanzan los límites de la impiedad, acos­tumbran a distinguirse por enormes manchas negruzcas, salpica­das de rojo-sangre; la licenciosidad, la lujuria o el desvío sexual, hacen brotar en el aura del individuo, matices de sangre sucia, por momentos de color carmín o rosa oscuro, tiznado por un hollín violáceo, que los teósofos conocen como la característica de la pasión amorosa degradada. Siempre identifiqué a la ava­ricia, por un color verde-pizarra y el egoísmo por matices pardos, mientras que la cólera, la ira, el odio, se proyectan en tonos es­carlatas como si fuera un vivísimo incendio que a la distancia resalta sobre un negro penetrante.

Los sentimientos pesimistas también se revelan en colores mórbidos; cuando el miedo alcanza el aura humana, es de un amarillo cadavérico, la melancolía y la tristeza producen man­chas violáceas, con tonos oscuros.

Os estoy ofreciendo apenas un rápido bosquejo del asunto, pues la mayoría de los colores clasificados en el astral no poseen matices equivalentes en la ciencia y visión terrena. Sin embargo, recuerdo que en mi última existencia física había compulsado obras espiritualistas, esotéricas y yogas, que me ayudaron bas­tante para lograr comprender mi situación actual como desen­carnado liberado en el plano astral. Os confieso, que muchas obras destacadas que había leído en la Tierra, se ajustaban sa­tisfactoriamente a la realidad de la mayoría de los acontecimien­tos que enfrenté después de la muerte corporal.

De ahí, pues, mi pequeña contribución para orientaros en ciertos asuntos, porque estoy seguro que a medida que os apartéis de las estrecheces de las sectas y acondicionamientos separativistas, habréis de encontrar fácilmente todas las enseñanzas y obras que sirven para ayudaros a entender la sabiduría ilimitada del espíritu y la técnica de la vida cósmica.

No penséis que la dogmatización doctrinaria y el pesimismo en contra de otros movimientos espirituales, fuera de vuestro am­biente simpático, os colocan en condiciones de mayor sabiduría sobre las almas y sus vidas futuras. Sólo el cómputo de todas las principales corrientes reencarnacionistas, es la que os habilitará para conocer mejor, lo que es el espíritu y su trayectoria hacia el Infinito.


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