Éste es el día que hizo Dios
Considera el día como un reto. Levanta los ojos al sol,
no hacia la sombra.
Mantén tu corazón lleno de cantos
mientras lo recorres,
porque éste es el día que hizo Dios. Mira al día con el propósito
de cumplir tus planes. Con la alegría en el corazón
que nunca faltará. Porque Dios hizo este día para estar alegre.
Mira al día con una plegaria
y una silenciosa petición de ayuda,
disfruta todo el día
hagas lo que hagas:
porque éste es el día que hizo Dios.
«Este es el día que hizo el Señor;
será un día de alegría y regocijo.»
Salmo 118:24
Una joven escribió el relato que transcribo a continuación. Lo he llevado conmigo de cursillo en cursillo, aunque no recuerdo quién me lo dio ni cuánto tiempo antes de su muerte tuvo esa experiencia mística. Sólo sé que se asemeja en gran manera a las experiencias que he escuchado de miles de personas que —antes de su muerte— vieron «el otro lado».
Si bien las experiencias son diferentes en cada persona, hay ciertos denominadores comunes: se dan en personas que están familiarizadas con ellas, y no experimentan miedo sino sólo calma, paz y amor. Casi nadie desea regresar a su existencia física, aunque muchas veces se les dice que deben hacerlo, puesto que aún les queda algún trabajo pendiente. Los que han tenido esas experiencias no tienen miedo a la muerte y, cuando les llega su hora, saben adónde van.
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