Ma gyan darshana


PRESCRIPCIONES Baja a la tierra



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PRESCRIPCIONES




Baja a la tierra

Uno de los problema más comunes de la modernidad es que toda la humanidad sufre de falta de raíces. Cuando te des cuenta, sentirás una vacilación en las piernas, incertidumbre, pues las piernas son realmente las raíces del ser humano. A través de las piernas estamos enraizados en la tierra.

Todas las mañanas, si estás cerca del mar, ve a la playa y corre en la arena. Si no estás cerca del mar entonces corre descalzo sobre la tierra desnuda y permite que haya un con­tacto entre los pies y la tierra. Pronto, después de algunas sema­nas, empezarás a sentir una energía y una fuerza tremendas en las piernas. Entonces corre descalzo.

Antes y después de correr, al principio y al final, haz lo siguiente: separa los pies unos quince o veinte centímetros y mantente parado con los ojos cerrados. Carga todo tu peso en el pie derecho, como si sólo estuvieras parado en él. El pie izquierdo no tiene carga. Siéntelo y después cambia de pie. Carga todo con el pie izquierdo y libera por completo al pie derecho, como si no tuviera nada que ver. Está ahí en la tierra pero no carga ningún peso.

Hazlo cuatro o cinco veces y siente este cambio de energía. Después trata de poner el peso justo a la mitad, ni sobre la izquierda ni sobre la derecha, o sobre ambas. Justo en la mitad, sin énfasis. Ese sentimiento del justo medio te enraizará más a la tierra. Empieza y termina de correr con esto y te ayudará mucho.
Respira profundamente. Si la respiración es ligera te sientes sin raíces. La respiración debe llegar hasta las raíces de tu ser y la raíz son tus órganos sexuales. El ser humano nace a partir del sexo. La energía es sexual. La respiración debe entrar en contacto con tu energía sexual de manera que haya un masaje continuo a los órganos sexuales. Entonces te sentirás enraizado. Si tu respiración es ligera y nunca llega hasta el centro del sexo, entonces hay un hueco. Ese hueco te causará vacilación, incertidumbre y confusión; no saber quién eres, adónde vas, cuál es el propósito de tu existencia; te sentirás a la deriva. Entonces poco a poco perderás el brillo, no tendrás vida, pues ¿cómo puede haber vida cuando no hay propósito, y cómo puede haberlo cuando no estás enraizado en tu propia energía?

Lo primero es asentarte en la tierra, que es la madre de todo. Después asentarte en el centro del sexo, que es el padre de todo. Una vez asentado en la tierra y en el centro del sexo, estarás completamente tranquilo, calmado, centrado y asentado.



Respira desde las plantas de los pies

La parte baja del cuerpo es un problema para mucha gente, casi para la mayoría. La parte baja ha muerto porque el sexo ha sido reprimido por siglos. La gente tiene miedo de moverse por debajo del centro del sexo. Permanecen rígidos, por encima del centro del sexo. De hecho mucha gente vive en la cabeza y la que es un poco más valiente vive en el torso.

Cuando mucho la gente baja hasta el ombligo, pero no pasa de ahí; la mitad del cuerpo está casi paralizada, y por eso también está paralizada la mitad de su vida. Entonces muchas cosas se vuelven imposibles porque la parte baja del cuerpo es como las raíces. Las piernas son las raíces y te conectan con la
tierra. Entonces las personas flotan como fantasmas, desco­nectados de la tierra. Tienes que regresar a los pies.

Lao- Tzu le decía a sus discípulos: ''A menos que empiecen a respirar desde las plantas de los pies, no serán mis discípulos. Respiren desde las plantas de los pies”. Es perfectamente acerta­do. Entre más profundices, más profundiza tu respiración. Es casi verdad que los límites de tu ser son los límites de tu respi­ración. Cuando el límite se extiende y toca tus pies, cuando tu respiración casi llega a los pies, (no sólo en un sentido psicológico sino en un sentido psicológico muy profundo), entonces serás amo de todo tu cuerpo. Por primera vez serás íntegro, de una pieza. Empieza a sentir más y más con los pies.

A veces simplemente párate en la tierra descalzo y siente la frescura, la suavidad y la calidez. Siente lo que sea que la tierra esté lista para dar en ese momento, y permite que fluya a través de ti. Permite que tu energía fluya hacia la tierra y conéctate con ella.

Si estás conectado con la tierra, lo estás con la vida. Si estás conectado con la tierra, lo estás con tu cuerpo. Si estás conectado con la tierra, te volverás muy perceptivo y centrado, y es lo que necesitas.



Consciencia del hara
Cuando no tengas nada que hacer, siéntate en silencio, mira hacia adentro y llega al vientre, (el centro conocido como hara, cinco centímetros debajo del ombligo), y permanece ahí. Eso hará que tus energías vitales se centren. Sólo tienes que mirar hacia adentro y empezará a funcionar; sentirás que la vida entera gira alrededor de ese centro.

Es desde el hara que empieza la vida y en él termina. Todos nuestros centros de energía están alejados; el hara queda

exactamente en el centro. Es ahí donde estamos balanceados y enraizados. Una vez que tomas consciencia del hara, empiezan a suceder muchas cosas.

Por ejemplo, cuanto más recuerdes al hara, menos pensa­mientos habrá. Automáticamente se reducirá el pensamiento, pues se moverá menos energía a la cabeza e irá al hara. Entre más pienses en el hara, entre más te concentres ahí, verás que surge más disciplina en ti. Llega naturalmente, no tiene que forzarse. Cuanto más consciente estés del centro del hara, menos miedo tendrás de la vida y de la muerte, pues es el centro de la vida y de la muerte.

Una vez que entres en sintonía con el centro del hara, podrás vivir con valentía. A partir de eso surge valentía: menos pensar, más silencio, menos momentos sin control, disciplina natural, enraizamiento y asentamiento.

Puerto nocturno

Si sientes cierta vacilación entre la derecha y la izquierda y no sabes dónde está tu centro, simplemente es muestra de que ya no estás en contacto con tu hara, así que debes crear ese contacto.

En la noche, cuando te vayas a dormir, acuéstate en la cama y pon ambas manos cinco centímetros abajo del ombligo y aplica un poco de presión. Entonces empieza a respirar profundamente. Empezarás a sentir que el centro sube y baja con la respiración. Siente toda tu energía como si te estuvieras encogiendo y sólo existieras como ese pequeño centro, energía muy concentrada. Simplemente haz esto unos diez o quince minutos y después duérmete.

Puedes quedar te dormido mientras lo haces; te ayudará. Entonces permaneces centrado durante toda la noche. Una y otra vez el inconsciente se centra ahí. Así que durante la noche,

sin que lo sepas, estarás estableciendo un contacto profundo con el centro de varias maneras.

En la mañana, cuando veas que el sueño se ha ido, no abras los ojos. Nuevamente pon tus manos ahí, presiona un poco y empieza a respirar; otra vez siente el hara. Hazlo unos diez o quince minutos y después levántate. Haz esto cada noche y cada mañana. Después de tres meses empezarás a sentirte centrado.

Es esencial tener centro; si no, te sientes fragmentado. No estás unido, eres sólo como un rompecabezas: fragmentos y nada de estructura, nada de totalidad. Las cosas están mal porque una persona sin centro puede excavar pero no amar. Sin centro puedes llevar a cabo una rutina cotidiana pero nunca, podrás ser creativo. Te sentirás vivo al mínimo; el máximo no será posible para ti. Sólo con centro vive uno al máximo, en el cenit, en la cima, en el clímax, y esa es la única manera; una vida verdadera.


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