Ediciones tematica s. R. L. Buenos aires



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Basados en el proceso mundial y en la situación nacional debemos
aceptar que la República Argentina está en guerra hace mucho tiempo. Este
estado a veces no muy bien percibido, o tergiversado, otras veces mal in-
terpretado o sectorizado por las clases dirigentes, o por los gobiernos de tur-
no, ha generado crisis crecientes y agudos problemas de identidad.


Seguridad, involucra las actividades de prevención y de acción. Se vin-
cula a la supervivencia de la Nación, pero también al problema que plantea
el mantenimiento o acceso al poder. En este sentido, no debe olvidarse que
en la medida que el estímulo del poder está subordinado a la virtud esencial
del servicio que se debe prestar a la comunidad, será legítimo y ético.

La absolutización del poder es una forma de idolatría y por lo tanto,
nefasta e inhumana.


El derecho al poder debe estar basado por la sana ambición de lograr la
justicia plena, el ejercicio de la libertad que asegure el bien común, la partipación y la autodeterminación de los gobernados.


En el mundo en que vivimos, la seguridad está presente en todas estas
manifestaciones. De este modo la seguridad tiende al mantenimiento del
equilibrio, a la relación armónica de las partes y también a la supremacía de


ciertos elementos en un momento determinado, en función de los principios
anteriormente referidos.


En el frente interno, por ejemplo, la seguridad comprende el manteni-
miento de un "orden". Lo que sucede a menudo es que esto se confunde
por mantenimiento de un "statu quo"; se interpreta como un inmovilismo y
se actúa con un conservatismo fuera de la realidad. No se alcanza a
comprender que para cumplir con el concepto de
seguridad hay que de-
sentrañar la naturaleza de los procesos, indagar los factores históricos y co-
yunturales, para comprender exactamente donde está la línea de equilibrio.
En estos tiempos de acelerada computación, a menudo, el equilibrio, está en
el rápido y controlado cambio de las estructuras y no en el esquematismo
anquilosado, que favorece sistemas perimidos.


Por esta razón, afirmamos, no puede desvincularse la seguridad, de la
historia, de la sociedad y de las ciencias políticas.


En un momento determinado, la Seguridad Nacional, comprenderá
prioritariamente el cambio reclamado por el
"signo de los tiempos". Opo-
nerse a ello, neutralizaría el proceso y significaría atentar contra la seguri-
dad que se desea preservar. La historia indica que la línea de equilibrio, se
encuentra siempre hacia adelante, nunca hacia atrás.


Todo sistema político está sujeto al cambio, ignorar o resistir esta ley
natural, producirá inevitables desequilibrios, que llevarán a la alienación, a
la lucha y a la convulsión social. Nadie ni nada, puede congelar los tiempos
históricos.


Es esencial para los gobernantes y clase dirigente, factores de poder etc,
discernir con claridad que es lo
que está en crisis, para obrar decididamente,
creando la política y la estrategia del cambio. Si no se llegara a descubrir la
verdadera
naturaleza del problema; si la carencia de objetividad o la sectari-
zación escondieran la realidad existente, se continuaría incurriendo en un
grave error político, que a la larga tornaría vulnerable el sistema de
seguri-
dad.


Por otra parte, si se intentara una transformación acelerada, violenta,
despiadada, a la luz de una ideología espúrea, se produciría un brusco dese-
quilibrio que atentaría peligrosamente contra la seguridad de la Nación.


Los problemas de seguridad son propios de cada Nación, por cuanto
corresponden a una sociedad determinada y a una acción política particu-
lar.


Toda importación de "modelos" o "esquemas", regidos por las ide-
ologías foráneas, no sólo representará una carencia de creatividad y aunten-
ticidad, sino que en el tiempo, incidirá sobre la Seguridad Nacional. Todo
elemento contranatura, será resistido y creará fricciones dentro de la so-
ciedad.


Cuando una Nación está en claro con lo que desea, sus capas dirigentes
la conducen por los caminos adecuados, aunque éstos sean ásperos y de sacrificio, pero con plena justicia, con identidad e identificación con el


pueblo; entonces, la seguridad funcionará plenamente. Porque el primer requisito de la seguridad, es precisamente la participación del pueblo, en la medida que la razón fundamental del concepto, es resguardar los intereses del pueblo.

No existe la seguridad por la seguridad misma. La seguridad debe tener
un fin superior, debe estar al servicio de lo fundamental. Para un Estado;
no puede haber nada más fundamental que el pueblo.


La seguridad, tiene por objeto y sujeto al pueblo, para que se realice, se
transforme, se desarrolle y se proyecte. Por esta razón,
si la Seguridad está
destinada a salvaguardar los grandes intereses de la Nación, la participación
del pueblo en la Defensa Nacional, es imprescindible.
Si así no fuera, la se-
guridad adolecería de gran relatividad, porque las crisis nacionales comien-
zan siempre con la incomprensión y el divorcio de dirigentes y dirigidos.


El General José de San Martin nos ha legado también un claro concep-
to sobre seguridad a través de la participación y colaboración del pueblo
mendocino así como por las frases que reproducimos:


  • "La guerra se ha de hacer no sólo con las armas, sino también con opinión
    pública."


  • "La patria y vosotros nada tienen que temer si la cooperación del pueblo
    es precedida de un esfuerzo grande de desprendimiento y
    de unión íntima,
    condición precisa de la empresa de salir con la victoria."


La seguridad atañe a lo político, cultural, educativo, económico, tec-
nológico, científico, militar y a toda otra actividad concurrente a la supervi-
vencia nacional.


El primer hito de la Seguridad Nacional, se encuentra en la frontera
cultural educativa.


La cultura abarca la totalidad de la vida de un pueblo, es el conjunto de
virtudes y falencias que lo enriquecen o lo debilitan lo animan o lo retraen, y
que en su expresión colectiva, le otorgan una identidad. La esencia de una
cultura se refleja por la respuesta de un pueblo al sentido de la existencia hu-
mana, que se encuentra pragmatizada a través de la religiosidad.


La cultura de una Nación, se nutre de factores espirituales y materiales.

Entre estos los espirituales (intelectual, moral, religiosos, tradición,
ciencia etc.) significan el acervo más preciado y crítico, el capital y patrimo-
nio que singularizan la personalidad de un pueblo. Por esta razón, es el objetivo básico
a resguardar de las interferencias o penetración por parte de
las ideologías foráneas.

La dominación comienza con la cultura. Cuando el ser nacional se encuentra obscurecido, desfigurado, enajenado, de nada valen los más
brillantes y completos planes de seguridad.


La penetración cultural se inicia en las clases dirigentes para luego, a
través de estas, trascender a las masas populares. En estas últimas se halla
siempre el reservorio de la esencia del ser nacional.


Dentro del factor material, el sistema económico es la base del de-

sarrollo integral y el elemento idóneo para la creación de riqueza que debe
distribuirse equitativamente. Lo económico es también un objetivo preciado para el copamiento y dominación de una Nación.


En la cultura nacional tanto lo espiritual como material (economía)
funcionan como Vasos comunicantes y en cierta forma interdependientes.
Por ello, cuando las ideologías han logrado como aliados a los sectores económicos, financieros y a los intelectuales de un país, puede decirse que contabilizan una situación de privilegio.


Según lo expresado, puede concluirse que una Nación, se encuentra
atrapada en la órbita de una ideología y consecuente con intereses no nacionales, cuando sus clases dirigentes responden con una consecuente y hermética alianza con los poderes internacionales. Esta servidumbre, conciente
o no, atenta directamente a la Seguridad Nacional. La alineación con los intereses extranjeros, trae como consecuencia inevitable la injusticia a las masas y el debilitamiento paulatino y sistemático del Estado soberano.


La historia muestra, un mundo en el que muchos estados tienden a fortalecer las nacionalidades empleando diversos medios y actividades, como el
proteccionismo cultural y económico. Pero también enseña que los países
que adoptan una filosofía de libre economía, de fronteras abiertas, en
complicidad con los intereses ajenos, tienen cada vez menos capacidad de
decisión. Es como el feto en el vientre de la madre antes de nacer; come,
duerme, se mueve, pero no es libre porque carece de conciencia. Esta es la
explicación de la existencia de ciertas clases dirigentes; para ellas es más fácil y productivo ser colonia que ser País Soberano.


El concepto de Seguridad Nacional involucra a la justicia, a la estructu-
ra del sistema económico, al desarrollo integral e integrado, al crecimiento
agroindustrial, al fomento y radicación de las industrias de base, a la plena
explotación de los recursos energéticos, a la formación de científicos, investigadores y profesionales, a la ocupación y retribución equitativa en todos
los ámbitos y sectores, a la creación de una auténtica dirigencia nacional, a
la salud y bienestar de la población, a la culturación y educación del pueblo,
a un crecimiento demográfico que asegure la nacionalidad, y a la prepara-
ción para la guerra en el campo militar.


En contraposición, es atentar contra la Seguridad Nacional, permitir la
difusión por distintos medios y modos, la ofensa y destrucción de la cultura
nacional; la restricción del acceso a la educación; la desnacionalización de
las empresas fundamentales del Estado y la negociación de sus materiales
críticos; la adhesión a los dictados de la nueva división internacional del trabajo; la subordinación a las trasnacionales, sus personeros o a cualquier
otro Estado; la subordinación financiera a Entes Internacionales; la sectorización en la política distributiva; el privilegio a sectores minoritarios; la desprotección de la industria nacional; el empobrecimiento del mercado interno; la postergación del desarrollo e integración espacial; el desmantelamiento y atomización de la educación; la carencia de una política educa-


cional; la proliferación especulativa; la frustración creciente de educadores
y educandos; la adherencia y cumplimiento de filosofías económicas impuestas por las transnacionales; el desmantelamiento
y desprotección de las
industrias nacionales; la exclusión en la participación política de grandes
sectores de la población; la neutralización de las organizaciones políticas
y
sociales; asi como no desear, o no aceptar, los cambios políticos institu-
cionales que la realidad reclama.


Todo ello vulnera y debilita la Seguridad Nacional. Esto es así en cuan-
to descapitalizan al País, resquebrajan la unidad socio-económica
y favore-
cen la dependencia. Por otra parte, restringen el poder de decisión, atomi-
zan y dislocan a las Fuerzas Nacionales, fortalece a
los enemigos y oponen-
tes, gravan peligrosamente el ente cultural, disocian la comunidad
y conse-
cuentemente, atentan contra la Unidad Nacional.


De esta manera queda esclarecido que el concepto de Seguridad es tota-
lizador, integrador, comprende a todos los campos
y componentes de las
ciencias políticas. Lo anterior permite expresar que, la Seguridad es uno de
los objetivos principales del Estado, por no decir el fundamental, por cuan-
to involucra y abarca cada una
y todas las manifestaciones del quehacer Na-
cional. Esto significa, la preservación de la comunidad tanto de la ofensa
externa como de la corrosión interna; la defensa de los espacios territoriales
o políticos; el ejercicio de una creciente autodeterminación,
así como el de-
sarrollo y logro de objetivos al servicio del bien común, para el pueblo de la
nación.


Pero la Seguridad Nacional no es sólo un objetivo trascendente del Es-
tado, sino que es condición indispensable para la realización de cualquier
otro objetivo que se proponga o por el cual se luche.


De este modo, relativo resultará un triunfo militar, si no se defiende el
ámbito cultural, o si no se gana en el campo económico-social. La estrategia
sectorial deberá cumplirse simultánea o interdependiente. La acción deberá
desarrollarse coordinada y concertadamente.


Antaño, la amenaza militar era la principal o por lo menos la más vi-
sible. Hoy resultan tanto o más peligrosas, las formas indirectas o directas
que se conjugan en los otros campos, utilizan una convivencia, que escon-
den una coerción más fuerte e insidiosa por la sutileza
y persistencia y que
afectan la naturaleza misma de la existencia Nacional.


Normalmente la ofensa se asemeja a la cabeza múltiple de una hidra.
Aparece solapadamente por todos lados, se infiltra, se esconde
y trabaja en
e silencio y oscuridad, que le ofrecen sectores aliados o no advertidos.
Los
Propósitos multinacionales que afectan a los propios intereses, no respon-
den a un solo enemigo, sino a dos, o más.


La inteligencia, deberá determinar donde están estos enemigos e identificarlos; la conciencia nacional, determina las prioridades de la contraofensiva.

Un País sin inteligencia nacional se asemeja a un boxeador ciego dentro

del ring. Toda dirigencia que no sea auténtica o legítima; que devenga de
una alienación cultural, de una complicidad a través del "statu quo", o bien
de una insensibilidad ultramontana, terminará siempre su gestión, incidien-
do seriamente en la Seguridad Nacional. Esto es así, porque todo obrar
contra natura, ofenderá la Seguridad. Porque Seguridad es fundamental-
mente, obrar de acuerdo a la propia naturaleza.


Cualquier tergiversación de los principios, desconcepto en la aplica-
ción, metodología equivocada o empleo desmedido, atentará contra la Uni-
dad Nacional. Esto tal vez no sea posible advertir de inmediato, pero queda-
rá evidenciado inexorablemente a través del proceso, asumiendo posturas
en distintos campos y sectores, a lo largo de los años y de los hechos.
Todo
error que se cometa en el ámbito de la Seguridad Nacional, entendida tal
cual expresa la teoría precedente, ocasionará costos de difícil predicción.

Cualquier conflicto o la guerra, es una confrontación de voluntades,
no exclusivamente de Fuerzas Armadas, sino de pueblos enteros.
Cuando la
confianza y la fe de éstos desaparecen, se desequilibran las voluntades y to-
do está perdido. De ahí entonces, que el concepto de Seguridad empieza y
termina en el pueblo.


Un triunfo que sea solo sectorial no proporcionará una garantía. De es-
ta forma, contradictorio resultaría ganar una guerra si se entregara la eco-
nomía del País. El mundo contemporáneo se ha tornado tan conflictivo y
paradojal, que a menudo, la sola victoria militar no garantiza la seguridad.
Esto es así, porque no puede sectorizarse el enfoque ni la solución
de los
problemas. Los asuntos son globales, complejos, interdependientes; en con-
secuencia, de la misma manera habrá que responder para superarlos.
Muchas veces, la historia ha demostrado que alcanzar la victoria militar
por
sí misma, no ha sido el equivalente de lograr el objeto de la política.

El astigmatismo en la visión, el esquematismo en el diagnóstico, el unilateralismo en el tratamiento, derivará en gruesos errores que pueden
acarrear el fracaso.


La situación mundial, es un despiadado desafío a la fe y creatividad del
hombre. Hoy más que nunca se necesitan equipos altamente preparados pa-
ra discernir y enfrentar con sabiduría los embates continuados y sostenidos
por el proceso. Como siempre, los pueblos necesitan
caudillos, pero ahora,
con un talento formado en la meditación, y un carácter fogueado en las vici-
situdes de la vida.


La conducción del Estado debe estar en manos de conductores con ca-
pacidades superlativas, casi excepcionales. En ella no podrán tener cabida
los improvisados, los sectarios, los clasistas, los apresurados, los ególatras.
Hoy más que nunca se requiere una templanza y un equilibrio histórico
fuera de lo común.

El equilibrio histórico es una actitud crítica, transformadora y evolu-


cionista, a fin de lograr la permanente superación, con justicia, equidad y
honestidad. Lo expresado, también representa Seguridad para la Nación.

Las características delineadas permiten señalar que la Seguridad es un
concepto permanente, polifacético, dinámico y flexible. A lo largo de la historia ha tenido distintas interpretaciones según el enfoque ideológico y el espacio particular que se considera (geográfico-social). Para muchos Seguridad es el mantenimiento del "siatu quo"; para otros expansión (territorial, cultural, económico);
para la mayoría liberación.

Por ejemplo, para Hitler, seguridad fue espacio vital. Para USA es he-
gemonía ideológica económica. Para Rusia representa la expansión, domi-
nio ideológico-económico. Para los países en proceso de liberación, signifi-
ca el derecho inalienable de disponer de sus potencialidades; el logro de ni-
veles de vida justos y ejercitar una política independiente de los centros
mundiales de poder.


La Seguridad surge de un estado de inseguridad. La Política de Seguri-
dad en su praxología, se transforma en la Defensa Nacional como medio
más importante de la Seguridad. Ambas están regidas por la política del Es-
tado pero son patrimonio y responsabilidades del pueblo. Es el pueblo el
que debe poseer una clara conciencia de esta situación y asumir una conse-
cuente actitud frente al problema.


Las FF.AA., son el instrumento militar de la Defensa Nacional, en
consecuencia, poseen funciones específicas insustituibles, fundamentales y
decisivas.


A lo largo de la historia, la defensa nacional ha adoptado dos expre-
siones
o concreciones, que se han producido al margen de las ideologías, a
despecho de las situaciones, sin consideración al tiempo histórico y sin que
haya coincidencia en las caracterologías de los pueblos.


Solo con un profundo y objetivo análisis, es posible desentrañar la na-
turaleza que da vida a una u otra forma. Del estudio se desprende que res-
ponden al grado de conciencia, de cohesión, de ideales sustentados y de
identidad nacional, logrados por un pueblo. Allí donde había algo que de-
fender, existía unidad filosófica doctrinaria y caudillos identificados con el
pueblo, la defensa nacional adquirió manifestaciones superlativas. Donde
se careció de estos atributos, la defensa nacional sufrió altibajos y grada-
ciones de acuerdo al estado de unidad nacional consecuente.


De esta manera, se puede comprobar en los extremos de la escala, una
defensa nacional, lineal, unilateral, superficial y otra, integral, profunda,
concientizada y totalizadora.


La primera se sustenta casi exclusivamente en la intervención de las
FF.AA., que reciben así una responsabilidad abrumadora, difícil porque
muchas veces no son comprendidas por su pueblo y conflictiva, en razón del
creciente aislamiento a que se ven sometidas. Solo una organización superficial basada en el aparato militar asiste a las FF.AA., mientras el pueblo no
participa, o participa poco, por lo tanto al no estar comprometido se desinteresa
del objetivo de la lucha y de los postulados de la nación. Este tipo de
defensa se da normalmente en países con estructuras dependientes o bien


donde no existen claras banderas para el éxito, de forma, que el pueblo sin aglutinamiento, asiste como "convidado de piedra" al drama que se desarrolla.

La otra forma que se ha dado históricamente, es la defensa con el
pueblo organizado, para defender tanto su patrimonio espiritual y material
junto con la soberanía territorial, donde las FF.AA. han sido un instrumen-
to de decisión de acuerdo al empleo coordinado con otros medios importan-
tes. En este caso el rol de la población ha sido fundamental, tanto para la
lucha como para la disuasión .


La disuasión es un concepto inherente a la seguridad, tan viejo y relati-
vo como ésta. El campo de la disuasión es fundamentalmente el psicológi-
co, por lo tanto, es un medio más a disposición de la seguridad.


Un pueblo organizado para la lucha, concientizado en los valores de su
existencia, en claro con lo que debe defender, asume la Defensa Nacional y
consecuentemente, disuade, contiene y convence al enemigo, inclusive al
más poderoso.


Este estilo de defensa, implica que cada ciudadano sea un lúcido com-
batiente, capaz de transformar las ciudades en fortalezas, las manzanas en
cuarteles, las casas en fortines y si fuera necesario, las cuevas en tumbas. Es-
ta es la mejor disuasión y seguridad, por cuanto, los hechos han revelado
que la voluntad de combatir decididamente hasta las últimas consecuencias,
representa el mayor obstáculo y la más grande dificultad, para los planes de
conquista de cualquier agresor en potencia.


Esta forma de defensa coincide con los orígenes de la historia, y demuestra que el concepto válido de la autodefensa es un principio viejo e inmutable. En todas las sociedades primitivas, era un deber de la comunidad, la defensa tribal. Pero nada tenía que ver con el primitivismo, sino que estaba referido al concepto de la identidad tribal. El origen de la vida militar, coincide con el advenimiento de la organización social, por rudimentaria que esta fuere.

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