Fisiología del Alma


CONSIDERACIONES SOBRE LAS INVESTIGACIONES Y PROFILAXIS DEL CÁNCER



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CONSIDERACIONES SOBRE LAS INVESTIGACIONES Y PROFILAXIS DEL CÁNCER
Pregunta: Creen muchos científicos, que el cáncer proviene de algún ultra-virus filtrable, que tarde o temprano será conoci­do y aislado para conseguir su extinción.

Ramatís: Después del advenimiento del microscopio y del éxito de las investigaciones de Pasteur, los científicos creían que sería descubierta toda la fauna del reino microbiano y hecha la identificación de todos los enemigos ocultos del hombre que, en su mundo infinitesimal, todavía se atrincheran en los intersti­cios de las células humanas. Los microbiólogos modernos, guar­dan también la esperanza de que, a través de más poderosos microscopios electrónicos, han de vislumbrar el mundo impon­derable de los ultra-virus filtrables y poder solucionar así todas las incógnitas patológicas de la Medicina.

Pero la verdad es que el hombre no es solamente una enti­dad física víctima de la agresión microbiana, pues su espíritu actúa en otros planos interiores, modelando el pensamiento y fundamentando la emoción, para manifestarse luego en el esce­nario del mundo material. El cuerpo físico es solamente una entidad transitoria, constituida por el torbellino de electrones agregados por el molde periespiritual y bajo el comando de la conciencia espiritual. Todavía son raros los médicos que se de­dican a las investigaciones del mundo oculto, interesados en conocer realmente la compleja maquinaria del periespíritu in­mortal, que es la base de los deseos humanos y de las operaciones mentales. Es el periespíritu el que realmente sustenta el orga­nismo físico y el que lo modela desde su primera aglutinación celular. Su influencia, es fundamental en la carne, pues es él, en esencia, el que organiza o desorganiza las células orgánicas.

No es suficiente, pues, que la ciencia del mundo analice con exclusividad los elementos químicos que componen la sustancia material del organismo físico. Ya es tiempo de que se ausculte y se conozca también la contextura del periespíritu, considerando su peso, la densidad y el energismo etéreo-astral que de él ema­na e interpenetra el edificio atómico de la carne. De ahí el hecho de que las emisiones de tristeza, de odio, de cólera o de rebeldía que dimanan de su red bioeléctrica, perturben la organización física, mientras que la alegría, la mansedumbre, el amor y la resignación, favorezcan su equilibrio energético.

La guerra sistemática del científico terrestre contra el mun­do microbiano, no se funda en un sentido inteligente, pues si el cuerpo físico, tal como dice la ciencia, es un conglomerado de microbios, virus y energías que se mueven superactivas para mantener la vida y la estructuración orgánica carnal, la violencia, la destrucción deliberada e incesante contra el mundo infinitesi­mal, sólo tiende a alterar la armonía del cosmos humano y a favorecer el círculo vicioso de enfermedades extrañas, en que las viejas molestias que son combatidas, surgen nuevamente con nuevo rótulo académico.

El microbio, el virus o el ultra-virus, son la base, los ele­mentos imprescindibles o la verdadera sustancia viva de que el espíritu necesita y que utiliza con el fin de poder configurarse a la luz del mundo material. Cuando el laboratorista no consigue identificar determinado virus o germen demasiado sutil, que huye a la acuidad física y al cual se atribuye la enfermedad insidiosa, es porque su aparato material quedó muy acá de las fuerzas ocultas creadoras, y no está en condiciones de prestar el servicio que del mismo se quiere exigir.

El caldo de cultivo filtrado e inoculado después al conejillo de Indias, y que todavía manifiesta una virulencia capaz de en­fermar en un nuevo experimento, no constituye el éxito defi­nitivo de la investigación exacta de la enfermedad, sólo porque le fue atribuida la presencia de cualquier virus o ultravirus filtrable. En verdad, se trata de un agente vivo o "materializador" de la enfermedad, que es, en suma, la prueba de las vidas me­nores. Es indiferente que lo clasifiquen de miasma, elemental, primario, energía, bacilo, virus o ultravirus todavía ocultos a los sentidos humanos, pues ellos actúan y forman la base fundamental de la dolencia, exactamente en el mundo psíquico-mental que la ciencia olvida investigar.

En consecuencia, en el caso del cáncer, es muy importante que, además de la preocupación exclusiva por aislar un virus responsable de la enfermedad, se examine también cuál es la base o el agente oculto en el alma humana, que nutre la mani­festación virulenta de esas energías microscópicas vivas y crea­doras que, después de ser alteradas, enferman al hombre. ¿Cuáles serán los estados mórbidos del alma que más fácilmente pueden irritar esas energías, invirtiendo su acción fecundante que determina la embestida destructora? ¿De qué modo el alma atrae y modifica esas fuerzas y las asocia morbosamente a su organización psicofísica, para ser luego obligada a expurgar los residuos deletéreos por la carne, bajo sufrimientos que sólo ter­minan en el túmulo? Por tanto, en el caso de las enfermedades humanas en que domina una causa espiritual, poco se adelanta identificando únicamente el "medio", el virus o el agente respon­sable de la materialización mórbida y del efecto patológico.

No hay duda, no obstante, de que los científicos terrenales llegarán a aislar e identificar el "agente patogénico" del cáncer cuando, debido a la mayor sensibilidad de sus futuros aparatos y el dominio de las fuerzas ocultas, puedan actuar en los límites del astral, que es en donde, realmente se ejercita el elemental canceroso.

Es por ello que los espíritus adelantados, en general, hallan de gran importancia que la Ciencia terrestre investigue con ánimo y sin preconceptos académicos, cuál es el origen de los desequilibrios mentales y emotivos que, tanto en la actual exis­tencia como en el pretérito, han sido los responsables ocultos de la manifestación y del aceleramiento canceroso. Así, tal vez la humanidad cese, poco a poco, de producir el terrible miasma cancerígeno y, por consejo del médico, trate de volatilizarlo del periespíritu bajo sentenciosa prescripción evangélica.

La Medicina se concentró en una lucha intensa y feroz con­tra el mundo microbiano, olvidando que él es un "motor" que funciona bien o mal, de acuerdo con la voluntad ordenadora o el comando irascible del espíritu, plasmando en el mundo exte­rior los impulsos de la vida interior.




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