Fisiología del Alma



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Pregunta: Hemos observado en la lectura de algunos artícu­los sobre Medicina, que existe ya' cierta tendencia en algunos médicos, a considerar el cáncer como una enfermedad capaz de ser provocada por el psiquismo del enfermo. Creemos que esa nueva actitud médica indica las primeras simpatías para con la terapéutica espiritual del futuro, a la que habéis aludido en vuestras comunicaciones anteriores; ¿no es así?

Ramatís: Realmente, algunos médicos terrestres poseen ya relaciones y estadísticas sobre la evolución de ciertos tumores cancerosos, comprobando que determinadas alteraciones favora­bles o desfavorables que se procesan en los mismos, sintonizan perfectamente con el carácter, el estado mental y las condiciones psíquicas del enfermo, en la época del examen. Mientras algunos enfermos optimistas mejoran sus crisis cancerosas, los pesimistas las agravan visiblemente. Algunos diagnósticos precoces del cán­cer se modificaron más tarde mereciendo mejor concepto en la apreciación médica, porque, gracias a la mayor resistencia psí­quica del enfermo, el tumor todavía incipiente fue absorbido por el propio organismo sin necesidad dé intervención alguna, te­rapéutica o quirúrgica, posterior.

De este modo, la propia medicina va comprobando que no existe una enfermedad aislada llamada "cáncer" en el cuerpo carnal; y sí que es el espíritu enfermo el que, de acuerdo con sus características mentales y sus condiciones psíquicas, el que, tanto puede presentar la etiología cancerosa, como un simple resfriado. Los médicos antiguos, incluso Ambrosio Pare, pre­sintiendo la influencia del psiquismo en los enfermos, acostum­braban a situar las enfermedades humanas bajo la pintoresca denominación de "humores", juzgándolos responsables de deter­minados estados del alma, como la melancolía, el desánimo, la ansiedad, la angustia o la preocupación enfermiza, que presenta­ban alteraciones por debajo de las emociones super excitadas.

Ciertos individuos temperamentales, se asemejan a un vaso conteniendo líquido nocivo, repleto hasta el borde, al que le es suficiente una gota más, para que se desborde en condenable descontrol responsable fácilmente de enfermedad nerviosa. Aun­que se encuentren saturados psíquicamente por el morbo perni­cioso arrastrado desde vidas anteriores, se irritan y se sobrecargan con nueva cantidad de tóxicos producidos durante la vida actual. Les basta, entonces un nuevo ataqué de cólera, de celos; un insulto más, una gran decepción, un estado de envidia prolon­gado, para que surja el cáncer de modo espontáneo y se des­arrolle rápidamente.

Como la carga del psiquismo mórbido que actúa en el cuer­po físico produce el desánimo, la melancolía, el pesimismo o la desesperación, aquellos que bajo tales condiciones perjudiciales no emprendan una reacción psíquica optimista, se volverán can­didatos electivos para las enfermedades incurables, y hasta para la más pronta muerte.

De ahí el motivo de nuestra obstinada insistencia en adver­tiros que ante cualquier brote de enfermedad, ya se traté de una sencilla intoxicación hepática o del tan temido cáncer, la primera medicación de urgencia más aconsejable, debe ser el restablecimiento del dominio mental del enfermo y su urgente renova­ción espiritual. Las pasiones violentas, cuando son domesticadas bajo el control del espíritu, se convierten en energías útiles y creadoras, en el campo del magnetismo del ser.

A pesar de las innumerables incredulidades y de la ironía los individuos más intelectuales, ¡es la evangelioterapia el recur­so más eficiente para ayudar al alma en el control de sus im­pulsos peligrosos!

No existiendo enfermedades y sí enfermos, éstos se deben esforzar al máximo posible para curar sus espíritus, aunque com­prueben que el tóxico descendido de la vestimenta periespiritual ya alcanzo su carne, pues tan pronto como se extinga el foco maligno que reside en la intimidad oculta del alma, es fuera de duda que también se extinguirá la enfermedad, del mismo modo que la planta dañina muere cuando le cortan las raíces. Es el propio organismo el que combate y vence la enfermedad actuan­do con sus recursos naturales por cuyo motivo, cualquier reno­vación mental y emotiva del enfermo, se transformará en salu­dable contribución energética de tenor elevado, para mayor efectividad en la curación.

Entre las mujeres acometidas por el cáncer, las reacciones más favorables contra la enfermedad, se verifican en las más resignadas, cuyo espíritu no se tortura por el miedo o por la desesperación, manteniendo la fe y la confianza en los objetivos superiores de la vida creada por Dios. Las que son más efectivas, más bondadosas, más alegres, más generosas y enemigas de la maledicencia y de la antipatía cotidianas, conservan un estado de espíritu positivo y resistente a muchos acontecimientos des­agradables.

Se sabe que el cáncer es menos pródigo en los retardados mentales o mentalmente apáticos, comprobando eso que el hecho de permanecer el psiquismo a distancia de las aflicciones y de los desatinos mentales conscientes o deliberaciones propuestas es el resultado de falta de alimentación mórbida para propiciar el des­arrollo canceroso. Podéis notar que el cáncer es más frecuente en los hombres inquietos, ansiosos, temperamentales, medrosos, neurasténicos e hipocondríacos, cuyos estados mentales y emo­tivos, super excitados, parecen acelerar el agotamiento del tóxico psíquico hacia la carne.


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