Fisiología del Alma


EL TIPO DEL ENFERMO Y EL EFECTO MEDICAMENTOSO



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EL TIPO DEL ENFERMO Y EL EFECTO MEDICAMENTOSO
Pregunta: ¿Qué se entiende por "individuo electivo" en el tratamiento homeopático, al cual os habéis referido en distintas ocasiones?

Ramatís: El tipo electivo, es el que presenta predisposición para la terapéutica homeopática. Así como hay individuos con mejores disposiciones para la música, la pintura o la escultura, los hay también que son sensibles al medicamento homeopático, de psiquismo confiado en la medicina, a pesar de ser aparenté-mente inocua. Esos individuos son capaces de ahorrar las energías y evitar los excesos, cuando se entregan al tratamiento infinitesi­mal. Íntimamente, se eligen para la absorción del remedio; dinamizan, en sí, no la fe inconsciente del sentimentalismo popular y sí la disposición animadora, científicamente dinámica en las vibraciones curativas; siguen al encuentro de la poderosa emisión energética de la alta dinamización.

La homeopatía es una terapéutica que se encuentra en las fronteras espirituales, y las condiciones psíquicas negativas per­judican su incorporación energética, mientras que la disposición favorable es base para el éxito. Solamente en los casos "neutros" de los niños, es cuando la Homeopatía actúa en forma de prescrip­ción pura. El otro tipo electivo para el tratamiento homeopáti­co, tipo casi congénito, es del individuo con gran sensibilidad espiritual, accesible a las ideas nobles, delicado, de psiquismo bien formado y afecto al dinamismo creador. La creencia en las fuerzas magnéticas y la convicción de la supervivencia del alma, son factores que operan en la condición electiva. Ya hemos explicado que la Homeopatía será la ciencia de más éxito en el futuro, porque exige, también, mayor cuota de espiritualidad.



Pregunta: Nos cuesta creer que la cura por la Homeopatía pueda ser auxiliada o perjudicada conforme al carácter del pa­ciente. ¿Podéis aclararnos mejor ese asunto?

Ramatís: Si no fuera así, la medicina homeopática ya habría curado todas las enfermedades físicas de la humanidad terrestre.

El glotón, el falto de piedad, el incrédulo, el libidinoso, el alcohólico, el colérico y el avaro, no son pacientes electivos y de éxito absoluto para la terapéutica suave y generosa de la Homeopatía, como lo son el frugal, el piadoso, el pacífico, el honesto, el casto, el espiritualista, el abstemio o el manso de corazón. Es la ley admirable y exacta de los "semejantes que se curan por los semejantes", actuando en perfecta afinidad con ciertos caracteres, que determina a los primeros el tratamiento y la cura por medio de la terapia tóxica y dolorosa de la Alopa­tía; mientras que los segundos quedan liberados de grandes sufrimientos, porque psíquicamente son electivos a la medicación suave de la homeopatía.

Resulta bien grande la dificultad de los médicos homeópatas, cuando necesitan trasponer el paredón granítico de ciertas almas embrutecidas, en donde la terapéutica suave de las dosis infinitesimales deja la impresión del esfuerzo que haría el rayo de sol para penetrar en el seno de un vaso sucio.

Pregunta: A pesar de vuestras explicaciones, nos extraña que hasta la disposición de la creencia o de la incredulidad espi­ritual, así como la naturaleza de ciertas virtudes o pecados, pueda influir en el tratamiento homeopático. Su acción esencial, ¿no es la de curar el cuerpo físico antes que la moral del enfermo?

Ramatís: Las dosis homeopáticas despiertan energías en la intimidad imponderable de las fuerzas creadoras del mundo infinitesimal, es obvio también que ejerzan mayor acción en el individuo de gran sensibilidad espiritual, accesible a las ideas nobles y a los principios superiores de la vida. Su cuerpo magnético, es de frecuencia elevada y noble, sintonizándose más fácilmente con la efervescencia de las fuerzas y magnetismo de las dosis potencializadas, sin debilitarlas por la presencia de energías inferiores y sin bombardearlas con los petardos tóxicos de la mente desordenada.

Por eso que las criaturitas, al ser menos capciosas y más espontáneas en sus manifestaciones infantiles, son curadas con más facilidad por la Homeopatía.

Aunque para muchos científicos y académicos parece ridícula que hasta la creencia vehemente en la inmortalidad del espíritu llegue a influir en el éxito de la terapéutica homeopá­tica, también es cierto que el espiritualista alimenta una dispo­sición magnética más positiva en su contextura espiritual. El hombre sinceramente creyente en su supervivencia espiritual, emite mejores esfuerzos para elevarse a frecuencias vibratorias psíquicas superiores, contribuyendo al éxito de una medicina que tiene por función dinamizar las energías del cuerpo físico.

Cuanto más consciente y convencido se halle el hombre de su supervivencia espiritual, tanto más lleno de esperanza y optimismo estará sobre su futuro, manteniendo un magnetismo receptivo y excelente que se aviva bajo la acción energética de las dosis infinitesimales. Es evidente que el médico homeópata ha de tener más complejo para tratar y curar a un zulú embru­tecido, que para administrar las dosis dinamizadas a un místico hindú sereno, frugal y pacífico, que tanto domina sus pasiones como se mantiene por encima de todas las vicisitudes humanas. El primero, es la criatura que emerge todavía de la primitiva animalidad con raciocinio primario y sentimiento rudo, inacce­sible al energismo delicado de las altas dosis homeopáticas. El segundo, místico, sereno y comprensible, es un alma profunda­mente electiva y receptiva al catalizador homeopático que potencializará las energías sutilísimas de su elevado psiquismo.




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