La Misión del Espiritismo



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Pregunta: Es natural que la mediumnidad sensibiliza al mé­dium, por esa causa queda más desprotegido que el teósofo, ¿no es verdad?

Ramatís: El médium que se despreocupa de la higiene fí­sica, moral o espiritual, el propio A. Kardec en sus obras, les advierte sobre el éxito del intercambio mediúmnico, el cual re­side en las condiciones espirituales de los médiums, es decir, del basamento moral que posea.

Nosotros, insistimos en deciros, que nadie se libra de las comunicaciones conscientes o inconscientes, buenas o malas, sean espiritas, teosofistas, yogas o católicos, por el solo deseo de querer rechazarlas. Los espíritus desencarnados "rodean a los hombres" y lo dijo Pablo en sus epístolas: "y accionan a las criaturas conforme sean su receptividad moral". Cuanto ade­lanta el teósofo condenando al médium espirita, si él es una antena viva, capaz de recepcionar a los desencarnados, variando únicamente, las cualidades de sus comunicantes, debido a su forma de actuar y pensar!



Pregunta: Según vuestra opinión, se comprende, que sería mejor para la criatura humana que abandonara las prácticas mediúmnicas preceptuadas por el Espiritismo, en base a la pre­cariedad espiritual en ese intercambio con lo Invisible. ¿Esta­mos interpretando bien vuestro pensamiento?

Ramatís: Aunque sean bien interpretadas las consideracio­nes de los teósofos sobre la materia mediumnidad, es conveniente distinguir en la época que estáis viviendo y la de aquellos tiem­pos de las cofradías ocultas y de rigurosa exigencia para las prácticas espirituales. El mismo Jesús anunció la venida del "Consolador" y que además, se derramaría por la carne de todos los hombres, preparando a los mismos respecto a las profecías y al don de curar a las criaturas, jóvenes y viejos, teniendo por base, el advenimiento de la mediumnidad generalizada.

El Maestro previo que al comienzo del siglo XX la humani­dad estaría cada vez más neurótica, afligida y desesperada, ante la aparición del instinto animal e inferior intentando romper el temor religioso y las convenciones sociales del mundo. Por eso, Juan Evangelista profetizó que en el "fin de los tiempos", la Bestia del Apocalipsis intentaría ejercer su dominio sobre la hu­manidad por medio de las sensaciones inferiores, el lujo y la fortuna. En verdad, está creciendo la perturbación en la huma­nidad entera, pues fueron abiertas las compuertas del astral inferior y descienden a la carne cantidades de espíritus tene­brosos, que vivían estigmatizados en el caldo de cultura de los pantanos infernales. Así, aumenta la fauna de los indisciplina­dos, rebeldes, viciados, tiranos, perversos e inescrupulosos, de­mostrando tener taras extrañas y cometiendo crímenes impresio­nantes. Y "Satanás sería soltado mil años después, pero ten­dría poco tiempo para actuar", pues Satanás, en verdad, es el símbolo de la escoria espiritual accionando sobre la superficie de la tierra.3

El hombre no consigue sustraerse del contacto con el mundo espiritual, ni liberarse de la horda de almas sedientas de placer, venganza y pasiones que se arrojan ávidamente sobre la huma­nidad ignorante. Además, no es el hombre el que busca la sen­sibilidad mediúmnica; es ella la que aparece en su vida, a pesar de su descreencia o rebeldía a los postulados espiritas. Ni la Teosofía, con su normal aversión hacia la mediumnidad osten­siva, podrá resguardar a sus adeptos de la probabilidad de que resulten "bengalas vivas" de los desencarnados. Los espíritus obsesores y malhechores viven adheridos al polvo del mundo y deambulan por la superficie de la tierra, alimentándose de los efluvios pecaminosos, frutos de las pasiones y vicios detestables de la humanidad indisciplinada. Ellos, sólo entienden la naturaleza del mundo, en donde vivieron en otras encarnaciones y simpatizan con aquellos que viven conturbados, afines a sus pasiones y vicios. Son almas saturadas de resentimientos y re­beladas contra cualquier movimiento conciliador, que les solicite modificar su intimidad espiritual. Pero, su contacto con los hombres, también les determina que tarde o temprano han de ser envueltos por los pensamientos y sentimientos de los buenos trabajadores del Cristo, hasta que sean sometidos a los servicios de la mediumnidad, cuyos médiums serán los intérpretes de sus propias aflicciones y problemas atroces.

El Creador, jamás perderá una sola de sus ovejas, por eso, los satanaces también han de ser salvados en su momento opor­tuno.



Pregunta: Por otra parte, ¿a los teósofos no les asiste la razón, cuando dicen, que el hombre puede lograr su redención espiritual, sin necesidad de las prácticas mediúmnicas?

Ramatís: Siempre que los hombres se comprometan inte­gralmente con las enseñanzas espirituales suministradas en todas las latitudes del globo, a través de Hermes, Orfeo, Moisés, Krisnha, Zoroastro, Fo-Hi, Confucio, Buda o Jesús, entonces sí, cree­mos oportuno que puede dispensar del complejo proceso de la mediumnidad y su desarrollo por medio de los espíritus sufrien­tes y rebeldes, que por veces los conturban. Entonces, la hu­manidad desenvolvería su mediumnidad únicamente por medio del plano de la Intuición Pura, tal como sucedía con el Maestro Jesús, que le era posible conversar con los ángeles, aunque su espíritu estaba enclaustrado en la carne.

Pregunta: Los teósofos tampoco concuerdan, en el aspecto de adoctrinar a los espíritus desencarnados y sufrientes a través de un médium de incorporación, puesto que alegan, que dicho procedimiento ya existe en el Espacio y sin la interferencia de un médium encarnado. ¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: Sin lugar a dudas, que antes de la codificación espirita existían espíritus sufrientes que eran adoctrinados en el Espacio y no necesitaba de los trabajos mediúmnicos de la tierra. Pero, en base a la época profética del "fin de los tiem­pos" y de la selección espiritual, sin contar con la carga mag­nética e inferior que satura a todo el orbe, los Maestros Siderales autorizaron la eclosión de la mediumnidad entre los hombres, a los fines de prestar cooperación espiritual en la redención de sus infelices hermanos desencarnados.

En consecuencia, el Espiritismo es el movimiento espiritua­lista más eficiente y lógico para disciplinar a los médiums y orientarles en las peligrosas relaciones entre los "vivos" y los "muertos", dándoles la garantía y seguridad contra las arreme­tidas malhechoras del mundo oculto. Por eso, es una doctrina que no tiene misterio alguno, tabúes o compromisos religiosos. El espirita no necesita abandonar sus obligaciones cotidianas, ni someterse a los retiros purificadores o aislarse en los conventos, monasterios y cofradías secretas, para merecer el apoyo de los Maestros.



Pregunta: Dicen los teosofistas que la liberación espiritual sólo es posible a través del "auto transformación" o "auto discernimiento" y no por la práctica mediúmnica. Que nada tiene que ver la existencia de cofradías iniciáticas en el pasado, cuya finalidad era resguardar los valores del Espíritu por parte de los elegidos. ¿Cuál es vuestra contestación al respecto?

Ramatís: No podemos negar, que el apresuramiento ínti­mo y espiritual, la abdicación consciente de las ilusiones de la vida carnal o el entrenamiento mental para liberarse de los ins­tintos inferiores, es lo que realmente gradúa al espíritu para su ascenso angelical.
3 "Y prendió al dragón, a la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás; y le ató por mil años; y le metió en el abismo, y lo encerró, y puso sello sobre él, para que no engañe más a las gentes, hasta que sean cumplidos los mil años, y después de esto conviene, que sea desatado por un poco de tiempo." Apocalipsis de Juan, capítulo XX, versículos 2 y 3.

El Espiritismo, aunque sea una doctrina que populariza los secretos iniciáticos a la luz del día, es la lumbrera que se proyecta sobre la oscuridad del escepticismo humano para mostrar a los hombres el largo camino de la vida inmortal.

Las viejas escuelas espiritualistas podían iniciar a los hom­bres que manifestaban cualidades o tendencias para el conoci­miento superior. Admitían a los discípulos que poseían capaci­dad psíquica y adiestramiento mental y que sólo pudieran corresponder a los "tests" severos y a las complejas argumentacio­nes exigidas por los Maestros de esas cofradías. Los candidatos eran seleccionados a través de pruebas que los obligaba a ma­nifestar sus cualidades superiores, pero los escépticos, curiosos y poco preparados en espiritualidad, es decir, los que más necesi­taban de esclarecimientos espirituales, quedaban al margen, re­probado? por su insuficiencia. En fin, eran admitidos los más preparados y desaprobados los más necesitados.

Por esa causa, lo Alto optó por las prácticas mediúmnicas, aunque sabían que era un evento un tanto inmaduro para los hombres, todavía esclavizados a las pasiones inferiores, aferra­dos a los postulados separativistas de la patria, raza y religio­nes, que sólo sirve de combustible para las guerras fratricidas. La mediumnidad, por lo tanto, es el recurso de emergencia, una especie de "aceite alcanforado" para elevar la vitalidad espiritual del hombre terrícola y mantenerlo despierto hasta alcanzar la profética selección del "Juicio Final". No importa si las ense­ñanzas y secretos de las cofradías iniciáticas fueron vulgarizadas por el Espiritismo o extraídos del sigilo de los templos, pero la verdad, es que lo Alto, de esa forma, proporciona los bende­cidos recursos de salvación para todos los hombres, sin excep­ción. Entonces sálvese quién quiera salvarse, más el Señor de los Mundos, hizo todo lo posible para que no se pierda una sola oveja.




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