La Misión del Espiritismo



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Pregunta: ¿Qué tipo de diferencia es la que se observa entre el psicoanálisis de Freud y el Espiritismo de Allan Kardec?

Ramatís: El Psicoanálisis se limita a investigar en la inti­midad humana y hace "resurgir" del subconsciente, resentimien­tos o complejos que se presume han sido adquiridos en una sola existencia terrestre, mientras que el Espiritismo estudia la per­sonalidad humana en un área más extensa, porque analiza y esclarece acontecimientos mórbidos y característicos de otras vidas pasadas. De ahí la limitación de Freud, que investigaba factores mórbidos en las personas en un lapso de tiempo que va desde la cuna hasta el presente, ignorando, que la verdadera individualidad del hombre se genera en el tiempo y en el espa­cio, remontándose algunos milenios atrás. Innumerables fenó­menos de carácter enfermizo, cuyo origen obedecía a ciertos acontecimientos seculares, Freud los clasificó en la sencilla distancia de una corta vida terrena, o sea, en algunos "minutos" de vida que posee el espíritu milenario. Hechos mórbidos fijados en la contextura inmortal del periespíritu fueron analizados a cuenta de casos y conflictos sucedidos en la infancia del pa­ciente. Mientras Freud trataba de examinar la personalidad humana a través de los hechos sucedidos en la precariedad de una sola vida carnal, el Espiritismo se remonta a los milenios para estudiar al espíritu inmortal.

Pregunta: La fuente de investigación de Freud, ¿no es el subconsciente, que los espíritus también consideran el reposi­torio de las vidas pasadas? En consecuencia, al examinar ciertos orígenes mórbidos también estarían investigando el pasado mi­lenario del espíritu. ¿No es verdad?

Ramatís: Sin dudas, el subconsciente es el "depósito" de los deseos, impulsos, emociones y estímulos que permanecen guardados y que luego los transmite al consciente. Es una es­pecie de "guardarropa" de la memoria instintiva en donde los espíritus acostumbran a archivar todo cuanto les impresiona y domina. La herencia de los instintos animales también se guarda en ese depósito de la individualidad humana, que actúa en forma de automatismo, que además, puede actuar sin la aprobación de la conciencia. El hombre aun nutre y repara los perjuicios oca­sionados a su edificio celular sin necesidad de tener conocimiento consciente, porque el subconsciente trata del asunto en forma satisfactoria, esclarecido por la experiencia milenaria.

Sin embargo, Segismundo Freud se equivocó, puesto que confundió las adquisiciones mentales y emotivas del espíritu, a través de varias encarnaciones en la tierra, como hechos oriundos de una sola existencia humana. A pesar de su terminología bri­llante, investigación sincera y obstinada, inclusive sus concepcio­nes sobre el deseo y fuerza oriunda del instinto sexual, o "ins­tinto vital", según Jung, él apenas investigó un fragmento del espíritu inmortal. Sus impresionantes teorías para los doctos de la época, debilitaron su vitalidad científica porque desconocía la reencarnación del espíritu en las vidas sucesivas. Además, Freud como otros tantos investigadores, ignoraban que la mayoría de los disturbios nerviosos, mentales o emotivos se radicaban fun­damentalmente en el periespíritu preexistente y sobreviviente después de la muerte del cuerpo físico.

Innumerables psicosis del sexo, impulsos delincuentes, conductas excéntricas o extravagantes, son el producto del impacto "pre reencarnatorio" del espíritu naufragando en el vórtice de las pasiones y los instintos inferiores en vidas pasadas. Muchos com­plejos de inferioridad, de Edipo o Electra, señalados por los "expertos" del psicoanálisis, son las proyecciones mórbidas del pasado y no reflejos de la infancia humana. Hay frustraciones seculares vibrando en la delicada contextura del periespíritu del hombre, que jamás podrían ser curadas por la terapéutica de Freud, fundamentada en una sola vida carnal. Son aconteci­mientos que traumatizaron una existencia entera en el pasado, cuyos estímulos mórbidos aun se centuplican en la vida del espí­ritu desencarnado, incrementando la desesperación en su mundo de ultratumba.

Los psicoanalistas no podrán liberar a sus pacientes de sus complejos, cuyo origen se pierden en la trama secular o mile­naria de las encarnaciones pasadas. Son disturbios generados por el odio, egoísmo, orgullo, por la ambición, la crueldad, ven­ganza o codicia. En tales casos, los brillantes postulados de Freud son incapaces de solucionar los problemas espirituales, sensibles únicamente a la medicación del Evangelio del Cristo. Jamás, los sentimientos y actos pecaminosos producidos por el espíritu en sus anteriores vidas, pueden lograr soluciones satis­factorias con la investigación de los hechos ocurridos en la in­fancia del hombre, situados en el plazo de una sola existencia carnal.



Pregunta: Desearíamos entender mucho mejor ese caso.

Ramatís: El espíritu reencarnado sufre el asedio constante de los estímulos enfermizos de las existencias anteriores. Hay criminales que aún guardan en lo recóndita de la memoria peri-espiritual la escena de su infamante crimen; calumniadores que viven asustados temiendo ser descubiertos de sus maldades reali­zadas; tiranos que ambulan desesperados por las calles de las ciudades, huyendo inconscientemente de los gritos de sus vícti­mas seculares. Están los espíritus que luchan despavoridos con­tra los estímulos suicidas de sus vidas anteriores; mujeres que intentan la santidad aun sintiendo en los labios el gusto amargo del Iodo de la prostitución; hombres de talento que vagan sin rumbo fijo acicateados por las imágenes torpes de la lectura libidinosa que infiltraron otrora en la mente de la juventud; criaturas aparentemente sanas, empalidecen y temen al enfrentarse con el escenario de la iglesia que corrompieron en el pa­sado o desmayan ante los cepos sangrientos de los mataderos reviviendo en la memoria periespiritual, su vida, como "verdugo" en aquel pasado pecaminoso y lleno de faltas.

Jamás Freud y sus seguidores podrían identificar el origen de esas características, recurriendo sumariamente a los hechos vividos en la infancia, e indagando en los conflictos emotivos de sus progenitores. Tendrán que penetrar en el pasado reencarnatorio del alma eterna. Entonces, si podrán reajustar sus cla­sificaciones mórbidas y ampliar su repertorio freudiano, anotan­do, indiscutiblemente, los "complejos" prereencarnatorios, como son los complejos del suicidio, calumnia, odio, tiranía, crueldad, perversidad, lujuria o rapiñaje.

Por eso, la terapéutica espirita es muy superior al análisis freudiano, porque además de remontarse a las causas "prereencarnatorias", aun ofrece el eficiente medicamento del Evangelio para higienizar al espíritu eterno. El psicoanálisis convence al paciente que determinadas perturbaciones provienen de los acon­tecimientos y conflictos vividos durante la infancia. El Espiri­tismo, mientras tanto, señala la delincuencia del espíritu en el pasado y le ofrece la oportunidad de reajustarse por la submisión al proceso kármico de las vidas sucesivas. El espíritu es clasi­ficado como deudor, pero también recibe el endoso espiritual para liquidar su débito conforme sea su capacidad y entendi­miento.

Pregunta: Bajo vuestra opinión, el método desenvuelto por Segismund Freud en la investigación sobre la mente humana, ¿aportó algún beneficio a la humanidad?

Ramatís: ¡Incuestionablemente! Segismund Freud se apro­ximó a la verdadera lucha espiritual del ser en su trayectoria y clasificó innumerables problemas del espíritu, aun preso en los umbrales de la vida inferior. Mientras tanto, no alcanzó la solu­ción, porque ya hemos dicho, que atribuyó y restringió a una sola vida, resentimientos o taras que se venían complicando a través de los siglos. Sus eruditas palabras y alentadoras expo­siciones como legal investigador de las enfermedades mentales, fueron motivos de satisfacción para muchos curiosos y exigentes, esclavos a la terminología académica. Pero, no pudieron ofrecer el remedio positivo, que es el fruto del amor y del entendimiento espiritual.

Sin embargo, hoy ya no se puede ignorar que la mente humana se puede diagnosticar y cuidarse, tanto como el cuerpo humano. Aunque os parezca fantasía, la cirugía del cuerpo evo­luciona hacia la cirugía del espíritu; en el futuro, será función del médico operar determinada afección mental, tal como lo hace hoy para eliminar un quiste o apéndice. Las excrecencias y deformaciones que se producen alrededor del alma, tienen sus raíces mórbidas fijadas en el pasado, así como el cáncer afirma sus ramificaciones en las entrañas del organismo carnal.

Consecuentemente, malgrado a la frialdad y a la indiferen­cia espiritual de la teoría de Freud, no podemos olvidar que dio comienzo a un verdadero proceso de investigación y cirugía para la mente enfermiza, señalando a los científicos modernos el proceso y fundamento de innumerables anormalidades radicadas exclusivamente en la actividad mental del ser. El nos hizo sentir el fabuloso poder de la mente, así como las debilidades del espí­ritu, pueden llegar a enfermar al cuerpo que anima.


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