La Misión del Espiritismo



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Pregunta: En los casos en que esos "padres de los secre­tos" interfieren en los trabajos de la Quimbanda: ¿no es estar haciendo magia negra?

Ramatís: Vosotros decís que respetáis el derecho del pró­jimo, para lo cual manifestáis, que el pensar en lo que otros dicen, no es adherirse a sus ideas; los espíritus sublimes camuflados por medio de los "cascarones" de indios, mestizos o negros, pueden tolerar la práctica del mal sin necesidad de que esto implique aprobación. Mientras tanto y sin necesidad de pactar con la magia negra, esos "padres" trabajan entre los quimbandeiros, debilitando el procedimiento maléfico e induciendo a los espíritus pecaminosos a invertir su acción maligna. Además, al­gunos antiguos sacerdotes y jefes de origen africano, se integran a la Umbanda bajo la adoctrinación paciente y amorosa de los "padres de los secretos" a fin de asumir nuevos deberes y el compromiso de servir a las falanges del Cordero. También es evidente, que ellos continúan manteniendo los tradicionales lazos de amistad con sus antiguos compañeros; por eso, son aprove­chados hábilmente como verdaderos puntos de conexión en me­dio de los quimbandeiros.

Como no hay privilegio en el ascenso espiritual, los "padres de los secretos" de hoy, fueron los fabulosos magos negros del pasado; pero, ahora disfrutan la ventura de transitar por la senda crística de la conciencia divina. En consecuencia, están realizando la misma tarea, que otras entidades de Luz hicieron con ellos para convertirlos a la égida del Cristo.



Pregunta: ¿Podríais darnos como ejemplo algún "punto can­tado" que identifique el linaje de los "padres de los secretos"?

Ramatís: Apenas atenderemos vuestra solicitud, para lo cual mencionaremos algunos "puntos cantados" que permita reconocer el linaje superior de esas entidades y sólo comprensibles por los umbandistas estudiosos.28

He aquí uno de ellos:

De cuando en cuando,

Cuando yo vengo de Amanda,

Traigo lápiz

¡Para salvar a los Hijos de la Fe!...


En el presente y en los demás que analizaremos, se en­cuentran palabras convencionales que definen las características y los objetivos de las falanges que representan, inclusive iden­tifican el linaje de los jefes o padres que los dirigen. La primera estrofa "cuando yo vengo de Amanda", quiere decir que el jefe de la falange es el "padre del secreto", pues viene del cielo de Amanda, "trayendo lápiz", es decir, autorización para escribir y salvar a los hijos de la fe, o hijos del terreiro, disciplinados bajo los dictámenes del bien proporcionado por las reglas de la Umbanda. Está claramente definido que el jefe viene "de cuando en cuando de Amanda", lugar donde él habita, para participar con las falanges como "padre de los secretos".

"En mi aldea,

Allá en Jurema,

No se hace nada

Sin la Ley Suprema."


28 Nota de Edson Guiraud: Además de los "puntos cantados" que menciona el Jefe de la falange, existen otros puntos que se aplican conforme sea la tarea a realizarse. Por eso, existen los puntos característicos para la defumación, descarga, defensa y de poner fuego a la pólvora. Sin embargo, conviene recordar, que no es suficiente el "punto cantado" en coincidencia con el "punto trazado" para lograr identificar al "padre del secreto", pues dentro de un ambiente donde se trata con vibraciones muy variables, com­plejas y mentales, tanto entre encarnados como desencarnados, muchos lobos pueden pasar como si fueran corderos.

El segundo punto manifiesta la finalidad de la falange al servicio incondicional del bien, que se explica obviamente en las dos últimas estrofas, "no se hace nada sin la Ley Suprema". Aunque el jefe sea indio, mestizo o viejo negro, ese "punto can­tado" demuestra la condición espiritual muy superior, pues no ha de hacer nada que contraríe los principios evolutivos de la Ley Suprema de Dios. Además, la estrofa "allá en Jurema" dice tratarse de la tribu o falange de indios del litoral habituados al tratamiento de los males, como la lepra, heridas y llagas, apli­cando la hoja de Jurema, conocida científicamente por la "Mi­mosa verrugosa", cuyas cáscaras son amargas, astringentes y de aplicación narcótica, aliviando los fuertes dolores.

"Tome naranja del suelo,

Quien así lo quiera...

Pero, coma maná allá en el cielo,

Quien sólo puede."


El tercer "punto cantado" se manifiesta bajo un admirable y atrayente aforismo, capaz de ofrecer algunas provechosas ila­ciones filosóficas respecto al espíritu. La naranja simboliza el producto de la tierra, que nace, crece y muere, como las ilusiones del mundo material. Además, el punto alude a los que pasan por la carne una existencia fácil, con las cosas servidas o adqui­ridas sin gran esfuerzo, pues las primeras estrofas son muy claras al respecto: "tome naranja del suelo, quien así lo quie­ra". La naranja caída, es muy fácil tomarla sin esfuerzo, mien­tras que para arrancarla, siempre queda a voluntad del primero que la desee. Es el símbolo de la suerte o de la facilidad para todos aquellos que gozan de las satisfacciones y confort del mundo; pero, es un bien provisorio, puesto que la toma quien realmente lo quiere. Mientras tanto, "come maná allá en el cielo, quien sólo puede", dado que es la antítesis de "tomar naranja del suelo", pues el bien eterno, se deduce de la vida espiritual. "Quien sólo puede" liberarse del mundo material y dirigir a su espíritu, también ha de ser merecedor de un alimento superior, que es el "maná del cielo", como lo hizo Dios con los israelíes al enviarles la lluvia en el desierto cuando padecían de sed. Es el perfecto simbolismo de dos formas distintas de alimentación; la del cuerpo y la del espíritu.

Además, en el sentido iniciático, el cántico es una especie de adoctrinación, con la finalidad de esclarecer a los hijos para que se liberen de los frutos perecibles de la tierra y que bus­quen, tanto como les fuera posible, las dádivas del cielo. Es una invitación del Señor que desciende del Paraíso, llamando a sus hijos a la lucha, renuncia y realización, implícitas sibilinamente en aquello que dice "quien sólo pueda". Es la falange perfec­tamente identificada entre los "comandos escogidos" del Espacio, que actúan bajo la égida del concepto crístico: "muchos son los llamados, pocos los escogidos". Obviamente, el jefe es un "padre del secreto" de elevada categoría espiritual, pues ningún indio, mestizo o negro tiene capacidad para dar lecciones tan profun­das y filosóficas.

I

"En su Aldea tiene



A sus indios

En su selva tienen

la cascada.

II

En su sayo tiene



Pluma dorada

Su casco brilla

En la Alborada."
El cuarto punto cantado, expone en sus estrofas el linaje elevadísimo del "padre del secreto" que dirige la falange. Se percibe su fabuloso poder, su graduación mental avanzada, el valeroso espíritu de lucha, dinamizado a elevado grado por la causa del bien. Resalta como una entidad acostumbrada a dirigir agrupaciones de espíritus en su elevada morada, un men­tor de alto plano celestial, pues el punto aclara lo siguiente: "En su Aldea tiene a sus indios", es decir, la aldea de ese "padre del secreto", que es el mundo espiritual, donde él vive y tiene a sus discípulos; "sus indios".

"En su selva tienen la cascada", es decir, la límpida agua de la vida eterna, en el simbolismo de una cascada permanente, que calma la sed del alma y la bautiza con el baño lustral de la redención, conforme al rito bantú, cuando el médium neófito está listo para recibir al padre o santo. Pero, donde se percibe claramente el nivel mental de ese "padre del secreto" es en la siguiente, y pintoresca estrofa: "En su sayo tiene pluma dorada". El sayo o especie de pollera corta, confeccionada de tejido fuerte, que las mujeres acostumbran a usar por debajo de otras prendas, indica que el jefe de la falange posee por debajo del "cascarón" o bajo la apariencia de un viejo negro, indio o mestizo, otra indu­mentaria, más fuerte y duradera, o sea, su realidad espiritual. Además, la pluma dorada sobre el sayo, conforme se explica en la cromosofía trascendental, significa la luz dorada de su aura fluyendo por el periespíritu, cuyo matiz, hermoso y bri­llante, comprueba el extraordinario poder mental que posee. Las plumas, realmente identifica la intelectualidad adquirida por el ser; es el emblema del orientador o creador en el campo de las letras o de las ideas. Los iniciados de la Umbanda, saben que la pluma y en especial, la de color dorado, son el binomio que identifica a un "maestro kármico", o una entidad resplan­deciente descendida del plano mental o búdico, con amplios po­deres para interferir y modificar el destino de sus hijos, si así lo juzgara conveniente. En realidad es un auténtico "Señor del Karma" de la vieja tradición teosófica, cuya inmensurable sabi­duría lo hace un incondicional procurador de la Divinidad en medio de las brumas tristes de la vida carnal.

Finalmente, su "casco" manifiesta ser una entidad comba­tiva, valerosa y heroica, de ánimo invencible; especie de guerrero medieval, es decir, cuya actividad creadora data de muchos mi­lenios, a partir de la edad media del planeta. Su casco de gue­rrero para el bien, brilla en la alborada y no en el crepúsculo; reluce por la madrugada, al despuntar la mañana, pues mientras la mayoría de la humanidad duerme, permanece activo en su lucha iniciada hace muchos milenios, dedicándose a la libera­ción de los espíritus, esclavos a la vida ilusoria de la carne. Su tarea es creadora, así como la alborada representa una nueva etapa de la vida, el despertar de la juventud, el comienzo de una nueva era.

He ahí pues algunas pequeñas digresiones sobre algunos "puntos cantados", cuyo sentido espiritual no está al alcance de la comprensión de la mayoría de los umbandistas. Sin embargo, a pesar de su loable graduación espiritual superior, algunos de esos "padres del secreto", recurren al servicio de ciertos jefes de la "izquierda" situados en las regiones astralinas inhóspitas, de quienes son amigos y se valen de su concurso en momentos neurálgicos para socorrer a sus adeptos en difícil trance espi­ritual. Esos jefes y amigos quimbandeiros efectúan la parte más grosera, violenta y repulsiva de la lucha contra los astutos adversarios, hábiles en el género de la magia negra, y que los "padres del secreto" evitan, justificando el viejo axioma de que "el ángel no lucha con las armas del diablo".29



29 Nota del Médium: Durante dos años concurrimos a los trabajos de fenómenos físicos, cuyo médium era el médico C. M. y nos sorprendía ver en la videncia, una larga hilera de salvajes tupis-guaranis, que rodeaba toda la residencia, cuyo jefe, cierta noche se materializó y se dio a conocer como el cacique Bogotá. En otra oportunidad fuimos invitados a presen­ciar los trabajos de desobsesión en el Centro Espirita A. U. de Curitiba y llegamos a impresionarnos muchísimo ante la figura de un gigantesco indio Tupinambá, con su medio cuerpo desnudo, adornado de collares de huesos en distintos colores y un penacho de tres plumas coloradas sobre su cabeza; en su mano blandía una especie de machete grande, el que sin lugar a dudas, custodiaba los alrededores de la casa por medio de unos treinta salvajes. Las entidades maléficas y cínicas que se acercaban con fines inconfesables, a una leve señal del jefe Tupinambá, eran rechazados a fuerza de lanzas, cuyas puntas estaban revestidas con acero. Mientras tanto, los espíritus benefactores, los enfermos y los obsesados, que llegaban acompañados, eran introducidos en el centro bajo la amistosa salutación del gigantesco Tupinambá.


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