La Misión del Espiritismo



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Pregunta: En nuestras concepciones espiritas somos adver­sos a los relatos bíblicos sobre Adán y Eva, con sus dos únicos hijos, Caín y Abel, donde el primero mata al segundo, y no se explica el origen de tantos seres y razas sobre nuestro planeta. ¿No es absurdo, todo esto?

Ramatís: No podemos extendernos en explicaciones minu­ciosas, respecto a la interferencia de los "Constructores Sidera­les" en la creación de la tierra, de sus reinos y del linaje hu­mano. La verdad es, que transcurrieron muchísimos siglos hasta que la superficie de la tierra manifestara las condiciones apro­piadas para la existencia humana. El cuerpo terráqueo se for­jaba en medio de la ignición y fuerzas telúricas, sometido a toda especie de reacciones y ensayos para poder transformarse en la inorada, que más tarde tendrían que habitar los seres, hechos a imagen de Dios. Se formaron los océanos por fuerza de los vapores, que inundaban la atmósfera, mientras el planeta se agitaba, inestable y confuso, herido por rayos y tempestades, hasta fijarse en su órbita y someterse dócilmente a la dirección del poderoso centro solar.

Finalmente, las condiciones terráqueas fueron propicias para la vida animal, gracias a la materialización del protoplasma 2 esencia de la vida orgánica. Los propuestos de Dios se dedi­caron fielmente a organizar las especies inferiores, plasmadas por el aglutinamiento de infusorios y vidas microbianas. Al transcurrir los milenios en el calendario sideral, evolucionó la especie animal bajo la presión interna del Espíritu, dando forma a su vestidura exterior y transitoria a fin de relacionarse con el medio planetario y plasmar la propia noción de ser y existir.

Los espíritus creadores "aglutinaron las vidas microscópicas como las amebas, células albuminoides, protozoarios y unicelu­lares que se multiplicaban constantemente bajo el calor apro­piado de las aguas, plasmándose las formas de condición supe­rior. Delineada la configuración del globo terráneo, aparecen los crustáceos marinos y terrestres, así como los batracios, que dejan poco a poco las aguas, para adaptarse a los charcos en las superficies más firmes. Las condiciones de vida, a pesar de ser lodosa e inestable, son sacudidas periódicamente por las convulsiones que provienen del núcleo central. Era el sexto día prescripto por el Génesis y el período terciario fijado por la Ciencia terrena. Esos ensayos y adaptaciones concluyeron con la aparición de Adán y Eva, precursores de la raza adámica, formada por los exiliados de un satélite de Cápela, de la cons­telación de Cochero.

Sin embargo, muchos milenios antes del exilio de esos "án­geles caídos" del mundo capelino, vivían en la tierra las razas descendientes de los lémures y atlantes; los primeros habitaban cerca de las grandes vías fluviales y habitáculos enclavados en las piedras y terrenos volcánicos. En consecuencia, la tierra en el tiempo de Adán y Eva ofrecía condiciones para la vida hu­mana, porque en esos lugares vivían los descendientes de la vieja Atlántida.



Pregunta: Insistimos, que no nos cae nada simpática la ver­sión de los primeros habitantes de la tierra y sus dos hijos. ¿Según vuestro parecer, la Biblia consigna otros habitantes en la tierra, en períodos anteriores?

Ramatís: La prueba de que existían habitantes de la tierra, antes del exilio de los originarios del satélite de Cápela y que luego formaron la raza adámica y tronco original de los arias, puede comprobarse en la misma Biblia a través del Génesis, cuando Caín, después de asesinar a su hermano Abel, sale por el mundo bajo el peso del homicidio cometido. Dice entonces el Génesis: "Y luego que salió Caín de la presencia del Señor, ha­bitó fugitivo en la tierra hacia el lado oriental de Edén." "Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y parió a Henóch y éste engendró a Maviael y éste engendró a Mathusael y él en­gendró a Lamech." (Génesis, Cáp. 4, vers. 16 al 19).

Obviamente, cuando Caín mató a su hermano Abel exis­tían otros pueblos en la tierra, del mismo linaje de los terrícolas, debiéndose considerar junto a ellos a los exiliados de Marte y del satélite de Júpiter, cuyo conjunto provenían de las civili­zaciones desaparecidas de la Atlántida.3



2 Véase el capítulo II "Vida Organizada" de la obra El Camino de la Luz Psicografiada por Chico Xavier y dictada por Emmanuel, donde des­tacamos el trecho: "El protoplasma fue el embrión de todas las organiza­ciones que hubo sobre el globo terráqueo, y esa materia, sin forma definida cubría la superficie solidificada del planeta, al poco tiempo dio origen a la aparición del núcleo, comenzando las primeras manifestaciones de los seres vivos". Aconsejamos a los lectores, compulsar esa magnífica obra, que expone todas las particularidades de la Creación e imposible de ser expuestas por Ramatís, en el espacio fijado para el presente capítulo.

3 Véase la obra El Enigma de la Atlántida, del Cnel. Braghine Cáp. III, "Las Razas Adámicas". En la obra El Camino de la Luz, pág. 29 dice lo siguiente: "Con esas entidades nacieron sobre el orbe los ascendientes de las razas blancas. En su mayoría se radicaron en Asia y atravesaban el istmo de Suez en dirección al África, en la región de Egipto, llegando sus incursiones hasta las lejanas tierras de la Atlántida, de donde varias regiones de la actual América, conservan señalados vestigios. Además, los Fenicios, derivados del griego "phoinos" (rojo) descendían del pueblo de Caru rama atlántica que se aisló de la raza madre, cuando sucedió la ruptura del istmo de Gibraltar.

En consecuencia, el primer casal bíblico no deja de ser más que la representación alegórica del núcleo central de los exiliados de Capela. Además, y contrariando la convicción de algunos religiosos dogmáticos, después de Caín y Abel, Adán y Eva tuvieron otro hijo lla­mado Seth, conforme dice el Génesis: "Y conoció aun Adán a su mujer; y parió un hijo, y llamó su nombre Seth, diciendo: Dios me ha dado otra simiente, en lugar de Abel, a quien mató Caín" (4-vers. 25). Dice aun el Señor que hizo el hombre a su seme­janza, crió macho y hembra y los llamó por el nombre de Adán el día que fueron criados; Adán, después que generó a Seth, aun generó más hijos e hijas y vivió 930 años. (Génesis, Cáp. 5, vers. 1 al 5.)

Esa narración corrobora perfectamente que Adán y Eva re­presentaban en la tierra a los "hijos de Dios", es decir, los exi­liados de Cápela. Habían desenvuelto la conciencia de tal for­ma, que de por sí, los clasificaba como "hijos de Dios", pero rebeldes, cuales ángeles caídos y expulsados del Paraíso. Pero, es necesario distinguir a los espíritus exiliados o "hijos de Dios", descendientes del cielo, de los habitantes primitivos, oriundos de la misma tierra y conocidos en esa época, como "hijos de los hombres".


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