La Vida Hiumana y el Espíritu Inmortal



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Pregunta: ¿Nos podríais dar una idea de cómo debería ser un perfecto hogar terreno, encuadrado en las normas educativas de orden superior?

Ramatís: Cuando los esposos comprenden el objetivo de las leyes espirituales, que los orienta en comunión fraterna, inclusive en lo atinente a la función del mecanismo sexual, como técnica creadora y no como una simple función de placer transitorio, es evidente, que se hallan liberados de la tan pregonada necesidad biológica sexual y sólo desean generar otros cuerpos en el mundo físico, a fin de cumplir con las normas divinas que ya sustentaban en su mundo espiritual, en lo tocante a confraternización y hermandad.

Mucho antes de entregarse deliberadamente a la sensación física en el intercambio sexual, no desconocen su condición de "diosecitos", que bajo el control divino trabajan en el plano tierra para proporcionar nuevos equipos carnales a otros compa­ñeros que desean elevarse conscientemente a la angelitud. En la hora del enlace sexual físico, la esposa y el esposo resultan ser dos "campos magnéticos" de polos opuestos y atractivos, cuyas fuerzas creadoras que emanan del mundo animal instintivo se interligan a las energías captadas dé los planos angélicos y estimulantes para el ascenso espiritual humano. Esas sublimes energías irrigan al periespíritu del hombre y de la mujer en la hora sexual, pues se polarizan en misteriosa unión en la zona y en el plexo solar y abdominal, donde el chakra umbilical controla los automatismos genésicos creadores y consolida el esquema del renacimiento. En ese encuentro creador, los demás "chakras" o centros de fuerza etéricos, distribuidos por la periferia del ''doble etérico'', se revitalizan entre sí 1 por el flujo energético que desciende del mundo psíquico e impregna cualitativamente al mundo instintivo de la carne.

Fuera del simple "objeto sensación", la mujer es una viva y poderosa antena que capta el magnetismo superior que fluye del mundo oculto durante la relación sexual, operando el milagro de las unión con las fuerzas inferiores que suben desde el mundo animalizado. El desconocimiento de ese acontecimiento energético durante el intercambio genésico, transforma al hombre en un constante procurador de goce o placer, exclusivamente físico, ignorando, que por encima de todo, el acto sexual es una actividad que tiene la finalidad principal de plasmar en la carne humana a otro ser, que le asiste los mismos derechos de vida y protección. El casamiento es la consagración humana de un compromiso asumido por los espíritus antes de la nueva encarnación. Además de proporcionar la recuperación espiritual de ambos, atiende la función de crear nuevos cuerpos, tal es la ley. Por otra parte, la diferenciación biológica y hereditaria del cuerpo carnal, con las características diferentes de sexo, esposo y esposa modelados en la forma terrena, solamente encubren la realidad de espíritus hermanos, oriundos de la misma fuente divina.

En consecuencia, más allá del convenio conyugal transitorio de la carne, debe predominar la cualidad y misión de la centella espiritual, que es lo principal en el mundo tierra, por parte de los seres evolucionados.



Pregunta: ¿Entonces, resulta desairoso o criticable el impulso natural y sexual, aunque sea el fundamento de la vida carnal?
1 Ver la obra Esclarecimiento del Más Allá, de Ramatís, bastante explicativo sobre el doble etérico y centros de fuerzas conocidos por chakras.

Ramatís: No existen justificativos para los excesos que contrarían o inferiorizan el sexo. El proceso sexual no es respon­sable por las debilidades humanas, ni orgullo como muchos ostentan. El imperativo sexual no está limitado a las funciones fisiológicas o procreativas, ni es tampoco para tener sensaciones eróticas y voluptuosas, que algunos abusan hasta alucinarse. Bajo el esquema espiritual, el sexo masculino simboliza al alma que dirige; por lo tanto, es más activa, mientras que el sexo femenino indica a la entidad en sumisión, siendo de orden pasivo, en su actuación carnal. En consecuencia, a medida que el espíritu asciende del primitivismo de "hombre animal" hacia la diafanización del periespíritu sublimado, la concepción del sexo evolu­ciona para el intercambio sublime del amor puro. Hay posesión y voluptuosidad en el transitorio orgasmo genésico a través de la atracción carnal en la vida física, pero en lo íntimo de ese acto, el ser, se adiestra en el proceso de afinidad espiritual, que atrae a los seres en la vida angélica.2


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