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Víctor Manuel Barceló R.

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Hay 27 millones de madres en el país, nos informa INEGI, a propósito de celebrarse un día más dedicado en el calendario cívico-social a tal acontecimiento. Éste acerca a muchas familias desunidas o fortalece los lazos de las que gozan de sana relación con el núcleo materno-paterno.

Larga tradición universal tiene este acontecimiento, de amor y devoción hacia quien nos tuvo en su seno materno y guió nuestros primeros pasos por la existencia. La madre es origen y fin de la especie humana.

Pero ese conjunto de seres que dan vida, adolece de múltiples situaciones existenciales. Allí está la precariedad padecida por falta de accesos a servicios asistenciales –62% del total– a pesar de creciente aportación a la economía de la nación, cuando el 43.3% de mujeres de 14 años y más y al menos un hijo nacido vivo, participa en amplia gama de actividades.

Pero quizá la afectación más grave y poco considerada, que se hace a la madre, en diversas concepciones (incluida la naturaleza, origen y receptáculo de toda vida) sea la destrucción de hábitats naturales en que se desarrolla el ser humano, desplazando, a muchas especies, hacia sitios inhóspitos. Así se condena a especies nativas a su desaparición masiva, a tasas de extinción 10,000 veces mayores, que la de forma natural.

Casi 5 millones de personas mueren, año con año en el planeta, por enfermedades relacionadas con desechos orgánicos, que no tienen un destino real de reciclaje. Por otro lado, de 1900 a la fecha, se pierde la mitad de mantos acuíferos mundiales, frente a la necesidad de agua en 20% más para el 2025, de acuerdo a cálculos de organismos especializados.

También, desde 1900 Estados Unidos y otros países ricos, incrementan 18 veces el consumo de madera, metales, sintéticos a base de hidrocarburos y otros productos de la Tierra, provocando deterioros cuantiosos en sitios (generalmente enclavados en países pobres) y la muerte de seres humanos atrapados en minas y otros medios de explotación, insalubres, altamente peligrosos y contaminantes.

Entre dos fechas, que evidencian la preocupación internacional por el medio: Día Mundial del Medio Ambiente, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 y 2010, declarado por la ONU Año Internacional de la Diversidad Biológica, el avance para el cuidado del planeta no parece ser amplio. Los poderosos se resisten a perder sus calidades de vida, a costa del resguardo de la biodiversidad.

La resultante de tanta ignominia, provocada por el afán de confort de una parte mínima de la humanidad, produciendo miles de toneladas de desechos sólidos (basura orgánica e inorgánica), consumiendo grandes cantidades de energía y emitiendo más contaminantes al ambiente, está afectando consistentemente la capa de ozono (efecto CFCs, cloro-fluoro-carbonos).

Pero el deterioro mencionado habría que relacionarlo con la población mundial, que llega ya a casi 6.9 mil millones para el 2010. La mayor parte de ese crecimiento se produjo en países en desarrollo. Las poblaciones de los desarrollados (1.2 mil millones) continuaron envejeciendo –tasa reducida de nacimientos y prolongación de la esperanza de vida– en tanto que la cantidad de personas en edad de trabajar se redujo. Hoy viven los efectos de tales hechos, con una alta carga de pensionados y sin tasa poblacional de reposición adecuada.

Para el año que corre, la población mundial contará unos 7 mil millones de habitantes. Llegaremos a los 8 mil millones probablemente en el año 2024. Si no avanzamos hacia una economía universal, respetuosa de la biodiversidad, el deterioro será cada vez más visible hasta llegar a un punto de no retorno.

Urge pasar de las palabras a los hechos. Se requiere una estrategia planetaria –como compendio de las estatales y regionales– que impulse vigorosamente la conservación de la biodiversidad, mediante innovaciones tecnológicas limpias, que amortigüen el impacto de los sectores productivos sobre la vida vegetal y animal de la Tierra.

Si no aplicamos conscientemente –sobre todo en los países ricos y a la acción de sus tentáculos transnacionales– políticas mas allá de las concesiones que los poderosos han hecho en las reuniones internacionales sobre la materia, el Día de las Madres, incluida la naturaleza, podría cancelarse para siempre.

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