Regla Tres
Triple debe ser el llamado, tomando mucho tiempo su enunciación. Que el discípulo emita su llamado a través del desierto, sobre los mares y a través de los fuegos que lo separan del Portal oculto y velado.
Bajo esta simbología el discípulo recibe el siguiente mandato: que el desierto de la vida del plano tísico florezca como la rosa, para que puedan surgir sonidos y perfumes del jardín de la vida inferior y una vibración muy intensa cruce el espacio intermedio entre el jardín y el portal; que aquiete las turbulentas aguas de la vida emocional, para que en su límpida y tranquila superficie se refleje ese portal y la vida interior refleje la vida espiritual de la divinidad interna; que a través de la ígnea hoguera purifique móviles, palabras y pensamientos, resortes principales de la actividad originada en el plano mental. Cuando son controlados, coordinados y utilizados, aunque a veces inconscientemente, estos tres aspectos del ego en manifestación, el Dios interno, entonces se oirá la voz del discípulo demandando la apertura del portal. Cuando la vida interior del plano físico se ha fertilizado, lo emocional estabilizado y lo mental transmutado, nada impedirá que se abra el portal para que entre el discípulo. Sólo la vibración sincronizada con lo que está del otro lado de la puerta, determina su apertura, y cuando la clave de la vida del discípulo se sintoniza con la de la Jerarquía, se abrirán las puertas una tras otra y nada podrá impedirlo.
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