Primer año
5.000 c + 1.000 v + 1.000 p = 7.000 (medios de producción)
1.430 c + 285 v + 285 p = 2.000 (medios de consumo)
9.000
Segundo año
5.417 c + 1.083 v + 1.083 p = 7.583 (medios de producción)
1.583 c + 316 v + 316 p = 2.215 (medios de consumo)
9.798
Tercer año
5.869 c + 1.173 v + 1.173 p = 8.215 (medios de producción)
1.715 c + 342 v + 342 p = 2.399 (medios de consumo)
10.614
Cuarto año
6.358 c + 1.271 v + 1.271 p = 8.900 (medios de producción)
1.858 c + 371 v + 371 p = 2.600 (medios de consumo)
11.500
Aquí la acumulación progresa, ininterrumpidamente, de año en año, de manera que la mitad de la plusvalía conseguida es consumida por los capitalistas, y la mitad capitalizada. En la capitalización se postula, constantemente, la misma base técnica, tanto para el capital adicional, como para el original, es decir, la misma composición orgánica o división en capital constante y variable, y la misma cuota de explotación (igual siempre al 100 por 100). La parte capitalizada de la plusvalía conforme al supuesto marxista del primer tomo de El Capital, viene al mundo, de antemano, en forma de medios de producción adicionales y medios de subsistencia de los trabajadores. Ambos sirven para aumentar, cada vez más, la producción, tanto en el capítulo primero como en el segundo. De las suposiciones del esquema marxista, no se deduce para quién se realiza este aumento de la producción. Cierto que, junto con la producción, aumenta también el consumo de la sociedad; aumenta el consumo de los capitalistas (en el primer año asciende en valor a 500 + 142, en el segundo a 542 + 158, en el tercero a 586 + 171, en el cuarto a 635 + 185) y aumenta también el consumo de los trabajadores; su expresión exacta, en valor, es el capital variable que crece, de año en año, en ambos capítulos. Pero (prescindiendo de todo lo demás), en todo caso, el consumo creciente de la clase capitalista no puede considerarse como fin de la acumulación; por el contrario, en tanto este consumo se realiza y crece, no se verifica acumulación alguna; el consumo personal de los capitalistas cae en el punto de vista de la reproducción simple. Más bien se pregunta: ¿para quién producen los capitalistas lo que ellos no consumen; aquello de que se “privan”, es decir, lo que acumulan? Menos puede ser aún el sustento de un ejército cada vez mayor de obreros, el fin de la acumulación constante de capital. El consumo de los trabajadores es, en el régimen capitalista, una consecuencia de la acumulación; nunca su medio ni su fin. Lo contrario sería invertir los fundamentos de la producción capitalista. En todo caso, los obreros sólo pueden consumir aquella parte del producto que corresponde al capital variable, y nada más. ¿Quién realiza, pues, la plusvalía que crece constantemente? El esquema responde: los capitalistas mismos y sólo ellos. ¿Y qué hacen con su plusvalía creciente? El esquema responde: la utilizan para ampliar más y más su producción. Estos capitalistas son, pues, fanáticos de la ampliación de la producción por la ampliación de la producción misma. Hacen construir constantemente nuevas máquinas para construir con ellas, a su vez, nuevas máquinas. Pero lo que de este modo resultará no es una acumulación del capital, sino una producción creciente de medios de producción sin fin alguno, y es necesaria la osadía de Tugan-Baranowski, y su amor a las paradojas, para suponer que este carrusel incesante, en el espacio vacío, puede ser fiel espejo teórico de la realidad capitalista y una verdadera consecuencia de la doctrina marxista.191
Aparte del proyecto de análisis de la reproducción ampliada, interrumpido en sus comienzos, y que encontramos en el segundo tomo de El Capital, Marx ha expuesto muy detallada y claramente su propia concepción del curso característico de la acumulación capitalista en toda su obra, particularmente en el tomo tercero. Y basta ahondar en esta concepción para percibir que el esquema inserto al final del segundo tomo, es insuficiente.
Si se examina el esquema de la producción ampliada, desde el punto de vista de la teoría de Marx, necesariamente se ha de ver que se encuentra en varios aspectos en contradicción con ella.
Ante todo, el esquema no tiene para nada en cuenta la productividad creciente del trabajo. Presupone de año a año, a pesar de la acumulación, la misma composición del capital, es decir, los mismos fundamentos técnicos del proceso de producción. Este procedimiento, es, en sí mismo, aceptable para simplificar el análisis. Pero haber prescindido de las modificaciones de la técnica, que corren paralelas al proceso de la acumulación del capital y son inseparables de él, ha de tenerse en cuenta, por lo menos ulteriormente, cuando se investigan las circunstancias objetivas de la realización del producto social total y de la reproducción. Pero, si se tienen en cuenta los progresos de la productividad del trabajo, se ve que la masa material del producto social (medios de producción y de consumo) crece todavía mucho más rápidamente que su valor, como muestra el esquema. El otro aspecto de este crecimiento de la masa de los valores de uso es, también, una modificación de las relaciones de valor. Según la argumentación marxista, que constituye una de las bases capitales de su teoría, el desarrollo progresivo de la productividad del trabajo se manifiesta en que, al aumentar la acumulación del capital, no pueden permanecer constantes la composición del capital ni el coeficiente de plusvalía, como se supone en el esquema marxista.
Por el contrario, con el progreso de la acumulación, c (capital constante) hace crecer en ambas secciones, no sólo en absoluto, sino también relativamente, a v + p, o sea, al valor nuevo total creado (expresión social de la productividad de trabajo); al mismo tiempo, tiene que crecer el capital constante en relación con el capital variable, y, asimismo, la plusvalía en relación con el capital variable o coeficiente de plusvalía (expresión capitalista de la productividad del trabajo). No importa que estos desplazamientos no se verifiquen literalmente todos los años, del mismo modo que las designaciones “primero, segundo, tercer año, etc.”, del esquema de Marx no se refieren, necesariamente, al año astronómico, pudiendo significar períodos de tiempo cualesquiera. Finalmente, las modificaciones en la composición del capital, así como en el coeficiente de plusvalía, pueden situarse, a voluntad, en el primero, tercero, quinto, etc., año, o en el segundo, sexto, noveno, etcétera. Sólo importa que, en general, y en cuanto a su aparición periódica, se les tenga en cuenta. Si se completa así el esquema, resultará que, incluso con este método de acumulación, habrá de surgir, cada año, un déficit creciente de medios de producción y un excedente creciente de medios de consumo. Ciertamente, Tugan-Baranowski, que sobre el papel vence todas las dificultades, recurre, sencillamente, a construir un esquema con otras proporciones, disminuyendo el capital variable de año a año en un 25 %. Como el papel soporta pacientemente este ejercicio aritmético, Tugan se cree con derecho a considerar “probado” que, incluso con una disminución absoluta del consumo, la acumulación marcha como una seda. Pero, finalmente, el propio Tugan tiene que aceptar que su afirmación de la disminución absoluta del capital variable se encuentra en crasa contradicción con la realidad. A la inversa, el capital variable crece en términos absolutos en todos los países capitalistas, sólo que decrece relativamente en proporción con el crecimiento más rápido aún del capital constante. Si suponemos, conforme a la verdadera marcha de las cosas, que de año a año se verifica un crecimiento más rápido del capital constante y uno más lento del capital variable, y aumenta asimismo el coeficiente de plusvalía, se pondrá de manifiesto una desproporción entre la composición material del producto social y la composición de valor del capital. Supongamos, por ejemplo, que en el esquema de Marx, en vez de la proporción permanente entre el capital constante y el variable = 5 : 1, ponemos una composición progresiva más elevada para el crecimiento del capital: en el segundo año, 6 : 1; en el tercero, 7 : 1; en el cuarto, 8 : 1. Supongamos también que, correspondiendo a la mayor productividad del trabajo, aceptamos un coeficiente de plusvalía creciente, en vez de la tasa estable de 100 por 100, y pongamos, a pesar del crecimiento relativo del capital variable, la plusvalía aceptada, en cada caso, en el esquema de Marx. Partamos, finalmente, de la capitalización de la mitad de la plusvalía apropiada, (exceptuado el sección II, que en primer año ha capitalizado, según el supuesto de Marx, más de la mitad, esto es, 184 de 285 p). En tal caso obtendremos el siguiente resultado:
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