Rosa Luxemburg Índice Prólogo 4 primera parte: El problema de la reproducción 5


CAPÍTULO XXIV El ocaso del marxismo “legal” ruso



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CAPÍTULO XXIV El ocaso del marxismo “legal” ruso

Es un mérito del marxismo “legal” ruso y, en particular, de Tugan-Baranowski, haber hecho fructífero para la ciencia el aná­lisis del proceso de reproducción social y su exposición esquemáti­ca hechos por Marx en el segundo tomo de El Capital. Pero como Tugan-Baranowski tomó como solución del problema esa exposi­ción esquemática que no era más que su planteamiento, llegó a conclusiones que contradicen los fundamentos mismos de la doc­trina de Marx.


La concepción de Tugan, conforme a la cual la producción capi­talista puede crear por sí sola un mercado ilimitado, siendo al mis­mo tiempo independiente del consumo, le lleva directamente a la teoría Say-Ricardo del equilibrio natural entre producción y con­sumo, demanda y oferta. La diferencia está sólo en que la teoría Say-Ricardo se movía exclusivamente en el terreno de la circulación simple de mercancías, al paso que Tugan traslada, sencillamente, la misma concepción a la circulación del capital. Su teoría de que las crisis proceden de “desproporcionalidad” no es, en el fondo, más que una paráfrasis de la antigua vulgaridad de Say: “Que se haya producido demasiado de alguna mercancía, sólo prueba que se ha producido demasiado poco de otras mercancías.” Sólo que Tu­gan recita esta vulgaridad en el lenguaje del análisis marxista del proceso de reproducción. Y si, frente a Say, declara posible la super­producción general, haciendo referencia a la circulación del dine­ro, completamente olvidada por aquél, las operaciones que Tugan realiza con el esquema de Marx se basan, de hecho, sobre el mismo olvido de la circulación del dinero en que cayeron Say y Ricardo, al plantear el problema de las crisis. El esquema número 2 se llena en seguida de espinas cuando se comienza a transportarlo a la circulación de dinero. Con ellas ha tropezado Bulgakof al intentar llevar a su término el análisis interrumpido de Marx. A esta combinación de fórmulas tomadas de Marx y animadas con teorías de Say y Ricardo, es a lo que Tugan-Baranowski ha llamado modestamente el “intento de síntesis de la teoría marxista y la economía política clásica.”
Así, la teoría optimista, que defendía la posibilidad y capacidad de desarrollo de la producción capitalista contra las dudas peque­ño burguesas, vino a parar, al cabo de un siglo, y por sobre la teoría de Marx, a manos de sus defensores legales, a su punto de partida: a Ricardo. Los tres “marxistas” desembarcan al lado de los “armonistas” burgueses de la buena época, muy cerca del pecado original que acaba con el paraíso de la inocencia de la economía política burguesa; se ha cerrado el círculo.
Los marxistas rusos “legales” han vencido, indiscutiblemente, a sus adversarios, los “populistas”; pero han ido muy lejos. Los tres (Struve, Bulgakof, Tugan-Baranowski), en el ardor de la refriega, han probado más de lo que era menester. Se dilucidaba si el capitalismo en general, y en particular en Rusia, era susceptible de desarrollo, y los mencionados marxistas han expuesto tan profundamente esta capacidad, que han probado incluso la posibilidad de la eterna duración del capitalismo. Está claro que, aceptada la acumulación ilimitada del capital, queda probada también la viabi­lidad ilimitada de éste. La acumulación es el método capitalista específico de ampliación de la producción; de desarrollo de la pro­ductividad del trabajo de las fuerzas productivas; de progreso eco­nómico. Si la forma de producción capitalista es capaz de asegurar el incremento ilimitado de las fuerzas productivas, o el proceso económico, es insuperable. La fundamentación objetiva más importante de la teoría socialista científica se viene abajo. La acción política del socialismo, el contenido ideal de la lucha de clases proletaria, cesa de ser un reflejo de fenómenos económicos; el socialismo cesa de ser una necesidad histórica. La argumentación que había partido de la posibilidad del capitalismo, desemboca en la imposibilidad del socialismo.
Los tres marxistas rusos se daban perfectamente cuenta del cambio de terreno que se había producido en la contienda. Struve no se preocupa gran cosa de la pérdida de su creencia jubilosa en la misión cultural del capitalismo.182 Bulgakof trató de tapar, de cualquier modo, el agujero abierto en la teoría socialista con otros fragmentos de esta teoría: esperaba que la economía capitalista se viniese abajo, a pesar del equilibrio inmanente entre producción y mercado, por el descenso de la tasa de beneficio. Pero este con­suelo, un tanto nebuloso, es destruido, al final, por el propio Bulgakof, cuando olvidando, de pronto, la última tabla de salvación que ofrecía al socialismo, le enseña a Tugan-Baranowski que el descenso relativo de la tasa de beneficio, en los grandes capitales, se compensa con el crecimiento absoluto del capital.183
Finalmente, Tugan-Baranowski, el más consecuente de todos, derriba, con la recia alegría de un hijo primitivo de la naturaleza, todas las columnas económicas objetivas sobre las que se asienta la teoría socialista, y reconstruye “un mundo más bello” sobre la base de la “ética”. “El individuo protesta contra un orden económico que transforma el fin (el hombre) en medio, y el medio (la produc­ción) en fin.”184
Los tres marxistas mencionados han podido comprobar en sus propias personas, cómo de inconsistentes eran los nuevos fundamen­tos del socialismo, pues apenas habían fundado un nuevo socialis­mo, le volvieron la espalda. Mientras las masas rusas luchaban exponiendo su vida por los ideales de un orden social que ha de poner al fin (el hombre) sobre el medio (la producción), “el indivi­duo” se apartó de la pelea y halló en Kant entera tranquilidad filo­sófica y ética. Los marxistas legales y rusos acabaron, práctica­mente, allí donde les llevaba su posición teórica: en el campo de las “armonías” burguesas.

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