Vive con naturalidad la resaca del triunfo. El Bola se encuentra entre las diez películas más taquilleras del momento. Hemos estado con él, en su barrio, hablando de su personaje y de todo lo que ocurre alrededor de un hombre enamorado de su infancia.
En tus cortos y ahora en El Bola reincides en el tema de la infancia. ¿Por qué esa pasión por la infancia? ¿Por qué reflejar esta etapa de la vida?
Creo que es de las más importantes porque en ella nos formamos, y yo creo que va a ser la base de lo que seamos. Los niños tienen esa capacidad de sorpresa que los adultos vamos perdiendo con el tiempo, ya sea porque ya lo hemos visto o leído o porque tenemos otras referencias. El niño vive las experiencias como nuevas, propias, genuinas. Un niño es más susceptible de cambio al ver la realidad.
¿Estás diciendo que la capacidad de sorpresa se pierde al madurar?
Es verdad, lo cotidiano y su valor lo recuperas con la magia del mundo infantil. Yo he recuperado esa capacidad de sorpresa a través de los ojos de mi hija, esa verdad que había perdido.
Y rodar con niños, ¿cómo se lleva? Porque es verdad que aunque puedan parecer más espontáneos, los niños también pueden resultar falsos.
Primero está el cásting. El Bola (Juan José Ballesta) apareció el cuarto día. Tuve muchos problemas para Pablo, vi 1.500 niños. Sin embargo, El Bola no cayó, porque la fuerza que tenía era tremenda. Yo con los niños trabajo a partir de la motivación, ensayo con ellos durante más de mes y medio. Improviso, entro con ellos en estados anímicos, pruebo la autosugestión. Intento que conozcan las secuencias por partes porque, si no, pueden hacerse unas ideas preconcebidas que luego son muy difíciles de quitar. Por eso es mejor que estén limpios.Yo creo que es más fácil trabajar con niños porque son más libres, más temerarios. No tienen el peso de la responsabilidad de un profesional, ni sus miedos, no tienen técnica, ni trucos. Son veraces porque no se pueden agarrar a nada.
¿Se puede conocer mejor a Achero viendo El Bola?
El Bola no soy yo, pero hay muchas cosas de él en mí. En la película está lo que pienso, lo que siento respecto a muchos temas.
"¿De qué hablamos
si no es de los barrios dónde vivimos?"
Primer acto: Infancia
Allí está el Achero niño, que como Pablo, el amigo de El Bola, enseña a unos amigos su casa. Alucinan. Es lo que tiene ser hijo de almas de artista. Está como una mole. Le llaman Juanacho, luego Acho. Su hermano pequeño pronuncia Achero y ahí se queda. Ya tiene apodo. Es gamberro como el que más, pero a veces se limita. Quiere ir al teatro con su padre. Una familia atípica, la suya, y unida, igual que la de Pablo. Conocerá en el barrio a muchos Bola y será uña y carne con ellos. Amigos tan pasionales como efímeros. Su madre marcha a Nueva York. Irá con ella y volverá convertido en actor.
Segundo acto. Preparación
Ya no es un niño y siente que se traiciona, que no es la actuación el vehículo para expresar lo que quiere. Empieza a dirigir. Sabe que el Achero director y el Achero actor se llevarían a matar —no como con el guionista—, así que delante de la cámara cuenta con otros. Serán artífices del éxito o del fracaso. Tras la cámara, Achero ha encontrado una salida, un lugar donde meter sus sentimientos. Llegan los cortos, y con ellos, los primeros éxitos.
Tercer acto. El Bola. El barrio
El Bola cautiva pero no abarrota salas. Llegan los Goya. Triunfa... y llena salas. Hoy, su primer largometraje se encuentra entre los diez más vistos de la última semana. La historia de una amistad, la lucha contra nuestros propios prejuicios, el intento de desmarginalizar un barrio le guían. Porque maltratos puede haber en cualquier lugar, y porque la mayoría de la gente vive ahí, en los barrios. Por eso lo que en ellos ocurre llega a la gente.
Hoy, el niño gordo es un joven de cara afilada, menudo, jovial y padre. Un acontecimiento que ha cambiado su vida. Sabe que él ya no es lo más importante. Y eso trasciende a todo lo que hace, le ayuda a ver la realidad con la necesaria autocrítica, porque una sociedad que no se mira a sí misma está muerta y ciega.
No piensa parar. Ya prepara su próxima obra. Un falso documental en el que un grupo de teatro analizará a través de una serie de entrevistas toda su trayectoria, desde su creación de la mano de un Quijote de la escena, un idealista, hasta su disolución. Todo acaba. Achero se despide. Ha quedado con su madre para comer. Vuelve a ser el niño.
"Yo vivía amistades pasionales. Del uña
y carne a romper"