A observaciones preliminares



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LA ESENCIA DE LA FEDERACIÓN

Ponencia del P. Bezler con ocasión del encuentro de las Federaciones los días 30 y 31 de agosto de 1969

Distribución a cargo de las direcciones de las Federaciones

SINOPSIS

A. OBSERVACIONES PRELIMINARES

1. Se habrá de presentar la esencia común a todas las Federaciones.

2. El punto de vista será la estructura exterior visible de laFederación

3. El parámetro último de todas las reflexiones debe ser la imagen rectora del Fundador acerca de la Federación, imagen que él:

a. no presentó en forma completa

b. delineó en respuestas parciales pero que se rigen, en cada caso:

aa. según el estadio del que pregunta y de la vida en ese momento.

bb. según los deseos de Dios.

4. A partir de esa situación resultan dos tareas:

a. una fundamental y permanente: la colaboración de todas las Federaciones

b. una concreta: reunir todas las afirmaciones del Fundador sobre la Federación.

5. El medio decisivo para llevar a término la fundación de la Federación es vivir la Federación.



B. EXPOSICIÓN

I. El lugar que ocupa la Federación en la Familia como conjunto: La Federación forma parte de las comunidades de dirigentes de la Obra de Schoenstatt. Esto resulta:

  1. a partir de la historia de la Obra de Schoenstatt


2. a partir de la estructura de la Obra de Schoenstatt:

a. aspecto fundamental

b. aspecto real

aa. el punto de vista jurídico-organizativo (se deja de lado)

bb. la estructura interna

II La originalidad de la Federación a diferencia de la Liga: La diferencia no estriba en la meta sino en el vínculo más fuerte a la comunidad, exigido en forma obligatoria. A raíz de eso, la Federación es:

  1. comunidad de vida

  2. comunidad de educación

  3. como comunidad de dirigentes, comparte la responsabilidad por la unidad vital de la Obra:

a. en razón de la Confederación Apostólica Universal

b. en razón de la situación de la Iglesia


aa. pluralidad hacia dentro

bb. situación de diáspora hacia fuera.

III. La originalidad de la Federación a diferencia del Instituto: La diferencia no consiste en la meta sino en que la Federación no tiene vínculos teológico-morales obligatorios

  1. Los vínculos jurídicos en el instituto son:

a. vínculos a la comunidad.

b. protección y medio para una actitud interior.


aa. de tipo organizativo

bb. de tipo teológico-moral

  1. Los vínculos interiores en la Federación deben manifestarse como:

a. espíritu de magnanimidad

b. marcado espíritu de familia

c. alto grado de responsabilidad apostólica

  1. La forma de existencia de la Federación está justificada puesto que:



  1. es diferente en cuanto al ser

b. está psicológicamente fundada

c. ía exige el impulso de libertad del hombre actual

d. la exige la necesidad de adaptación apostólica


IV. La forma jurídica de la Federación, hay que determinarla:

  1. según las formas jurídicas para comunidades dentro de la Iglesia:

a. Órdenes y Congregaciones

b. Institutos Seculares

c. Confederaciones

d. Asociaciones Pías (Piae Uniones)

  1. como Confederación supra-diocesana

a. en virtud de las constituciones supra-diocesanas

b. en virtud de ios cursos supra-diocesanos

c. en virtud de la meta: Confederación Apostólica Universal

d. en virtud del desarrollo promovido por el Fundador

e. en virtud de la práctica actual

C. OBSERVACIÓN FINAL

Al llevar a término la fundación de la Federación debe guiarnos un marcado espíritu de fundadores y de fundación.

La ponencia del P. Bezler acerca de «La esencia de la Federación», pronunciada el 31 de agosto de 1969 durante el encuentro de las Federaciones en Haus Mariengart, no ha perdido nada de su actualidad aun habiendo transcurrido treinta años, y vale la pena leerla hoy tanto como en aquel entonces. Algunas cuestiones que en 1969 se consideraban todavía como «preguntas abiertas» (véase la ponencia, pág. 8ss) han experimentado entretanto una elucidación fundamental a través de las decisiones doctrinarias del Consejo General de la Obra (el «Pronunciamiento doctrinal» del 6 de octubre de 1979, las «Directrices» del 2 de julio de 1980 y la «Precisión» del 4 de febrero de 1998). Entre ellas se cuentan las afirmaciones, reconocidas ya por todos, acerca de que:


  • las Federaciones, diferentes pero de igual valor e iguales derechos que los Institutos, forman parte, como ellos, de la «pars motrix» de la Obra de Schoenstatt;



  • las Federaciones, a! igual que los Institutos, están por eso representadas en forma individual en el Consejo General de la Obra;



  • las Federaciones están representadas en los organismos diocesanos;



  • los miembros de las Federaciones (con excepción de la Federación de sacerdotes diocesanos), son laicos;



  • las Federaciones no son «nacionales» sino «internacionales».

Sin embargo, otras preguntas que ya se planteaban en aquel entonces siguen apareciendo o bien aparecen de nuevo en la actualidad.

Por esa razón hay que celebrar que las consideraciones del P. Bezler acerca de la esencia de la Federación, que documentan por un lado su gran familiaridad con la misma y con todas las preguntas y problemas pertinentes así como, por el otro, su coincidencia con el Fundador, estén nuevamente a disposición mediante una nueva impresión de su ponencia. En efecto, muchas de sus consideraciones pueden ser de ayuda y brindar orientación para responder a preguntas de gran actualidad.

En tal sentido, este pequeño escrito del P. Bezler es una lectura obligada, indispensable para todos los que se ocupan con las preguntas de la Federación.

N. Martin, 18 – 11 – 2003



A

El programa del día de hoy tiene como punto primero un intercambio de ideas acerca de la esencia de la Federación. Para tal intercambio se me ha permitido ofrecer las bases de discusión.



  1. Y se trata de lo siguiente: no estamos procurando determinar la esencia de una Federación en particular sino aquello que hace, en general, que una Federación sea Federación, aquello que nos une y obliga a todos por igual. Por tanto, dejamos en principio fuera de consideración los puntos de vista particulares de cada una de las Federaciones, a pesar de que aparecen ocasionalmente.

  2. Permítanme hacer una segunda observación preliminar:

Si lo que se plantea es la pregunta por la esencia de la Federación sin más, cabe en este contexto lo que ayer se mencionó con respecto a Schoenstatt: la imagen de la esfera utilizada por nuestro Padre, que vale no en la misma medida pero sí en forma semejante para la Federación. También la Federación es una esfera y no es posible verla íntegramente de un solo golpe de vista. Existe por tanto una serie de puntos de vista desde los cuales se la podría contemplar. Con sólo tener en cuenta los informes ofrecidos ayer a la tarde por las diferentes Federaciones habría muchas cosas para hablar acerca de la espiritualidad, del método de educación, etc. Dejamos fuera de consideración todas las preguntas particulares. Los puntos de vista que destaco son esencialmente cuatro:

  • el lugar que le cabe a la Federación en la Familia en su conjunto



  • la originalidad de la Federación, ante todo su carácter diferente respecto de la Liga



  • después, su carácter diferente respecto de los Institutos



  • y la forma jurídica de la Federación, así como también, en relación con ello, la pregunta acerca de si la Federación es nacional o internacional.

El punto de partida es la estructura exterior y visible, a partir de la cual buscamos el espíritu interior que se expresa en la estructura. Procedemos según el método aplicado por el Padre: observar, comparar, reducir a principios y aplicar. La aplicación vendrá después, a lo largo del año. Hoy sólo podemos señalar líneas de orientación.

3. El parámetro último es para nosotros la imagen rectora formulada por el Fundador. No puede haber ningún otro criterio válido para nosotros. Aunque, por supuesto, aquí nos encontramos ante una cierta dificultad.

a. Si bien el Padre procuró completar la fundación de la obra en su conjunto, una serie de cuestiones han quedado abiertas. Eso vale también para la Federación. No tenemos de parte del Padre una exposición general, global y acabada de la Federación. Donde más hay consignado es ciertamente en la Jornada sobre Principios del año 1927/28. La misma fue dictada para la «Federación» y acerca de ella. En ese entonces no se trataba de la Federación de hoy en día sino de la capa dirigente de la Obra, ya que todavía no existían los Institutos en el sentido actual (las Hermanas de María estaban apenas en sus comienzos). En lo esencial, lo dicho en aquella oportunidad acerca de la Federación tiene vigencia todavía hoy.

b. Además, habría que traer a consideración respuestas del Padre a preguntas parciales que se le plantearon a raíz de la Federación. Aquí nos encontramos de nuevo ante una cierta dificultad, y por dos razones.

En sus respuestas, el Padre se dejaba guiar sobre todo por dos perspectivas que nunca debemos perder de vista en sus manifestaciones, versen ellas sobre la Federación o sobre otras cuestiones.



Primera perspectiva: el Padre quería dar una respuesta teniendo en cuenta a quién se la planteaba y el estadio momentáneo de la vida. Sus respuestas son respuestas de educador y no tienen simplemente en cuenta nada más que el estadio final sino más bien el estadio de la vida en ese momento. No obstante, cuando daba sus respuestas apuntaba siempre también al estadio definitivo, procuraba darlas a partir de principios últimos. Así, las respuestas del Padre procuraban captar el germen de vida momentáneo y desarrollarlo en la perspectiva de un estadio definitivo contemplado a partir de principios últimos. Una visión tal puede señalar la dirección del desarrollo pero no describe en detalle el estadio que se tendrá en veinte o treinta años más. De ese modo, sus respuestas partían de la vida y procuraban servir a la vida de ese momento.

La segunda perspectiva era su disposición frente a los deseos de Dios. Schoenstatt, al igual que la Iglesia, no es el resultado de una deducción lógica de verdades. De otro modo, quinientos años atrás se podría haber dicho cómo se iban a dar todas las cosas. Según las palabras de nuestro Padre, Schoenstatt es una carrera entre la conducción divina y el seguimiento humano. Pero esa conducción divina es libre. Por eso no sabemos lo que Dios exigirá concretamente de nosotros mañana, pasado mañana o dentro de cinco o diez años. Por estos motivos, las respuestas del Padre son siempre respuestas sólo parciales y deben ser comparadas con el conjunto de todas sus afirmaciones.

4. Se me permitirá mencionar tal vez en este contexto dos tareas que resultan para nosotros del día de hoy: una tarea fundamental y permanente y otra inmediata, que quedará concluida algún día.

a. La tarea fundamental y permanente: hoy estamos aquí reunidos como «Federación de Federaciones», si me permiten expresarlo de ese modo. ¿No debería darse a partir de esta jornada nuestra una colaboración permanente de las Federaciones, un contacto permanente entre nosotros, de modo que pudiésemos ayudarnos constantemente unos a otros?
Alguien ha utilizado en este sentido incluso la expresión de un «Consejo General de las Federaciones», aunque yo no quisiera introducir ese término. De todos modos, debería iniciarse un trabajo en común. Desde este punto de vista podemos comprender por cierto el día de hoy como el comienzo de un período decisivo del desarrollo de cada una de las Federaciones, de las Federaciones en general y, de ese modo, también como una cesura significativa en el desarrollo de la Obra de Schoenstatt en su totalidad. La situación se nos presenta de la siguiente manera: las Federaciones se encuentran a si mismas, tanto como Federaciones particulares cuanto como comunidad.

b. Se plantea una tarea concreta: deberíamos reunir todas las afirmaciones de nuestro Padre sobre la Federación y las Federaciones y hacerlas accesibles a fin de que adquiramos una visión lo más global posible de la imagen rectora de nuestro Padre respecto de la Federación y tengamos claridad acerca de aquello que tiene validez general y permanente para la Federación y las Federaciones.

5. Con todo, no queremos olvidar lo siguiente: el medio en última instancia decisivo para reconocer lo que somos y lo que queremos es que nosotros mismos vivamos la Federación. En la plática que escuchamos ayer al caer la tarde junto a la tumba de nuestro Padre se expresó cómo él procuraba siempre primero vivir, y solo después codificaba. Procuraba siempre aprender de la vida. Eso mismo queremos también nosotros. Por eso podemos comprender el día de hoy como una potenciación y aceleración de nuestro trabajo en las diferentes Federaciones y en común.

B

Hechas estas observaciones preliminares, pasemos, al tema propiamente dicho.



I. El lugar que ocupa la Federación en la Familia en su conjunto. Podemos procurar dar una respuesta a esta pregunta desde dos puntos de vista:

  1. Primero, desde el punto de vista histórico. Históricamente — y ayer ya hemos advertido al respecto— la Federación es la primera forma de existencia independiente de nuestra Familia de Schoenstatt. Ciertamente, en ese hecho no debemos ver solamente una casualidad sino una conducción de la gracia divina así como también la manifestación de leyes de vida.
    Nuestra tarea será reconocer, elaborar esas leyes de vida. ¿Por qué razón Schoenstatt fue fundado precisamente como Federación? La Liga se agregó más tarde. El Instituto se desarrolló sólo a partir de la Federación. ¿Dónde reside el auténtico germen de vida y la fuerza de vida de la Federación? El Padre dice en la Segunda Acta de Fundación que, en Schoenstatt, todo, hasta lo más pequeño, se ha realizado a través de María. Por tanto, también este desarrollo histórico.
    ¿Qué significa esto para la esencia de la Federación y para su tarea dentro de la Familia de Schoenstatt?




  1. El segundo punto de vista de nuestras consideraciones es el lugar que ocupa la Federación en la estructura y la vida de la Familia de Schoenstatt actual. Y aquí hay de nuevo dos preguntas que responder: ¿qué lugar ocupa la Federación absolutamente hablando? ¿Qué lugar tiene realmente en este momento? Ambas preguntas están aún abiertas, no sólo entre nosotros sino también en la Familia en su conjunto. Es más: hay respuestas bien diferentes. Me permito leerles algunas preguntas que me fueron planteadas con fecha del 25 de agosto de este año, no de parte de una de las Federaciones ni tampoco de Alemania.

  • ¿Forman parte de la pars motrix et centralis sólo aquellas comunidades que pertenecen al estado de perfección? (Según el Derecho Canónico, pertenecen al estado de perfección sólo los Institutos como Institutos Seculares, no las Federaciones. Por tanto, ¿sólo los Institutos pueden formar parte de la pars motrix et centralis?)

  • ¿Debería designarse primeramente a la Federación como estado de perfección para poder formar parte de la pars motrix? ¿Significa «pertenecer al estado de perfección» lo mismo que ser «Instituto»? (¿Podría la Federación pertenecer asimismo al estado de perfección? Por supuesto, no podemos entrar a considerar todas las preguntas. Pero quisiera mencionarlas todas para que conozcamos la amplitud de las preguntas que se nos plantean.)

  • ¿Forma parte la Federación de la pars motrix? ¿Se ha decidido algo a ese respecto?

  • ¿Está representada la Federación en los Consejos Diocesanos? ¿Cómo?

  • ¿Cómo está representada la Federación en el Consejo General de la Obra? ¿Acaso lo está, absolutamente hablando? ¿Como una única Federación? ¿Cada Federación aparte?

  • La Federación de Mujeres es internacional y se la conduce desde Schoenstatt. ¿Vale eso sólo para esta Federación? ¿Serán las otras Federaciones de índole nacional o la solución internacional es preceptiva para todas las Federaciones?

  • - ¿Se sienten y consideran las federadas realmente como laicas? (Detrás de ésta se encuentra otra pregunta: ¿Son o no laicos los miembros de Instituto? ¿Es un laico el que pertenece al estado de perfección?)

  • ¡Como ven, una cantidad de preguntas! A ellas se agregan otras, por ejemplo: La Federación tal como es ahora —y aquí se piensa mayormente en la Federación de Mujeres— ¿ha sido querida de ese modo por el Padre? ¿O hay aquí un desarrollo erróneo? Menciono todas estas preguntas en forma consciente y totalmente abierta para que captemos todo el conjunto de aspectos. Cuántas veces se ha planteado la pregunta: ¿hace falta una Federación, absolutamente hablando? ¿No bastan los Institutos y la Liga? Preguntas que se han planteado antes, que se plantean hoy en día, aunque tal vez no del mismo modo respecto de cada una de las Federaciones.

  • a. Pero vayamos a la pregunta por la posición fundamental de la Federación en la Familia de Schoenstatt. Aquí se encuentra la primera constatación. La Federación es una de las comunidades de dirigentes de la Familia de Schoenstatt. Al escuchar esta expresión hay dos líneas que debemos mantener separadas.

  • aa. En la Obra de Schoenstatt conocemos comunidades de dirigentes de orden jurídico-organizativo, por ejemplo, el Consejo Diocesano. De esta última forma parte también la Liga, que está representada allí a través de sus jefes. Por consiguiente, sus jefes pertenecen a la comunidad de dirigentes de Schoenstatt en la diócesis.

bb. Pero no es a este punto de vista jurídico al que nos referimos. Antes bien, partimos de la estructura interna de la Obra de Schoenstatt. Esa estructura es la siguiente: Círculo de Peregrinos - Liga (subdividida en colaboradores y miembros) -Federación - Instituto. ¿Qué principio organizativo subyace a esta estructura? El del grado de exigencia obligatoria en cuanto a espíritu comunitario apostólico y mariano. En expresión filosófica diríamos: el grado de la causa formalis y de la causa finalis. O sea, el espíritu comunitario mariano y apostólico, según el grado del mismo que se exige en forma obligatoria en la respectiva rama. Es decir, no el grado en que ese espíritu está realmente presente. En cada rama puede haber alguien que posea el más alto grado de este espíritu. Pensemos en un peregrino. En este momento me viene a la memoria don Joáo Pozzobon. Él no pertenece al Instituto ni a la Federación, y pienso que ni siquiera forma parte de los colaboradores de la Liga. Pero no creo que alguien pueda superarlo fácilmente en su ánimo apostólico. Muchos lo consideran como un santo. Por tanto, desde el punto de vista espiritual, ascético, en cada una de las ramas de la Obra de Schoenstatt se puede tener el más alto grado de espíritu. Lo determinante aquí es la siguiente pregunta: ¿qué se plantea como exigencia en la respectiva rama? ¿Qué es obligación en los Peregrinos, en la Liga, en la Federación o en el Instituto? El principio de clasificación en nuestra Familia de Schoenstatt es el grado de espíritu comunitario apostólico y mariano exigido en la respectiva rama, el grado de voluntad, de disponibilidad, de capacidad comunitaria. Espíritu de comunidad y actitud apostólica se condicionan mutuamente. El espíritu de comunidad es responsabilidad por otros a partir de una unión en lo interior del alma. Según el grado de esa unión en lo interior del alma me empeñaré en mayor o menor medida por los demás.

El principio de clasificación en nuestra Familia de Schoenstatt no ha sido elegido a partir de una valoración de la personalidad individual sino más bien, diría yo, a partir de la estructura sociológica del individuo. Desde este punto de vista podríamos subdividir a la Familia de Schoenstatt en dos grupos: el movimiento de dirigentes y el movimiento popular. Forman parte del movimiento de dirigentes los Institutos y las Federaciones. Del movimiento popular forman parte la Liga y los peregrinos. Esta estructura puede constatarse desde el comienzo, está presente ya en tiempos de la guerra, en los grupos que estaban fuera. El Padre advirtió a menudo respecto de que estos grupos trabajaban al modo de Federación — pienso que ayer hemos oído algo al respecto—. Junto a ellos existían ya los comienzos de la Liga mariana, más bien como miembros individuales. Así se determinó en Hoerde. La Federación Apostólica de Hoerde se convirtió de ese modo en la raíz histórica de todas las ramas de dirigentes. Y la Liga, fundada poco después de Hoerde, es la raíz del movimiento popular, que se dividió después en miembros, colaboradores y peregrinos. A partir de eso podemos concluir lo siguiente: la Federación forma parte de la pars motrix de la Obra. Esto surge de su historia pero también de su esencia. No es preciso que lo exponga en detalle y, de todos modos, desearía recurrir lo menos posible a citas. Cuando el Padre hablaba de Federación —ya lo hemos oído esta mañana en la lectura—, la designaba como una típica comunidad de dirigentes. El Padre nunca habló de ese modo acerca de la Liga. Esa asignación de lugar en el seno de las comunidades de dirigentes se expresa también en todos los textos del Padre en los que ha afirmado que la Federación (con lo que se refiere a todas las Federaciones) es de igual valor que el Instituto, aunque no de igual tipo. Es de igual valor. ¿Por qué? Tiene las mismas metas: el máximo grado de santidad, el máximo grado de compromiso apostólico. Respecto de la Liga se dice: compromiso apostólico en el círculo de la propia profesión; respecto de la Federación, en cambio: en todos los ámbitos alcanzables.

Permítanme insertar aquí un comentario. «En todos los ámbitos alcanzables» no significa, por supuesto, que quien está en la Federación deba cocinar en todas las ollas que tenga a su alcance, comprometerse en todas las posibilidades apostólicas alcanzables dentro de su profesión, de su parroquia. Pero sí ha de significar que debería tener interés por todo, estar abierto a todo. Esta apertura para todos los intereses y objetivos apostólicos, la apertura para la totalidad y para las diferentes partes, pertenece a la esencia de la actitud de Federación. Ahora bien, en qué lugar se compromete realmente el miembro individual lo determinan las circunstancias. La Federación se encuentra a la misma altura que el Instituto también porque aspira al máximo grado de vinculación comunitaria, por lo menos en cuanto a la actitud interior. En esta vinculación comunitaria interior —y esta última es la expresión que cuenta— no nos diferenciamos ni debemos diferenciarnos de los Institutos. La prueba de esto es nuestro carácter de comunidad de dirigentes. Conocemos dos expresiones provenientes de la época fundacional de la Federación: «La Federación soy yo» y «Por la Federación me dejo crucificar». Esta actitud pertenece esencialmente a la Federación. El Padre habló antes a menudo de la doble actitud de un dirigente: de su entrega total a la idea o misión y de su entrega total a las personas. De ninguna manera debemos quedarnos atrás de los Institutos en esta unión interior en ambos sentidos.


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