Año 5 número 11



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Idolatría del Poder o Reconocimiento



os dos mundos de la interrelación y de la comunicación humana.

Los diferentes estados anímicos humanos son, en realidad, diferentes estados de relación, con todo lo que nos rodea y con nosotros mismos. En momentos de reconocimiento y armonía, todo lo de afuera y lo de adentro de nosotros parece integrarse, haciéndonos sentir que formamos parte de la vida, junto con otros y que esto es bueno. Entonces gozamos de una confianza profunda, en nosotros mismos y en los demás, porque estamos sostenidos por las fuentes más profundas de la vida y del amor. Es el mundo de la empatia, en el cual percibimos al otro como un ser igual en esencia, por más diferente que sea. Valoramos la cercanía con otros, anhelamos unirnos con ellos en sentimientos, tareas, proyectos. En momentos de idolatría del poder, por el contrario, el mundo parece dejarnos afuera, aislados y perdidos, a menos que podamos imponernos omnipotentemente a todos, o a menos de cobijarnos y someternos a la protección de una fuerza ajena de omnipotencia. Es el mundo de la desconfianza y del rechazo, en el cual sólo valoramos la fuerza y el poder. Toda la percepción de la realidad gira alrededor de la fuerza -o de las fuerzas-que el Yo debe aprovechar o a las cuales debe someterse. Los otros no

son iguales, están para ser usados, explotados o reducidos para que pongan su poder a nuestra disposición. O son una amenaza que hay que mantener controlada. Si bien ambos "mundos" anímicos forman una pareja dialéctica para el crecimiento y la toma de conciencia del Yo propio en la infancia y la adolescencia, sólo el mayor arraigo en el mundo de la confianza -reconocimiento mutuo- permite seguir creciendo en la madurez.

En dos libros, publicados en 1989 ("Idolatría del poder o reconocimiento") y en 1994 ("En defensa de la persona adulta") he desarrollado el tema de los múltiples efectos de la presencia de estos dos tipos de comunicación en nuestra relación con nosotros mismos y los demás. En el presente trabajo deseo esclarecer un punto particular de esta visión. Cómo influyen estos dos modelos de percepción - de nosotros mismos y de todo lo demás - en nuestra relación con todas las formas de poder.

El sentimiento de poder y potencia en los dos mundos

En la niñez el orgullo de crecer surge asociado al sentimiento de ser capaz de dominar: el propio cuerpo, los propios movimientos, luego los objetos. Somos testigos del placer intenso que tiene cualquier pequeño de "ser causa de algo": Mover, hacer caer, desplazar, agarrar un objeto y dominar

Lie. Ruth H. de Schwarz

Si bien ambos "mundos" anímicos forman una pareja dialéctica para el crecimiento sólo el mayor arraigo en el mundo de la confianza -reconocimiento mutuo-pennite seguir creciendo en la madurez.

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el espacio. El mismo placer se manifiesta luego por el dominio de las palabras, de una melodía, de la posibilidad de "imitar". Fue Erikson que introdujo la vinculación del "dominio" de las habilidades y de las cosas con el placer de la mutualidad. (Freud había asociado el dominio del cuerpo del niño mucho más con deseos de poder y de dominación sádica.) Si aceptamos con Erikson que cuando las funciones humanas se adquieren sobre la base de un buen vínculo, de un intercambio mutuo amoroso y placentero, se hace natural que, en el futuro, la potencia y los anhelos de poder puedan ser acompaña-

dos por sentimientos de afecto, igualdad y mutuo reconocimiento.

Que el desarrollo de la capacidad y de la potencia - masculina y femenina - puede ser el camino de integración con los demás y no sólo el método para adquirir armas para defenderse contra el mundo.

Por todo ello es muy importante clarificar nuestra actitud hacia el poder:

El sentimiento positivo de potencia surge de sentirnos capaces del dominio del propio cuerpo, de nuestra mente y de los instrumentos que debemos aprender a utilizar. Inicialmente esta potencia es legitimada por

la alegría de los padres que viven los logros del hijo o de la hija, como una promesa de un futuro feliz.

En este caso poder se conjuga como un verbo: "yo puedo, tú puedes, nosotros podemos" y también "si yo no puedo, otros pueden ayudarme" y vice versa. Por el contrario, el anhelo de disponer de un poder omnipotente nace de la angustia por la vivencia de indefensión y de impotencia, o por sentirse excluido. La fantasía de tener una potencia mágica enteramente a nuestra disposición promete seguridad y hasta un triunfo seguro sobre dolores y dudas.


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Para nuestra parte omnipotente no existe el gozo del poder como fuerza de integración. Para ella, todas las capacidades, todas las habilidades son vividas como armas aptas para imponer la propia omnipotencia a los demás.

Poder con consenso o poder omnipotente

El niño vive su potencia como buena si siente que sus padres o iguales la aceptan como legítima. O si la cultura la legitima. El poder social y político es vivido como bueno, regulador de la vida cuando ha emergido de un mandato, de una legitimación. Donde no existe posibilidad de legitimación, la angustia por el ejercicio del poder puede volverse muy destructiva. El despotismo nace de la inseguridad sobre el propio derecho. Todo poder organizado y estructurado, en su faz racional, es delegado para cumplir tareas y misiones sentidos necesarios para la comunidad. Pero todo poder organizado y estructurado contiene algún elemento mágico que apela a las emociones de

la "adoración del poder". Podemos aplicar aquí la definición de Eliade del héroe: El poder siempre evoca una función heroica o sacerdotal, en cuanto puede hacer revivir gestos eternos fundantes de la mística de esta sociedad. Esta es su función mágica, de mantener el espíritu vital de la comunidad. Pero esta función mágica no brinda omnipotencia al líder! Este aspecto "suprarracional" del poder no debe ser confundido con una legitimación mágica de éste, convertido en personalidad omnipotente.

En épocas de desorientación colectiva, cuando se pierden consenso y rituales comunes en la sociedad, los que tienen el mando pueden apelar al temor, al poder mágico y destructivo para paralizar el control de la organización de la sociedad. Esto es lo que está ocurriendo en la nuestra.

Nuestras actitudes hacia el poder en los dos mundos En nuestra parte sometida a la idolatría del poder, nos sentimos completamente avasallados

por éste: deseamos y odiamos a la vez su omnipotencia fantaseada. Nos la imaginamos inmutable, eterna, fantaseamos que nosotros mismos, nuestra vida y nuestros logros son insignificantes frente al poder idolatrado y odiado. Deseamos secretamente rebelarnos y deseamos con fuerza someternos, porque ésta es la única forma de ser "tomados en cuenta". Fantaseamos, sin embargo, que otro poder, más omnipotente aún le ponga frenos en forma mágica. En nuestra parte más integrada tenemos la violencia, la rebelión y la desorganización. Creemos en el entendimiento. Y frente al poder no sentimos inhibida nuestra capacidad de juzgar según valores más allá del poder y del poderoso: lo juzgaremos según valores éticos definidos de bien y de mal. (Abordaré próximamente los vínculos nuestros con el poder en las múltiples situaciones de la vida interior y de la vida de relaciones.)




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La presencia como arte


Lie. Luis de Nicola, psicólogo

Vivimos tiempos de fuertes contradicciones. Por una parte existe entre los hombres una carrera desenfrenada para exhibirse, figurar, instalarse, aparecer en los medios, en las instituciones, y vender. Vender imágenes de éxito, de logro, de completud. Se sería alguien, entonces, por pertenecer al mundo de los "ricos y famosos". Época de ventas y marketing, de marcas, etiquetas y slogans, donde no estar en la escena es no existir, donde el miedo, el pánico de la era es "quedarse afuera", no figurar entre los elegidos y convertirse en un marginado, un desocupado, un no solicitado por el mercado de la compra y venta de personalidades-funcionalidades.

Tiempo en el que la experiencia de ser persona es sustituida por la transa en busca de utilidades y en que la creatividad debe rendir dividendos. Época de expertos en relaciones públicas y en relaciones íntimas, donde la intimidad genuina escasea, y en la cual el respeto por el público como espacio de coexistencia e intercambio mutuo es desplazado por la voracidad corrupta que se apodera de todo. "Antes iban de profetas y ahora el éxito es su meta, mercaderes, traficantes, más que nausea dan tristeza, no rozaron ni un instante la belleza..." canta E. Aute. Por cierto que otras cosas pasan, y suelen ser maravillosas, claro que no tienen buena prensa, y una de ellas es el misterio que de una manera muy simplificada solemos nombrar como "la persona", y antes o después de ella, la "vida" misma, más allá de sus particulares circunstancias. Sin embargo, en esta era "el desierto crece" como decía Nietzche, crece la rapacidad, la violencia, el descuido de la vida, el sentimiento de inseguridad, de desprotección. Crece la sensación de apartamiento, de lejanía del hombre con la naturaleza, con sus iguales, consigo mismo. Cunde la sensación de sobrevivir, sin raíces, sin fundamentos, y de estar expatriados, exiliados en la propia tierra. El hombre lobo del hombre, el hombre con miedo del hombre.



Raquel Finkelstein Estudiante de Counseling
Desamparo y soledad en las ciudades por donde circulan solos y solas, mercaderías y "merca", el intercambio deviene consumo, adicción: a la comida y a la no comida, al trabajo, al deporte, al sexo, a la religión, a la TV, al éxito, al fracaso, al poder, al poseer y ser poseídos, dominados. La esclavitud no ha sido abolida aún, se nos ha metido dentro y la libertad nos inquieta, nos incomoda. A falta de fundamentos vienen los fundamentalismos prometiendo remediar con política, economía, ciencia, técnica, religión, o lo que sea esa intolerable sensación de aburrimiento, monotonía, mediocridad, vacío; esa intensa sensación de AUSENCIA, de que algo o alguien falta, no está presente. La PERSONA, retirada, ausente de los grandes escenarios mediáticos a pesar de todo habla y se expresa como puede y donde puede, a menudo en los márgenes e intersticios que quedan libres, se presenta a la espera de oportunidades para encontrarse, renovarse, recrearse. Y busca, inventa espacios donde pueda suceder otra vez el milagro: poder ser y estar como humanos, vivir y convivir como tales, desplegando todas sus experiencias en contextos animados de aceptación, comprensión, autenticidad, confianza. Contextos donde sean posibles la atención, el cuidado, la escucha, el diálogo, el amor, los sueños, el juego, la libertad, la creación, el trabajo, como formas diversas de afirmación de la vida.

Para nosotros, el acercamiento centrado en la persona es la caja de resonancia, el medio expresivo de la persona y su mundo. Es una manera apasionada y apasionante de hacer lugar, de crear entre personas el habitat, la casa, el hogar donde ser y estar cada cual como es. Poder experimentarse a sí mismo como una casa, que hospeda una enorme variedad de experiencias y transformaciones, donde la vida se inventa a sí misma y construye sus propios refugios, confortables y perecederos, cambiantes, nunca definitivos.

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Esa experiencia de la ausencia que vivimos los hombres de este tiempo nos parece una pregunta, un llamado que solicita respuesta. El A.C.P. es a su vez una pregunta a esa otra pregunta, es un interesarnos profundamente en esa solicitud que nos compromete, y también es una respuesta, respuesta tan abierta y transformante como la misma pregunta, una respuesta que podemos llamar PRESENCIA. Acercarnos, aproximarnos, aprojimarnos, de persona a persona es presentarnos, estar presentes, hacernos presentes, presenciar, regalarnos presencia. Sorpresas de dar y recibir, del ser y el estar como somos y estamos momento a momento, experimentando la novedad de estar en presencia de lo "otro" que también somos y que cada acontecimiento es. Se trata de jugar a ser diferentes y más que nunca nosotros mismos.

Todo puede comenzar con un gesto, una mirada, unas palabras, un silencio, un movimiento, un canto, unas pinceladas de color en una tela blanca, unos dedos que se hunden en la humedad de la arcilla. De a poco brotan imágenes, sonidos, sensaciones que recorren el cuerpo, el alma, que conmueven la persona íntegra que somos, que nos llevan a percepciones inesperadas, sentimientos, anhelos, proyectos que comienzan a tomar forma tomándonos, creándonos y permitiéndonos descubrir la alegría de sentirnos plenamente vivos, con nuestras múltiples facetas.

Estamos entonces hablando de Arte, no en tanto, o únicamente como vocación o profesión artística propia de unos pocos. Nos referimos al arte como el poder afirmador, transformativo, sabio, constructor y destructor de formas y relaciones de la vida misma, es el desplegar sus posibilidades. En este sentido más que un arte que hacemos, es un arte que nos hace, o en el que nos vamos haciendo, creando. A este arte se entregan los verdaderos artistas y creadores. Arte que, más que actividad técnica dirigida a lograr un objetivo predeterminado es expresión. Expresión del ser y el estar, es propiamente expresarte, o mejor, presentarte, el arte de ser y estar presentes en uno mismo, en el nosotros, en las cosas y acontecimientos, con todas las maneras y lenguajes posibles.

De ahí que nuestro propósito como personas y como facilitadores de crecimiento y ayuda personal es vivir con arte, y con arte convivir. Por

eso lo que intentamos es ni más ni menos, que facilitar la expresión de todo ser y todo estar, resonar, vibrar con la presencia de lo que aparece, en el otro, en lo otro, entre nosotros, en nosotros mismos, hacerle espacio y tiempo ofreciéndolo copresencia; para que afirmándose, despliegue sus formas. De este modo, cada uno puede percibirse y recibirse, y ser percibido y considerado como criatura artística, como obra y obrar creador de sí y de otros, como co-creador, co-laborador de esa fuerza modeladora que nos contiene y trasciende, y que para desplegar la singularidad de cada uno requiere la mutualidad presencial de los otros, porque una presencia convoca a otra presencia. Así, una relación de dos personas, un grupo más amplio, una comunidad, pueden ser experimentados progresivamente como un trabajo artístico en curso, una ocasión para dar expresión a lo que es y está y también a lo nuevo, a lo diferente e inesperado que vendrá. Entonces, cualquiera sea la demanda inicial que de origen al encuentro, ya sea en la convivencia cotidiana como en la labor profesional, es una oportunidad para que la persona se haga presente.

Presentarte

El arte de ser y estar presente ACTIVIDADES

Talleres de expresión

Jornadas unitarias de frecuencia mensual

Próximo: 9 de agosto

Curso-taller: Creación de relaciones que ayudan

Formación y entrenamiento en la modalidad centrada en la persona con recursos expresivos de frecuencia semanal

Iniciación: 29 de agosto

Raquel Finkelstein

Trabajos en plástica

Luis María de Nicola

Licenciado en Psicología

Informes e inscripción

Tel: 555-3620

555-1638

781-1395

666-4374

CAS ABIERTA

VIRREY DEL PINO 2237

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Los grupos centrados en

la persona

Lie. Adriana Calleja

... se confía

en la

dirección

delpropio

grupo

y no en el

carisma

de un

lider...

L

a hipótesis del E. C. P. respecto de los grupos, es para Rogers (1984) que "los grupos de individuos poseen dentro de sí vastos recursos para la comprensión y aceptación de sus propias dinámicas, para la reducción y resolución de conflictos y para el cambio constructivo de las conductas y metas grupales". De lo que Rogers habla aquí es de la tendencia actualizante grupal. Para que ésta pueda desarrollarse, es necesaria la confianza en el proceso grupal como paralelo a la confianza en el individuo, de la psicoterapia individual centrada en la persona. Esto significa que dadas ciertas condiciones, el grupo podrá actualizar su "capacidad de ajuste" (Gordon) y aumentar su armonía interna y su productividad. Estas condiciones son: *Las actitudes básicas: dirigidas no solo hacia el individuo, sino hacia el grupo total.

*El terapeuta de grupos debe tener en cuenta que el grupo está formado por personas individuales, cada uno con un desarrollo personal y con una sintomatología particular. Además debe facilitar la creación de un clima grupal constructivo, con alto nivel de cohesión y confianza. "Fusión de enlace: el terapeuta/ facilitador conecta las comunicaciones individuales. Esta función aumenta las actitudes positivas y la orientación a la autorresponsabilidad. *El terapeuta/facilitador, no asume la

responsabilidad del grupo sino a través de las condiciones básicas para que los miembros del grupo lo asuman.

El terapeuta de grupo cuenta con los miembros del grupo para compartir la responsabilidad y comprehensión enpática hacia la persona que es foco en un momento determinado. También hace comentarios acerca del proceso grupal (en el que él mismo está inmerso), en relación al progreso o para resolver tensiones que puedan interferir en ese desarrollo. Rogers y sus colegas han considerado a la persona del terapeuta como la contribución más importante para los logros terapéuticos positivos. Otros puntos de vista, si bien reconocen la importancia de la persona, han puesto mayor énfasis en estrategias, técnicas y ejercicios.

Persona terapéutica es definida como el estado, condición o cualidad de ser totalmente humano, ésta se expresa a través de la creación de un clima en el que los individuos puedan moverse hacia su sí mismo y decidir sus actividades y metas. Desde el E.C.P. se confía en la dirección del propio grupo y no en el carisma de un líder. El terapeuta/facilitador no se centra en estrategias o estructuras. Las utiliza cuando surgen del grupo porque allí tienen una calidad de realidad y determinación propias. El facilitador que intenta que "pase algo" en el grupo, impide a los miembros que tengan la poco frecuente oportunidad de ser lo

que quieren ser, sin expectativas ni actuaciones. Este terapeuta confía en la sabiduría grupal. John Wood (1984) dice que la sabiduría grupal parece ser proporcional a la urgencia grupal. Un grupo sin nada mejor que hacer, utiliza su tiempo para discutir horarios, aceptación de grabaciones, si se fuma o no en las reuniones, etc.; pero si hay un conflicto, un enfermo, un problema que implica a la mayoría, lo manejará con la mayor eficiencia y creatividad que el grupo pueda generar. Además el grupo frecuentemente utiliza una actividad no planeada para facilitar lo que necesita




ser facilitado en ese momento. "Grupo exitoso es el que logra un movimiento tal que permita distribuir el liderazgo, roles flexibles, centrado en el aquí y ahora, comunicación cooperativa, resolución de problemas, trabajo productivo sobre las significaciones individuales y los demás temas grupales, coordinación entre diferencias y coincidencias en las metas, y finalmente un fuerte sentido de cohesión". Beck (1986).

La Lie. Adriana Calleja (Lie. en Psicología. Ex docente de la Universidad de Belgrano, cátedra Dinámica de Grupos. Psicodramatista. Miembro del grupo coordinador del C.E.P.O.R..Coordinadora grupal en las áreas: Psicoterapéutica, Educacional y Laboral), dictará un curso de Coordinación Grupal desde el E.C.P. en la sede de la Asociación de Counselors.






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Psicoterapeuta Supervisor E.C.P.

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VICKY DUSSAUT

COUNSELOR

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ECOS DEL 8o ENCUENTRO DEL E.C.P.

El Dr. Juan Lafarga Corona presentó en México un trabajo:

"LAS DOS CARAS DE LA AGRESIVIDAD: VIOLENCIA Y SALUD"

Jorge Pack. Estudiante del último año de la carrera de Counseling comparte con nosotros este riquísimo material.

El ser humano

no es

naturalmente

hostil, pero...

¿Cómo se

aprende a

ser agresivo

con uno

mismo,

a sentir

culpa,

a la

depresión... ?

E.

n el marco del 8 Encuentro Latinoamericano del Enfoque Centrado en la Persona realizado en Aguasca-lientes, México, en septiembre del año pasado, circuló un trabajo de Juan Lafarga Corona, titulado "Las dos caras de la agresividad: violencia y salud" que me propongo compartir con los lectores de la revista. En su primera parte el autor recuerda el concepto de "tendencia al crecimiento" (tendencia actualizante como la llamamos entre nosotros) como la tendencia, observable en todos los organismos vivos, que se manifiesta en una creciente diferenciación e integración de los órganos y las funciones hacia una mayor eficiencia en la adaptación al medio ambiente y al desarrollo de la especie. Esta tendencia es natural, no aprendida, inextinguible pero obstaculizable por condiciones medio-ambientales. En el hombre esta tendencia se hace consciente. El ser humano se da cuenta de la existencia de esta tendencia a través de las distintas necesidades que experimenta.

Estas necesidades, que son reflejas y por lo tanto no aprendidas, pueden dividirse fundamentalmente en biológicas, psicológicas, sociales y trascendentales.

Las necesidades biológicas se manifiestan en los impulsos biológicos que tienden a mantener la salud y el bienestar fisiológico (respirar, comer, dor-

mir, etc.). Las necesidades psicológicas son tendencias que tienen como objetivo lograr y fortalecer el equilibrio y bienestar internos (explorar, conocer, amar, ser amado, ser tomado en cuenta, mantener la autoestima, etc.). Las necesidades sociales tienen que ver con los deseos innatos de obtener seguridad (asociarse, identificarse y solidarizarse con un grupo con fines de subsistencia, recreativos, laborales, etc.). Las necesidades trascendentales se experimentan por la exigencia de dar una explicación satisfactoria a las preguntas fundamentales del hombre. Lafarga Corona considera que estas podrían estar incluidas en las necesidades psicológicas.

El autor continúa relacionando la salud, tanto física como psíquica, con la satisfacción armónica de estas necesidades. Aclara además que cada ser humano las experimenta y las satisface de manera diferente y con una jerarquía que varía según el momento y las circunstancias medio-ambientales. La satisfacción armónica y jerarquizada de todas estas necesidades produce el bienestar. El bienestar crece a medida que más necesidades están siendo satisfechas con mayor armonía. De esta manera se produce el desarrollo y crecimiento del ser humano, y al ser consciente de esto, se produce un nuevo bienestar que a su vez impulsa un nuevo desarrollo. El desarrollo hu-

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-

mano es dinámico e ininterrumpido, a no ser que sea bloquea-do. Frustración y agresividad

El trabajo prosigue puntualizando que cuando cualquiera de las necesidades son frustradas surge en forma espontánea la experiencia de la agresividad, que puede tener distinta intensidad. Por lo tanto la agresividad no sería más que la manifestación de la tendencia al crecimiento cuando no se pueden satisfacer las necesidades. Si el organismo experimenta la amenaza de frustración o la frustración misma, se prepara: biológicamente a través de la descarga de adrenalina y psicológicamente a través del estado de alerta que dicha descarga produce. La agresividad no es entonces un instinto destructivo sino la manifestación de la tendencia al crecimiento que ante circunstancias adversas pone la inteligencia, la imaginación y la creatividad al servicio de la satisfacción de una necesidad frustrada. La frustración de las necesidades es la experiencia humana más conocida, se podría decir que la agresividad mueve al mundo.

En este punto Lafarga Corona apunta que de acuerdo al aprendizaje en el manejo de esta agresividad se pueden establecer hábitos de salud. La estrategia de canalizar la agresividad para la satisfacción de necesidades frustradas es fuente de nuevos aprendizajes significativos, o sea hábitos de conducta que estén en función directa del crecimiento y desarrollo. Los hábitos de salud se convierten en necesidades aprendidas que a su vez actúan como las necesidades naturales: una vez frustradas generan también agresividad que puede ser canalizada. Resumiendo: la salud, el bienestar y el desarrollo son el producto de la satisfacción directa de las necesidades. Son también producto de la canalización de la agresividad para satisfacer dichas necesidades cuando media la frustración.

El autor se cuestiona entonces cómo aprende el hombre a hostilizar, a agredir. ¿Cómo se aprende la violencia? Se responde diciendo que la canalización de la agresividad hacia el crecimiento o hacia la violencia depende de las condiciones sociales.

Todo organismo humano rodeado por las condiciones propicias tiende a crecer y a desarrollarse, sólo cuando dichas condiciones imposibilitan la satisfacción de sus necesidades y sólo entonces, se vuelve violento, dice Lafarga Corona. El ser humano no es naturalmente hostil. Se vuelve así cuando las condiciones medio-ambientales son de tal manera adversas, o padece frustraciones muy grandes y prolongadas o cuando no encuentra canales adecuados para canalizar su agresividad hacia la satisfacción de las necesidades frustradas. La violencia genera nuevas frustraciones y esta a su vez mayor violencia. Se establecen hábitos de violencia. ¿Cómo se aprende a ser agresivo con uno mismo, a sentir culpa, a la depresión? A través de las interacciones sociales significativas, responde el autor, el individuo se sintió disminuido, incompetente. Para satisfacer su necesidad frustrada de afecto, reaccionó con mayor sumisión volviendo a la agresividad contra sí mismo generando mayor agresividad y mayor culpa. Se generan hábitos de sometimiento, culpa y autoritarismo




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