IntroduccióN



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FILOZOFICKÁ FAKULTA MASARYKOVY UNIVERZITY
ÚSTAV ROMANSKÝCH JAZYKŮ A LITERATUR
Španělský jazyk a literatura


EL REFLEJO DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA EN LA OBRA DE Ibn al-YayyĀb

Bakalářská diplomová práce

Klára Nešněrová

Vedoucí diplomové práce: Mgr. Athena Alchazidu, Ph.D.

2009

Prohlašuji, že jsem diplomovou práci vypracovala samostatně, s uvedením veškeré použité literatury, a že její tištěná verze je totožná s verzí elektronickou.


Děkuji paní Mgr. Atheně Alchazidu, PhD za trpělivost a cenné rady a připomínky při psaní této práce.

V Brně 6. 9. 2009 Klára Nešněrová


Índice
1. Introducción…………………………………………………………………………...…5


2. El contexto histórico de la vida de Ibn al-Yayyāb (1274 – 1349)………………….……7

2.1. Breve introducción a la situación política antecedente a la instauración del reino nazarí……………………………………………………………………………….……….7


3. Los orígenes de la literatura árabe…………………………………………………….….8

3.1. La poesía andalusí………………………………………………………………9

3.2. Temática de la literatura andaluza…………………………………………......11

3.3. Métrica………………………………………………………………….……...12

4. El personaje de Ben al-Yayyāb (1274 – 1349)……………………………………...…..13

4.1. El funcionario real………………………………………….…………….……14

4.2. Mautal-ahmar (la muerte roja)……………………………………………..….16

4.3. Misticismo granadino……………………………………………………….....17


5. La poesía de Ibn al-Yayyāb……………………………………………………….….….18

5.1. Las fuentes de la poesía de Ibn al-Yayyāb……………………………….….…18

5.1.2. Dīwān……………………………………………………………........19

5.2. Composición de los metros más usados por Ben al-Yayyāb……………….......20

5.3. El reflejo del reino nazarí en la obra de Ibn al-Yayyāb…………………….…..22

5.4. Los poemas de Ibn al-Yayyāb, su valor poético y arquitectónico…………….26

5.4.1. El valor poético……………………………………………….………26

5.4.2. Alhambra - El libro abierto…………………………………….…..…27

5.4.3. Los poemas epigráficos……………………………………….…........28

5.4.3.1. Temática………………………………………….…...….…28

5.4.3.2. Los poemas epigráficos en la Alhambra.…………….……..28

5.4.3.3. Los poemas epigráficos en otros lugares……….……….…..29

5.4.4. El valor arquitectónico…………………….…………………….…....30

5.4.4.1. Los motivos geométricos………………………….………..32

5.4.4.2. Los motivos vegetales…………………………….….……..33

5.4.4.3. Caligrafía………………………………………….……..….34

5.4.4.4. Tipografía…………………………………………….….….35
6. Conclusión………………………………………………………………………….…….36

7. Anexo I..………………………………………………………………………….………38

8. Anexo II. …………………………………………………………………………………46

9. Bibliografía..………………………………………………………………………………48




  1. introducción

Llegamos a sacar a la luz este trabajo teniendo como objetivo mostrar la realidad vivida en la corte nazarí, en la segunda mitad del siglo XIII y la primera del XIV, en el fondo de la poesía del poeta áulico Ibn al-Yayyāb, conocido sobre todo por los versos que decoran los muros de la Alhambra.


«Ibn al- Yayyāb fue el notario de esta Alhambra y de esta Granada, cronista en verso del emirato nazarí durante casi cincuenta años. A través de su poesía podemos adivinar cómo fue esa época obscurecida por soles posteriores, como fueron sus palacios, sus hombres y sus avatares.»1
La poesía de Ibn al-Yayyāb, que por suerte se conservó y fue en gran parte traducida y analizada por la doctora María Jesús Rubiera Mata, incluye las alusiones a los acontecimientos históricos sucedidos durante el reinado de los seis soberanos nazaríes que gobernaron durante el transcurso de su vida. ¿Pero hasta que punto su poesía refleja la realidad? ¿Fue en todo caso verídica? ¿Cuál fue su objeto? ¿Tuvo una función incondicionalmente estética o se daba más énfasis a la temática? O acaso su única particularidad es su sonoridad, así como aconteció siete siglos más tarde en Europa, influida por el movimiento modernista? Todo esto son cuestiones a las que vamos a intentar encontrar respuestas, las cuales nos pueden ayudar en la posterior investigación en el campo de la literatura arábigoandaluza y principalmente la de los discípulos y seguidores de Ibn al-Yayyāb.

A lo largo de este trabajo intentaremos encontrar posibles recursos para rellenar los huecos que todavía hay en el tema de al-Andalus y, a continuación, plantear nuevas cuestiones que podrían servir de inspiración para otra investigación en este tema.

En cuanto a la estructura de este trabajo, primero hacemos una breve introducción a los hechos históricos que precedieron a la irrupción de la dinastía Nazarí en Granada, mencionaremos la vida de Ibn al-Yayyāb y hablaremos sobre el papel que tuvo en la administración de la corte. En especial apartado analizaremos algunas de sus casidas y los poemas epigráficos que en muchos casos no son más que fragmentos descriptivos de estas casidas.

En la primera parte de este trabajo iremos contando los sucesos históricos sucedidos en esa corte, apoyándonos en las informaciones sacadas por los autores españoles de las crónicas árabes (principalmente de las obras de Ibn al-Jatīb, el alumno predilecto de Ibn al-Yayyāb) y los ponemos en contraste con la poesía del poeta, añadiendo algunos ejemplos en forma de versos. A continuación, trataremos más detalladamente los temas básicos aparecidos en ella y haremos un breve comentario. Intentaremos descubrir los sutiles límites entre la opinión subjetiva del poeta, la realidad y el relumbrón con que se demuestran ostentativamente los acontecimientos en la corte. Hablaremos sobre las razones de la censura a que su obra, en algunos casos, fue sometida y trazamos otros motivos personales que marcaron su creación literaria.

En el contexto literario nos enfocaremos en la temática de la lírica clásica árabe y el uso de la métrica árabe en general y subrayamos los elementos más marcados de esta poesía, que posteriormente tuvieron una gran influencia en la creación de Ibn al-Yayyāb, como son por ejemplo, entre los más obvios, la metáfora o hipérbole.

Al final, volveremos al punto de partida, la Alhambra, porque en ella todo comienza y todo se acaba y dedicaremos una pequeña parte de este trabajo a la descripción de los adornos más usados en los muros y las paredes palaciegas, con especial mención sobre la caligrafía y su importancia para la decoración en el estilo arquitectónico.





  1. El contexto histórico de la vida de Ibn al-YayyĀb (1274 – 1349)




    1. breve introducción A la situación política antecedente a la instauración del reino nazarí

Con la invasión de los musulmanes en la península ibérica (711) comienza una época de intensiva islamización de la cultura peninsular, anteriormente romanizada durante los siglos pasados. Los cristianos se refugian en el norte y pronto se inicia la Reconquista que dura hasta el año 1492 en que el rey Boabdil entrega las llaves a Isabel La Católica.

Durante este período de siete siglos el territorio dominado Al-Andaluz cambia de extensión como de gobierno. Hasta que tras un período de los reinos de taifas llegan al poder dos tribus beréberes, primero los almorávides pronto substituidos por los almohades.

Después de la batalla de las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212), en la península ibérica, surge una rebelión contra este imperio que inician algunos de los árabes más aventureros. Con sus amigos de las ciudades importantes, con quienes entran en negociaciones, organizan un levantamiento contra el gobernador almohade y provocan la caída del imperio. Entre ellos se encuentra el primero de los nazaríes Abu Abd Allah Muhammad Ibn Yūsuf Ibn Nasr (llamado Al-Ahmar, “El Rojo”). Nasr, poco a poco, llega a ser gobernador de Arjona, la ciudad donde nació, y se hace dueño de Guadix y de Baza2, se apodera de Jaén (1232) y en el año 1234 también de Sevilla.3

Pero tampoco la otra parte de la Península Ibérica se queda inactiva. El representante de la soberanía cristiana San Fernando III de Castilla y de León (1198-1252), para algunos un buen caudillo y excelente economista, para otros un héroe, conquista la ciudad de Úbeda (1233), y sobretodo Córdoba (1236). En 1245 acampa en la Vega de Granada y al año siguiente se apodera de Jaén, donde levanta su campamento. Allí al poco tiempo se le presenta el emir de Murcia (a pesar del gran riesgo de aparecer en un campamento militar lleno de enemigos), y por el miedo de perder su último territorio, firma un pacto donde rinde un homenaje feudal al rey de Castilla.4

Desde entonces (1246) 5 los últimos reyes de Granada gobiernan como vasallos del rey cristiano hasta que en 1275 Muhammad II, apoyado por el sultán Benimerin, termina con el vasallaje a Castilla y comienza una guerra convirtiendo a Granada en un país islámico independiente.

Pero no deberíamos ver el islámico al-Andaluz solamente desde el punto de vista político, sino, y lo que es más importante para nuestro trabajo, también desde el cultural. Por eso tenemos que tener en cuenta sus raíces y la influencia de la antigua cultura árabe.


  1. Los orígenes de la literatura árabe

Originalmente la literatura árabe, así como la cristiana, se extinguía oralmente. Sus comienzos datan de la época preislámica, la que los mismos musulmanes llaman «Chahiiyya»6, o sea «tiempos de ignorancia». Sin embargo, la ignorancia solo se encontraba en el aspecto religioso, porque si había algo en que los árabes del Oriente Lejano realmente destacaban eran el amor y la poesía. Entre los primeros poetas, encontramos a Abu-l-Farach de Isbahan, uno de los poetas anteislámicos que llevó la poesía árabe hasta la perfección. Estos poetas encontraban la inspiración para sus «muallaqas», en las dunas de arena ardiente del inmenso desierto, en que el día es tan caluroso como fría la noche y bajo un cielo lleno de estrellas. La poesía de esta época es sincera, basada en la improvisación y parte de la pura necesidad expresar las emociones.

Sin embargo, con la repentina profecía de Mahoma se acaba todo lo viejo y hace a los árabes intervenir en la política mundial. En cuanto a la literatura, esta situación es bastante adversa, puesto que los musulmanes creían en la integridad del Corán, según muchos el libro infalible que con su «plenitud argumental» impidió el desarrollo de la literatura en sus comienzos, tanto por la parte de las bellas artes como por la parte de la ciencia.

El primer cambio llega con la dinastía de los Abassíes que alteraron en el poder a los Omeyas. A raíz de desplazarse el centro político del Islam, de Damasco a Bagdad, cambian también los temas de la poesía. La poética de la vida nómada de los Omeyas, esos últimos aristócratas beduinos, está parcialmente sustituida por los temas de la sedentaria vida pastoril.7 La poesía estuvo profundamente marcada por la manera de vivir, influida por las condiciones geográficas, que pautaron las actitudes y la visión del mundo de los árabes y dejaron una huella imborrable en su poesía.

Así desde el siglo VIII hasta comienzos del X en vez del caluroso ambiente del desierto nos encontramos en las calles de la ciudad. Aparecen nuevos temas como: amores difíciles o inmorales, esclavas disfrazadas de garzones, flores de estufa, nieve, peces, estanques, etc. No faltan las menciones a la vida social, se admira todo lo extravagante y artificial. La evolución no afecta solo a la temática, sino también a la métrica. Aunque todavía perdura la antigua estructura de los metros, comienza a surgir un poema báquico puro y la casida está a punto de convertirse en epigrama. El siglo X anticipa una restauración «neoclásica», que culmina a la hora de la aparición de la poesía del poeta Mutanabbi (905 – 965), cuyo lirismo filosófico lleva rasgos de épica.8

Lo que sucede después, en el siglo XI, es una fermentación poética y todos, desde los labrantines a los reyes, son poetas. Es el último tiempo (y desde ahora hablemos principalmente del territorio andaluz) en que los influjos del Oriente, aunque últimos, eran más intensos que nunca.


    1. la poesía andalusí

Centrándonos, entonces, solo en el continente europeo, la sociedad andaluza (ahora nos referimos al territorio de las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería), fue donde se conocían como las odas preislámicas tanto las recopilaciones de los poemas neoclásicos. Durante el emirato (756-929) y el califato de Córdoba (929-1031) se emprendieron actividades intelectuales. En la corte andaluza la poesía formaba la parte más importante de la vida intelectual. No era solo un entretenimiento para pasar un rato largo con la lectura sino un acto de prestigio. Los poemas se escribían sobre cualquier tema y también el número de poetas era grandísimo. No fue nada excepcional que los poetas de la clase baja consiguieran el reconocimiento de los soberanos e incluso los mismos califas y príncipes escribían versos, como por ejemplo el monarca Muhammad III.

Ya durante el primer reino mahometano en la Península Ibérica, concretamente en la corte de Abd-ar-Rahman I se recitaban versos en las reuniones y otras ceremonias. Se describían sucesos históricos, componían panegíricos de hombres o hechos importantes. La poesía alcanzó su esplendor durante la división de al-Andaluz o sea las Primeras taifas (1011-1110), cuando el occidente cordobés fue consideradamente orientalizado por sus reyes.9 El personaje más significativo de esta época es el cordobés Ben Hazm, autor de El collar de paloma. Su importancia en el campo del pensamiento y de las letras españolas hace que se le compare con la de Seneca, Quevedo o Unamuno.10 Al lado de la creación de «las brillantes cortes literarias de los reyes de taifas»11, también la España cristiana comienza a crear su propia identidad narrando hechos históricos, como muestra el más conocido de los cantares de gesta, el Mío Cid. La poesía hunde a los reinos de la Alta Andalucía, los poetas se van de ciudad en ciudad visitando las cortes, donde hay a su disposición todo el servicio posible.12 Solo en «[...]Granada, silenciosa poéticamente durante la época taifal [...]13» no encontramos ningún poeta que destacara La influencia oriental disminuye y deja paso al surgimiento de la poesía neoclásica con Ben Zaydun (1003 - 1070) como el mayor representante.

Con la llegada al poder de los almorávides empieza el período de la ignorancia cultural. La poesía vuelve a estallar con la instalación del Imperio Almohade (1145-1265).14 En Granada aparece una pléyade de poetisas (por ejemplo Hafsa)15, mientras que Sevilla se anima con los zejeleros. Si quisiéramos dar un ejemplo y mencionar algún autor de estos, sería sin la menor duda Ben Quzman16 (1100 - 1160/69).

Cuando sube al trono, el primer rey nazarí acoge los poetas de otros países que acuden a su corte, en la cual se dedican a la poesía clásica, especialmente la larga oda. El primer gran literato del reino nazarí era Abū l-Baqā´ al-Rundī que componía poemas para Muhammad I («El Rojo»). Además es autor del escrito El libro cumplido sobre las leyes de la rima: Kitāb al-wāfī-fī-nazm al-qawāfī, en que reflexiona sobre las excelencias y virtudes de la poesía.17





    1. TEMÁTICA DE LA LITERATURA ANDALUZA

Hay tres grupos temáticos principales que abarcan la poesía andaluza: los poemas personales, los panegíricos y los descriptivos. Los más importantes son, sin duda los panegíricos reales o sea las casidas «sultāniyyas» que tienen como objeto principal destacar las cualidades del rey.

Los motivos para elogiar al soberano son varios, desde su noble linaje, piedad, boato, generosidad o valor militar, hasta su ortodoxia religiosa.18 Para esa literatura arcaizante es típica la perfección estructural y sobretodo la extraordinaria musicalidad que, sin embargo, no llegan a desviar la atención del contenido bastante estereotipado. La excesiva hipérbole junto con los temas convencionales hacen del poema un texto con poco valor artístico.

Con Ben al-Zaqqaq (1094/1101 - 1133/1135) el uso de la metáfora alcanza el mayor uso y la versificación pasa a ser un trabajo casi monótono. Esta máquina metafórica significa una desaparición absoluta de la espontaneidad y hasta se tiene que llegar a utilizar el método de la «descodificación» mediante unas listas de metáforas. En cierto momento las metáforas más usadas pasan a ser lexicalizadas sobre las cuales otros poetas construyen nuevas metáforas.19 Esta poesía cargada de comentarios y glosas de glosas, que fue destinada a las minorías eruditas, se compone hasta la época de Ibn Zamrak, «el último gran poeta hispanomusulmán»20.21




    1. MÉTRICA

La poesía de las lenguas semíticas difiere de la occidental primordialmente en la estructura morfológica y sintáctica, puesto que la poesía árabe clásica se basa en la métrica cuantitativa en que la musicalidad y el ritmo en muchos casos vencen al contenido. La melodía del poema está marcada por el uso de sílabas largas y breves produciendo así una sonoridad excepcional. Con este fenómeno nos encontramos por ejemplo con la poesía de Juan de Mena.

El léxico árabe se basa en el uso de tres consonantes a las cuales se adjuntan vocales o unas sílabas auxiliares que a veces se duplican, matizando así el significado para nosotros a veces inconcebible. La exclusión de las vocales breves y signos ortográficos provoca la confusión en la comprensión de la escritura manuscrita. Por esta razón surgen varias versiones según la interpretación del traductor.

Un autor compone casi siempre varios poemas con la misma rima. El poema aparece en el «dīwān» con el nombre del metro en que está escrito. Los dieciséis metros tradicionales son: «tawīl», «basīd», «madīd»; «mutaqārīb», «mutadārik»; «wāfir», «kāmil», «hazay», «rayaz», «ramal»; «sarī», «munsarih», «jafīf», «mudāri», «muqtādib» y «muytazz»22; de los cuales los más usados por Ibn al-Yayyāb son: «kāmil», «tawīl», «basīt», «sarī», «ramal» y «rayaz».

En el último metro suelen estar escritas numerosas poesías didácticas (también se las designa «aryuzas») que sobrepasan a la casida en el número de los versos (más que 150). La casida clásica debía constar de tres partes: primera parte, el «nasīb», fue una especie de prólogo amoroso; la parte siguiente, el «rahil», describía un viaje por el desierto y la parte última podía ser un «madih» (panegírico) o la «hiya» (sátira). En esta última parte se elogia o infama a quien va dirigida la composición.23

Sobre los metros usados por Ben al-Yayyāb vamos a tratar más detalladamente en la parte dedicada a su poesía.





  1. El personaje de Ben al-YayyĀb (1274 – 1349)

Abū l-Hasan ´Alī b. Muhammad b. ´Alī b. Sulaymán b. Hasan al-Ansārí conocido bajo el apodo Ben al-Yayyāb, que significa «el que hace los descotes de las túnicas» o sea una especie de sastre especializado, nació en una familia que no destacaba en ningún aspecto.24 Opinamos así por el hecho de no ser mencionada su genealogía en la Al-Iháta fi Ajbār Garnáta en contra la costumbre de Ibn al-Jatīb, su escritor. Sin embargo, el noble étnico al-Ansārī nos hace sospechar que se trata de una muestra del declive de la aristocracia arábigo andaluza, objeto de las burlas de Malzīzī.25

Sobre su vida privada no se sabe gran cosa. Especialmente sobre su vida amorosa y el matrimonio, ya que no componía «nasīb», o sea, prólogos eróticos. De la Al-Iháta fi Ajbār Garnáta de Ibn al-Jatīb sabemos que tuvo por lo menos dos hijos varones. El mayor se llamaba Abū l-Qāsim y es él a quién dedicó dos trenos en cuáles lamentó su muerte. Obviamente, son los dos poemas más sinceros que compuso en su vida y en los que realmente se percibe el dolor por la muerte de su hijo preferido (anexo I, n1).

En cuanto a su formación, durante su juventud recibió el poeta una escrupulosa educación, primero por parte de su padre y luego por parte de una serie de eruditos, iniciada con «un terrible alfaquí»26 Ibn al-Zubayr, hombre que enseñaba en la Mezquita Mayor de Granada y que a su alumno dio la «Iyaza»27 general. Con él Ibn al-Yayyāb probablemente adquirió sus conocimientos jurídico-religiosos, que lo convirtieron en un ilustre alfaquí.

Como era normal en la enseñanza musulmana de la Edad Media, los alumnos viajaban para asistir a los cursos de determinados sabios. Tras leer un libro con un maestro, el alumno le pedía un certificado que afirmará que el alumno había estudiado tal libro. En el nivel más alto, se solicitaba una «iyaza» de diferente clase, donde certificaba la competencia del alumno para practicar la «iyihad» como «muftí», o para enseñar cierto libro o tema. En este segundo caso era habitual ir de ciudad en ciudad y pedir los certificados de varios maestros.

También Ibn al-Yayyāb viajó, siendo ya «kātib» del «diwān al-Inšá», para continuar su formación en Málaga. Allí, con Abū l-Hasan ´Alī b. Ahmad b. Muhammad b. Ahmad b. ´Alī b. Ahmad al-Ballūtī (1302-1303), estudió el Corán y sus siete lecturas. En su relación autobiográfica aparecen otros nombres, que son difíciles de precisar temporalmente. Son maestros magrebíes y orientales, que le debían dar la «Iyaza». Su enseñanza superior islámica cuenta con esas materias: ciencia de las lecturas coránicas, exégesis coránica, ciencias de las tradiciones, «Fiqh» y la ciencia desgajada del mismo, herencias, más conocimientos profanos (como poesía, prosa y lengua árabe, retórica, conocimientos jurídico-religiosos).

A pesar de ser un buen estudiante que con el tiempo logró ser un hombre de gran ilustración, nunca se dedicó a la enseñanza profesionalmente. Sin embargo, tuvo un grupo selecto de discípulos a quiénes les enseñaba trucos del oficio de «kātib», así como a Ibn al-Jatīb, que era su favorito, casi se podría decir un «hijo espiritual». Su relación fue bastante profunda y más después de perder a su querido hijo, e Ibn al-Jatīb a su padre, lo cual hizo su vínculo aún más sólido.

A saber, excepto a componer casidas «sultāniyyas» le confesó también algunos hechos de la corte, que le sirvieron luego a Ibn al-Jatīb como una fuente histórica para sus crónicas.




    1. El funcionario REAL

Después de entrar en los servicios de Muhammad II, empezó a trabajar como el «kātib» o sea escritor real. Era uno de los funcionarios de la cancillería que se ocupaban del correo real. También componía poemas panegíricos, que se presentaban en las fiestas oficiales. Con el tiempo, después de la muerte de Ibn al-Hakīm, se convirtió en el arráez de «Dīwān al-Inšā», y aún más tarde, durante el reinado de Yūsuf I (alrededor del año 1341) también en el visir. El puesto de «Dū l-Wizāratayn» fue ofrecido primero al Abū-l-Nuaym Ridwān que recientemente había salió de la cárcel. Éste no lo aceptó y el sultán entonces pasó la función al Ibn al-Yayyāb. El «Dīwān al-Inšā´» junto a la «Wizāra» (visirato) formaron dos instituciones administrativas generales del emirato.

En la época de Muhammad I todavía se les llamaba «wuzarā» a los gobernadores de algunas ciudades, siguiendo la tradición oriental. Sin embargo, el hijo y sucesor de este soberano cambió el significado primordial de la palabra y sus visires así obtuvieron funciones más específicas. Desde entonces el término «wazīr» designa al primer dignatario de la administración nazarí.28 Es menester añadir que el visirato era la suprema magistratura gubernamental y que el visir consultaba los asuntos importantes con el propio sultán, salvo durante los reinados de Muhammad IV, Yūsuf I y Muhammad V, cuando el ministro Abū-l-Nuaym Ridwān alardeaba el título de «hāŷib», como honra suprema. Con este hecho se recuperó la antigua nomenclatura del califato cordobés y el «hāŷib» actuaba como intermediario entre el califa y los visires. No hay que extrañarse entonces, que los funcionarios con tantos poderes (en una corte donde la conspiración y la muerte violenta era algo muy frecuente), también vivían en constante peligro por su propia vida. Y hay que subrayar que no todos tuvieron la suerte de vivir la vida tan tranquila y feliz como Ibn al-Yayyāb. Éste, a pesar de un puesto tan alto, vio fallecer cinco soberanos y el mismo murió, durante la peste negra, de muerte natural.

¿Y que le permitió llevar la vida tranquila durante muchos años? ¿Su profunda religiosidad o acaso poca ambición? Eso no se sabe con certeza, pero lo más importante es que su actividad política no influyó gravemente en su creación poética. Ésta no disminuyó ni a pesar de su avanzada edad, puesto que era verdaderamente aficionado a la literatura y encontró satisfacción y felicidad dedicándose a ella.

A pesar de no ser una persona muy conflictiva, en cuanto a la política, existe por lo menos un caso, en que probablemente desempeñó algún papel. Fue durante el reinado de Nasr (1309 - 1314) cuando se formó un grupo de conspiradores entre los cuales podría estar también Ibn al-Yayyāb. Estos se unieron para derrocar al monarca y reponer en el trono a su hermano Muhammad III. Aprovechando el inesperado ataque de apoplejía del rey, los conspiradores se dirigieron al Almuñécar, donde vivía en el exilio el ciego Muhammad y lo trasladaron a Granada.

Nasr, recuperándose poco a poco de su enfermedad lo recibió en su palacio, donde lo alojó. Cuando Muhammad fue inesperadamente encontrado ahogado en una alberga, los conjurados disgustados por la situación política se dirigieron al Ismaīl, quien en 1314, tras una guerra civil que duró dos años, se sentó en el trono. Los miembros de la «jāssa» granadina se pusieron verdaderamente contentos por la elección del nuevo rey, ya que el nuevo monarca siguió la política de «Yihád». Con Ismaīl I llegó al poder una nueva dinastía, mucho más rigurosa en el campo moral y religiosa que la anterior. Ibn al-Yayyāb, como era su costumbre, celebra su advenimiento con una casida «sultāniyya» (en español todavía no editada).

La nueva etapa del reino nazarí es sobretodo una época de constantes luchas. Excepto de la reconquista continua también la rivalidad en la corte y con ella el fenómeno llamado «la muerte roja».


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