Municipalidad de providencia



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IDEARIO

EDUCACIONAL



MUNICIPALIDAD DE PROVIDENCIA

Corporación De Desarrollo Social

MUNICIPALIDAD DE PROVIDENCIA CORPORACIÓN DE DESARROLLO SOCIAL

Inscripción Registro Propiedad Intelectual N° 105.767 I.S.B.N. 956-7063-32-X

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Primera Edición , mayo 2000

Prohibida su reproducción total o parcial.



PRESENTACIÓN

El texto contenido en el presente volumen corresponde a un documento marco en el cual son expuestos los lineamientos y orientaciones generales que definen, circunscriben y caracterizan la acción educativa de la Corpora­ción Educacional de la Comuna de Providencia.

Su propósito es servir de fundamento y de guía para la toma de decisio­nes así como para el desarrollo de los futuros proyectos educativos de la institución.

La materia de este documento se encuentra organizada en cuatro capítu­los a través de los cuales se va dando cuenta no en forma lineal, sino concéntrica, desde el contexto institucional externo hasta la sala de clases, lugar donde se concreta la educación, pasando por los marcos teóricos y filosóficos que determinan el enfoque municipal de estos trascendentes asun­tos.

En efecto, los antecedentes generales presentan la visión, misión, organiza­ción y proyecciones educativas de la Corporación, con el propósito de contextualizar el Ideario. El marco conceptual describe los principios, a la vez que las orientaciones generales en las que se sustenta la acción educativa en el país. El marco filosófico, por su parte, plantea los fundamentos antropológicos y los criterios axiológicos a los que adhiere la Corporación, en la óptica de una concepción humanista y cristiana del hombre. Todo ello se materializa en un marco valórico y en el respectivo perfil del egresado. El marco pedagógico, en fin, contiene los objetivos y lineamientos para la ejecución de la tarea educativa al interior de cada colegio.

De esta manera la Municipalidad de Providencia, una de cuyas preocu­paciones esenciales es precisamente la educación, al punto de que puede ser calificada de comuna educativa por la alta incidencia de estudiantes y de

establecimientos en el territorio comunal, realiza un nuevo esfuerzo, serio y profundamente meditado, por dotar a la enseñanza de sus establecimientos de objetivos precisos y de referencias claras para alcanzarlos. Todo ello con la sola finalidad de permitir que nuestros educandos egresen provistos de los elementos básicos para encaminarse por el complejo y desafiante mundo contemporáneo y puedan así ser mañana hombres y mujeres de bien, útiles y valiosos para sí mismos, sus familias, la sociedad.

Confiamos que los maestros de la Comuna no sólo sabrán apreciar este esfuerzo sino que obtendrán de él los frutos y beneficios para los cuales fue concebido, en aras, siempre, de formar para el futuro personas cada vez me­jores.

CRISTIAN LABBÉ GALILEA ALCALDE

I. ANTECEDENTES GENERALES

1. Visión y misión corporativas.

La Corporación de Desarrollo Social de Providencia es un organismo de de­recho privado, sin fines de lucro, con personalidad jurídica propia, cuya exis­tencia legal fue obtenida mediante Decreto Supremo N° 1.600 del 9 de diciembre de 1981, siendo su función principal administrar los estableci­mientos educacionales y consultorios traspasados al Municipio por los Mi­nisterios respectivos.

A través de la Corporación, la Municipalidad de Providencia se ha plan­teado, como visión educativa, elevar la calidad de la educación comunal y mantener la oferta del servicio educacional ajustada a parámetros de exce­lencia, entendiendo por tal la entrega de una formación integral orientada al máximo desarrollo de las potencialidades de los estudiantes en los planos personal, moral, intelectual, artístico y social.

Su misión educacional es formar personas íntegras que, comprometidas con su desarrollo personal, vocacional y social, sean capaces de integrarse activa y comprometidamente a la dinámica nacional e histórica del siglo XXI.

La Corporación visualiza su misión educativa como una tarea comparti­da con la familia, en la que los establecimientos educacionales se preocupan de lograr que los estudiantes aprendan a ser personas competentes y ciuda­danos responsables, y, en conjunto con el hogar, adquieran una clara forma­ción ético-valórica.

Para este efecto, la Corporación busca y pone a disposición de todo el personal de los establecimientos educacionales las mejores alternativas de perfeccionamiento, facilitando así transmitir testimonialmente a todos sus educandos la formación valórica y académica deseadas.



2. Organización y colegios administrados por la Corporación.

De acuerdo con sus estatutos, la Corporación está dirigida por un Directorio integrado por cinco miembros: el Alcalde que lo preside por derecho propio, un representante del área de Educación, un representante del área de Salud, el Presidente y el Vicepresidente de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos.

La administración de la Corporación está constituida por una Secretaría General y dos Direcciones: de Salud y de Educación.

El área de Educación cuenta a su vez con un consejo de Educación Muni­cipal presidido por el Director de Educación e integrado por todas las Direc­toras de los Establecimientos Educacionales del Municipio. Este organismo tiene como función coordinar las normas técnico pedagógicas que imparte el Ministerio de Educación con la gestión administrativa que es responsabi­lidad de la Corporación en el contexto de una alianza estratégica.

El área extra escolar incorpora en su quehacer a los establecimientos edu­cacionales de dependencia municipal y privada. Las actividades deportivas, artísticas y culturales que se desarrollan en la comuna son convocadas tanto por el MINEDUC como la Municipalidad de Providencia, Corporación de Desarrollo Social y otros.

Esta Corporación tiene bajo su administración diez establecimientos educacionales: cuatro Liceos de Enseñanza Media Humanístico-Científica, un Liceo Polivalente con la modalidad Humanístico-Científica y Técnico Profesional con especialidad en Gastronomía, cuatro Escuelas de Enseñanza Básica y una Escuela de Educación Especial Diferencial que funciona con­juntamente con un Centro de Diagnóstico y Rehabilitación.

La individualización de los colegios por nivel y su ubicación se indica en el anexo 1.

Nómina y ubicación de los establecimientos administrados por la Corporación



EST. EDUCACIONALES DIRECCIÓN

Educación Especial Diferencial

Escuela Diferencial Especial

Abelardo Iturriaga Jamett

Centro de Diagnóstico y Rehabilitación Valenzuela Castillo 1793



Educación Básica

Colegio El Vergel Av. Los Leones 1758

Colegio Mercedes Marín del Solar Av. Los Leones 262

Escuela Juan Pablo Duarte Av. Santa Isabel 735

Colegio Providencia Av. Manuel Montt 485

Educación Media

Liceo Siete Monseñor Sótero Sanz 060

Liceo Carmela Carvajal de Prat Av. Italia 990

Liceo Tajamar Av. Los Leones 238

Liceo José Victorino Lastarria Miguel Claro 32
Liceo Polivalente Arturo Alessandri Palma Av. Bustamante 443

3. Proyecciones educativas de la Corporación

La Corporación de Desarrollo Social de la Municipalidad de Providencia se ha fijado, entre sus principales desafíos educativos para los próximos años, implementar en todos sus establecimientos un proyecto de educación en valores, inserto en el área de formación ética definida en los objetivos trans­versales de la propuesta curricular.

Los fines de la educación planteados en la reforma se definen a través de los objetivos transversales que están focalizados en los siguientes planos: la formación ética; el crecimiento, autodisciplina y autoafirmación personales; el desarrollo del pensamiento; la relación de la persona con su entorno y el manejo de la informática y técnicas de comunicación. Estos objetivos tienen como centro el desarrollo integral de la persona en sus dimensiones moral, intelectual, artística, espiritual y física, mediante el cultivo de valores, co­nocimientos y destrezas enmarcados en nuestra identidad como país, de manera que los futuros egresados del sistema educacional puedan insertarse, convivir y participar en forma responsable y activa en la comunidad local y nacional.

La formación ética constituye el eje central de los objetivos transversa­les. Su materialización implica fortalecer el esfuerzo educacional en el área de la formación valórica del estudiante, de lo cual deriva la necesidad de reflexionar y establecer el sistema de valores y creencias que guiarán las ac-

ciones educativas de cada establecimiento en vistas a establecer una identi­dad institucional que se transforme en un sello o impronta distintiva de sus egresados. En virtud de lo anterior, la Corporación ha estimado necesario definir los contenidos del área de formación ética e integrarlos formalmente a la acción educativa a través del mencionado proyecto de educación en valo­res.

El Municipio concibe la educación en valores como un componente in­tegral del proceso educativo global que cruza longitudinalmente el currículo y en el cual interviene y es responsable la comunidad educativa en su totalidad conjuntamente con la familia. Su propósito último es apoyar la formación de una recta conciencia, forjar hábitos acordes con valores y virtu­des y desarrollar la capacidad y voluntad para autorregular y ajustar la con­ducta personal a los valores permanentes. La formación valórica que pro­mueve la Corporación se enmarca en el pensamiento cristiano occidental y en los principios de una sociedad libre entendidos como visiones que prote­gen los derechos naturales del ser humano y favorecen la libertad e iniciativa personales, respetando la vida privada y la propiedad privada en el marco de una acción subsidiaria del Estado.

Para este efecto la Municipalidad ha considerado indispensable explicitar el conjunto de principios, valores y tipo de educación que promueve a través de un Ideario Educacional de la Corporación, a partir del cual cada estable­cimiento deberá elaborar su propio proyecto formativo que, sustentado en este referente, atienda a su particular realidad, reemplazando así los proyec­tos elaborados en 1993.

Se entiende por Ideario Educacional el conjunto de principios que confi­guran el tipo de educación que se promueve, la manera de realizar la acción educativa, el modo de entender el centro educativo y la postura del centro frente a los padres, a los alumno(a)s, ex alumno(a)s, a los profesores(a)s, al personal no-docente y a la sociedad en su conjunto.

En este contexto la educación se entiende como una acción orientada al despliegue progresivo de las potencialidades del educando hasta el más ple­no desarrollo que le sea posible: como ser humano, como persona en su irre­petible singularidad, abriéndose al mismo tiempo a la realidad en que vive, que es natural, social y trascendente, y comprometiéndose solidariamente con ella, mediante el recto uso de la libertad. De lo anterior, deriva que la

acción educativa se visualiza como un servicio a la persona y que, por tanto, todos los integrantes de la comunidad educativa deben compartir un mismo marco antropológico y criterios axiológicos armónicos sobre los cuales sus­tentar el quehacer formativo .

En adelante se describirán los principios generales, el marco filosófico y los lineamientos pedagógicos que inspiran la acción educativa de la Corpo­ración.

II. MARCO CONCEPTUAL: PRINCIPIOS ORIENTADORES

Las realidades básicas que afectan a las personas, a la vida humana, a sus valores fundamentales, a sus fines existenciales, no son asunto de perspecti­va o de puntos de vista, sino que son objeto de verdad. Sin alguna clase de verdad el hombre no puede vivir, hace falta por tanto un acuerdo mínimo sobre la vida humana, sus normas, lo que es el mundo y la existencia para poder desarrollarse y vivir en cualquier sociedad.

La educación impartida por el Municipio se enmarca en el siguiente cuerpo de ideas.

1. Persona y sociedad.

Se concibe al hombre como un ser social llamado a vivir en sociedad, encon­trando en ella lo necesario para subsistir. Que la persona sea intrínsecamente social significa, por una parte, que cada hombre está ordenado a la sociedad y al bien común y, por otra, que la sociedad es para la persona y está ordena­da a su bien.

La persona humana no es un medio sino un fin en sí misma. No está subordinada a la sociedad, puesto que cada persona tiene su propia substantividad. La sociedad civil es un medio natural del que cada ciudada­no puede y debe servirse para alcanzar su fin, y por la mutua colaboración, alcanzar la verdadera felicidad.

Se asume que una de las verdades fundamentales de toda sociedad hu­mana es la igualdad radical de todos sus miembros, ya que todos tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Al respecto, la Constitución Política de la República, en su Art. 10, señala que «los hombres y mujeres nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Sin perjuicio de lo anterior, es evidente que todas las personas son potencialmente iguales, pero diferentes

en la actualización de sus potencialidades, producto de su singularidad en lo que se refiere a capacidad física y a cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de discriminación respecto de los derechos fundamen­tales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser eliminada por ser contraria a la Carta Fundamental.

2. El bien común, fin de la sociedad.

La causa final de la sociedad es el bien común, que es aquello que moviliza y unifica a la sociedad civil. El bien común compromete a toda la sociedad, a las asociaciones intermedias y a cada persona. Cabe señalar que el bien co­mún no es la suma de los bienes individuales, del mismo modo que la socie­dad no es la mera agregación de los individuos, sino que consiste formal­mente en su unión.

El bien común tiene un carácter esencialmente ético, ya que abarca a todo el hombre, es decir tanto a las exigencias del cuerpo como a las del espíritu. Por esta razón, los gobernantes procuran dicho bien, respetando el recto orden de los valores que ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu. Una de las tareas más arduas de la autoridad es la de armonizar incesantemente los diversos intereses sectoria­les, especialmente de quienes tienen una condición disminuida respecto de otros.

Son valiosas gestoras y promotoras del bien común las personas que cul­tivan las artes, las letras y las ciencias, como asimismo los educadores, profe­sionales que entregan a la sociedad un aporte de conocimientos, experiencia y valores que se sitúan muy alto en la jerarquía del bien común.



3. La familia, célula básica de la sociedad y
fundamento de la sociedad civil.

La familia es la comunidad de vida de padres e hijos y se considera como el fundamento de la sociedad, fuente primera de todo orden social. La persona humana nace en sociedad a través de la familia y el primer ejercicio dé su sociabilidad natural lo ejercita en el seno familiar. La naturaleza hace al ser humano, a diferencia de otras especies animales, indefenso e incapaz de va­lerse por sí mismo durante un período relativamente largo de su existencia.

Esta extensión de la niñez y de la adolescencia y juventud, en sentido más amplio expresa un designio natural y posiblemente sobrenatural. El hacerse hombre y el hacerse ciudadano es un proceso confiado en primerísimo lugar a la familia. Ella tiene a su cargo la primera socialización del ser humano, la primera educación de los hábitos morales y, entre ellos, de las virtudes mo­rales y sociales. De esta manera, la sociedad civil y el Estado germinan y se desarrollan a partir de la sociedad familiar.

La familia es el fundamento de la sociedad civil y es en ella donde se prepara, prioritariamente el porvenir de las naciones, de hecho constituye la primera escuela de las virtudes que las sociedades necesitan: es la comuni­dad humana fundamental. La sociedad será según sean las familias y los individuos que las componen. Por ello es importante que el Estado apoye y proteja la familia pues, de no hacerlo, inicia la ruina de la sociedad, ya que precisamente la familia constituye la fuente de energía por la cual la vida se hace más humana.



4. Rol del Estado en una sociedad ibre: principios de subsidiariedad y de participación.

Toda sociedad humana requiere de algún tipo de gobierno que regule y coordine las actividades de sus miembros. Las formas de gobierno han varia­do a través del tiempo hasta llegar a formas muy complejas en el Estado moderno, que ha extendido enormemente su esfera de acción. Sin embargo, no puede olvidarse que la sociabilidad del hombre no se agota en el Estado, sino que se realiza en diversos grupos intermedios, comenzando por la fami­lia y siguiendo por los grupos con expresión económica, social, política y cultural, los cuales, como provienen de la misma naturaleza humana, tienen su propia autonomía; sin salirse del ámbito del bien común.

Por esto, es importante tener presente que el Estado, como cualquier organización social, tiene un carácter subsidiario y se ordena a la perfección de la persona. Esto implica, la obligación de respetar la autonomía de las personas y de las comunidades sociales a las que debe proteger, sin interferir ni inmiscuirse donde de suyo no le corresponde. Así, por ejemplo, la presen­cia del Estado en el terreno económico no se ejerce para limitar la libertad de la iniciativa personal de los ciudadanos, sino más bien para garantizar del mejor modo posible, para todos y cada uno, la defensa efectiva de los dere-

chos esenciales de la persona.

Por tanto, en actividades que pueden ser realizadas por iniciativa priva­da, la misión del Estado consiste en fomentarlas, promoverlas y, en no pocos casos, en establecer normas legales que eviten las posibles injusticias que podrían producirse. Además, en otras ocasiones el Estado deberá suplir la iniciativa privada, por ejemplo, ante la manifiesta incapacidad, ineficacia o irresponsabilidad de las personas y sociedades intermedias para la consecu­ción de ciertos bienes. En términos generales, se puede decir que el objeto natural de cualquier intervención estatal es la de ayudar de una manera supletoria, allí donde los particulares no lleguen, a todos los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos, absorberlos o inhibirlos.

El principio de subsidiariedad se encuentra en la centralidad del hombre en la sociedad. Cada persona tiene el deber y el derecho de ser el autor prin­cipal de su propio desarrollo, pero necesita de la ayuda de los demás para llevarlo a cabo. Por eso, la autoridad ha de procurar establecer unas condi­ciones de vida que permitan a cada hombre y a cada mujer un desarrollo integral en todos los ámbitos posibles, fomentando y estimulando las inicia­tivas personales respetuosas del bien común.

El principio de participación trata de la integración de las personas en función del bien común de cualquier institución. En una sociedad cultural de tipo educativo, llamada colegio, escuela, liceo o centro educativo, la par­ticipación puede considerarse desde diversas perspectivas: dirección, estruc­tura organizacional, finanzas, perfeccionamiento profesional, investigación y legislación educativa, entre otros. La participación implica una limitación y una dependencia. Pero también una posibilidad de dar y de recibir. Se participa porque se puede aportar algo. Y se participa en unos bienes o valo­res que pueden compartirse.

Los colegios o centros educativos, lo mismo que cualquier otra empresa humana, encuentran su razón de ser en la existencia de un quehacer común con la finalidad de lograr unos objetivos que desbordan las posibilidades de una sola persona. La participación significa fundamentalmente tomar parte con otros en la realización de un trabajo, compartiendo objetivos y, por con­siguiente, valores, porque no hay educación sin valores. Toda persona que trabaja en un centro educativo debe participar de esta acción, procurando influir positivamente en el mejoramiento personal de otros. El carácter edu-

cativo de la participación radica en la intencionalidad y en la autonomía de quien participa. Por eso, cada participante en un centro escolar necesita pre­guntarse por qué participa, cuáles son sus motivos y qué responsabilidades implica su colaboración.

En sentido estricto, participan en la acción educativa de un colegio quie­nes integran el equipo que educa, esto es, prioritariamente los profesores. Como se trata de un trabajo profesional, la participación reclama competen­cia, dedicación, preparación continua, espíritu de servicio y superación.



5. Estado y educación.

Es función primordial del Estado promover el desarrollo de la educación y ofrecer igualdad de oportunidades y de calidad de éstas a todos los ciudada­nos, puesto que ella es un principio constituyente del orden social y resorte clave del progreso institucional de cualquier sociedad.



a. El derecho a la educación y la libertad de enseñanza.

La educación es un derecho de todas las personas, y a la sociedad y al Esta­do les corresponde el deber de contribuir a su desarrollo y perfeccionamiento. En la promoción y resguardo de los derechos y libertades referentes a la educación, la sociedad y los poderes públicos deben reconocer estos princi­pios básicos:



  • A los padres de familia corresponde preferentemente el derecho y deber de educar a sus hijos. Este derecho es anterior y superior al de otras instituciones educativas.

  • Como proyección de lo anterior, los padres tienen el derecho de escoger el tipo de educación que desean para sus hijos y, en consecuencia, de elegir la institución educativa que ofrece la opción que se adecúa a sus preferencias.

  • Las personas y los grupos sociales tienen el derecho de crear y dirigir instituciones educativas de acuerdo a una propuesta educativa propia, singular y caracterizadora de cada establecimiento, que refleje una vi­sión del hombre, del mundo, la sociedad y la cultura, y que asuma la realidad específica de la población a la que sirve.

  • Al Estado, a través de los poderes públicos, le corresponde:

  • Fomentar el desarrollo de la educación en todos los niveles.

  • Otorgar especial protección al ejercicio del derecho a educarse según las propias convicciones, o en el caso de los niños, de acuerdo a aque­llas que manifiesta el grupo familiar.

  • Resguardar eficazmente la libertad de enseñanza permitiendo y favoreciendo la existencia de variadas propuestas educativas.

  • Concurrir al financiamiento de la educación para favorecer el acceso de los sectores más pobres de la población al sistema nacional de educación.

b. Finalidad de la educación.

La verdadera educación se propone la formación de la persona humana, en orden a su fin último y al bien de las sociedades de las que el hombre es miembro y en cuyas responsabilidades participará cuando llegue a ser adul­to. El objeto de la educación es tan amplio como el fin de la vida humana y no debe ser reducida sólo a una dimensión determinada de la existencia, por ejemplo, a la mera utilidad, porque eso es tanto como mutilar al hombre mismo. La educación debe abarcar, además de la instrucción, la formación integral, los problemas propiamente humanos y de orden espiritual. Enten­demos que la educación es un proceso de perfeccionamiento intencional de las facultades específicamente humanas. Se trata de un quehacer intencio­nal, inteligente y voluntario, que abarca todas las manifestaciones propias del hombre.

La educación se puede considerar desde dos perspectivas: la del educan­do y la del educador. Desde el punto de vista del educando, es un proceso de mejoramiento personal. Es un proceso de crecimiento intelectual y moral en el que la persona que crece y se desarrolla tiene un protagonismo esencial, pero necesita de la ayuda y orientación de un educador. Esta distinción es importante, precisamente por ser la educación una modificación orientada a la perfección del ser humano. El educando es sujeto y objeto de la educación, es quien se perfecciona, los demás son colaboradores de este proceso.

Aprender a ser personas, esto es, mejorar en cuanto tales, supone crecer en libertad, característica esencial del ser humano. El camino hacia la per­fección del hombre, es decir, su educación, puede ser considerado como un despliegue sucesivo de las posibilidades de hacer un uso digno, eficaz y res-

ponsable de la libertad. Este proceso educativo se refiere a la totalidad del ser humano y, en concreto, a cada ser humano. Es un desarrollo de capacida­des humanas para alcanzar la verdad, para realizar el bien, para apreciar y realizar la belleza. Por eso puede decirse que la educación es el proceso de perfeccionamiento de toda persona en la captación de la verdad, el bien y la belleza, para luego vivir en consonancia con lo descubierto. Al desarrollo intelectual, moral y estético debe añadirse el desarrollo técnico que la capa­cita para descubrir la utilidad de las cosas y para crearlas.

Mediante la educación se establecen las relaciones adecuadas entre la persona humana y lo permanente de la verdad, del bien y de la belleza; entre la persona humana y lo cambiante de su crecimiento, de sus circunstancias de entorno; entre la verdad de los conocimientos adquiridos y el amor a la verdad absoluta; entre el bien común y el bien privado; entre lo humano y lo técnico; entre lo inmanente y lo trascendente y entre el pensamiento y la acción. De esta manera, la educación es un quehacer personal con repercu­siones sociales. Es una forma concreta del bien común.

La educación como proceso y como ayuda se sustenta en dos ámbitos principales: la familia y el centro educativo.


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