Seminario Internacional de Miami



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Seminario Internacional de Miami

“Romanos”

La Justificación por fe en Cristo

Por


Lic. Cristiana Ramírez, MA.

El Ducado, Santo Domingo, D.N.

República Dominicana.

809564-6045/809-224-3070



cristianaramirez@hotmail.com

Índice


Prefacio

Introducción al curso

Lección I. Salutación e Introducción (1: 1-17)

Lección II. La Injusticia Humana (1: 18- 3: 20)

Lección III. La Manifestación de la Justicia de Dios (3:21 - 5: 21)

Lección IV. La Nueva Vida en Cristo (6: 1-8: 39)

Lección V. La Soberanía de Dios (9-11)

Lección VI. La Conducta de los Justificados (12-14)

Lección VII. El Servicio de los justificados (15)

Lección VIII. La sobreabundante expresión del amor de Dios (16)

Conclusión

Bibliografía

Manual de Maestro

Biografía

PREFACIO

Este curso se propone ser de ayuda en el estudio de la teología, doctrina bíblica y ética cristiana plasmadas por el Apóstol Pablo en el libro de Romanos. Está escrito de forma sencilla y directa para que pueda ser leído y entendido fácilmente.

Doy gracias a Dios por la inmensa oportunidad que me ha dado de redactar esta obra.

Gracias infinitas a mi esposo, hijas y madre por su apoyo, y por quitarle parte de su tiempo.

Mi gratitud al Seminario Internacional de Miami en la persona de Cornelius Hegeman, por su gran apoyo y muy valiosa colaboración.

Mi agradecimiento eterno a mis pastores Francia Cedeño de Hernández y Félix Hernández por su valioso cuidado con la enseñanza de la Palabra. Los sermones recibidos de ellos en estos años son la base de sustentación de este libro.

Cristiana Ramírez

Diciembre 2013

INTRODUCCIÓN AL CURSO

Propósito del Curso

El propósito de este curso es hacer un estudio sobre la Epístola de Pablo a los Romanos. El libro de Romanos es el núcleo central del Evangelio de Salvación en Cristo presentado por Pablo de manera clara y precisa. La justificación por fe en Cristo es una garantía eterna para el creyente que pone su fe en Dios a través del acto de creer y confesar el nombre de Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador y Señor. Esta salvación es para todos los hombres y mujeres de todas las razas e idiomas, sin importar posición económica, política, cultura y social. La única condición necesaria es creer en Cristo y confesar su poderoso Nombre.

Resumen del curso

Este curso está compuesto de ocho lecciones entre las que están: La Injusticia Humana, La Manifestación de la justicia de Dios, La Nueva Vida en Cristo, La Soberanía de Dios, La Conducta y el Servicio de los Justificados y La Sobreabundante expresión del amor de Dios.

Materiales para el curso

El libro de texto principal es Romanos. La Justificación por fe en Cristo. Otros textos adicionales son: Cómo escribir un curso de teología, de Cornelio Hegeman; Hermenéutica, de Cornelio Hegeman; Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Romanos, de John Mac Arthur; Comentario al Nuevo Testamento: Romanos de William Barclay, entre otros autores.

Objetivos del curso

Existen por lo menos cinco objetivos generales para los cursos de MINTS

Que el alumno participe en un grupo de aprendizaje.

Que el alumno entienda los materiales del curso.

Que el alumno se familiarice con la bibliografía.

Que el alumno desarrolle herramientas y habilidades para el ministerio.

Que el alumno retenga la enseñanza del curso y la ponga en práctica en un ministerio real.

Metodología del curso

Los métodos de enseñanza a utilizar son los mismos que utilizó Jesús, el maestro de maestros, acompañados de los modernos equipos electrónicos que hoy son de uso cotidiano.

Preguntas y respuestas.

Diálogo.


Auxiliares didácticos.

Exposiciones.

Otros métodos de enseñanza podrán ser determinados en el transcurso de la orientación.

Estructura del curso

Quince (15) horas de clase, quince (15) horas de asignaciones y preparación para el examen, treinta (30) horas para un proyecto especial y veinte (20) horas de lectura fuera de clases, para un total de ochenta (80) horas de clases. El examen, que consiste en contestar 20 preguntas escogidas por el facilitador. Vale un 20% del 100.

Requisitos del curso

El alumno asistirá a 15 horas de clases.

El alumno cumplirá con sus tareas.

El alumno se familiarizará con las lecturas relacionadas con el tema.

El alumno participará en un proyecto especial.

El alumno recibirá el examen final.

Beneficios del curso

Estudiar el libro de Romanos interpretado por un escritor viviente es de mucho beneficio en un lector que puede interrogar al intérprete, haciendo uso del privilegiado mundo de la tecnología.

Observaciones finales

El curso puede ser usado para enseñanza teológica y doctrinal, en estudios bíblicos, predicaciones, en conferencias, evangelismo por internet, en cualquier forma que pueda ser llevado el Evangelio de Salvación a las almas necesitadas.

Lección 1

Salutación e Introducción (1:1-17)

1.-Introducción

El libro de Romanos lo escribe Pablo a sus hermanos amados de Roma. Pablo tenía doble nacionalidad. El apóstol era judío de nacimiento y romano por ascendencia. Hacía mucho tiempo que el apóstol tenía el interés de visitar Roma, pero había tenido algunos contratiempos que le habían impedido ese anhelo. Estaba muy agradecido de Dios mediante Jesucristo con respecto a todos sus hermanos romanos de que la fe que ambos profesaban se divulgaba por todo el mundo. Al tiempo que rogaba que Dios le permitiera ir a visitarlos, era un regocijo para Pablo, poniendo de testigo al mismo Dios, constantemente orar por sus hermanos romanos. Deseaba gozarse y abrazarse con sus hermanos amados, compartir con ellos la grandeza del evangelio, disfrutar momentos de gratitud hacia Dios.

2.- Credenciales de Pablo (1:1)

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol apartado para el evangelio de Dios” (v.1).

Pablo se presenta como siervo de Jesucristo. En el Antiguo Testamento a los profetas se les llamaba siervos o esclavos de Dios. Dios llamó a Abraham “mi siervo” (Génesis 26:24), Josué es llamado “el siervo de Jehová” (Josué 24:29). En 2da de Samuel 7:5 Jehová llama a David “mi siervo.

La Palabra siervo denotaba nobleza y honra. En el hebreo el término siervo era sinónimo de esclavo. “Un esclavo de alguien en alta posición tenía mejor estatus, autoridad y libertad que un ciudadano común libre; los esclavos del emperador eran algunas de las personas de más alta alcurnia en el imperio, algo que de seguro ya sabían los cristianos en Roma.”1

Para Pablo, siervo es esclavo de Jesucristo. El esclavo no tiene derecho a hacer uso de su voluntad sino la de su amo. Está sometido a su amo. Pablo había sometido su voluntad a la de su amo Jesucristo, su Señor y su Salvador, quien lo salvó del pecado y de la muerte, y lo llamó de las tinieblas a la luz admirable (1P 2:9). La palabra apóstol en griego es sinónimo de “uno que es enviado.” Pablo fue llamado a ser apóstol por llamamiento divino. No fue llamamiento humano, por voluntad propia. Fue llamado a ser apóstol por el mismo Jesucristo. “En esto funda Pablo su autoridad apostólica; no marcha sin ser enviado.2 Ahora era un siervo representante de Dios.

Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1Tim 1:12).

Por tanto no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles”(2 Tim1:8-11).

Es importante atender al llamado de Dios. Responder con compromiso y responsabilidad al llamado de Dios es obediencia al mandato de Dios. Pablo respondió a ese llamado de Dios, que ejerció con carácter y autoridad. Fue comisionado directamente por el Padre para evangelizar al mundo gentil.

3.-El Evangelio es de Dios (1:2-4)

Que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David, según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por la resurrección de entre los muertos” (v. 2-4).

Pablo había sido apartado por Dios para un propósito específico ¿Cuál era ese propósito específico? Predicar el evangelio que Dios había prometido por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su hijo nuestro Señor Jesucristo, quien es la Buenas Nuevas de Salvación.

Jesucristo es revelado en las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis. Pablo se esfuerza en demostrar en esta carta el contenido del Evangelio que es nada más y nada menos que el propio Jesucristo. Él es completamente humano, según su descendencia de David, al tiempo que demostró por su resurrección ser completamente divino.

porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirá que tu santo vea corrupción” (Sal 16:10).

Saldrá una vara del trono de Isaí, y un vástago retoñará sobre sus raíces, y reposará sobre él el Espíritu de Jehová, espíritu de Sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías 11:1-2).

Es Jesucristo ese vástago que retoñó de las raíces de Isaí (Mat.1:6-17). “Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus s alas traerá salvación; y saldréis, y soltaréis como becerros de la manada. El hará volver del corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:2,6).

Estas Buenas Nuevas es la buena noticia que ablanda el corazón más endurecido. Esta buena noticia transforma el rostro más entristecido, cambia los pensamientos más tenebrosos y los sentimientos más bajos. Debido a que cambia la manera de pensar, modifica las decisiones y las determinaciones para proporcionar una nueva manera de vivir. Esta Buena Nueva cambia los paradigmas del pecador más vil, como cambió a Pablo, el celoso fariseo, para transformarlo en un poderoso apóstol de Jesucristo, quizás el de mayor influencia en el crecimiento espiritual de los creyentes y ha cambiado a millones de personas en el mundo.

El Evangelio de Dios es Jesucristo. El evangelio del Señor sana las heridas más profundas y antiguas. Aquellas heridas emocionales que los psicólogos y psiquiatras no pueden sanar, son totalmente sanadas y cicatrizadas por el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.



Todos los salvos son apartados por Dios para el evangelio. Lo proclamó Isaías: “El Espíritu de Jehová es Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isaías 61:1).

Lo predicó Juan: “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:1-2).

El mismo Jesús predicó el Reino de Dios “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).

Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4:23).

Recorría Jesús todas las ciudades aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 9:35).

Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos” (Mateo 11:1).

Jesucristo, que era del linaje de David según la carne fue declarado Hijo de Dios, según el Espíritu de Santidad, que es el mismo Espíritu Santo.

4.- La gracia recibida por la obediencia al llamado (1:5-7)

Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre los cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracias y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (v.5-7).

El Espíritu de Santidad es el Espíritu Santo. De él recibimos el llamado a salvación y la gracia para obedecer ese llamamiento. Dios tiene un propósito especial con cada persona y quiere obediencia para cumplir ese propósito en la vida de cada creyente que obedezca a ese llamado. La salvación llega por iniciativa divina, es Dios quién llama y el hombre obedece a ese llamado. La obediencia consiste en rendir a Cristo los pensamientos cautivos y hacer su voluntad, para gloria y honra de su Nombre.

Ese llamado a la salvación no es solamente para los judíos, es también para los gentiles. Jesucristo murió por todos. El evangelio es para todas las clases sociales de todas las etnias. El evangelio es la respuesta que necesita esta sociedad que se encuentra inmersa en la violencia a todos los niveles. El evangelio es para todas las personas de todas las razas y naciones. Nadie es tan malo que no pueda recibir el evangelio de Jesucristo, ni tan bueno que no necesite al Señor. Jesucristo ha sido llamado a ser el Salvador del mundo. La humanidad completa necesita ser salva. La oportunidad de ser salvo es para todos. Todos son llamados a la salvación. Unos obedecen al llamado, otros no obedecen al llamado.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Se necesita de fe (1: 17). Se necesita creer en la verdad de la muerte redentora de Jesucristo. Fe es creer. Fe es creer que Jesucristo es Dios, que se hizo hombre para morir al pecado y redimir a todo el que acepte su Señorío en su vida. Es la fe, que lleva a la obediencia de la salvación. Esa es la fe salvadora por medio de la gracia de de Dios. Gracias a Dios por su gracia puesta en cada creyente que ha sido salvo por fe en Jesucristo.

La fe que salva no es un mero rito tal como levantar la mano o pasar al frente. La fe que salva se traduce en obediencia a aquel que es el único objeto seguro de dicha fe.”3

Con el versículo 7 pablo termina el saludo que envía a todos los amados de Dios que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: “Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.” “Por supuesto, todos los creyentes hemos de hacer honor a este nombre que Dios ha impuesto, practicando la santidad en toda nuestra conducta.”4 A éstos les desea gracia y paz.”Ser apóstol es un acto de la Gracia de Dios… lo son también todos los ministerios. Servir a Dios y a su pueblo de un modo específico es un favor inmerecido de Dios. Cuando servimos a Señor y a la Iglesia, estamos haciendo algo a lo que no tenemos derecho por nuestra cuenta: hablar en el nombre de Dios, alcanzar a otros con su amor y dirigir a su pueblo. Solo el hecho de que Dios nos llama a ministrar y nos imparte la Gracia para hacerlo nos permite hacer algo de valor eterno.”5

En los saludos paulinos, cada vez que se utiliza la expresión paz, siempre sigue al vocablo gracia. Sólo la gracia de Dios puede causar paz genuina en el corazón humano. Los hebreos y los escritores del Nuevo Testamento consideran que la paz no es tanto la ausencia de conflicto, como la presencia de una bendición definida.”6

5.- Inicio de la carta (v. 8-15)

Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual a fin de que seáis confirmados, esto es para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. Pero no quiero hermanos que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros y que estás en Roma” (v. 8-15).

Después de presentarse a sus hermanos en Roma, Pablo introduce la carta, primeramente agradeciendo a Dios mediante Jesucristo, por la fe de sus hermanos conocida en todo el mundo de entonces. Estos hermanos residían en la capital del vasto Imperio Romano, cuna de orden y bienestar social pero a la vez era suelo fértil para todos los vicios y crueldades propias del Maligno. Le expresa también su testimonio acerca de sus oraciones a favor de ellos. Las oraciones de los hermanos en cualquier parte del mundo siempre son necesarias. Dios es testigo de los creyentes que interceden por sus hermanos de todo el mundo. Dios es omnipresente, para El no hay barrera de tiempo y espacio.

Pablo oraba a Dios rogando hacer ese viaje en el cual abrazaría a sus hermanos. Allí se gozaría con ellos en los cultos y compartiría algunas comidas en unidad y confraternidad. La koinonía con los hermanos siempre es de bendición, fortalece la unidad de la iglesia en general y de los hermanos en particular. La unidad de la iglesia conduce a la restauración espiritual. Al mismo tiempo la restauración espiritual conduce a la unidad de la iglesia. ¡Qué bueno es un reencuentro con esos hermanos que hace mucho tiempo no se ven! Pablo quería compartir algún don espiritual, quería hablar cara a cara con sus hermanos, quería oír a sus hermanos, expresarse acerca de la fe que era común a él y a ellos. Pablo deseaba confraternizar con sus hermanos gentiles, quería verlos y constatar personalmente el crecimiento obtenido por ellos.

Aunque Pablo deseaba firmemente ir a Roma, porque quería tener algún fruto entre los gentiles, había tenido anteriormente algunos obstáculos que le habían impedido efectuar su viaje. Su anhelo era cosechar almas, ya que se debía a griegos y no griegos, a sabios y a no sabios. Pablo tenía ansias de predicar personalmente a los romanos, a los educados y no educados, ricos y pobres. Para él no importaba clase social, ni nivel económico. Él quería ganar “fruto de arrepentimiento,” porque el evangelio es para todos.

6.- Tesis Epístola de los Romanos (1: 16-17)

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito; más el justo por la fe vivirá” (v.16-17).

Pablo introduce aquí el tema de la epístola: La justificación por fe en Jesucristo. Para él esto es de tanta trascendencia y urgencia que nada le importa la opinión pública. No se avergüenza de decirlo. Él habla de su Evangelio que es poder de Dios para salvación. “Bajo la tiranía de ser relevantes, muchos predicadores de nuestro tiempo evitan la exposición doctrinal como la peste. Huele a libros antiguos y a ajados teólogos debatiendo sobre cuestiones incomprensibles. Pero por supuesto, la doctrina, es meramente la verdad que Dios nos ha revelado en su Palabra. Y para que la vida cristiana sea significativa, ha de estar firmemente arraigada en la verdad acerca de Dios y del mundo. Dios nos deja claro que el problema humano fundamental no es horizontal (distanciamiento en las relaciones humanas), sino vertical (distanciamiento del único Dios verdadero).”7 A pesar de todas las vicisitudes que el apóstol había pasado por el evangelio, él más que avergonzado se sentía privilegiado de predicar ese poder de Dios, levantar en alto ese poderoso Evangelio de Salvación. “El vocablo salvación, abarca tres aspectos: 1.- La salvación de la culpa del pecado, que se lleva a cabo en la justificación. 2.- Salvación del poder del pecado, que es un proceso constante en la santificación interior. 3.- Salvación de la presencia del pecado.”8 Pablo estaba lleno del poder de Dios para llevar ese poderoso Evangelio para salvación.

La vergüenza es un sentimiento consecuencia del pecado. La vergüenza es producto de aquel acontecimiento que pasó en el huerto del Edén, “la caída.” La vergüenza es la timidez que impide al creyente relacionarse con los demás de manera eficaz. La vergüenza es un sentimiento de pérdida de dignidad ocasionada por alguna acción cometida o un estado humillante en que se encuentra un individuo por un acontecimiento que afectó su vida. Es el caso sucedido allá en el huerto del Edén. Aún el creyente habiendo sido perdonado por Dios, Satanás le hace sentir vergüenza frente a los argumentos que tienen los incrédulos para rechazar el evangelio de Dios. También algunos creyentes tienen cierta “timidez” para decir públicamente “no me avergüenzo,”creo en Cristo,” “soy cristiano,” por temor al rechazo, debido a su vida pasada. Se necesita tener el poder del Espíritu Santo para no constituirse en creyentes secretos, que solamente sus congregaciones saben de su fe.

Este sentimiento de vergüenza no estaba en Pablo, quién más que sentir vergüenza experimentaba el poder de Dios en su vida. Ya Cristo había reivindicado su vida. El poder del Espíritu Santo estaba en él.

Para experimentar poder de Dios es imprescindible creer, tener la convicción que Dios es real y verdadero, haber aceptado genuinamente a Jesucristo como Salvador y Señor.

Porque por gracia sois salvo por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Ef. 2:8).

El poder de Dios es para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego. Primeramente al judío debido a que primeramente la salvación estaba programada para los judíos, además, cronológicamente fue allí donde se predicó el evangelio por primera vez, por el mismo Jesús y por los apóstoles. “Hoy, Dios trata a judíos y gentiles sobre una misma base, y el mensaje y la oportunidad son los mismos para todos.”9

Bajo la palabra “griego” el apóstol comprende a todos los paganos, y así se entiende por la comparación que hace, pues con estos dos nombres ha querido designar a toda la raza humana. Es verosímil que haya elegido entre todas las naciones a Grecia, como representante de todos los pueblos, porque después de los judíos, esa nación fue la primera en recibir la participación en la Alianza del Evangelio.”10

La frase “todo aquel que cree” no deja a nadie fuera del Evangelio, pero a la vez, insiste en que la totalidad de los hombres se compone de individuos, de tal forma que corresponde a cada uno creer para ser salvo. La fe sólo se produce cuando un ser humano se encuentra en la presencia de Dios e invoca de corazón su santo Nombre.”11

Más adelante en Romanos 2:11 el Apóstol dice que no hay acepción de personas para con Dios. “Pablo recalca que las buenas nuevas son para todos, entonces para todos entre judíos y griegos.”12

El pueblo de Israel recibió la oferta inaugural del Evangelio ofrecida personalmente por Jesús y luego por los apóstoles. Ellos rechazaron la salvación que luego fue ofrecida a los paganos o gentiles. Hoy tanto judíos como gentiles están en similitud espiritual ante Dios.

El evangelio es para todos, pero para todo el que cree, porque la sangre de Cristo limpia todo pecado, pero es necesario aplicarla. El médico prescribe una receta para la enfermedad del paciente, pero éste para ser sanado debe aplicarla. La salvación fue primero para los judíos, porque fue éste el pueblo escogido por Dios para que viniera la salvación a través de ellos. La salvación viene de los judíos, dice el apóstol Juan, sin embargo, ellos rechazaron al Mesías, luego el Evangelio fue ofrecido también para el griego, “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros son uno en Cristo Jesús” (Gá 3:28).

A los ojos de Dios todo el mundo es igual. Algunos creyentes sienten cierta vergüenza al presentar las Buenas Nuevas a sus amigos, porque piensan que se van a burlar de ellos. Esto no sucede si se está lleno del poder de Dios. El poder de Dios permite al creyente romper las barreras raciales, sociales, profesionales o de cualquier índole que se presentan, que impiden la presentación del plan de Dios para salvación, a familiares, amigos y relacionados.

Por tanto no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,…” (2 Ti 1:8ª).

El poder de Dios se manifiesta de la misma manera a través de los creyentes que viven en extrema pobreza, como a través de los creyentes adoradores que pertenecen a la clase social y económicamente más alta. El poder de Dio es el mismo, solo se necesita creer, como creyó la señora del flujo de sangre. Ella creyó que con sólo tocar el manto de Jesús su mal desaparecería y así fue. Porque “cualquiera que tenga a Cristo tiene la respuesta a la más profunda necesidad del mundo. Tiene la curación de la enfermedad del pecado, la manera de escapar a los horrores eternos del infierno, y la garantía de la dicha eterna con Dios.”13

Se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de sangre” (Lucas 8:43).

El evangelio abarca a todas las razas. El evangelio es sin fronteras ya que la salvación es para beneficio de la humanidad por completo, pero es indispensable creer personalmente en el sacrificio de Cristo, a fin de apropiarse de ese beneficio.

Es bueno dar gloria a Dios porque la salvación no fue sólo para los judíos, sino también para los gentiles, entre los cuales están los dominicanos, que dicho sea de paso están esparcidos en todo el globo terráqueo, no solo existiendo, sino llevando ese glorioso evangelio a países remotos como La India, Belice, Francia, Hungría y otros, donde han testificado y han sido testigos del poder de Dios.

Hoy, como en los tiempos del apóstol, el creyente siente cierta vergüenza al presentar las Buenas Nuevas a sus amigos incrédulos. Por eso Pablo en 2 Timoteo 1:8 dice a Timoteo, su hijo espiritual: “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.”

Esa persona frente a la cual el creyente siente vergüenza de predicar la Palabra es una persona que necesita a Dios, necesita acercarse a Dios o es una persona que conoce a Dios. Sólo hay estas dos posibilidades. Por lo cual ningún creyente debe sentir vergüenza de predicar el evangelio, más bien debe estar consciente de la responsabilidad que acarrea por no predicar la Palabra.

Pablo, en esta carta por primera vez habla de la palabra justicia. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito, más el justo por la fe vivirá. “El vocablo justicia significa un estado de aceptación al cual uno entra por la fe. Esta aceptación es un don gratuito de Dios disponible por la fe en Cristo. Es un estado de aceptación sobre el cual reposa el creyente. Sin tener en consideración su pasado pecaminoso e imperfección presente, tiene una posición completa y segura con relación a Dios.”14 Esa justicia está a la disposición de todo el que pone su fe en Jesucristo. La fe es prioritaria para que la justicia sea revelada. La justicia de Dios es el mismo Jesucristo. La justicia de Dios es revelada por fe, que conlleva a más fe. Es una carrera ascendente hacia más fe. La justicia de Dios no se consigue como algo de la naturaleza del hombre. Es mediante la acción de creer por fe y para fe en el Hijo de Dios. El evangelio de Dios se recibe por medio de la fe. La fe es un don de Dios.

La justicia de Dios está revelada en su evangelio de fe a fe “y puede significar: (1) de la fidelidad de Dios a nuestra fe; (2) de un grado de fe a otro; o (3) por la fe del comienzo al final.”15Así está expresado desde Génesis hasta Apocalipsis. Al que no tiene fe no le es revelada la justicia de Dios. La fe viene de Dios. La fe es poder de Dios. Es poder para vivir. La fe levanta en el momento de la prueba. Para el creyente la fe es vital. Sin fe es imposible agradar a Dios. Para el creyente no agradar a Dios es una manera de estar sin vida.

Y creyó a Jehová y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6).

Más el justo por la fe vivirá” (Habacuc 2:46).

El argumento empleado por el Apóstol, nos obliga a reconocer la existencia de una mutua correspondencia entre la fe y el Evangelio, pues a decir: el justo por la fe, deduce que esa vida se recibe por el Evangelio.”16

En este contexto la palabra justicia y justo no se refieren al derecho, a la ley humana. No se refiere a la judicatura, ni tampoco es avalar o acatar un hecho o acción. Sin embargo, el hombre, culpable ante Dios y condenado, en el momento del arrepentimiento recibe el perdón o absolución y es justificado o declarado justo. La justicia de Dios es ese atributo que Dios tiene de tratar al pecador como si no lo fuera. Por su misericordia, Dios revela su amor al pecador, por su gracia le ofrece la oportunidad de volverse a él. Es la justicia divina esa provisión de Dios para todo el que cree. Es por la sola fe y la sola gracia de Dios que el hombre es justificado.

El versículo 17 influyó de manera extraordinaria en la historia del cristianismo. La revelación de su significado hizo un cambio en la vida de Martín Lutero, que prendió el fuego de la Reforma Protestante y abrió la puerta al evangelio en el mundo entero, de tal manera que nadie ha podido ni podrá detenerlo, porque donde Dios abre nadie cierra.

Martín Lutero dice: “anhelaba intensamente comprender la Epístola de Pablo a los Romanos y nada me lo impedía, excepto aquella expresión, ‘la justicia de Dios,’ porque yo creía que significaba la justicia por medio de la cual Dios es justo y obra justamente al castigar al injusto. Mi situación era tal que, aunque era un monje impecable, comparecía ante Dios como un pecador atribulado en su conciencia, y no tenía confianza en que mis méritos pudieran aplacarle. Como consecuencia, yo no amaba a un Dios justo y airado; más bien odiaba y murmuraba contra él. Sin embargo, me aferraba al amado Pablo y ansiaba entender lo que quería decir. Día y noche reflexionaba hasta que vi la conexión entre la justicia de Dios y la declaración que decía ‘el justo por la fe vivirá.’ Entonces comprendí que la justicia de Dios es la virtud por la cual a través de la gracia y por pura misericordia, Dios nos justifica por medio de la fe. Debido a eso, me sentí como vuelto a nacer y como si hubiera cruzado las puertas del paraíso. Las Escrituras por entero, cobraron un nuevo significado para mí, y donde antes la ‘justicia de Dios’ me había llenado de odio, ahora se había vuelto para mí indeciblemente dulce en mayor amor. El pasaje de Pablo llegó a ser para mí una puerta al cielo.”17

8.-Conclusión

El evangelio es poder para salvación. Para todo el que cree, para todas las razas sin diferencia de razas, clases sociales, sin importar color, sin importar niveles económicos, ni niveles intelectuales. El evangelio es para todos, no sabe de fronteras ni etnia. Sólo se necesita creer, fe en Jesucristo. La salvación es asunto de fe. Todo ser humano necesita conocer las buenas nuevas de salvación para ser justificado por medio de la fe en Cristo.

Preguntas:

1. ¿Quién es el escritor del libro de Romanos? ¿A quién está dirigido?

2. Pablo fue apartado por Dios para un propósito ¿Cuál era ese propósito?

3. ¿Cuáles fueron las primeras palabras usadas por Jesús al inicio de su Ministerio?

4. ¿Qué impide al creyente relacionarse con los demás de manera eficaz.

5. Para poder experimentar el poder de Dios es imprescindible

6. ¿Cómo se revela la justicia de Dios en el evangelio?

7. ¿Qué es la justicia de Dios en el contexto de Romanos 1:17?

8. ¿Qué necesita el justo para vivir?

9. ¿Qué se necesita para Dios poder revelar su justicia?

10. ¿La fe viene de Dios o del hombre?


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