El martirologio de mons. Romero



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Por eso le pido al Seor, durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me d la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento, y aunque siga siendo una voz que clama en el desierto, s que la Iglesia est haciendo el esfuerzo por cumplir con su misin...” [5º Domingo de Cuaresma: “La Iglesia un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente”. 23/III/80. VIII, 359. También: 22º Domingo del Tiempo Ordinario: “Jesús, maestro de la verdadera religión”. /IX/79. VII, 225]
Una frase muy hermosa del Papa Po XI -yo era estudiante en Roma y me emocion mucho-: La Iglesia no hace poltica, pero cuando la poltica toca su altar, la Iglesia defiende su altar. Los derechos del hombre le interesan a la Iglesia. La vida en peligro le interesa a la Madre Iglesia. Las madres que sufren estn muy en el corazn de la Iglesia en este momento. Los que no pueden hablar, los que sufren, los que son torturados, callados, le interesan a la Iglesia. No es hacer poltica. Simplemente la poltica est tocando el altar, est tocando la moral, y la Iglesia tiene el derecho de hablar su palabra de orientacin moral”. [5º Domingo de Pascua: “Misión de la Iglesia”. 8/V/77. I-II, 28]
Personalmente, pienso que Monseñor hizo política y lo hizo bien… Otros, en cambio, afirman que no se meten en política y hacen política de la mala.
Por supuesto, hay que clarificar los términos, qué entendemos por “hacer política”, esa es una tarea que se nos viene encima con esto del proceso de canonización; creo que vamos a tener que dar una batalla en este sentido: NO PODEMOS ACEPTAR que se haga de Mons. Romero simplemente “un santo milagroso”, pero, que no cuestiona nuestras vidas, que no interpela nuestras opciones políticas. Mons. Romero no es un santo fácil, es un santo difícil…
¿Por qué hablaba de política?
Doña Rosa (se refiere a la madre de Roberto Castellanos quien fue secuestrado, desaparecido y asesinado junto a su esposa y quien había pedido a Mons. Romero llevar los cuerpos a la misa de catedral, Monseñor le hizo la observación de que quizás la misa dominical no iba a ser el mejor ambiente para ella como madre, pero, Doña Rosa le dijo que no, que ella comprendía el momento y que le encontraba sentido) es la expresión de esas almas inteligentes, comprensivas, verdaderamente piadosas, que comprenden que el Pastor tiene que hablar de política no porque es político, sino porque desde el dinamismo de Dios la política también cae bajo el dominio de Dios... Dios nos ha enseñado desde aquella revelación de su nombre que él es un Dios que quiere estar con los hombres, un Dios que siente el dolor de los que son torturados y mueren así, un Dios que reprueba con la Iglesia, que denuncia la tortura, la represión y todos esos crímenes. El Dios que nosotros adoramos no es un Dios muerto, es un Dios vivo que siente, actúa, trabaja, conduce esta historia y en él esperamos, en él confiamos, Dios va con nosotros como iba con Israel...” [3er. Domingo de Cuaresma: “La conversión personal, requisito indispensable de la verdadera liberación”. /II/80. VIII, 315. También, 4º Domingo de Cuaresma: “La Reconciliación de los hombre en Cristo, proyecto de la verdadera liberación”. 16/II/80. VIII, 348]
Ojalá, el Señor, nos conceda también a nosotros y a nuestra jerarquía, ese don de doña Rosa, ese don del que Monseñor dice “es la expresión de las almas inteligentes, comprensivas, verdaderamente piadosas, que comprenden que el Pastor tiene que hablar de política no porque es político, sino porque desde el dinamismo de Dios la política también cae bajo el dominio de Dios...



  1. Le acusaron no sólo de hacer política, sino de “parcializarse políticamente”.




  1. De buscar el poder. En este contexto hubo grupos que se pusieron a recoger firmas para destituirlo: estas firmas también piden mi destitución. Yo no tengo inconveniente en ser destituido, ni tengo ambiciones en el poder de la Diócesis. Simplemente considero que esto es un servicio y que mientras el Señor, por medio del Pontífice, me tenga en él, seré fiel a mi conciencia a la luz del evangelio que es la que yo trato de predicar, nada más, ni nada menos. [20º Domingo del Tiempo Ordinario: “El dinamismo de la Iglesia”. 20/VIII/78. V, 134]




  1. Lo acusaron de parcializarse a favor de los pobres. ¡Imagínense, ustedes, qué acusación! “parcializarse a favor de los pobres”; en la lógica del evangelio, yo pienso que lo que ameritaría verdaderamente una acusación sería lo contrario: “parcializarse a favor de los ricos”



Por eso es que Monseñor responde: “Es inconcebible que se diga a alguien «cristiano» y no tome, como Cristo, una opción preferencial por los pobres. Es un escándalo que los cristianos de hoy critiquen a la Iglesia porque piensa por los pobres. ¡Eso ya no es cristianismo!... “Tomemos en serio la causa de los pobres como si fuera nuestra propia causa»; más aún, como de verdad es: es la causa de Jesucristo que en el día de juicio final pedirá que sólo se salven los que atendieron al pobre con fe en él: «todo lo que hicisteis a uno de esos pobrecitos marginados, ciegos, cojos, sordos, muchos, a mí me lo hicisteis». [23º. Domingo del Tiempo Ordinario: “Sólo de Cristo puede venirnos la verdadera independencia”. 9/IX/79. VII, 236]


  1. Completaron la acusación con esta otra: “el nuevo Arzobispo no quiere ser obispo de los ricos, sino de los pobres


Y la respuesta nuevamente es una fotografía de la nobleza de su persona:

Tambin quiero, que quede bien claro esto, hermanos, porque alguno ha dicho que el nuevo arzobispo no quiere ser obispo de los ricos, sino de los pobres. Es mentira. Pertenece a la campaa difamatoria esa frase. Desde el principio todos me han odo: estoy con todos, abierto al dilogo con todos, dispuesto a corregir mis errores, de cualquier sector que me vengan a platicar. Los amo a todos y es mi visin amarlos para salvarlos. En mi corazn no cabe exclusin, hermanos, quiero decrselos con toda franqueza... [5º Domingo de Pascua: “Misión de la Iglesia”. 8/V/77. I-II, 30]


No es que hay que desechar a la clase alta; la estimamos, la amamos, quisiéramos dar la vida por ellos, quisiéramos servirles para que se arrancaran y se entregaran a Cristo nuestro Señor. Los amamos de verdad y yo les suplico a todos que pidamos mucho para que todos los hombres nos convirtamos. Que no nos distingamos entre ricos y pobres, sino entre convertidos a Cristo, aunque se pierda la vida y se pierdan las comodidades, pero se tenga la satisfacción de seguir en el amor al Redentor, que siendo rico se hizo pobre para hacerlos ricos con la verdadera riqueza del cielo. [12º Domingo del Tiempo Ordinario: “El misterio de Cristo”. 19/VI/77. I-II, 94]


  1. Le acusaron de ser opio del pueblo, de fomentar la alienación.


Era la acusacin clsica del marxismo y, por eso, esta acusacin le lleg de grupos de izquierda: “Porque yo no quiero ser, como alguien ha dicho en el Bloque Popular Revolucionario, que yo soy opio. Nunca!, estoy diciendo que, precisamente, estas promociones a la trascendencia son para excitar ms la promocin de lo histrico, de lo social, de lo econmico, de lo poltico. Estoy diciendo que Dios no slo ha hecho el cielo despus de la muerte para el hombre, sino que ha hecho esta tierra para todos los hombres. Esto no es opio!... [23º Domingo del Tiempo Ordinario: “Sólo de Cristo puede venirnos la verdadera independencia”. 9/IX/79. VII, 240]


  1. Le acusaron de abandonar la Biblia


Que no digan, pues, que no leemos la Biblia. No sólo la leemos sino que la analizamos, la celebramos, la encarnamos, la queremos hacer nuestra vida.


  1. Le acusaron de traicionar al Papa


Algo también, estúpido, porque Mons. Romero, podemos decir que llevaba en la sangre la fidelidad al Papa, desde niño y en toda su formación sacerdotal lo que aprendió fue eso. Una de las cosas que más hubieran deseado sus enemigos, creo que era oirle algo contra el Papa y nunca lo lograron; es más, la historia le dio la oportunidad de hablar y de expresar su devoción por el Papa: en sus tres años de arzobispo gobernaron a la Iglesia tres Papas: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Cada vez que moría un Papa y era elegido otro, Monseñor aprovecha esas ocasiones para expresar sin tapujos su aprecio por la Sede de Roma:
Le doy gracias a Dios que toda mi vida sacerdotal la ha querido caracterizar por una solidaridad y fidelidad al Santo Padre, al representante de Cristo. Mis ojos estn fijos en l, jams pienso en traicionarlo”. [4º Domingo de Cuaresma: “Cuaresma, llamamiento a la verdadera reconciliación”. 25/III/79. VI, 230]
El Arzobispo de San Salvador se glora de estar en comunin con el Santo Padre, respeta y ama al sucesor de Pedro... S que no hara un buen servicio a ustedes, querido pueblo de Dios, si los desgajara de la unidad de la Iglesia. Lejos de m! Preferira mil veces morir, antes de ser un obispo cismtico”. [21º Domingo del Tiempo Ordinario: “El Divino Salvador, tiene palabras de vida eterna”. 26/VIII/79. VII, 207]

A eso voy a Puebla y, sobre todo, ahora cuando s que viene el Papa, aunque no hubiera otra cosa ms que ponerme en contacto con l, darle la mano y decirle: Santo Padre, estoy con Usted, inquebrantablemente solidario con la Santa Sede”. [Domingo Infraoctava de Navidad. “La familia: Epifanía del amor de Dios”. 31/XII/78. VI, 90]

¡yo no traiciono al Papa, jamás! ¡Dios nos libre!”
He ratificado una vez que moriré, primero Dios, fiel al sucesor de Pedro, al Vicario de Cristo”. [13º Domingo del Tiempo Ordinario: “El Papa: corazón de la Iglesia”. 41/V/78. V, 42]


  1. Le acusaron de celebrar “misas-mitines”




  1. De creerse líder: “Jamás me he creído líder de ningún pueblo, porque no hay más que un líder: Cristo Jesús”.




  1. De haber convertido el Seminario en escuela de guerrilleros.




  1. De que sus homilías eran demasiado largas. Paradójicamente, este cuestionamiento le vino de “los doctores de la ley”: “Se me preguntó en Roma si no me parecían muy largas mis predicaciones. «Soy el primero en sentirlo -les decía yo-, pero cuando yo veo un pueblo atento a mi palabra, yo aprovecho los minutos. Y yo agradezco a mi pueblo que me escucha. Y cuando sé que más allá de la multitud de Catedral, la radio casi monopoliza el auditorio a esta hora, estoy seguro de que el Espíritu de Dios en mis pobres palabras está llevando la revelación”

Su misma presencia que llena la Catedral, para mí es un motivo poderoso de estímuloy pensar que junto a esta muchedumbre de la Catedral que expresa atenta su aceptación, muchas comunidades en parroquias, en sus campanarios ponen las bocinas para que el pueblo oiga, o en ermitas humildes, reunidos en comunidad, meditan después, la graban y se quedan meditando qué más pueden aprender de lo que oyeron. [2º Domingo de Adviento: “Cristo, centro y fin de toda la historia humana”. 4/XII/77. III, 20]




  1. Se burlaron de él y le acusaron de creerse profeta: “Nunca me he creído profeta como en el sentido de único en el pueblo porque sé que ustedes y yo, el pueblo de Dios, formamos el pueblo profético, y mi papel únicamente es excitar en ese pueblo su sentido profético que no lo puedo dar yo, sino que lo ha dado el Espíritu; y cada uno de ustedes puede decir con toda verdad: «El Espíritu entró en mí desde el día del bautismo y me envió a la sociedad salvadoreña, al pueblo de El Salvador», que si hoy anda tan mal, es porque la misión profética ha fracasado en muchos bautizados. Pero, gracias a Dios, yo quiero decir también, que hay en nuestra Arquidiócesis un despertar profético”




  1. De que buscaba lucirse y ganar aplausos.



¿De dónde le venían las acusaciones?: de los sectores dominantes:


  • Del presidente de la República: El Señor Presidente acusó en México crisis en la Iglesia a causa de clérigos tercermundistas. Denunció la predicación del Arzobispo como una predicación política y que no tiene la espiritualidad que otros sacerdotes sí siguen predicando. Que me estoy aprovechando de mi predicación para promover mi candidatura del Premio Nobel. ¡Qué tan vanidoso me creen!

  • De la policía y el ejército que le hicieron registros injustificados cuando visitaba las comunidades.

  • Grupo paramilitar ORDEN.

  • Organizaciones fantasmas de derecha.

  • Dentro de la misma Iglesia: Veré al Papa y platicaré con él. Yo nunca he estado opuesto a la línea del Papa. Seguiré todo lo que el Papa dice. Ya sé que allá, adelante, están muchas denuncias contra mí. Hay muchas informaciones que están diciendo de lo torcido de mi pastoral y sé que el Papa me preguntará sobre ello, aunque le diré: Santo Padre, Usted envió ya una visita Apostólica que pudo consultar a muchos testigos, al pueblo, y no hago más que remitirme a lo que Su Santidad disponga; pero de mi parte sepa que he predicado el Evangelio y que estoy dispuesto a seguir predicando en defensa del querido pueblo, que el Señor me ha encomendado, ese Evangelio del Señor... [2º Domingo de Pascua: “Pascua, Celebración de los bienes de la nueva alianza”. 22/IV/79. VI, 319-320]



  • De la prensa local: Cuando hemos querido publicar algo que toque las estructuras económicas, encontramos la oposición de los mismos anunciantes. Yo mismo fui desterrado de un periódico donde los anunciantes dijeron que no convenía que yo escribiera en el periódico. Con esta libertad ¿cómo vamos a abrir las páginas de los periódicos, o los micrófonos de la radio y la televisión?


Dentro de este contexto de persecución, Mons. Romero, fue fiel a su Iglesia, a los sacerdotes, al pueblo: aquella su famosa frase “quien toca a un sacerdote toca al obispo” que pronunció ya con el asesinato del padre Rutilio Grande, la fue ampliando y así llegó a decir:

  • El que toca un jesuita toca a la Iglesia.

  • Quien toca a una congregación religiosa, toca el rostro de la Iglesia.


Por eso, se siente profundamente conmovido con la respuesta del clero y de los fieles hacia él:
La solidaridad con el Obispo me ha conmovido profundamente, ... Yo les agradecí profundamente, ellos se comprometieron a solidarizarse cada vez más, de tal manera dijeron, que me devolvían aquella frase «Quien toca a un sacerdote toca al Obispo», los sacerdotes podemos decir: «Quien toca al Obispo, toca a todos los sacerdotes». Les agradezco profundamente, queridos hermanos sacerdotes y sepan que jamás en mi conciencia traicionaré ese profundo voto de solidaridad y de confianza.


    1. Hay, también, otros textos conmovedores, aquellos que expresan –de modo directo o indirecto– las tentaciones y crisis que, como todo buen profeta, experimentó. Esta selección de texto la he colocado en el segundo apartado del segundo capítulo.


Pienso que lo mejor de su personalidad y calidad humana se encuentra en estos textos. Dice, por ejemplo:
Haber vivido tantos aos, tal vez en las comodidades, en las riquezas, en el bienestar poltico y no nos preocupamos de aquel Cristo que estaba a nuestras puertas o que lo encontrbamos en las calles. Yo le pido perdn a Dios en esta maana por no haber sido siempre el cristiano que Dios va a examinar a la hora de la muerte. Y quiero reparar mi falta para decirles a todos ustedes, mis hermanos, con quienes comparto la responsabilidad de ser Iglesia, Reino de Dios, que de veras hagamos del Reino de Dios que somos, como ley, el amor”. [Fiesta de Cristo Rey: “Su Reino no tendrá fin”. 26/XI/78. V, 328]
¿Qué tentaciones experimentaría Mons. Romero? Son tentaciones de las que Monseñor nos habla, a veces explícitamente, otras veces implícitamente:
He identificado 13 tentaciones:


  1. La tentación de las riquezas: todos sabemos que al inicio de su arzobispado las familias ricas le quisieron regalar una casa y él la rechazó y se fue a vivir a la sacristía del Hospitalito La Divina Providencia. ¿Por qué rechazó aquella casa y otras prevendas?: El mismo nos lo dice: “Cristo es la riqueza absoluta del hombre. Por ganar a Cristo hay que perderlo todo”.

Gracias a Dios, no adoramos la riqueza ni nos hace falta; cuando lo tenemos todo en el único Dios que ha creado las cosas de la tierra, nos sentimos infinitamente más desarrollados y ricos que los que creen consistir las riquezas en el oro y en las cosas de la tierra”.


Qué bella actitud la del hombre independiente, la del hombre que no hace consistir su predicación y su Iglesia en el apoyo del dinero. Esto nos está costando mucho en nuestra Iglesia, hermanos. Esta autonomía del ídolo dinero, del ídolo poder y presentarnos al mundo como Pablo, audazmente libre. Agradecer al que nos da, pero sepan que no son necesarios, que por eso no me van a condicionar mi predicación. ¡Muchas gracias!, pero sepan que yo me debo a Dios y no a ustedes. ¡Muchas gracias!”


  1. La tentación de la seguridad que ofrece el poder. El Gobierno le ofreció protección: “Quiero agradecer las multitudes manifestaciones de solidaridad que me han llegado con motivo de lo que dije el domingo pasado: De cierta noticia de peligro contra mi vida. Yo no le quisiera dar más importancia a este asunto, porque estamos en las manos de Dios. Quiero agradecer también al Sr. Presidente de la República, desde luego, la atención de escuchar mis homilías. Porque dicen que cuando los periodistas le preguntaron si sabía de esta amenaza, dijo que lo había sabido por escucharlo en mi homilía. Muchas gracias, Señor Presidente, por escucharme. Pero también quiero agradecerle el haber ofrecido proporcionarme protección si yo se la solicitaba. Se lo agradezco pero quiero repetir aquí mi posición: De que no busco yo nunca mis ventajas personales, sino que busco el bien de mis sacerdotes y de mi pueblo...

Quiero decirle tambin, que antes de mi seguridad personal, yo quisiera seguridad y tranquilidad para 108 familias y desaparecidos..., para todos los que sufren. Un bienestar personal, una seguridad de mi vida no me interesa mientras mire en mi pueblo un sistema econmico-social y poltico que tiende cada vez ms a abrir esas diferencias sociales. Lo que yo quisiera del Supremo Gobierno, fuera un esfuerzo por garantizar esa verdadera paz que todos anhelamos pero que no se puede conseguir con represiones y con atropellos sino con justicia social, que es lo que ms urge entre nosotros. [2º Domingo del Tiempo Ordinario: “El Bautismo, Epifanía de la realidad mesiánica”. 14/I/79. VI, 120]


  1. La tentación del poder: “Ayer en San Juan Opico, el Canal 13 de televisión de México me preguntaba: «Si le ofrecieran a usted o a la Iglesia el liderazgo en una revolución, ¿usted lo aceptaría?» Le dije yo: «Haría un disparate, la Iglesia no está para eso en la tierra. La Iglesia no está para ser un capitán de un ejército. La Iglesia no está para llevar una revolución. La Iglesia está para ser madre de unidad. Se mantiene autónoma entre dos partidos que pelean para poderle decir, a uno y a otro, lo justo y lo injusto; y para poder reclamar a la hora de los pecados de guerra, lo que no se debe de hacer ni en situaciones conflictivas». La Iglesia quiere ser siempre la voz de Cristo



  1. La tentación de la vanidad: Temo por la debilidad de mi carne, pero pido al Señor que me dé serenidad y perseverancia. Y también humildad porque siento también la tentación de la vanidad. [“Ultimo retiro espiritual de Mons. Romero”, Revista Latinoamericana de Teología, Enero-Abril (1988), V, 4]



  1. Tentación del resentimiento y de la amargura: “sepan que traigo el corazón como siempre, lleno de amor para todos, no guardo resentimientos para nadie... No lo he aprendido en Puebla, me alegré de haberlo vivido siempre, que la evangelización que en Puebla estudiamos para el presente y el futuro de América Latina tiene que estar sobre una sólida base de amor”.




  1. Tentación de superioridad por el cargo religioso que ostentaba.




  1. Tentación del desaliento: “Hay momentos en que la tempestad de la historia se agiganta y crea confusión, angustia, desaliento, pesimismo. Hasta algún pastor que debía de ser signo de tranquilidad, de seguridad y de orientación se muestra también desorientado
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