Rosa Luxemburg Índice Prólogo 4 primera parte: El problema de la reproducción 5



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206 “La partición de herencias y la ejecución por deudas destrozando las comu­nidades, tal es la fórmula que se oye ahora por todas partes en la India” (Henry Maine, lugar citado, página 113).

207 Este esclarecimiento típico de la política oficial inglesa en las colonias se encuentra, por ejemplo, en el representante del poder inglés en la India durante muchos años, lord Roberts de Kandahar, el cual, para explicar el alzamiento de los cipayos, sólo sabe aducir “malas interpretaciones” de las intenciones pater­nales de los gobernantes ingleses: “A la comisión de colonización interior se la culpaba, falsamente, de injusticia cuando, como era su deber, controlaba el de­recho a la propiedad de la tierra y los títulos en que se fundaba, para hacer que el propietario legitimo de un terreno pagase la contribución territorial. Una vez establecidos la paz y el orden, era menester examinar la propiedad territo­rial, conseguida, en gran parte, por robo y violencia, como es uso de los gobernantes y monarquías indígenas. Por esto se abrieron investigaciones acerca de los derechos de propiedad, etc. El resultado de estas investigaciones fue que muchas familias de rango e influencia se habían apoderado sencillamente de la propiedad de sus vecinos menos influyentes, o les hacían pagar una contribución que correspondía a sus fincas. Esto se modificó de modo justo. Aunque esta me­dida se tomó con las mayores consideraciones y el mejor deseo, resultó extra­ordinariamente desagradable a las clases elevadas y, en cambio, no se logró con ella reconciliar a las masas. Las familias reinantes tomaron a mal los intentos de implantar una distribución justa de los derechos y una implantación uniforme de tributos a la propiedad territorial. Aunque, por otra parte, la población rural había sido mejorada por nuestro Gobierno no quiso comprender que con estas medidas queríamos mejorar su posición.” (Forty one years in India)


208 En las máximas de gobierno de Timur (traducido del persa al inglés en 1783) se dice: “y ordené que construyesen lugares de devoción y monasterios en todas las ciu­dades; que erigiesen albergues para la recepción de los viajeros en las grandes vías y que construyesen puentes en los ríos.

“y ordené que los puentes en mal estado fuesen reparados; y debían ser construi­dos puentes sobre los riachuelos y sobre los ríos y que en las calzadas, a distancia de una jornada uno de otro, se dispongan caravansarai y que se pongan en el camino guardias y vigilantes, etc., y que en cada caravansarai residan gentes, etc.



“y ordené que cuando alguien emprendiese el cultivo de tierras incultas, o cons­truyese un acueducto, o hiciese un canal, o plantase un bosque, o volviese a cultivar un distrito desierto, nada se le cobrase el primer año; y el segundo, aquello que el sujeto voluntariamente ofreciese, y que en el tercero se percibiesen los impuestos conforme a las reglas.” (James Mill, The History of British India, 4ª ed., volumen II, pá­ginas 492-498)

209 Conde Warren, De l’état moral de la population indigène, citado por Kowalewski, lugar citado, página 164.

210 Historical and descriptive account of British India from the most remote period to the conclusion of the Afghan War by Hugh Murray, James Wilson, Greville, Prof. Jameson, WilIiam Wallace and Captain Dalrymple, Edimburg, 4ª edición, 1843, tomo II, página 427, Citado por Kowaleski, lugar citado.

211 Víctor v. Leyden, Constitución agraria y contribución territorial en la India británica oriental, Jahrbuch für Gesetzgebung, Verwaltung und Volkswirtschaft, XXXVI, cuaderno 4, página 1855.


212 “Casi siempre, al morir, el padre de familia recomienda a sus descendientes que vivan en la unión perfecta siguiendo el ejemplo de sus abuelos. Es ésta su última exhortación y su voto más caro.” (A. Manotaux, A. Letourneux, etc. La Kabylie et les coutumes Kabyles, 1873, tomo 2, Droit civil, páginas 468-473.) Por lo demás, los autores se atreven a comenzar la descripción reproducida de este comunismo de la gran familia, con la consiguiente sentencia: “En la colmena laboriosa de la familia asociada, todos se hallan reunidos con un fin común; todos trabajan en un interés general, mas ninguno abdica su libertad, ni renuncia a sus derechos hereditarios. En ninguna otra nación se encuentra combinación alguna que esté más cerca de la igualdad y más lejos del comunismo.

213 “Tenemos que apresurarnos [declaraba en 1851 en la Asamblea Nacional el diputado Diclier, como ponente] a destruir las asociaciones familiares, pues son la palanca de toda oposición contra nuestra dominación.”

214 V. G. K. Anton, Neuere Agrarpolitik in Algerien und Tunesien, Jahrbuch für Gesetzgebung, Verwaltung und Volkswirtschaft, 1900, páginas 1.341 y siguientes.

215 En su discurso de 20 de junio de 1912 en la Cámara de Diputados francesa, el ponente de la comisión para la reforma del “indígena” (de la justicia administra­tiva) en Argelia, Albin Rocet, adujo el hecho de que, del distrito de Setif, habían emigrado 1.000 argelinos. De Tlemcen emigraron, el año pasado, en un mes, 1.200 indígenas. El punto de la emigración es Siria. Un emigrante escribe desde su nueva patria: “Me he establecido en Damasco y soy perfectamente feliz. Nos encontramos ahora en Siria numerosos argelinos que han emigrado como yo, y a quienes el Gobierno ha concedido tierras, facilitándoles la adquisición de los medios necesarios para su cultivo. El Gobierno argelino combate la emigración por el procedimiento de negar los pasaportes,” (Véase Journal Officiel de 21 de julio de 1912, páginas 1.594 y siguientes).

216 En 1854 se importaron 77.379 cajas. Más tarde, la importación descendió leve­mente a causa de la difusión de la producción nacional; no obstante, China con­tinúa siendo el principal cliente de las plantaciones indias. En 1873-1874 se produjeron en la India 6,4 millones de kilos de opio, de los cuales se vendieron a los chinos 6,1 millones. Todavía ahora, India exporta anualmente 4,8 millones de kilos por va­lor de 150 millones de marcos, casi exclusivamente a China y al archipiélago malayo.

217 Citado por el mayor J. Scheibert, La guerra en China, 1903, página 179.

218 Un edicto imperial del día 3 de la luna VIII en el X año Hsien-Feng (6 de septiembre de 1860) dice, entre otras cosas:

“No hemos prohibido nunca a Inglaterra ni a Francia tener comercio con China, y durante muchos años ha habido paz entre ellos y nosotros. Pero hace tres años, los ingleses penetraron con malas intenciones en nuestra ciudad de Cantón e hicie­ron prisioneros a nuestros funcionarios. Por aquel entonces no tomamos represalias ni medidas, porque nos vimos obligados a reconocer que la obstinación del virrey Yah había dado, en cierto modo, ocasión a las hostilidades. Hace dos años, el jefe de los bárbaros, Eljin, avanzó hacia el Norte y dimos orden al virrey de Chihli, T’an Ting-Hsiang, que examinase los hechos antes de entrar en negociaciones, Pero el bárbaro se aprovechó de que no estábamos preparados: tomó los fuertes de Taki y avanzó sobre Tientsin. Preocupados de ahorrar a nuestro pueblo los horrores de la guerra, prescindimos, una vez más, de tomar represalias y ordenamos a Kuei-Liang que entablase negociaciones de paz. A pesar de las vergonzosas exigencias de los bárbaros, ordenamos a Kuei-Liang dirigirse a Schangai para ocuparse del tratado de comercio propuesto, e incluso lo ratificamos como signo de nuestra buena fe.”

“Sin tener en cuenta nada de esto, últimamente, el jefe de los bárbaros, Bruce, con una obstinación completamente irrazonada, apareció en la XVIII luna con una escuadra de barcos de guerra en la bahía de Tako. Acometió violentamente a Seng Ko Liu Ch’in y le obligó a retirarse. De todo esto se deduce que China no ha fal­tado a la fe prometida, y que los bárbaros no tienen ninguna razón. Ahora, en el año corriente, los jefes bárbaros Eljin y Gros han vuelto a aparecer en nuestras costas, pero China, no deseando recurrir a medidas extremas, les permitió el des­embarco y una visita a Pekín para ratificar el tratado.”

“¡Quién hubiera creído que los bárbaros no habían hecho más que tendernos trampas durante todo este tiempo y que traían consigo un ejército de soldados y ar­tillería, con el que tomaron por la espalda los fuertes Taku y, después de desalo­jada la guarnición, marcharon sobre China!” (China bajo la emperatriz viuda, Ber­lín, 1912, página 25. Véase también en la mencionada obra todo el capitulo titulado “La huida a Jehol”).



219 Las operaciones de los héroes europeos para conseguir la apertura de China al comercio de mercancías, están enlazadas con un lindo fragmento de la historia interior de China. Reciente el saqueo del palacio de verano de los soberanos man­chúes, el “Gordon chino” emprendió la campaña contra los rebeldes Taiping, y en 1863 tomó, incluso, el mando del ejército imperial. La sofocación del alzamiento fue en realidad obra del ejército inglés. Pero, a pesar de que un número conside­rable de europeos, entre ellos un almirante francés, perdieron su vida para con­servarle China a la dinastía manchú, los representantes del comercio de mercan­cías europeo aprovecharon la cuestión para hacer un negocio con estas luchas, su­ministrando armas tanto a los defensores de la apertura de China al comercio, como a los rebeldes contra quienes éstos combatían. “La ocasión de hacer dinero indujo, además, a los honorables comerciantes, a suministrar a ambas partes armas y municiones, y como las dificultades de aprovisionamiento de estos artículos eran ma­yores para los rebeldes que para los imperiales, y tenían que pagar, por tanto, pre­cios más altos de los que estaban dispuestos a pagar, fueron adquiridos preferente­mente por los negociantes. Estos armamentos les permitieron resistir, no sólo a las tropas del propio Gobierno, sino también a las de Inglaterra y Francia.” (M. V. Brandt, 88 Jahre in Ostasien, 1901, tomo 3, “China”, página 11)

220 Dr. V. Franke, La situación jurídica de la propiedad territorial en China, Leipzig, 1903, páginas 82 y ss.

221 China bajo la emperatriz viuda, página 334.

222 En China, la industria doméstica se ha conservado en amplia escala hasta la época más moderna, incluso en la burguesía, y hasta en ciudades comerciales tan populosas y antiguas como Mingpó con sus 300.000 habitantes. “Hace sólo una ge­neración, las mujeres hacían, ellas mismas, zapatos, sombreros, camisas y demás artículos de uso para sus maridos y para ellas. En aquel entonces causaba impre­sión en Mingpó, que una mujer joven comprase en una tienda algo que hubiera debido fabricar con sus propias manos.” (Dr. Nyok-Ching Tsur, Las explotaciones industriales de la ciudad de Mingpó, Tubinga, 1909, página 51)


223 Cierto que el último capitulo de la historia de la economía campesina bajo la influencia de la producción capitalista invierte los términos de esta relación. Es frecuente que los pequeños labradores arruinados, que trabajan en la industria do­méstica para un empresario capitalista, o que trabajan sencillamente por el salario en la fábrica, se conviertan en obreros profesionales, mientras las labores agrícolas descansan completamente sobre los hombros de las mujeres, ancianos y niños. Un ejemplo típico lo ofrece el pequeño labrador de Wurtemberg.

224 3 W. A. Peffer. The Farmer’s side. His troubles and their remedy, Nueva York, 1891, Parte I: “How we got here”, Capítulo 1: “Changed condition of the Farmer”, páginas 56-57. Ver también A. M. Simons, The American Farmer, 2ª edición, Chicago, 1906, páginas 74 y ss.

225 Citado por Lafargue, “El cultivo y comercio de cereales en los Estados Unidos”, Die Neue Zeit, 1885, página 344 (el artículo se publicó, por primera vez en el año 1883 en una revista rusa).

226 Las tres leyes tributarias de 30 de junio de 1864 constituyen, prácticamente, una sola, y son, probablemente, las medidas tributarias más grandes que el mundo ha visto. La ley referente a los impuestos Interiores se hizo, como ha dicho Mr. David A. Wels, partiendo del principio del irlandés de la feria de Donnybrook: “Donde veas una cabeza, tásala; donde veas un artículo, imponle una contribución.” Todo fue objeto de imposición, y de imposición elevada. (F. W. Taussig, The Tariff His­tory of the United States, Nueva York, 1888, página 164)


227 “Las necesidades de la situación, el crítico estado del país, la necesidad urgente de ingresos pueden haber justificado esta premura, de la que puede decirse, sin temor, que es única en la historia de los países civilizados.” (Taussig, lugar citado, página 178)

228 W. A. Peffer, lugar citado, página 58.

229 Ibídem, “Introducción”. página 6. Sering calcula para el año 1885 que el dinero necesario para iniciar escasamente la más pequeña granja en el Noroeste son 1.200/ 1.400 dólares. (Die landwirtschaftliche Komkurrenz Nordamerikas, Leipzig. 1867, pá­gina 431)

230 El informe del US Commissioner of Labor para 1898 contiene el siguiente cuadro de las ventajas obtenidas por la maquinaria frente al trabajo manual:

Jornada de trabajo empleando máquinas por unidad gastadaJornada de trabajo empleando máquinas por unidad gastadaJornada de trabajo con trabajo manual para la misma unidad del productoJornada de trabajo con trabajo manual para la misma unidad del productoTRABAJOHorasMinutosHorasMinutosSiembra de cereales-32,71055Cosecha de trilla de cereales1-4640Siembra de maíz-37,5615Siega de maíz34,55-Deshacer maíz-3,66640Siembra de algodón1 3848Cultivo de algodón125,160-Siembra heno Hoz/ máquina10,6720Recogida y empaquetado heno113,43530Siembra de patatas12,53530Siembra de tomates1 410-Cultivo y recolección de tomates1345,232420



231 La exportación de trigo de la Unión a Europa ascendió en millones de bussels:

1868-1869 17,91874-1875 71,81879.1880153,21885-1886 57,71890-1891 55,11899-1900101,9(Jurascheck, Ubersichten der Weltwirtschaft, Tomo VII, parte I, página 32)

Al mismo tiempo, el precio descendió en la granja, por bushel, del siguiente modo:

1870-18791051880-188983189551189673189781189858

Desde 1898 en que llegó a 58, el precio vuelve a subir:

190072190162190263190370190492(Jurascheck, lugar citado, página 18)

Según los informes mensuales sobre el comercio exterior en 1912, el precio de 1.000 kilos en marcos era en junio de 1912:

plazaTrigoBerlín227,82Mannheim247,93Odesa173,94Nueva York178,08Londres 170,96París243,39



232 Peffer, lugar citado, parte 1ª, Where we are?, capítulo II: “Progress of Agriculture”.

233 Lugar citado, página 42.

234 Sering, Die landwirtschaftliche Konkurrenz Nordamerikas, página 433.

235 Peffer, lugar citado, páginas 35-36.

236 Citado por Nikolai-on, lugar citado, página 224.

237 La emigración al Canadá ascendió en 1901 a 49.149 personas. En 1911 emigraron más de 300.000 personas, entre ellos 138.000 ingleses y 134.000 norteamericanos. A fi­nes de mayo de 1912, en Montreal continuaba la afluencia de granjeros norte­americanos.

“En mi viaje por el oeste canadiense, no he visto más que una granja que tu­viese menos de 1.000 acres. Según un censo de 1881, en Manitoba (Canadá) había 2.384.337 acres de terreno ocupados por sólo 9.067 propietarios; según esto, corres­pondían 2.047 acres por persona, una media que no alcanzaba, ni remotamente, ninguno de los Estados de la Unión.” (Sering, lugar citado.) Menos difundida estaba, es cierto, en el Canadá, a comienzos del octavo decenio, la explotación en gran escala. Pero ya Sering describe la Bell-Farm, una granja perteneciente a una so­ciedad anónima que abarcaba nada menos que 22.680 hectáreas y estaba evidente­mente organizada conforme al modelo de la granja Dalrymple. Sering, que se mostraba frío y escéptico en cuanto a las posibilidades de la competencia cana­diense, ha calculado que el “cinturón productivo” del Canadá occidental tenía una superficie de 311.000 kilómetros cuadrados, o sea, tres quintas partes de Alemania; de este total calculaba que sólo podía considerarse verdaderos terrenos de cultivo 38,4 millones de acres, y, a lo sumo, 15 millones de acres como probable zona tri­guera (Sering, páginas 337 y 338). Según las estimaciones de la “Manitoba Free Press” de mediados de junio de 1912, la superficie propia para el cultivo del trigo temprano en Canadá ascendía en el verano de 1912 a 11,2 millones de acres contra una super­ficie de 19,2 en los Estados Unidos. (Véase Berliner Tageblatt, Hoja comercial, número 305 de 18 de junio de 1912)



238 Erust Schultze, La vida económica en los Estados Unidos, Jahrbuch für Gesetz. Werw, und Volhsw, 1912, capítulo IV, página 1.724.


239 Moshesh, el gran jefe basuto, a cuyo valor y condiciones de gobierno debían los basutos su existencia como pueblo, vivía aún en esta época, pero la guerra cons­tante con les boers del Estado libre de Orange le habían precipitado a él y a sus partidarios en la última miseria. Dos mil guerreros basutos habían sido muertos, les habían robado el ganado; sus casas habían sido destruidas, y taladas las cosechas. La tribu se hallaba reducida a una situación desesperada y sólo podía salvarla la protección del Gobierno inglés. que había implorado repetidamente.” (C. P. Lucas, A Historical Geography of the British Colonies, Oxford, volumen IV, página 60)

240 La parte oriental del territorio es Mashonaland, donde, con autorización del rey Lobengula, que decía tener derecho a ella, se había establecido primeramente la Compañía Británica Sudafricana. (Lucas, lugar citado, página 77)


241 La red de ferrocarriles ascendía en kilómetros:

EuropaAméricaAsiaÁfricaAustralia18402.9254.754---185023.50415.064---186051.86253.9351.3934453671870104.91493.1398.1851.7861.7751880168.983174.66616.2784.6467.8471890223.869331.41733.7249.38618.8891900333.348526.382101.31636.85431.014

Según esto, el incremento ascendió en

EuropaAméricaAsiaÁfricaAustralia1840-1850710 %215 %---1850-1860121 %257 %---1860-1870102 %73 %486 %350 %350 %1870-188061 %88 %99 %156 %333 %1880-189032 %89 %107 %104 %142 %1890-190027 %21 %79 % 114 %27 %



242 Tugan-Baranowski, Estudios sobre la teoría e historia de las crisis comerciales, página 74

243 Sismondi, Nouveux principes, Tomo II, Libro IV, Capítulo IV: “La riqueza comercial sigue al crecimiento de la renta”.

244 “Comenzó [refiere el representante de la casa Fowler, el ingeniero Eych] un cambio febril de telegramas entre el Cairo, Londres y Leeds. ¿Cuándo puede sumi­nistrar Fowler 150 arados de vapor? -Respuesta: en un año. Se necesita empleo de todas las fuerzas. ¡150 arados de vapor han de ser desembarcados en Alejandría antes de la primavera! -Respuesta: ¡imposible! La fábrica Fowler, con sus dimensio­nes de entonces, apenas podía fabricar tres arados de vapor a la semana. Al mismo tiempo, ha de tenerse en cuenta que un arado de este género costaba 50.000 marcos y que, por tanto, se trataba de un pedido de 7 millones y medio.

Telegrama siguiente de Ismael Pachá: ¿Qué costaría la ampliación Inmediata de la fábrica? El virrey estaba dispuesto a dar el dinero necesario. Pueden ustedes imaginarse que Leeds no desperdició la ocasión. Pero también otras fábricas de Inglaterra y Francia hu­bieron de suministrar arados de vapor. En el arsenal de Alejandría, el descargadero de las mercancías del virrey se llenó de calderas, ruedas, tambores, cables, cajas y cajones de todo género, y las fondas de segunda clase del Cairo, de conductores de arados de vapor improvisados, sacados a toda prisa de herreros y cerrajeros, de mo­zos de aldeas y muchachos que prometían. Pues en cada uno de estos arados de vapor debía ir, al menos, un pionier experto de la civilización. Todo esto era en­viado por los Effendis de Alejandría, en revuelta confusión, al interior, sólo para poder disponer de sitio para continuar la descarga y que, al menos, el barco que iba a llegar pudiera depositar su carga. Es difícil hacerse una idea de cómo llegaba todo esto a su lugar de destino, o, mejor dicho, a cualquier otro lugar que no fuese el de su destino. Aquí yacían diez calderas a la orilla del Nilo, a diez millas de dis­tancia, las máquinas correspondientes; allí una montaña de cables, veinte millas más allá los tambores para ellos. Aquí se veía a un mecánico inglés hambriento y des­esperado, sentado sobre una montaña de cajas francesas; allí otro, desesperado, se entregaba a la bebida. Enffendis y Katibs corrían (llamando a Alá en su auxilio) ­de aquí para allá, entre Siut y Alejandría, haciendo inacabables listas de cosas de cuyos nombres no tenían la menor idea. Y, sin embargo, al fin, se puso en movi­miento una parte de este aparato. El arado de vapor apareció en el alto Egipto. La civilización y el progreso habían avanzado un paso más.” (Fuerzas vivas, siete confe­rencias sobre asuntos de técnica, Berlín, 1908, página 219)




245 Por lo demás, el dinero que se sacaba del fellah egipcio iba a parar también al capital europeo dando un rodeo por Turquía. Los empréstitos turcos de 1854, 1855, 1871, 1877 y 1886, se basaban en el tributo egipcio varias veces elevado, que se pagaba directamente al Banco de Inglaterra.

246 “Personas residentes en el Delta [informa el Times desde Alejandría el 31 de marzo de 1879] aseguran que aplicando los antiguos métodos se ha recaudado el tercer trimestre de la contribución anual. Esto produce un efecto extraño cuando se sabe que las gentes se mueren de hambre en los caminos, que grandes zonas yacen baldías a causa de las cargas fiscales, que los granjeros han vendido su ganado, las mujeres sus galas y los usureros llenan los registros de hipotecas con sus escrituras y los tribunales con sus demandas de ejecución”. ( Citado por Th. Rothstein, Egypt’s Ruin, 1910, páginas 69-70)

247 “Esto procede completamente [escribía el corresponsal del Times desde Ale­jandría] de impuestos pagados por los campesinos en especie, y si uno piensa en los pobres fellah sobrecargados de trabajo, mal alimentados y que viven en sus mise­rables cabañas, trabajando día y noche para llenar los bolsillos de sus acreedores, el pago puntual del cupón deja de ser un objeto de plena satisfacción.” (Citado por Th. Rothstein, lugar citado, página 49)

248 Eyth, un distinguido agente de la civilización capitalista en los países primi­tivos, termina su magistral bosquejo sobre Egipto, del que hemos tomado los prin­cipales datos, con la siguiente profesión de fe imperialista: “Lo que nos enseña este pasado tiene también un significado forzoso para el porvenir: Europa, aunque no sin luchas de todo género, en las que apenas pueden distinguirse la justicia y la injusticia, y en las que la razón política e histórica equivale a menudo al infortunio de millones, y la injusticia política a su salvación; Europa, tiene que poner su mano firme sobre aquellos países que no son capaces de vivir por sus propias fuer­zas la vida de nuestra época, y la mano firme terminará, como en todas partes, con el malestar que reina en las orillas del Nilo.” (Lugar citado, página 247) Acerca del aspecto que ofrece el “orden” que Inglaterra ha creado “en las orillas del Nilo”, nos da Rothstein, lugar citado, datos suficientes.

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