Don Iñigo de Guebara
Tomó también parte en las luchas de los bandos, siendo por ello comprendido en la sentencia que fulminó Enrique IV contra los Parientes Mayores en 1457, en la que le desterró a Ximena por dos años. Fué Adelantado mayor de León; más tarde Cardenal de la Santa Iglesia Romana. Obtuvo el título de Conde de Oñate, por merced del mismo Enrique IV en 1469, cuya gracia le confirmaron los Reyes Católicos en cédula de 18 de Septiembre de 1481.
En este tiempo construyó D. Iñigo sobre el viejo torreón de Guebarra el magnífico castillo, que fué ornamento y gloria
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de la tierra alabesa hasta su triste destrucción en el pasado siglo.
El rey D. Carlos II concedió a esta casa la Grandeza de España de primera clase en 24 de Octubre de 1684. Extinguida su varonía directa en 10 de Marzo de 1725, a la muerte sin posteridad del décimo Conde de Oñate D. Diego Gaspar Velez ladrón de Guebara, Marqués de Guebara, Conde de Campo-Real y Villamediana, Correo mayor de España, Señor de Salinillas y de la casa de Orbea, entró en el Condado de Oñate en la familia de Guzmán por el casamiento de su única hermana D.ª Melchora Velez Ladrón de Guebara con D. Sebastián de Guzmán y Spinola, marqués de Montealegre y de Quintana del Marco, Conde de Castronuevo.
Raro será el libro de historia de España en que no suene el apellido Guebara. Escrito ya el artículo precedente, vemos la obra que D. Angel del Arco acaba de publicar sobre la conquista de Granada intitulándola « Glorias de la nobleza española». Dice así en su página 302: «El ilustre apellido de Velez de Guebara dió a la guerra de Granada dos campeones aguerridos: D. Víctor y D. Pedro Velez de Guebara, padre e hijo (hijo y nieto respectivo del primer Conde D. Iñigo) los que al frente de una poderosa mesnada de sus señoríos, realizaron brillantes empresas de las que las crónicas hacen el merecido elogio. Ambos caballeros vinieron a la conquista de Málaga y después a la de Baza, ante cuyos muros sucumbió, cubierto de gloria, D. Víctor Velez de Guebara, cuya pérdida no fué obstáculo para que su hijo D. Pedro prosiguiese la guerra, ganoso de cobrar a los moros aquel inmenso desastre». Asistió, pues, a la rendición de la ciudad de la Alhambra en 1492. Casó con D.ª Mencia de Velasco, hija del Condestable don Iñigo Fernández de Velasco, y tuvo por hijos a D. Ladrón Velez de Guebara, tercer Conde de Oñate, D. Pedro, que murió de un astillazo de lanza, justando en la casa de la reina, don Francisco, D. Carlos, D. Juan y D.ª Beatriz. Contrajo luego segundas nupcias con una dama cuyo nombre no consta, y tuvo en ella a D. Pedro Velez de Guebara, obispo de Ciudad Rodrigo y a D.ª Isabel Velez de Guebara, monja en el monasterio de Bidaurreta de Oñate y Abadesa del mismo.
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Tan dilatada y memorable ascendencia no bastó a que se librara este linaje del prurito de remontarla a desconocidos tiempos y gentes aún más desconocidas. El propio fray Antonio de Guebara da crédito en una de sus Epístolas familiares a los que le hacían oriundo de Bretaña.
Tiene sin duda fuerza retroactiva la sentencia de que nadie es profeta en su tierra.
Preferir una mentida filiación de los Duques de Bretaña a la históricamente cierta, conocida y probada del Príncipe de los Nabarros, es el colmo del delirio y un crímen acreedor a la pena de capitis-disminución máxima en la sociedad euskara.
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