Determinantes del envejecimiento
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Variables o factores determinantes
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Transversales
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Cultura y género
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Relacionados con
sistema sanitarios y los servicios sociales.
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Programación de la salud y prevención de enfermedades, servicios curativos, servicios de salud mental y asistencia de larga duración.
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Conductuales
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Tabaquismo, actividad física, alimentación sana, alcohol y cumplimiento terapéutico.
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De factores personales
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Biología y genética, factores psicológicos como tales como la inteligencia
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Del entorno físico
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Seguridad en la vivienda, agua limpia, posibles caídas, aire puro y calidad alimentaria entre otro.
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Del entorno social
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Apoyo socio-familiar, violencia y/o abusos, grado de educación y/o alfabetización entre otros
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Económicos
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Ingresos, protección social, trabajo y actividades económicas
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Nota. Cuadro elaborado con datos tomados de Informe de la OMS (2002).
Para alcanzar un envejecimiento activo se requiere activar el locus de control interno el cual lleva a percibir, que los eventos ocurridos son efecto de las propias acciones del individuo. Ello debe conllevar a asumir mayor responsabilidad en las actuaciones y en los hábitos saludables. Debe actuar el adulto mayor y/o senecto sin esperar la aprobación de otros, ser el encargado de realizar los esfuerzos, mostrar sus habilidades y responsabilidad personal
La auto-eficacia influye en las expectativas, esfuerzos, perseverancia, resistencia a la adversidad, vulnerabilidad al estrés y la depresión de los clientes gerontológicos. Asimismo pone en disposición a las personas de permitir o consentir, elegir situaciones de reto como explorar su medio o crear nuevos entornos (Reynoso y otros 2005 p. 129- 130)
Principio del formulario
Por otra parte, el ejercicio físico y mental son buenos predictores del envejecimiento activo. Así, nos encontramos con que las actividades operativas como: deportes adecuados a la edad, actividades culturales, actividades sociales o de ocio y tiempo libre, predicen en gran medida la supervivencia de los sujetos. (Cailliet y Groos, 1988)
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De igual modo indica Fernández-Ballesteros (2003), en la actividad está la clave para el mantenimiento y optimización de la fisiología. Lo que lleva a sugerir o recomendar para la promoción de un envejecimiento activo y transformable. La actividad en forma de ejercicios la cual es capaz de entrenar funciones físicas y/o cognitivas y además permite, compensar el declive propio de la edad y optimizar capacidades preservadas, todo ello en aras de mantener buenos niveles de capacidad funcional.
Sobre la actividad física es muy vasta la literatura especializada que demuestra una correlación entre esta variable con el funcionamiento cognitivo, (Cailleiet y Groos, 1988) y el ajuste emocional de los adultos mayores y senectos. En lo relativo al efecto de la actividad intelectual, la investigación gerontológica muestra como la actividad física compensa el declive cognitivo producido por el paso del tiempo. (Fernández-Ballesteros, 2003).
Los mecanismos que explican estos beneficios sobre la salud parecen relativos al efecto sobre los niveles de ansiedad por la regulación de los niveles de cortisol (Bandura, 1991) o por el aumento de la percepción de autoeficacia, siendo dichos mecanismos los que están inherentemente unidos a lo favorecedor de la actividad física ya que por ejemplo, dicha actividad ayuda el transporte y la utilización de oxígeno a nivel cerebral, lo que desde arroja resultados positivos luego sobre el rendimiento intelectual. (Begly, 2008)
Para Seligman (2003) estos beneficios en la salud están en alegar la felicidad en el presente a través de las gratificaciones y los placeres. Definiendo los placeres bajo un componente sensorial y emocional y las gratificaciones como la capacidad de recibir y dar quedando inmerso en la sensación es más intenso que los placeres.
La actividad social, indicada en la red social y participación en actividades, se asocia también con el mantenimiento de la salud y bienestar en los adultos mayores y senectos. Los mecanismos explicativos de esta asociación o vínculo entre variables hacen pensar a través de los resultados obtenidos en estudios de grupos, que las relaciones sociales son factores protectores del estrés y por lo tanto, de sus efectos devastadores.
Lo que lleva a destacar, la importancia de promover hábitos de vida saludables, la estimulación cognitiva, el entrenamiento en habilidades emocionales, percepción de control interno y desarrollo de habilidades sociales dentro de la vida del adulto mayor y/o senecto como factores protectores.
Estos factores deben estar dirigidos hacia cuatro grandes áreas. El aspecto social como responsable de la participación del adulto mayor y/o senecto en actividades de su entorno, los sociodemográficos que ayuden anticipar variables de riesgos; los biológicos para a un declive sincronizado y los psicológicos donde se trabajen las creencias irracionales sobre le envejecimiento y la estimulación cognitiva. (Ver Gráfico 1, p, 71) Observar y comparar.
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