Índice de Forum en Línea 218
Del 16 al 31 de mayo
La telaraña del crimen organizado
Isabel Soto Mayedo / Prensa Latina
San Fernando y los muertos de nadie
Nubia Piqueras Grosso / Prensa Latina
El Paso, una frontera perversa
Silvio González / Prensa Latina
Los ninis en el país de la desesperanza
José Sobrevilla / Noticias del Empleo
Multitudes en todo el país demandan la paz
Sara Lovera
Nuevo pacto o fractura nacional
Javier Sicilia
La importancia de García Luna
Jorge Meléndez Preciado
El derecho a la resistencia
Alejandro Encinas Rodríguez / La Zurda
Y después de la marcha…
Lydia Cacho
Legalización o Estamos hasta la madre
Joel Ortega Juárez / Milenio Diario
Multitud, diálogo y renuncia
Eduardo Ibarra Aguirre
Estado mexicano se niega a cumplir sentencias de la Corte Interamericana
Gladis Torres Ruiz
Víctimas de violación en Atenco y Texcoco se resisten a quedar en el olvido
Anayeli García Martínez
Las mujeres trabajadoras son mayoría
Sara Lovera López
Con rezago de 30 años, derechos laborales
Guadalupe Cruz Jaimes / CIMAC
Nueva doctrina en seguridad social
José Manuel Gómez Porchini
Garantías para madres trabajadoras, logro del artículo 123 constitucional
Guadalupe Cruz Jaimes / CIMAC
Al día, 34 niños migrantes viajan solos a EU
Patricia Briseño / CIMAC
"Pocitos", sepulcros autorizados
Sara Lovera
Prevé cabida de homosexuales en Iglesia
Guillermo Montalvo Fuentes / NotieSe
Critican organismos civiles que aún no se legisle el gasto en publicidad oficial
Elizabet Velasco C. / La Jornada
¡Basta ya de cinismo y frivolidad!
Héctor Barragán Valencia
Las madres de la Tierra
Víctor Manuel Barceló R.
Acciones por la vida
Lucía Lagunes Huerta
Bárbaros y vándalos del norte
Lilia Cisneros Luján
Razones de la agresión contra la UACM
José Enrique González Ruiz
Adiós don Edmundo
Sergio Gómez Montero
Bin Laden otorga un respiro a Obama
Roberto Castellanos / Prensa Latina
El asesinato de Osama Bin Laden
Fidel Castro Ruz / Juventud Rebelde
No se ha hecho justicia, sino venganza
Leonardo Boff / Agencia Latinoamericana de Información
Mentiras verdaderas
Álvaro Cuadra / Agencia Latinoamericana de Información
Bin Laden y la reelección de Obama
Salvador González Briceño
Presunto cadáver
Raúl Moreno Wonchee
Intervenciones militares, el mismo perro
Marta Gómez Ferrals / Prensa Latina
Bloque geopolítico del Pacífico
Rodolfo Sánchez Mena
El poder objetivo de Chávez
Heinz Dieterich / Kaos en la Red
La Corte de El Salvador rectifica el pasado
Raimundo López / Prensa Latina
Un vistazo a las redes sociales
Roberto F. Campos / Prensa Latina
Alzheimer, ¿lo padecerá usted?
Ana Laura Arbesú / Prensa Latina
Alfonso Poncho Bauer Paiz
Carlos Cáceres R.
De nuestros lectores
¿Por qué creerle a la SEP? Octavio Rodríguez Araujo
Ebrard ya era licenciado. Ramsés Ancira
Excelente trabajo de Fel. Raúl Espinosa
Norma Bazúa, gran persona: PPS. Jesús Antonio Carlos Hernández
Doloroso que los buenos se vayan. Eduardo Jiménez González
José Dolores López Domínguez, mal valorado. Consuelo Alegría Medina
Palabras a la madre. Diego Alberto Prado Méndez
La telaraña del crimen organizado
Isabel Soto Mayedo / Prensa Latina
difusion@cl.prensa-latina.cu
Mafias con redes en todos los continentes operan en este siglo y sus ganancias anuales rebasan el billón de dólares, en virtud del tráfico y esclavización de personas, la extorsión y manipulación ilegal de dinero, y el trasiego de bienes patrimoniales y productos ilícitos.
La telaraña del crimen organizado desconoce fronteras. Su único afán es asegurar ingresos y poder, aunque para ello tenga que cortar cabezas.
Desafía el desarrollo y la gobernabilidad democrática, obstaculiza la aplicación efectiva de las leyes, afecta la economía y la seguridad de las empresas privadas, y erosiona los sistemas políticos y las instituciones democráticas en casi todas partes del mundo.
Uno de los impactos más grave de esta problemática es la violencia que genera y la forma en que atenta de manera directa o indirecta sobre las personas, cada vez más temerosas de la criminalidad ascendente en sus sociedades.
La violencia permite al crimen organizado eliminar competidores y delimitar su jurisdicción, al mismo tiempo que la corrupción le ayuda a burlar al aparato legislativo y a los aplicadores de justicia en su contra.
Múltiples son las alusiones en los medios de comunicación al flagelo, sin que a los receptores de estos mensajes les quede clara la real dimensión de una de las industrias más expandida, redituable y exitosa del siglo XXI.
La escasez de estadísticas precisas distingue a los análisis de la problemática, en gran medida por la reticencia de los gobiernos a admitir que tales delitos los afectan, mas investigaciones auspiciadas por la Organización de Naciones Unidas arrojan cierta luz.
Bandas multinacionales dedicadas al tráfico de personas reclutan a sus víctimas −sobre todo mujeres e infantes para la explotación sexual o laboral− en 127 países y las trasladan, a través de otros 98 considerados como naciones de tránsito, hacia 137 clasificados como destinos finales.
Albania, Bielorrusia, Bulgaria, China, Lituania, Nigeria, Moldavia, Rumania, la Federación Rusa, Tailandia y Ucrania, aparecen como los principales centros de origen de las víctimas.
Mientras Brasil, Colombia, México, Guatemala y otros destacan por el elevado número de captados para ser explotados en países aventajados en el orden económico: Bélgica, Alemania, Grecia, Israel, Italia, Japón, Países Bajos, Turquía y Estados Unidos.
Sólo en Estados Unidos y en Japón, los involucrados en la trata humana, en el tráfico de drogas y armas, en la prostitución, secuestros, extorsiones, juegos ilegales y contrabando de obras patrimoniales, rebasan los 40 mil y los 150 mil, de manera indistinta.
La magnitud del actuar de estas mafias motivó incluso la adopción de acuerdos internacionales tendientes a priorizar el combate al crimen organizado en el tercer milenio, para contrarrestar su influencia.
Aproximación a un concepto
Una de las trabas por superar en este esfuerzo es la asunción de un concepto universal capaz de abarcar el fenómeno, más allá del discurso político o mediático, que lo desfigura o reduce a algunas de sus facetas.
Desde que el estadunidense John Landesco inició los estudios científicos sobre el tema, en la segunda década de la vigésima centuria, muchos tendieron a verlo apenas como una conspiración criminal permanente, con una estructura bien ordenada y motivaciones económicas.
Frente a su transnacionalización, casi al terminar el siglo, la Convención de Naciones Unidas contra el Crimen Organizado lo definió como "grupo estructurado de tres o más personas que actúan de forma concertada para cometer uno o más crímenes de importancia en busca de un beneficio material".
Para el criminólogo estadunidense Howard Abandinsky, es preciso no perder de vista el carácter sistémico de esta empresa, que carece de contenido ideológico, e involucra a un conjunto de personas en cercana interacción social, sobre una base jerárquica definida.
La busca de ganancias y de poder está en el sustrato de las acciones desplegadas por estas redes criminales, que desafían a la institucionalidad en la constante competencia por imponer su hegemonía en un territorio marcado y apelan a la violencia como método para sostenerse.
Otros autores remarcan que éste es perverso en su actuar, porque saca ventajas de las vulnerabilidades provocadas por la pobreza y al mismo tiempo las profundiza.
La violencia, el crimen y sus actividades relacionadas, inhiben el desarrollo sostenible y constituyen una flagrante violación a los derechos emparentados con la condición humana, añaden.
El crimen organizado contempla el tráfico ilícito de drogas, el lavado y falsificación de dinero, la trata de personas; el robo y comercialización de obras culturales, de material nuclear, de armas y explosivos, de vehículos; los actos terroristas y la corrupción de funcionarios públicos, entre otros fenómenos.
Rostros
La explotación de la condición humana, o sea, el aprovechamiento de las personas como simples mercancías capaces de generar dinero es una de las facetas más dolorosas de este fenómeno. Los atrapados por estas redes suelen provenir de los grupos poblacionales más vulnerables y pueden terminar sujetos a la explotación infantil, la esclavitud tradicional o por deudas, la prostitución, el tráfico de órganos o de personas.
Poco o nada reparan estos criminales en la edad, sexo o integridad física de sus víctimas: cada año miles de infantes hembras o varones son insertados en el círculo de la prostitución, al servicio del turismo sexual y, por consiguiente, de los antojos de los adultos que pagan por poseerlos.
Sólo en América Latina y el Caribe, más de 2 millones de niñas y niños de entre cinco y 17 años, están bajo el dominio de los cabecillas de tales negocios, según la Organización Internacional del Trabajo.
Pero también en el mundo trabajan en el campo en condiciones de esclavitud o semiesclavitud 132 millones de menores de edad, unos 20 millones de ellos en esta región, refiere la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Fuentes diversas concuerdan, además, en que grupos criminales reabrieron las rutas más productivas en tiempos de la esclavitud histórica y aplican métodos similares a los de sus antecesores, como marcar con hierro candente el cuerpo, violar y hasta castrar a los capturados.
Infantes y adultos tampoco escapan de la amenaza del tráfico de órganos, jugoso negocio que mata a miles en todas partes y cuenta con la complicidad de hospitales deseosos de ganar, sin reparar en la procedencia de riñones, ojos, corazones, hígados y pulmones para trasplantes.
Ello suele estar ligado a la trata de personas y la prostitución, destino final de muchas y muchos que soñaron en sus países pobres con mejoras económicas y acabaron sus días en otros como servidores sexuales obligados, esclavizados por deudas o convertidos en criminales.
El contrabando de productos ilícitos, para evitar el pago de impuestos en los diferentes países, y la comercialización de bienes prohibidos por la ley −drogas, armas, obras de arte y especies animales en peligro de extinción− es otra de las facetas del crimen organizado.
La extorsión −exigir dinero bajo amenaza de dañar a familiares u otros− y el ofrecimiento de protección por parte de grupos paramilitares o paralelos a los aparatos estatales, pueden sumarse a este listado.
En último lugar cabe mencionar la manipulación o lavado de dinero, empleado para darle una imagen legal a los millonarios fondos obtenidos por estos negocios macabros y burlar cualquier investigación policial que pueda perjudicar a sus líderes intelectuales.
En dos tiempos
El crimen organizado no es un fenómeno nuevo. El saqueo y la violencia contra personas y poderes establecidos fueron aplicados por muchos, de manera independiente o con la venia de los gobernantes, antes y después de nuestra era.
Los nudos de esta telaraña cobraron fuerza con los procesos paralelos a la globalización neoliberal, en el siglo anterior, en medio de los que variaron sus estructuras orgánicas y se multiplicó su poder frente a los estados.
El crimen organizado opera ahora en escala mundial, posee conexiones transnacionales extensivas y la capacidad de retar a autoridades nacionales e internacionales, por lo que la lucha contra él obliga a sumar fuerzas sin reparar en prejuicios de cualquier naturaleza.
San Fernando y los muertos de nadie
Nubia Piqueras Grosso / Prensa Latina
difusion@cl.prensa-latina.cu
San Fernando, Tamaulipas, es hoy zona de muerte porque en su ruta, drogas, armas y personas se trafican como mercancías, en un lucrativo negocio que se extiende por todo México como la mala hierba. Muy cerca de ahí, en la terminal de autobuses de Matamoros, justo al lado de la línea divisoria con Estados Unidos, hay 400 maletas abandonadas que esperan ser reclamadas por los viajeros.
Mientras, al menos 350 personas ofrecieron su ADN en busca de familiares desaparecidos cuando transitaban a bordo de las rutas regulares de transporte público de esa región fronteriza, con rumbo al vecino país del norte, según informes del diario Vanguardia.
Algunas de estas denuncias resultan antiguas, asegura el rotativo, pues datan de febrero, abril y octubre de 2010, aunque hay otras que se remontan a marzo de 2009, sin reportes de haber sido atendidas ni en los lugares de origen, ni en Tamaulipas, en cuyas carreteras ocurrió la desaparición. Según declaraciones de José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, el desempeño de los gobiernos estatal y municipal presenta graves defectos, pues tienen "el común denominador de eludir sus obligaciones alegando que enfrentar a la delincuencia organizada es una facultad federal".
La masacre de 72 emigrantes centro y suramericanos ocurrida en San Fernando, en agosto último, estremeció al mundo; pero los 177 cadáveres, muchos maniatados y con huellas de violencia física, encontrados hasta el 24 de abril en 28 tumbas clandestinas, supera cualquier historia de terror. San Fernando es el municipio más extenso de ese estado norteño, que está ubicado en el centro-norte de Tamaulipas, en el litoral del Golfo de México, a unos 120 kilómetros de los pasos fronterizos de Reynosa y Matamoros, los cuales se conectan con Estados Unidos sobre el río Bravo. Por su territorio transitan emigrantes y personas que viajan a territorio vecino para comprar autos usados y luego regresar a México, utilizando los ómnibus regulares que enlazan a las mencionadas urbes con la capital estatal, Ciudad Victoria, entre otras.
Muchos de estos negociantes transitan con fajos de billetes para pagar a los delincuentes que los conducirán ilegalmente hacia Estados Unidos a través del paso binacional, o para adquirir los vehículos; flujo de pasajeros que aumenta el fin de semana, comenta Milenio Diario en uno de sus análisis.
De acuerdo con testimonios de varios conductores que circulan por la zona, camionetas sin placas y con vidrios oscuros suelen instalarse en los puntos de retenes ubicados en las carreteras, donde detienen a los autobuses y obligan a bajar a pasajeros elegidos al azar, a los que después asesinan. Esta situación ha provocado que Tamaulipas sea en la actualidad uno de los estados más peligrosos, debido a la intensidad de la violencia del crimen organizado, que condiciona severamente la vida de sus habitantes, atrapados en el fuego de dos grupos rivales: Los zetas y el cártel del Golfo.
Crimen "demasiado" organizado
Algunos analistas ya empiezan a cuestionarse la posibilidad de que Tamaulipas termine convirtiéndose en un estado fallido, como dijo a BBC Mundo, Alberto Islas, experto mexicano en temas de seguridad: "Ni el gobierno estatal ni el federal tienen el control territorial, ni el de la seguridad".
"El fenómeno de la trata de personas se ha convertido tan lucrativo como el del tráfico de drogas o armas", opina Emilio Álvarez Icaza, consultor en derechos humanos y académico, citado por el Diario de Yucatán. Pero no pocos se preguntan qué sucede con el rastreo del dinero, cuyo blanqueado ocurre en el sistema bancario controlado por Estados Unidos, país que asegura lo efectivo de seguir esa ruta para encontrar a los delincuentes.
Recientemente la prensa estadunidense anunció que el "prestigioso" banco Wachovia legalizó miles de millones de dólares de los cárteles mexicanos, por lo cual fue multado con 160 millones de dólares, apenas el 2 por ciento de las ganancias obtenidas por ese concepto. En una columna de opinión, el sitio digital Diario.com.mx asevera que es ahí donde los gobiernos de México y Estados Unidos podrían, si realmente quisieran, librar una guerra con poca sangre y mucha efectividad, contra los traficantes de drogas, armas y personas.
"Nuestro frente de guerra preferente debería ser el que se meta en la cárcel a los responsables de los negocios que blanquean dinero. Se trata de un frente con poco olor a pólvora, pero quizás más efectivo", sentenció el articulista.
Y más adelante propone que "una política mexicana digna sería anunciar desde las más altas esferas", que se detengan las operaciones ofensivas, hasta que Estados Unidos haya castigado a los responsables del lavado de dinero y a los suministradores de armas a las bandas criminales mexicanas.
Complicidad de las autoridades
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció como alarmante el número de emigrantes que en México es víctima de secuestro, extorsión, tortura, desaparición y homicidio por el crimen organizado, al tiempo que expresó preocupación por los reportes que involucran a autoridades en estos hechos.
Así lo recoge el informe final elaborado por el panel de 14 expertos independientes del Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, quienes pidieron a México que redoble sus esfuerzos para realizar las investigaciones y sanciones adecuadas. El que dictaran detención preventiva para 16 policías en San Fernando por presuntamente apoyar a los ejecutores de las masacres, confirma que las investigaciones transitan por el camino de demostrar que la impunidad de la delincuencia pasa por la tolerancia oficial, e incluso cuenta con su complicidad pagada, opinan analistas.
Una fuerte denuncia de los métodos de tortura, asesinato y reclutamiento de los cárteles mexicanos, y la acusación de complot de autoridades con el crimen organizado, centran el documental El sicario room 164, realizado en 2010 por el periodista estadunidense Charles Bowden y el cineasta italiano Gianfranco Rossi.
"No hay fronteras para el narco ni en México, ni en Estados Unidos, ni en Colombia, ni en Costa Rica, ni en El Salvador. El narco puede comprar todo, paga policías, paga aduanas, paga la emigración. ¿Qué tan difícil es, si mueven y mueven toneladas de drogas, mover a una persona?" Ésta es una de las confesiones que el sicario narra encapuchado frente a la cámara en la habitación número 164 de un motel cuyo nombre no fue revelado, ubicado en un lugar cercano a la frontera de Estados Unidos con México, escenario de hechos criminales en los cuales el testimoniante participó.
¿Cuánto hay de verdad en las confesiones de un "arrepentido" cuyas manos están ensangrentadas? Esa pregunta es difícil, pero la respuesta quizá yace en algunas de esas fosas comunes, donde permanecen los muertos de nadie hasta un día ser encontrados, o tal vez jamás las osamentas vean la luz del día y los crímenes queden impunes, con sus secretos, en la oscuridad de alguna tumba.
El Paso, una frontera perversa
Silvio González / Prensa Latina
difusion@cl.prensa-latina.cu
Cuando los colonizadores españoles se acercaron al río Bravo por el sur en 1581 vieron en el desierto dos cadenas montañosas con una abertura en su centro, a la que bautizaron como El Paso del Norte. Allí más tarde se erigieron dos grandes ciudades fronterizas una llamada Ciudad Juárez en el estado mexicano de Chihuahua y justamente en la orilla opuesta nació El Paso, en Texas.
Entre ambas urbes forman un área metropolitana de 2.5 millones de habitantes donde del lado estadunidense los latinos son el 77 por ciento de la población, por lo que es considerada la ciudad fronteriza mayor del mundo.
El Paso es la segunda ciudad más importante a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, después de San Diego. El Paso cuenta con 775 mil 299 personas, según el último censo de 2010, con una densidad de 1,339.7 habitantes por kilómetro cuadrado. Constituye la sexta ciudad más poblada de Texas y la vigésimo primera más habitada en Estados Unidos. El 22.2 por ciento de su población total y el 19 por ciento de las familias latinas están por debajo del umbral de la pobreza.
En ese mismo indicador desfavorable se encuentran además el 29.8 por ciento de los menores de 18 años y el 19 por ciento de los mayores de 65, según las estadísticas oficiales.
Ciudad Juárez comenzó como una misión llamada Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte. Su fundador fue Fray García de San Francisco el 8 de diciembre de 1659, pero ya en 1683 se le llamó Presidio Paso del Norte.
La fronteriza Ciudad Juárez se encuentra localizada en un extenso valle en la orilla mexicana del río Bravo frente a la vecina ciudad de El Paso, en el lado estadunidense.
Situada al norte de la capital del estado de Chihuahua, tiene una altitud de mil 144 metros sobre el nivel del mar, y un clima árido y desértico.
La ocupación del territorio de Nuevo México por los españoles, se asentó en el acta de posesión levantada en la región el 30 de abril de 1598. La expedición armada estuvo al mando del adelantado Juan de Oñate y fue sometida inicialmente al régimen de las misiones franciscanas, pero después pasó al de los presidios o guarniciones militares, por motivo de los frecuentes enfrentamientos con los indios apaches.
En 1682 se fundaron cinco asentamientos al sur del río Bravo lo que permitió una concentración mayor de la población y en 1684 se creó la primera guarnición militar en esa zona. Ya la ciudad era un conocido centro comercial por donde pasaba uno de los Caminos Reales de aquella época lo que implicaba el tránsito de cientos de jinetes y comerciantes mientras que la agricultura ganaba en apogeo, especialmente la industria vinícola.
Cuando México ganó su independencia de España, en 1821, empezaron las hostilidades con Estados Unidos y en mayo del 1846, el coronel Alexander Doniphan y sus tropas conocidas como Los Voluntarios de Missouri ocuparon El Paso del Norte y la ciudad de Chihuahua a principios del 1847.
Con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, el 2 de febrero del 1848, se trazó arbitrariamente la frontera a lo largo del río y El Paso del Norte, por lo que la futura Ciudad Juárez devino en una localidad fronteriza según detalla el historiador W. H. Timmons en su libro El Paso: Una historia de las fronteras.
En 1849, cuando se desata la fiebre del oro en California, muchos se radican en la zona y en agosto de 1865 durante los enfrentamientos de los mexicanos contra los ocupantes franceses, el patriota Benito Juárez se estableció en la ciudad durante casi un año. Pronto, la villa adquirió prosperidad y en 1867 se comunica mediante diligencias con la capital del estado.
En 1882 se inaugura la estación del Ferrocarril Central que la une con la capital mexicana y ya para 1884 se instala por primera vez el telégrafo. El 16 de septiembre del 1888, El Paso del Norte adquiere el nombre de Ciudad Juárez, y El Paso quedó en una pequeña villa por donde pasaba un ferrocarril en el extremo oeste del estado de Texas según relata el escritor C. L. Sonnichsen en su libro El Paso del Norte, cuatro siglos en el río Grande.
Durante los años 50, esta frontera registró el mayor aumento de población dedicada a la actividad industrial, básicamente la de bienes de consumo y esto se consolidó con el auge del programa de las abusivas industrias maquiladoras en 1960.
El presidente estadunidense Ulises Grant (1869-1877) al referirse a la guerra donde su país le arrebató a México casi la mitad de su territorio reconoció:
"No creo que haya habido una guerra más perversa como la que Estados Unidos le impuso a México, ya que era seguir el mal ejemplo de las monarquías europeas".
También en sus Memorias personales, Grant señala: "La ocupación, separación y anexión de Texas fue desde su inicio hasta su consumación, una conspiración para adquirir territorios del que pudieran formarse otros estados esclavistas."
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