directamente desde la lengua de signos. Es necesario un cambio de código,
porque, ya lo dijimos, la lectura se fundamenta en el habla.
Ficícra 2. El necesario cambio de código a realizar cuando, desde el conocimiento de
la Lengua de Signos (LS) se pretende acceder a la Lengua Oral (LO) y/o a la Len-
gua Escrita (LE).
El conocimiento de la lengua de signos aporta al sordo conocimientos
previos, vocabulario, estructura su pensamiento, permite el acercamiento a
narraciones, etc., pero todo esto, aunque necesario, no es suficiente para
aprender a leer. Aprender a leer de un modo funcional y competente impli-
ca, en primer lugar, poner en juego las estrategias de recodificación fono-
lógica de lo escrito antes apuntadas (conversión G-F).
Sin embargo, ¿Es posible algún tipo de lectura desde la lengua de sig-
nos? ¿Que' relaciones pueden establecerse entre una palabra escrita y un
signo? Para responder a estas preguntas partimos de datos empíricos que
defienden la existencia de dos vías de acceso al significado de las palabras
escritas (Morton, 1980; Morton y Patterson, 1980; Ellis, 1984; Alegría,
1985; Patterson y Shewell, 1987). Sobre esta base, en la que hay un acuerdo
512 ASUNCIÓN MONSALVE GONZÁLEZ
muy generalizado, podemos entender mejor los problemas de lectura en
general, y los de los sujetos sordos en particular. Vamos pues, a resumir
algunos datos básicos que nos darán respuesta a las preguntas antes plantea-
das. En la figura 3 hemos representado, de modo simplificado, este modelo
de reconocimiento de palabras escritas, al que podemos denominar también,
de la doble ruta. Así, el acceso al significado de una palabra que vemos
escrita (almacenado en el léxico interno del sujeto), puede hacerse por dos
vías diferentes.
Una de ellas, la ruta fonológica (B-C en el esquema) lleva implícito el
mecanismo de recodificación grafema-fonema del que hablábamos en el
apartado anterior. La utilización de las reglas de transformación grafema-
fonema permite relacionar la palabra escrita y su pronunciación, constitu-
yendo así la base para acceder al léxico interno (significado) de palabras que
encontramos escritas por primera vez. Decíamos que su buen funcionamien-
to es esencial para una buena competencia lectora, ya que nos permite leer
cualquier tipo de palabras, sean éstas frecuentes, infrecuentes o incluso
pseudopalabras. Apuntábamos también que aquí está el origen de gran parte
de los problemas lectores de los sordos, ya que no pueden establecer un
correcto funcionamiento de este mecanismo.
Figura 3. Procesos en el reconocimiento de palabras escritas. Modelo de la doble ruta.
1) La ruta A (ruta léxica) permite una identificación global de la palabra, el emparejamien-
to de la palabra escrita con su representación ortográfica. Permite la lectura de las pala-
bras familiares, que han sido vistas escritas frecuentemente. 2) La ruta B-C (ruta fonoló-
gica o indirecta) permite la reconversión «oral» de la palabra escrita, asignando sonidos
a los grafemas o letras (proceso de recodificación fonológica). A través de este meca-
nismo podemos leer todo tipo de palabras (familiares, infrecuentes y desconocidas).
Pero, además de esta ruta de lectura, existe otro posible modo de enten-
der el significado de ciertas palabras: la ruta directa o léxica (ruta A en el
esquema). Este mecanismo permite la identificación global de la palabra, la
asociación de su forma ortográfica con su significado (acceso al léxico) sin
necesidad de ningún proceso intermedio. Un modo de identificación similar
EL AISLAMIENTO INFORMATIVO DE LOS SORDOS MAYORES... 513
al empleado para reconocer cualquier otro estímulo visual (por ejemplo, un
número o el logotipo de una marca cualquiera): vemos la imagen y recono-
cemos o identificamos qué significa o a qué corresponde; la lectura comien-
za a menudo así, y el niño usa este modo espontáneamente. Es una asocia-
ción necesariamente de tipo logográfico. Pero cuando aplicamos este
mecanismo a las palabras, sólo puede ser útil con aquéllas muy frecuentes,
esas que hemos visto tantas veces escritas que hemos podido memorizar su
forma ortográfica. Pues bien, los sujetos sordos pueden, igual que los oyen-
tes, utilizar esta vía de reconocimiento directo pero ¿cuántas palabras pue-
den ser almacenadas y después reconocidas de este modo?, ¿centenares?,
¿miles? En cualquier caso, un número insuficiente para conseguir un nivel
de lectura aceptable, funcional y competente. Además, no es posible realizar
ese tipo de lectura con las palabras infrecuentes o desconocidas (en el pri-
mer caso, porque el reducido número de veces que ha sido vista su forma
escrita no ha permitido su memorización visual y en el segundo, porque no
podemos reconocer una forma ortográfica que nunca hemos visto antes). El
uso de esta vía de lectura es necesaria pero, a todas luces, insuficiente e
ineficaz.
Por tanto, los sordos exclusivamente signantes, que desconocen todo o
casi todo de la lengua oral, pueden hacer uso de la vía léxica o directa, pero
no de la ruta indirecta o fonológica. Esto explicaría que puedan comprender
palabras sueltas y que, gracias a la suplencia mental (adivinar, más que leer
las palabras), y a sus conocimientos previos sobre el contenido de lo que
leen, puedan captar el sentido de frases con una estructura sencilla, no
entendiendo, sin embargo, otras con un nivel medio de dificultad.
4. PROBLEMAS LECTORES DE AQUELLOS SORDOS QUE
TIENEN CONOCIMIENTO, AUNQUE LIMITADO,
DE LA LENGUA ORAL
Nos referiremos aquí a los sordos con restos auditivos aprovechables
para percibir el habla y desarrollar así, cierto nivel de lenguaje oral. Estos
sujetos poseerán cierto conocimiento, aunque imperfecto e insuficiente (en
diferente grado según los casos) de la estructura del habla. Esto les posibi-
litará, sin embargo, establecer las bases del mecanismo de recodificación
fonológica. Pero no olvidemos que para abordar con éxito la lectura, además
de este primer paso (necesario pero no suficiente), la comprensión lectora
requiere varios procesos más.
Dostları ilə paylaş: |