Fisiología del Alma



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Pregunta: Pero, ¿no es admisible que determinados pacien­tes se puedan curar mejor por la sugestión que por la dosis, aunque sean admiradores de la Homeopatía?

Ramatís: Los fenómenos de Lourdes, las curaciones produ­cidas por los santos y profetas, el clamor de muchos curanderos que han levantado paralíticos, curado ciegos y deformados, os prueba bien la realidad de la curación por la sugestión, sin que por ello se deba atribuir cualquier insuficiencia a la Homeopa­tía. ¡Algunos seres poseídos de mucha fe, consiguen generar en sí mismos un potencial energético tan intenso que, ante el objeto de su poderosa confianza, hacen surgir en su intimidad espiritual el contenido de fuerza que fue almacenada a costa de sucesivas ansiedades fervorosas y de futuras esperanzas!

Es obvio que toda la energía así potencializada y que en la fracción de un segundo puede ser liberada por el impacto positivo de la mente confiada en la curación, termina accionan­do todo el campo orgánico del ser y actuando poderosamente en la intimidad electrónica de las células físicas, corrigiéndolas bajo ese comando mental activo y sin vacilaciones negativas. De la misma forma, el pensamiento incesante y tenso con que ciertas criaturas pueden alimentar la idea mórbida, que son portadoras de una úlcera gástrica o que sufren del corazón, puede produ­cirles un campo psíquico negativo y favorable para la eclosión real de la enfermedad. Eso puede suceder, porque la opresión mental sobre el plexo abdominal, perturba el metabolismo de los jugos gástricos y desarmoniza la vertiente biliar, pudiendo plasmar la configuración astral de la tan temida enfermedad, cuyo molde físico se positiviza, poco a poco, por la sobrecarga nerviosa y la contribución demorada de las mucosas. Entretanto, la mente equilibrada, sólo habituada a pensamientos constructi­vos y renovadores, es continuo foco de atracción de energías

que son capaces de operar las más vigorosas modificaciones plásticas en el organismo carnal.

Es de sentido común que el simple recuerdo de un plato sabroso, hace funcionar las glándulas salivares, acelera la pro­ducción de los jugos gástricos y de los fermentos pancreáticos y hace vibrar la vesícula, que se pone alerta para verter bilis en el tracto intestinal. Así sucede con el enfermo ante la imagen del santo milagroso o en presencia del curandero famoso, en los cuales deposita toda su fe y convicción, dinamizando la fuerza mental que lo coloca en condiciones satisfactorias y electivas para ser curado. El potencializa y acumula con bastante antici­pación, las energías que más tarde se libertarán produciendo el impacto vibratorio curativo, porque actúan fuertemente en su sistema nervioso debilitado, a semejanza de lo que pueden hacer también las dosis infinitesimales dinamizadas por la homeopatía, que actúan como poderoso despertador de energías orgánicas.

Ya os hemos recordado que Jesús, a través de su palabra creadora y penetrante, insuflaba vitalidad, ánimo, alegría y es­peranza en los que lo oían, cuando imponía la fuerza de la fe en los paralíticos, leprosos, ciegos y enajenados y ellos centu­plicaban las energías creadoras de la vida dada por Dios.

El fenómeno, aunque sea más psíquico y vital-orgánico, recuerda el recurso que utiliza el carrero inteligente cuando se atasca su vehículo sobrecargado y empujado por animales ex­haustos. El los prepara poco a poco, despertando sus energías y sincronizando sus movimientos bajo toques habilidosos, invitacio­nes o amenazas, hasta alcanzar el momento psicológico y de per­fecto equilibrio de fuerzas en el conjunto. Entonces, en un sólo impulso y grito conjugados, hace sonar el látigo sobre los animales y realiza él empuje vigoroso de las ruedas, agrupando todas las energías despiertas en un sólo esfuerzo que hace mover el pesa­do vehículo. Lo mismo ocurre con los hombres; mientras el enfermo pesimista es una fuente de energías negativas, un frus­trado que anticipadamente duda de cualquier suceso favorable que sobrepase sus fuerzas comunes, el enfermo optimista es una fuente positiva y un activador de sus energías, que se ponen de manifiesto prontamente para el logro de éxitos incomunes. Mien­tras el primero, por su desconfianza y falta de fe se deja in­fluenciar negativamente, el segundo es el comandante enérgico, activo y hábil, que dirige y disciplina el ejército de sus colectividades microbianas, nutriéndolas con su magnetismo positivo y ajustándolas, unidas, a su organización carnal.

Las fuerzas reprimidas por la mente humana, tanto pueden servir en sentido negativo, como producir condiciones positivas en el organismo físico; mientras que las fuerzas descontroladas por ciertas emociones, sustos o errores, matan, enloquecen o lesionan la estructura nerviosa.

Pregunta: Teniendo en cuenta vuestras explicaciones, Preguntamos: ¿cuál sería la contribución medicamentosa o energética de la Homeopatía, al ser aplicada a enfermos que pueden cu­rarse por sí mismos, sin necesidad de medicamentos exteriores?

Ramatís: El individuo electivo a la Homeopatía, convencido del poder de las dosis infinitesimales, camina espontáneamente al encuentro del medicamento y apresura el éxito de la curación. Si solamente le fuera dada agua destilada en lugar del medi­camento homeopático, su "quantum" de energía potencializada por su psiquismo confiado, supliría en su organismo físico, gran parte de su necesidad vital.

Durante el metabolismo precioso y científico provocado por las dosis dinamizadas de la Homeopatía, el espíritu del hombre tanto puede auxiliar como retardar sus efectos terapéuticos. Siendo así, el enfermo que se puede curar por sí mismo, sólo ganará si se vale del auxilio de la Homeopatía, pues que no le podrá causar mal alguno, y sí podrá hacerle bien.




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