Pregunta: Si la función principal del Espiritismo es antidogmática, ¿no es importante liberar al prójimo de los dogmas y ceremoniales inútiles?
Ramatís: No es apropiado convencer al hermano de la inutilidad de su fe y devoción a las imágenes de San Antonio, San Sebastián o Nuestra Señora de las Gracias, que le pide en medio de la nave iluminada y llena de flores, cuando existe un gran número de médiums indisciplinados y en grandes proporciones anímicos, que por momentos, tienen incorporaciones excesivamente lúgubres, descontroladas y atemorizantes, siendo angustioso para el católico recién salido de la iglesia, soportar con éxito, el nuevo panorama de "liberación espiritual", ofrecido por los espiritas!
Todo tiene su tiempo y su hora, pues la fruta arrancada prematuramente es ácida y mala de digerir. Los religiosos dogmáticos o viciados al culto externo son como las criaturas que se aferran a determinados objetos; no se les debe quitar lo que aun les resulta familiar y agradable, sin darle algo que sea semejante. La liberación espiritual no es el fruto de exigencias, sino, de elección. Por lo tanto, dijo el mismo Jesús: "Dad agua a quien tiene sed." Por eso, el espirita consciente de su responsabilidad y de los valores de la doctrina que cultiva, es la fuente de agua que debe atender la sed del hermano sediento, de su largo caminar entre símbolos, ídolos, ceremonias y temores. Es el momento oportuno y psicológico para indagar sobre las decepciones y cansancio del compañero desanimado, ofreciéndole las nuevas enseñanzas sin tropiezos alegóricos o litúrgicos, tal como lo enseña el Espiritismo.
Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de la misa católica? ¿No es un acto puramente exterior, que no logra modificar a los creyentes, ni tampoco proporciona la "salvación" para los muertos?
Ramatís: Por tratarse de un acto exterior, es digno de todo el respeto humano, porque es una ceremonia que trata de armonizar la mente de sus fieles y los aparta de los pensamientos bajos o maldicientes, haciéndolos convergir hacia un solo - objetivo, de elevación espiritual. Los hombres que asisten, a misa, en una actitud tranquila, respetuosa y electa a la idea de Dios, están entrenando las fuerzas del espíritu hacia lo divino. Aunque son ceremonias convencionales, que no dicen nada de nuevo en los conocimientos espirituales, no deja de ser saludable para la "conciencia mental", en favor de una elevación superior.
Es mucho mejor que los católicos desperdicien su precioso tiempo en el culto externo y dogmático de la Iglesia Católica, antes de verlos entregados al culto censurable del alcohol o en los ambientes viciosos.
Pregunta: ¿En qué se fundamenta la adoración de las imágenes, por parte de los católicos, si el Génesis y los Diez Mandamientos, prohíben tal cosa?
Ramatís: Cuando se es católico, no hay motivos de censura porque se entregue al culto de las imágenes, dado que es propio de los postulados de la Iglesia Católica. Es muy natural que los espiritistas no sientan apego en ese aspecto religioso, pero tampoco es justo, que exija la misma comprensión al prójimo. Es un absurdo que la generalidad de los hombres viajen en avión, por el solo hecho de comprobar, que el transporte terrestre es más lento.
La imagen todavía sirve para la fijación mental de los religiosos, que no pueden elaborar el pensamiento sin el punto de apoyo de la forma. Además, es inútil criticar la adoración de imágenes, si el crítico aún es víctima de las pasiones desordenadas o vicios pecaminosos que también lo encadenan a la esclavitud de las formas. Es más pernicioso para la salud física y espiritual del hombre, el culto a los "ídolos" como son el cigarrillo, el alcohol, el juego de las cartas, cuyas imágenes no son adoradas, pero se hacen adorar. Existen espiritas que condenan la idolatría católica a las imágenes de piedra, sin embargo, ellos se devotan peligrosamente a los ídolos de carne y hueso, que desgraciadamente no tiene lugar en los nichos de las iglesias. Es preferible la devoción fanática ante la figura de yeso de San Antonio o Santa Teresita, que el culto a las imágenes imponderables de la maledicencia, cólera, mentira, libidinosidad, odio y el crimen.
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