Las Glucogenosis en España: Situación Actual y Guías Informativas



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estructural de las hélices transmembrana son críticas para la proteína. Las rela-


ciones con la disfunción neutrófilo/mieloide, que define a las GSD-Ib de manera
clara, permanecen sin delimitar clínicamente, así como el papel funcional de la
proteína (reconocimiento del sustrato, enlace y transporte al interior del lumen) (6).

Al igual que en la GSD-Ia, las mutaciones en la GSD-Ib muestran una varia-


bilidad étnica (ver tabla 2). En pacientes caucásicos, la 1042delCt (31%) y la
G339C ( 15%) son las mutaciones prevalentes, con alrededor del 40% de los casos,
mientras que en los pacientes japoneses la W118R es la prevalente con el 39% de
los alelos totales. El número de alelos en raza beduina, paquistaní, china y negra
es insuficiente para extraer ningún tipo de conclusión estadística, aunque otra vez
se manifiesta la especial propensión de estos grupos hacia unas determinadas mu-
taciones (R28H para beduinos, 936insA y IVS8+2del4 para paquistaníes, G88D
para la raza negra y H191L para la china) (6).

Tabla 2. Mutaciones de la G6PT identificadas en pacientes con GSD-1b caucásicos, japoneses, chinos, bedui-


nos, paquistaníes y de raza negra. Chou (6).

El análisis del perfil hidropático de la secuencia aminoacídica de la G6PT pre-


dice que este transportador es una proteína hidrofóbica anclada en la membrana
del retículo endoplasmático por 10 hélices transmembrana. La orientación de dicha
proteína, después de una serie de ensayos, se dedujo que era con el N y el C ter-
minales cara al citoplasma (ver figura 9). La masa molecular calculada de las proteínas G6PT de los mamíferos es de 46 kDa. El vG6PT que contiene 22
aminoácidos adicionales codificados en el exón 7 del gen es también activo en el
transporte de la glucosa-6-fosfato microsómica. Estudios cinéticos hechos sobre

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ambas proteínas, G6PT y vG6PT, indican que los 22 aminoácidos de dicho exón,
que constituyen una parte de curva de 30 aminoácidos extendidos orientados hacia
el lumen, no juegan un papel importante en el transporte microsómico. La trans-
cripción de la G6PT es expresada de forma ubicua en muchos tejidos y órganos
(por ejemplo, cerebro, corazón, músculo esquelético, placenta, páncreas, hígado,
riñón, glándula suprarrenal, nodulo linfático, neutrófilos/monocitos, intestino y
pulmón). Por otra parte, la transcripción de la vG6PT es expresada exclusivamente
en el cerebro, corazón y músculo esquelético. Estos resultados abren la posibili-
dad de que mutaciones en el exón 7 del gen de la G6PT, que no perturba la ho-
meostasis de la glucosa, podría tener otros efectos adversos en los tejidos en los
que expresa el gen de la vG6PT (2).

En tejidos gluconeogénicos, el papel principal de la G6PT es la de mediador


en el consumo de glucosa-6-fosfato en el retículo endoplasmático, mientras que
en otras células, incluidos los neutrófilos y monocitos, la G6PT podría funcionar
como un sensor/receptor de la glucosa-6-fosfato regulando el secuestro de iones
Ca2+, la glucólisis y la actividad de la desviación del monofosfato de hexosa (tam-
bién conocida como ruta del fosfogluconato o ruta de los fosfatos de pentosa, la
cual es ruta principal para la obtención de energía de la oxidación de la glucosa
en los tejidos animales). Esta es una hipótesis, aun no probada, descrita por el
equipo de la Dra. Chou (6). El papel de la G6PT en tejidos no gluconeogénicos es
mucho menos sensible al nivel de expresión que el papel del transportador de glu-
cosa-6-fosfato en tejidos gluconeogénicos. El umbral de actividad de la G6PT re-
querida para prevenir la disfunción mieloide es desconocido en la actualidad, sin
embargo la caracterización funcional del gran número de mutaciones de G6PT ya
identificados permitiría la generación de una base de datos de actividad residual
de la G6PT retenida por esas mutaciones. Dicha base de datos no sólo facilitaría
la delincación del genotipo-fenotipo sino también el aumento en la comprensión
del mecanismo molecular de la deficiencia de G6PT (6).

No se conocen animales que de forma natural tuviesen la GSD-Ib, aunque el


grupo de la Dra. Chou ha desarrollado un modelo de ratón genéticamente modi-
ficado (6).

1.2.3. Transportadores del fosfato o pirofosfato microsómico y de la glucosa.

Janecke y col. ( 16), en 1999, determinaron la secuencia genómica y la estruc-
tura exón-intrón del gen de la translocasa de la glucosa-6-fosfato, 11q23, y la pre-
sencia de 2 mutaciones homocigóticas en 2 pacientes con Glucogenosis tipo Ic
(una delección, 1211delCT, y un splicing, 317+1G>T). Con los datos obtenidos,
afirmaron que tanto la tipo Ib como la Ic resultan de las mismas mutaciones del
mismo gen. Siempre según este grupo de investigación, dichos resultados parecen
añadir peso a la presunción de que hay un transportador común para la glucosa-

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6-fosfato y el fosfato o pirofosfato inorgánico. Mientras, otro artículo escrito por
Marcolongo y col. ( 17), expresa una opinión contraria, pues afirman que la com-
pleta ausencia de función de una de las proteínas de transporte del sistema de la
G6Pasa no influye en el transporte de las otras 2 proteínas, con lo que demostra-
rían que la glucosa-6-fosfato, la glucosa y el fosfato inorgánico son transportados
por distintas proteínas.

En definitiva, todavía existen muchas discrepancias acerca de si existen o no


los transportadores del fosfato o pirofosfato microsómico y de la glucosa.



2. DIAGNOSTICO

2.1. Historia

Ya en 1929 Von Gierke (8), a través de unos exámenes de autopsia, observó un
aumento importante en el tamaño de los hígados de 2 jóvenes pacientes que ha-
bían sufrido frecuentes hemorragias nasales, entre otros síntomas. Más tarde se vio
que, tanto el aumento del hígado como el de los riñónes, era debido en gran parte
al excesivo depósito de glucógeno. Los ensayos enzimáticos no eran posibles por
entonces. Sin embargo, en 1952 Gerty y Carl Cori (9) examinaron hígados de pa-
cientes con síntomas similares y encontraron en algunos de ellos total o casi total
ausencia de G6Pasa (10). Este defecto fue llamado "Glucogenosis tipo I" (glyco-
gen storage disease type I, en inglés). Trabajos posteriores han revelado numero-
sos defectos en las enzimas de la síntesis y degradación del glucógeno. La herencia
de las Glucogenosis tipo I es autosómica recesiva (es decir, que los genes afecta-
dos se localizan en cromosomas autosómicos y es necesario que ambos genes pro-
genitores sean anormales para que se produzca la enfermedad).

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En 1968 Senior y Loridan (11) propusieron el término "Glucogenosis tipo Ib"
para los pacientes que tenían la misma clínica que la tipo I pero sin deficiencia en
la actividad de la glucosa-6-fosfatasa en el hígado congelado y denominaron tipo
la a los anteriormente nombrados como tipo I, es decir, aquellos que presentan
una ausencia de actividad en la enzima catalizadora G6Pasa. En 1977, Bialek y col.
( 12) y. en 1978, Narisawa y col. ( 13) propusieron que un defecto en el sistema de
transporte de membrana microsomico de la glucosa-6-fosfato era la causa del tipo
Ib y esto fue posteriormente demostrado por Lange y col. ( 14) en 1980 ( 1 ).

El tipo Ic. una tercera forma supuestamente causada por un defecto en el trans-


porte del fosfato o pirofosfato microsomico, fue descrito por primera vez por Nor-
dlie y col. ( 15) en 1983. De él se han descrito pocos casos hasta el momento, en
comparación con los 2 anteriores (1). Una cuarta forma, la tipo Id, todavía está
poco estudiada y se cree causada por un defecto en el transporte de la glucosa mi-
crosómica.

2.2. Actualidad

Hoy en día, el diagnóstico de una Glucogenosis tipo I se puede sospechar a
partir de los hechos clínicos (retraso en el crecimiento, hepatomegalia, hipoglu-
cemia, lactoácidosis, hiperuricemia e hiperlipidemia, además neutropenia y defi-
ciencia en la función neutrófila en el caso de la tipo Ib), junto a valores de lactato
y lípidos anormales. La administración de glucagón o epinefrina da como resul-
tado un mínimo o nulo aumento de glucosa en sangre, pero los niveles de lactato
aumentan de manera significativa.

El estudio funcional de la enzima hepática puede también ser mejorado usando


espectroscopia RMN-13C para medir la producción de glucosa hepática y su pos-
terior recirculación. Existe una reducción en la recirculación de la glucosa porque
la gluconeogénesis no produce glucosa. También se denota un peor consumo de
glucosa en los neutrófilos de pacientes con el tipo Ib.

Un diagnóstico definitivo requiere de una biopsia hepática para demostrar si


hay una deficiencia en la actividad de alguno de los componentes del sistema de
la G6Pasa(l).

Recientemente el diagnóstico empezó a ser confirmado a través de análisis de


mutación no invasivos (18).

3. COMPLICACIONES A LARGO PLAZO

Hasta hace relativamente pocos años, no existía ningún tipo de información


acerca de las complicaciones a largo plazo que sufrían los afectados por la Glu-

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cogenosis tipo I, debido a que al tener una baja frecuencia ( 1 entre 100.000 naci-
mientos) no había institución que pudiera analizar un gran número de casos, es-
tadísticamente.

En un estudio (19), hecho en 1994, sobre adultos con GSD 1 (37 con GSD-Ia


y 5 con GSD-Ib), todos mayores de 18 años, encontraron la siguiente relación de
problemas:

> Para pacientes con Glucogenosis tipo la:

Triglicéridos elevados 100%

Actividad de la y-glutamiltransferasa elevada 93%

Corta estatura 90%

Hiperuricemia 89%

Anemia 81 %

Colesterol sérico elevado 76%

Adenomas hepáticos 75%

Proteinuria o microalbuminuria 67%

Calcificaciones renales 65%

Fosfatasa alcalina elevada 61 %

Osteoporosis o fracturas o ambas 27%

> Para pacientes con Glucogenosis tipo Ib (muy pocos pacientes estudia-


dos), encontraron además:

  • Severas infecciones bacterianas recurrentes.

  • Gingivitis.

Otro estudio (20), esta vez sólo entre pacientes con el tipo la y mayores de 10 años,
de 41 personas afectadas ( 16 mujeres y 25 hombres) dio los siguientes resultados:

Hepatomegalia 98%

Desarrollo mental normal 85%

Triglicéridos superior a 2.0 mmol/L 85%

Colesterol superior a 5.0 mmol/L 82%

Ácido úrico superior a 0.36 mmol/L 54%

Triglicéridos superior a 4.0 mmol/L 53%

Corta estatura 46%

Hepatomegalia superior a 10 cm. 41%

Adenomas hepáticos 28%

Colesterol supcriora 10.0 mmol/L 18%

Hipoglucemia 15%

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Adenomas hepáticos: Simples o múltiples, aparecen generalmente en la se-
gunda o tercera década, y parecen ser más frecuentes en el sexo masculino. Se
apuntan como causas el nivel alterado del glucagón y la toxicidad crónica de la hi-
perlactiacidemia. Pueden malignizar (carcinoma hepatocelular) o sufrir hemorra-
gia intra-tumoral (21).

Enfermedad renal: Con inicio precoz. Primeras señales: infiltración glome-
rular y excreción aumentada de albúmina, esta última se encuentra casi siempre
presente en los enfermos con tipo la de más de 15 años o con peor control bio-
químico. Después de la microalbuminuria sigue la proteinuria, disminución de la
filtración glomerular, glomeruloesclerosis focal segmentada, fibrosis intersticial y,
en algunos enfermos, insuficiencia renal que hace necesaria la diálisis y/o trans-
plante renal. Los enfermos peor controlados tienen riesgo de nefropatia. La dis-
función renal parece ser causada por anomalías metabólicas y no sólo por la
deposición del glucógeno o hiperuricemia crónica. Las alteraciones hemodinámi-
cas del embarazo pueden empeorar los problemas renales en las mujeres enfermas
(21).

Gota, cálculos renales: Poco frecuente antes de la pubertad, sin embargo la hi-
peruricemia existe desde las edades precoces en casi todos los enfermos del tipo
la (21).

Anemia: Los enfermos mayores pueden tener anemia normocrómica y algu-
nos pueden presentar deficiencia de la eritropoietina (21).

Osteoporosis: La ácidosis láctica crónica contribuye a la descalcificación de
los huesos. La mineralización ósea se reduce por una aportación pobre en calcio,
por la hipercalciuria y mal control metabòlico. El riesgo de fracturas es significa-
tivo (21).

Pancreatitis: Puede ocurrir causada por la hiperlipidemia severa (21 ).

Ovarios poliquísticos: Frecuentes en las mujeres que sufren de Glucogenosis
hepática, son debidos no sólo a anomalías hipotalámicas influenciadas por la hor-
mona luteinizante y por la acción adrenal, sino también a alteraciones ováricas
influenciadas por la insulina (21).

Ateroesclerosis: El perfil lipídico "aterogénico" no se traduce en un mayor
riesgo de enfermedad cardiaca isquémica: la alteración de la agregación plaque-
taria tiene un papel protector: La hiperlipidemia parece facilitar la progresión de
la glomeruloesclerosis renal en los pacientes con el tipo la (21).

Hipertensión pulmonar: Poco frecuente, algunas veces fatal. Puede ser in-

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ducida por la ácidosis metabolica, hipoxia y otros agentes vasoconstrictores cir-
culantes (21).

Retraso de la estatura y pubertad: El crecimiento continúa alterado en la
adolescencia. La estatura del adulto se presenta, por regla general, disminuida. La
pubertad aparece muchas veces retrasada; la fertilidad es normal (21).

4. TRATAMIENTO

4.1. Dietético:

Consiste en proporcionar una fuente continua de glucosa en la dieta para pre-
venir las caídas en el nivel de glucosa sanguíneo por debajo del umbral estanda-
rizado de 70 mg/dL. Esta fuente continua puede ser proporcionada por infusión
intragástrica nocturna o usando almidón de maíz crudo (sin cocinar). Una esti-
mación de la cantidad mínima de glucosa requerida puede ser obtenida usando la
fórmula para calcular el nivel de producción de glucosa basal:

y= 0.0014x3 -0.214x2 + 10.411x - 9.084

donde "y" se refiere a los mg de glucosa por minuto y "x" al peso corporal en
kg (22). La modificación en la cantidad y/o horario de ingestión de glucosa está
basada en los resultados de la monitorizacion clínica y bioquímica. En los niños,
se recomienda ingestión cada 2-3 horas, de una fórmula que no contenga lactosa,
durante el día y cada 3 horas por la noche, para proporcionar una cantidad de glu-
cosa igual o superior a la velocidad de producción de glucosa calculada. Si la ali-
mentación nocturna fuese problemática, podría usarse la alimentación continua
de la misma fórmula a través de una bomba de infusión.

El almidón de maíz crudo parece actuar como un reservorio intestinal de glu-


cosa que se va absorbiendo lentamente por la circulación sanguínea. En muchos
centros, éste ha reemplazado las frecuentes ingestiones de glucosa (o polímeros de
glucosa), por el día, y la continua infusión de glucosa intragástrica por las noches.
Se usó con éxito, incluso en niños de 6 meses de edad. El almidón de maíz se
toma disuelto en agua, en otro tipo de líquidos endulzados artificialmente o en
una fórmula para niños, en intervalos de 3-5 horas durante el día y de 4-6 horas
por la noche. El horario óptimo y la cantidad de almidón de maíz ingerido por los
pacientes de distintas edades serán determinados por monitorizacion metabòlica
para asegurarse de que los objetivos bioquímicos de la terapia son conseguidos.

Cuando la hipoglucemia y la hiperlacticidemia son prevenidas el tamaño del hí-


gado disminuye, mejora el crecimiento y las concentraciones de ác. úrico sérico,
colesterol y triglicéridos se acercan a valores normales. Si persiste la hiperurice-

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mia severa, el alopurinol podría ser usado para bajar el ác. úrico a niveles nor-
males. Los agentes que disminuyen las concentraciones de lípidos (niacina y/o
gemfibrozil) raramente son necesarios, pero están indicados en los pacientes
cuando una hiperlipidemia severa persistente, a pesar de la terapia de glucosa óp-
tima, posee un riesgo significativo de pancreatitis aguda.

Las grasas en la dieta deberían restringirse al 20%, aproximadamente, del con-


sumo energético total, distribuidos de manera equitativa entre grasas monoinsa-
turadas, poliinsaturadas y saturadas, y el colesterol a menos de 300 mg/día. Los
alimentos que contienen fructosa y galactosa deben ser restringidos. Los carbohi-
dratos, principalmente en forma de almidones, deben proporcionar sobre el 60-
65% de las calorías diarias, de las que el almidón de maíz contará del 30 al 45%
del total. Con los requerimientos de glucosa prescritos, el consumo calórico total
se determinó, principalmente, por el apetito del niño así como que la ganancia de
peso no sea excesiva, teniendo en cuenta que la dieta debe proporcionar una ade-
cuada cantidad de proteínas, grasas, minerales y vitaminas para soportar un cre-
cimiento normal. Los pacientes tratados intensivamente desde la infancia alcanzan
de adulto estaturas cercanas a las normales, en cambio es común una ligera, lle-
gando a moderada, obesidad (23).

4.2. Terapéutico:

Hasta hace, relativamente, pocos años no existía ninguna terapia eficaz que
actuase sobre las manifestaciones y complicaciones clínicas de los individuos
afectados con la Glucogenosis tipo I. Pero, recientemente, Chou y col. (25 y 26)
han usado modelos de ratones que manifiestan la Glucogenosis tipo Ia, demos-
trándose que una administración simple de un adenovirus recombinante, Ad-
mG6Pasa, que contiene el ADN cromosómico de la G6Pasa de ratones, mejora la
tasa de crecimiento y corrige completamente el perfil anormal de la glucosa plas-
mática, el colesterol, los triglicéridos y el ácido úrico en estos ratones. Además,
la infusión de este adenovirus alivia parcialmente el aumento del hígado y los ri-
ñones, manifestados en los ratones con Glucogenosis tipo la, y reduce el depósito
de glucógeno en ambos órganos. Una limitación del vector adenovirico es el corto
plazo de expresión del transgen. A pesar de esto, la corrección transiente lograda,
en las anormalidades metabólicas en los ratones que manifiestan el defecto en la
G6Pasa. usando dicho sistema permite valorar la posibilidad de la terapia de re-
emplazamiento genético para los afectados con Glucogenosis tipo la. Los datos
obtenidos, sugieren que la terapia génica puede ser una opción viable para el tra-
tamiento de pacientes con la GSD la humana cuando la expresión del transgen
dure más en el tiempo.

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Las Glucogenosis en España
4.3. Neutropenia:

Recientemente se hizo un estudio europeo sobre la Glucogenosis tipo I (27), en


el que participaron centros hospitalarios de los Países Bajos, Alemania, Francia,
Reino Unido e Israel, aportando sus historias clínicas de pacientes que sufrieran
dicha patología hasta el año 2002.

Los pacientes con GSD-Ib y neutropenia habían sido tratados con factor esti-


mulante de colonias granulocíticas (las siglas en inglés son GCSF) desde 1989.
Ésta provoca un aumento del número de neutrófilos y es de amplia opinión que re-
mite la enfermedad inflamatoria crónica del intestino. Sin embargo, en el estudio
europeo retrospectivo, no existe una mejora que pudiese establecerse, de manera
inequívoca, sobre esa opinión generalizada.

Como hasta el presente no existe otra terapia posible, se aconsejó limitar el


uso de GCSF a alguna (o algunas) de las siguientes indicaciones:

  • Un número de neutrófilos por debajo de 200x 106 /L de forma persistente.

  • Recurrentes infecciones que requieren el tratamiento con antibióticos.

  • Enfermedad inflamatoria crónica del intestino grave, documentada por co-
    lonoscopia y biopsia anormales.

  • Diarrea severa que requiera hospitalización o interrupción de la vida nor-
    mal.

El mismo estudio recomienda bajas dosis de GCSF, del orden de 2.5 ?g/kg, día
sí día no, como dosis de inicio (ver tabla 3). Al alcanzar una media de recuento de
neutrófilos por encima de 1.0x1009 /L, el efecto sobre el recuento total diferencial
de células sanguíneas podría ser monitorizado y ajustado cada mes. También se
propusieron aumentos de dosis de de 5 en 5 ?g/kg con un máximo 25 ?g/kg/dia.

Terapia con GCSF en GSD-Ib




Antes del inicio de la terapia: evaluación completa incluyendo médula ósea y colonoscopia.

Comienzo de la terapia

Dosis inicial 2.5 ug/kg/dia o día sí día no.




Medición diaria de neutrófilos durante 10




días.




Vigilar que el recuento de neutrófilos esté por




encima de 1.0x109/L.




Establecer la dosis necesaria para mantener




el recuento de neutrófilos por encima de




1.0x109/L.

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