La dimensión interna y la dimensión internacional en la migración y en la inserción laboral en Tijuana (1990-2000)



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La dimensión interna y la dimensión internacional en la migración y en la inserción laboral en Tijuana (1990-2000).
Mtro. Carlos Ernesto Simonelli
Introducción

El presente trabajo consiste en un análisis exploratorio en base al procesamiento estadístico de datos censales (INEGI, 1990; 2000), en el que se destacará la importancia de los desplazamientos laborales en el espacio fronterizo del Norte de México y, más específicamente, en el corredor de los municipios bajacalifornianos de Tijuana-Playas de Rosarito, poniendo énfasis en los inmigrantes internos y los internacionales.

En este trabajo se considera a la migración como un proceso social que involucra los desplazamientos de la población a través de las fronteras administrativas internas de un país, o los que existen entre distintos países, y que suponen un cambio de residencia de los participantes en dichos eventos.

En la primer parte del presente estudio se abordará el fenómeno migratorio de manera comparada entre 1990 y 2000, a partir de las estadísticas censales acerca de la residencia de las personas, tanto el flujo inmigratorio hacia Tijuana proveniente del resto del país como el de las personas anteriormente residentes en los E.U. En este trabajo intentará analizar los desplazamientos interfronterizos de personas en términos de procesos combinados entre la migración interna y los desplazamientos binacionales que se dan en un mismo territorio social.1

En la definición de "migrantes" que aquí se utiliza, se decidió tomar como base empírica la residencia de las personas a una fecha fija; ello limita el alcance de las inferencias que se pueden realizar.2 A pesar de ello, se optó por el análisis censal, debido a que puede aportar una información directa, confiable, representativa y desagregable sobre las características y la dinámica de los flujos migratorios internos a la localidad de Tijuana, a la vez que ofrece cierta información básica sobre las características laborales de la población, reuniéndola en un único instrumento empírico, comparable temporalmente.

Además, se expondrá la relación que tienen los procesos migratorios con los cambios económicos e institucionales durante el período mencionado. En esta línea, se enfatizará el análisis de la migración como expresión de los procesos de cambio en el modelo económico ocurridos en la pasada década, básicamente consistente en la apertura económica, en la incorporación de los países en vías de desarrollo al comercio internacional, y en el debilitamiento del rol central del Estado a favor del mercado. Dentro de este esquema se inscribe el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (en adelante TLCAN) entre Estados Unidos, México y Canadá, que entró en vigencia en 1994.

Este trabajo intentará dar orientaciones provisorias a una serie de interrogantes: ¿Cómo se incorporan las características que presentó la migración en la década de los noventa al análisis más global de la transformación de una parte importante de la fuerza de trabajo mexicana? ¿Pueden incorporarse los hallazgos acerca de la inserción laboral específica de los migrantes dentro de los análisis de la transformación de la fuerza de trabajo durante la década anterior? ¿De qué manera las características laborales entre los migrantes en Tijuana permiten corroborar o desmentir la constitución de un espacio fronterizo social y económicamente homogéneo? A su vez, a partir de diferencias laborales entre los migrantes internos y los migrantes que han residido previamente en los E.U., ¿puede establecerse la hipótesis de “nichos” de inserción laboral específicos?

Las interrogantes anteriores seguramente no podrán ser dilucidadas por completo con la escasa evidencia estadística que se presenta en este trabajo. No obstante, puede ponerse en consideración en qué medida la situación específica de los mercados laborales fronterizos responde a una dinámica propia, relacionada con su mayor integración con la economía estadounidense, y en qué grado se debe a los procesos que experimenta México, dentro de la internacionalización creciente de la economía. Además, aunque sólo en un nivel de análisis conceptual, puede brindar evidencias acerca de la influencia que tuvieron los cambios en el marco jurídico- normativo, que marcharon en paralelo con el cambio en el modelo económico ocurrido en la década anterior.



1. La especialización económica en la franja fronteriza del norte de México

El proceso de reestructuración económica en México comenzó a mediados de los ochenta, luego de la crisis de 1982 que puso fin al modelo de sustitución de importaciones. La nueva orientación de la economía mexicana inauguró un modelo inédito en lo económico y en lo social, cuyos objetivos de corto plazo eran alcanzar la estabilidad macroeconómica y monetaria y, a mediano y largo plazo, una mayor integración al comercio mundial. El nuevo modelo priorizó las exportaciones manufactureras en detrimento de otras actividades destinadas al mercado interno, la disminución de aranceles, y la eliminación de los permisos previos de importación. Adicionalmente, se redujo la acción estatal tendiente a garantizar el desarrollo global de la sociedad mediante mecanismos de promoción social y económica, otorgándole un rol central al mercado como asignador eficiente de los recursos. Dentro del esquema de apertura económica y de liberalización comercial, la zona fronteriza se convirtió en un importante receptor de inversión extranjera directa (IED)3, especialmente durante la década anterior.

La Frontera Norte de México (en adelante, FN) se distingue del resto del país debido a su carácter de frontera internacional, que abarca más de 3,200 kilómetros compartidos con los E.U., por el carácter predominantemente urbano de sus localidades más importantes, y por ser un polo de atracción de importantes flujos de migrantes del resto del país, todo lo cual ha contribuido de manera decisiva a su crecimiento.

Desde mediados de los 60´s, en la FN se implementó un programa de desarrollo diferente al del resto del país, el Programa de Industrialización Fronteriza (PIF), el cual tenía como objetivos la creación de empleos, el poblamiento de la franja fronteriza, y la generación alternativa de divisas mediante la exportación de componentes industriales extranjeros ensamblados en México.4 Esto la fue consolidando, a lo largo de las sucesivas crisis económicas mexicanas, como uno de los más importantes "polos productivos", tanto desde un punto de vista demográfico como económico y socioproductivo. Si bien la IME surge con anterioridad a la crisis económica de 1982, la forma peculiar de industrialización fronteriza fue una excelente plataforma de lanzamiento para el nuevo modelo secundario exportador, cuyo "auge" se verificó en la década de los noventa. Dentro de este proceso se distinguen ciertos fenómenos específicos que resultan útiles para observar la particularidad de Tijuana en el marco general del programa fronterizo.El crecimiento de la maquiladora refleja un acuerdo tácito entre México y EE.UU. para incentivar el establecimiento de firmas extranjeras en México, con base a arreglos de producción compartidos.5

El nuevo modelo económico modificó la lógica de funcionamiento del sector industrial, afectando su estructura y organización, con el objetivo de insertar la base industrial mexicana en la nueva división internacional del trabajo (Anima y Guerrero, 2004: 184). Así, una vez alcanzada la estabilización monetaria, y dada la apertura económica promovida por las llamadas "reformas estructurales", la protección efectiva a la industria nacional se redujo notablemente, lo que ocasionó su depuración entre sectores “competitivos” y “no competitivos”. En ese contexto, la mayor parte de la estructura industrial heredada de la etapa de la sustitución de importaciones no pudo resistir los embates de los planes de estabilización monetaria y las sucesivas devaluaciones del peso mexicano, mientras los sectores de la industria ligados a la exportación resultaron más competitivos.

Además, si bien México contaba con "ventajas" competitivas con respecto a otros países de la región (los diferenciales salariales con respecto a los E.U., los recursos naturales abundantes, y la cercanía con la mayor potencia económico-militar del mundo), el cambio en la orientación del modelo socioproductivo vino acompañado de una serie de reformas institucionales a las leyes y reglamentos para el fomento de la inversión extranjera. A todo ello hay que añadir la subvaluación del tipo de cambio real, que hizo más atractiva a la industria de exportación para los capitales extranjeros. Todos estos factores permitieron que gran parte de las inversiones extranjeras en décadas anteriores se canalizaran hacia la industria manufacturera y, específicamente, a la industria maquiladora de exportación (en adelante, IME). Así, a partir de 1982 la industria maquiladora fue el origen de más de la mitad de las exportaciones manufactureras mexicanas (Anima y Guerrero, 2004). En un sentido restringido a la generación de empleos y de divisas, la capacidad de la zona fronteriza para atraer flujos de IED puede considerarse como el resultado de un modelo “exitoso” de industrialización fomentado desde el estado (Weintraub, 1994). 6

La importancia de la IED en la zona fronteriza y la magnitud de este proceso para el caso de Baja California, radica no sólo en su volumen sino en la composición de origen según países. Por su parte, en Tijuana se localizaba en 2000 el 59.3%, del total de las empresas con IED en BC (1,295 empresas), mientras que en Playas de Rosarito solamente se encontraba el 2.5% (54 empresas). Aunque se advierte un claro predominio del sector manufacturero en el total de la IED en la entidad (que puede relacionarse con la Industria Maquiladora de Exportación),7 también existe una importante participación relativa en el comercio y los servicios. Aunque se ha puesto en duda la importancia el factor geográfico, debido a los procesos de desterritorialización y de reterritorialización en el marco de la globalización, la cercanía física con los E.U. sigue siendo importante en determinados procesos de colaboración en el proceso productivo (Hualde, 2002). Ello puede explicar, en parte, la situación favorable del empleo maquilador en las ciudades fronterizas durante las décadas de los ochenta y noventa, en comparación con un contexto nacional marcado por graves problemas de subempleo y desempleo (Coubès, 2003).

El predominio relativo del sector de la industria manufacturera que se ha mantenido a lo largo del tiempo es aún mayor si se considera que en 2004 la manufactura recibió 94.8% del total de la IED en la entidad, mientras que los servicios captaron 2.9%; el comercio, 2.1%; y otros sectores, 0.2%. (Secretaría de Economía, 2004).

La importancia relativa que adquiere la frontera norte como atractor de IED reside además, en la especialización productiva de cada ciudad fronteriza. En el caso de Tijuana se deriva de la alta concentración de la manufactura de televisores, así como de la de componentes estratégicos,8 mientras que en Ciudad Juárez, se observa gran concentración en la manufactura de autopartes, la cual genera el 50% del empleo. Ello, sin embargo, ha dado lugar a la consolidación de un sector exportador altamente dependiente del mercado estadounidense (en cuanto a importaciones y destino de exportaciones), lo que lo hace más vulnerable a las fluctuaciones de la economía estadounidense (Vargas Leyva.2003).
2. Los cambios sociodemográficos y laborales recientes en la Frontera Norte

Hasta 1970 el patrón de migración tradicional en México, presentaba flujos que se dirigían hacia las pocas ciudades grandes y zonas metropolitanas, y se fue ampliando hacia las ciudades de tamaño medio, involucrando población de origen rural tanto como urbana. Una buena parte de la migración desde las entidades se dirigía al Distrito Federal o hacia la zona conurbada del estado de México, y de la gran metrópoli provenía menos del 10 por ciento de los inmigrantes a todas las demás entidades. Esta tendencia se revirtió para 1995 debido a que la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ha perdido el carácter atractivo para los migrantes internos. Por otra parte los orígenes y destinos de los flujos migratorios se diversificaron (Benítez Zenteno: 2002).

Por su parte, la zona fronteriza del norte de México se ha distinguido por atraer grandes volúmenes de población migrante; en la década anterior dichos flujos migratorios hacia la FN siguieron incrementándose. Como ha sido señalado ampliamente, la explicación fundamental de este fenómeno del crecimiento social de las ciudades fronterizas se encuentra en las variables asociadas a la movilidad poblacional (Escobar Latapí, 1999). Baja California se inscribe en dicho proceso como una entidad de atracción de la migración interna de carácter laboral. En la explicación del los movimientos migratorios hacia la FN, el aspecto laboral es de suma importancia, principalmente en aquellas entidades en donde hay una fuerte presencia de la industria maquiladora (Chávez, 1998:207).

La ciudad de Tijuana se diferencia de otras localidades fronterizas entre otros elementos, por haber sido tradicionalmente receptora de la migración interestatal; hasta la década de los noventa, presentaba la peculiaridad de recibir migrantes de grandes zonas urbanas. Otra característica que resulta relevante de los desplazamientos es que se caracterizaron por una mayor distancia recorrida para arribar a esta ciudad. (C. Piñeiro, 1992: 52; Estrella, 1998). Adicionalmente, Tijuana es una ciudad receptora de migrantes provenientes de otros países, predominantemente de los Estados Unidos.

En este sentido, las cifras obtenidas para el año 2000 en este estudio, también permiten confirmar otro de los rasgos de la especificidad de Tijuana, acerca del lugar de procedencia de los migrantes, pues además de atraer población laboral desde entidades geográficamente lejanas (como Veracruz, Chiapas y Oaxaca) (Simonelli, 2003), también ha sido el escenario de un flujo trasnacional de trabajadores migrantes, que cruzan la frontera en ambas direcciones, y que originan una buen parte de los intercambios comerciales de la población que trabaja o reside indistintamente en ambos lados de la frontera binacional (Santibañez y C. Piñeiro, 2001).

Los datos censales para el año 2000 confirman estas tendencias para el caso de Tijuana, a lo que se agrega el cambio en los lugares de origen, que ha transformado la dinámica de estos movimientos en la década reciente, y que acompañan sin duda las modificaciones más generales que se han dado a lo largo del país (véase ANEXO, Gráfica 1). Al respecto, los datos censales permiten realizar una comparación entre las entidades que concentran el mayor volumen relativo del flujo migratorio total hacia Tijuana entre 1990 y 2000, pudiendo observar que en 1990 participaban en el 64.7% del flujo total, seis entidades federativas (Sinaloa, Jalisco, D. Federal, Sonora, Nayarit y Michoacán), mientras que en 2000 participaban siete entidades en el 64.4% del flujo migratorio (Sinaloa, Veracruz, Jalisco, Sonora, Michoacán, D. Federal y Chiapas). Esto confirma la idea de que el principal flujo migratorio hacia Tijuana se ha diversificado. Adicionalmente, se observa un efecto de desplazamiento entre entidades federativas en su orden de importancia relativa: Veracruz ha desplazado a Jalisco, y el Distrito Federal ha sido desplazado a su vez por Michoacán. Por otra parte, se incorpora Chiapas, que anteriormente no registraba un flujo sustantivo hacia Tijuana. (Véase Anexo, Gráfica 1). De esta forma, entre los años 1990 y 2000 Tijuana consolidó su lugar histórico de atracción de migrantes internos interestatales. A la vez, esta ciudad es parte de un proceso en donde se ve involucrada la migración en la frontera binacional México-E.U..

En términos demográficos, el proceso de cambio y reforma estructural de la economía mexicana incrementó el número de migrantes laborales provenientes de otras entidades federativas hacia la FN; pero tuvo efectos disímiles a nivel regional, incrementando los desplazamientos de población desde nuevas entidades y regiones de origen. Por su parte, las mayores restricciones para renovar la estancia de mexicanos en los Estados Unidos, debido al endurecimiento de la política migratoria en ese país, pueden haber contribuido a incrementar el número de personas de origen mexicano, residentes en los Estados Unidos, y que decidieron regresar definitivamente al país. Además, hay que tener en cuenta el fenómeno de los “commuters” o “transmigrantes”, que contribuyó a incrementar la residencia binacional de una parte importante de la población fronteriza. (Santibánez y Cruz Piñeiro). La integración comercial con las localidades fronterizas vecinas en el lado estadounidense a su vez, pudo haber incentivado la radicación de ciudadanos estadounidenses en el corredor Tijuana-Rosarito en la útima década, dadas las condiciones especiales que ofrece la zona fronteriza, sobre todo en B.C.

Esta situación localizada en Tijuana, expresa en parte, lo que ha ocurrido en el resto del país, y contrasta con la aspiración de lograr un mayor equilibrio en la distribución de la población entre estados y regiones, como se esperaba del cambio de las orientaciones económicas de las décadas recientes. Los datos censales también pueden cuestionar la imagen constituida a través del tiempo de la frontera noroccidental mexicana solamente como una “plataforma” para pasar del lado de los E.U., poniendo de relevancia el hecho de que el proceso migratorio es de doble vía, atrayendo en menor medida, a migrantes residentes del otro lado de la frontera. Con esto se pretende señalar que tanto los procesos migratorios internos, como los que involucran a los llamados "trabajadores transfronterizos", son procesos sociales de larga duración, y con una tradición propia en el tiempo, los cuales ciertamente se han visto modificados por los mayores niveles de inequidad social y económica entre las regiones y subregiones (Chávez, 1998), y a partir de la dinámica propia que adquirió la economía fronteriza.

Las tendencias generales que se presentan en este estudio, acerca de la población en edades laborales, pueden mostrar una parte de los efectos de los cambios en el modelo socio`productivo, la consolidación de la FN como “polo de atracción”, y el sostenimiento del rezago socioproductivo de las zonas tradicionalmente expulsoras de población, como Oaxaca (Chávez, 1998).

En efecto, los tresultados obtenidos indican que las siguientes tendencias: sigue predominando el flujo de la región Pacífico/Centro, pero entre 1990 y 2000 las regiones del Golfo/Centro y Pacífico/Sur desplazan a las del Centro y Centro Sur. A su vez, llama la atención la incorporación de Veracruz y Chiapas dentro del flujo hacia Tijuana, lo que contribuye a la diversificación y hetereogeneidad de las corrientes migratorias internas a esta ciudad. Por otra parte, continúa la tradicional corriente proveniente de Sinaloa; pero los migrantes de Jalisco descienden en su participación relativa. La importancia de la región del Pacífico/Sur, que se incorporó en el año 2000, radica no sólo en que los migrantes desplazan en el orden de importancia relativa a otras regiones tradicionalmente relevantes en el flujo a Tijuana, como son las entidades del Noroeste, sino en la incoporación de un flujo importante de mujeres, que son ecasi el 12% del flujo a la ciudad. En este sentido, los cambios en la migración en las edades laborales hacia Tijuana, muestran que la distancia pierde relevancia como principal factor asociado a la migración, y se ve claramente que desde Oaxaca y Chiapas las mujeres se incorporan al flujo migratorio a pesar de la enorme distancia entre el lugar de residencia anterior y el lugar de destino (Véase Anexo, Cuadro 1)

Según nuestro análisis de la composición del flujo migratorio proveniente de otras entidades federativas del país, según región y sexo, los hombres de la zona del Pacífico/Centro, del Centro/Sur y del Centro disminuyeron su importancia relativa dentro del flujo general, mientras que los hombres de la región del Golfo/Centro aumentan su participación, debido sobre todo al aumento considerable de migrantes desde Veracruz. Es destacable el desplazamiento en orden de importancia relativo de las entidades vecinas a B.C. en el Noroeste, y la incorporación de las entidades más lejanas de Pacífico y del Sur, como Oaxaca y Chiapas.

Entre las mujeres se mantienen los mismos patrones anteriormente mencionados, aunque la región del Centro/Sur del país disminuye en menor medida, en relación con lo que ocurre con los hombres, y la región del Centro disminuye en mayor medida que en el flujo masculino. La zona del Golfo/Centro aumenta levemente más entre las mujeres que en entre los hombres, y ello se debe a la migración desde la zona de Veracruz, posiblemente debido a la atracción de las maquiladoras (Zamudio, 2001). También desaparece en orden de importancia relativa la región Noroeste, y se incorpora la región del Pacífico y del Sur, pero en menor medida en relación al flujo masculino. Esto último puede explicarse por el hecho de que el flujo de personas procedentes de Oaxaca y Chiapas hacia Tijuana es más reciente, y esto puede incidir en que en esta etapa el flujo esté más masculinizado.

Con la incorporación de nuevas corrientes migratorias que se integran en el flujo general a Tijuana, no sólo se incrementó la migración consolidando de esta forma a la ciudad como “polo” de atracción, sino que a la vez aumentó la heterogeneidad de los lugares de origen de los mismos, con posibles efectos en los mercados laborales. Pero por otra parte, se pone de relevancia la participación de los migrantes que en 1985 y 1995 habían residido en los E.U.; este subgrupo de migrantes debe ser considerado aparte de los migrantes internos, y si bien su volúmen resulta sin duda de de menor importancia relativa, es un hecho destacable su activa participación en el mercado laboral. Además, en la actualidad los porcenatjes de actividad laboral que presentan los migrantes de E.U. parecen ser más similares a la participación de los residentes no migrantes en el mercado laboral. Sin embargo, entre los activos laborales, los migrantes que habían residido en los E.U. en 1995 tienden a presentar niveles de asalarización mayores que los residentes no migrantes, hecho que confirma la heterogeneidad de la población laboral según sus características migratorias, en el período 1995-2000. No obstante, hay que señalar que puede ser diferente la inserción de estos migrantes residentes anteriormente en los E.U. en Tijuana y Rosarito, debdio a las características específicas que presentan los mercados laborales de ambos municipios. Lamentablemente no es posible establecer comparaciones más rigurosas para el año 1990, debido a que Tijuana agrupaba a lo que actualmente es el municipio de Rosarito.

Los cambios observados parecen reflejar la “lógica” del mercado laboral de Tijuana durante los noventa, dada la gran heterogeneidad en las modalidades de inserción laboral en comparación con otras localidades fronterizas; esto significó consolidar a la ciudad como un lugar de atracción frente a la crisis e inestabilidad de los mercados laborales que se presenta en México, como se venía manifestando desde mediados de los ochenta. Debido a que el mercado laboral en Tijuana, no se limita a la industria manufacturera y a la maquiladdora, la diversificación de actividades pudo crear condiciones favorables en primer lugar, para mantener bajas tasas de desempleo abierto, y en segundo lugar, para sostener una segmentación laboral que se venía manifestando con anterioridad. En efecto, según estudio recientes, los trabajadores no migrantes no migrantes en Tijuana tienen condiciones excepcionales para hallar otro tipo de empleo distinto al que ofrece la maquiladora, en virtud del desarrollo del comercio y los servicios transfronterizos, e inclusive, de hallar la manera de autoempearse. En contraste, los migrantes se insertan en menor medida en actividades comerciales y de servicios, y por tanto, su inserción laboral se produce en condiciones más precarias, y con menos oportunidades de mejorar su nivel de vida Al respecto, Coubès (2001: 215) señala que las maquiladoras constituyen un “empleo refugio” para los trabajadores migratorios en Tijuana (citado en Kopinak, 2003)

Con respecto a los cambios recientes en la inserción laboral de los migrantes en Tijuana, de manera general puede afirmarse que predominan las relaciones asalariadas, atrayendo a un gran volumen de migrantes de todo el país, aunque el flujo se han venido diversificando en el tiempo. Este mayor componente de asalariados se relaciona con la expansión de la industria manufacturera, especialmente la maquiladora. No obstante, cabe destacar la importancia creciente de otros sectores, como el comercio, los servicios y el turismo. Esto coincide, en parte, con los altos niveles de participación activa en el mercado laboral de los migrantes en Tijuana, que también responden a la mencionada mayor diversificación sectorial de su mercado laboral, como un hecho que posibilita la inserción de la población no migrante en actividades no manufactureras, como el comercio y los servicios.

En efecto, como señala Coubès (2003), en Tijuana se verifica la existencia de dos tipos de demanda a la que responden los mercados laborales fronterizos: la de los residentes mexicanos, cuyo poder adquisitivo aumenta cuando se incrementa el empleo y la masa salarial, y la de los transmigrantes, que trabajan en Estados Unidos, cuyo poder adquisitivo es mayor que el promedio y crean una fuerte demanda para los comercios y servicios de las ciudades mexicanas. Por otro lado, existe una demanda de algunos residentes de las ciudades fronterizas estadounidenses que se efectúa en el lado mexicano de la frontera, y que se relaciona con sectores no manufactureros como el turismo (restaurantes, bares, algunos comercios especializados como farmacias, y supermercados), el sector de servicios de reparación y personales (talleres automotrices, salones de belleza, etcétera), y de la salud (médicos, dentistas, entre otros). Esta puede ser la razón de una inserción laboral diferenciada entre los trabajadores de Tijuana y Rosarito, debido al desarrollo de las actividades relacionadas con el turismo en este último municipio.

En general, se registra un aumento importante de la participación económica, tanto femenina como masculina en Tijuana entre 1990 y 2000; sin embargo, ello se debe en gran medida a la incorporación de los migrantes internos en el mercado laboral a lo largo de la década. De forma paralela al aumento generalizado de la participación económica en Tijuana en la década de los noventa, los datos censales confirman la importancia de la condición migratoria de los trabajadores. No sólo se registra un incremento generalizado de la participación económica en ambos sexos, sino también un proceso de segmentación de la fuerza laboral. Aunque no se hallaron diferencias significativas entre los dos grupos que se consideran migrantes para los fines del presente trabajo (los que residían en otras entidades federativas y los que residían en los E.U.), los cuales siguen la tendencia general de crecimiento que registra la PEA, se deben considerar, sin embargo, las característica específicas de estos grupos de migrantes.

A pesar de que entre 1990 y 2000 el crecimiento de la participación económica es un fenómeno generalizado en toda población de Tijuana, al parecer no alcanzó a los migrantes masculinos entre provenientes de los E.U.; es decir, la parte más importante de este crecimiento se debe a la incorporación de los migrantes internos de ambos sexos entre 1990 y 2000. En síntesis, entre 1990 y 2000 la tendencia general parece indicar que los migrantes residentes anteriormente en los E.U. se diferencian de los migrantes internos en cuanto a su participación activa en el mercado laboral. Además, aunque los no migrantes y los migrantes de E.U. aumentan su participación, lo hacen en términos relativos mucho menos que los migrantes internos (Véase Anexo, Gráficas 2 y 3).

La información censal también brinda una aproximación que permite constatar un proceso de asalarización creciente, el cual se verifica de forma predominante entre los migrantes internos masculinos y, en menor medida, entre los migrantes residentes anteriormente en los E.U. En efecto, entre 1990 y 2000, aunque entre los migrantes internos de ambos sexos aumenta la proporción de asalariados, es entre los hombres migrantes donde aumenta más dicha condición.

En cuanto a las mujeres, aunque es cierto que la proporción de asalariadas decrece entre las migrantes internas en 2000, lo hace en menor medida que entre las migrantes residentes en E.U.; incluso, el descenso en el porcentaje relativo de asalariadas entre las mujeres no migrantes es menor que entre estas últimas (Véase Anexo, Gráfica 4). Ello puede relacionarse con los efectos agregados del censo de 1990, que registra al municipio de Rosarito dentro de la totalidad de Tijuana. Aun así, no es descartable el hecho que refleje la contracción en la demanda de mano de obra femenina por parte de las maquiladoras; de corroborarse esta hipótesis, al descenso generalizado entre las mujeres asalariadas en la maquiladora debería corresponder un proceso de “masculinización” en el sector.9 De manera indirecta, la hipótesis de una mayor incorporación masculina a las actividades manufactureras (maquiladoras y no maquiladoras) puede ser confirmada con el incremento de la participación de los migrantes internos masculinos en el sector de las manufacturas (Véase Anexo, Gráficas 6 y 7)

Así, mientras que entre las mujeres migrantes se incrementan levemente los porcentajes de participación en la manufactura, entre las no migrantes hay un leve descenso. Sin embargo, en el año 2000 la proporción de mujeres migrantes de los E.U. que trabajan en la manufactura es menor con respecto a las que residían en otros estados de la república (Véase Anexo, Gráficas 8 y 9). Esto puede indirectamente significar que las mujeres migrantes internas se mantienen como el principal grupo laboral dentro de la manufactura. Pero el hecho más interesante es el aumento de la proporción de hombres migrantes y no migrantes en la misma, aunque en estos últimos el incremento es menor que entre los primeros. A su vez, en 2000 la proporción de hombres migrantes de los E.U. que trabajan en la manufactura es menor con respecto a los migrantes que residían en otros estados de la república y a los no migrantes.

En definitiva, el predominio de las actividades en el sector manufacturero entre los migrantes internos puede estar expresando un comportamiento sectorialmente diferenciado entre las categorías migratorias analizadas en este trabajo. Los resultados obtenidos indican un aumento relativo en la participación de los hombres migrantes internos empleados en la industria manufacturera entre 1990 y 2000. De esta manera, puede establecerse que la tendencia general conduce a una mayor participación de la mano de obra migrante interna en la IME Tijuana, con un crecimiento de los hombres migrantes internos (Véase Anexo, Gráficas 8 y 9). Esto coincide con los estudios acerca del cambio en las características predominantes en el mercado laboral de la Industria Maquiladora y la "desfemeinización" del sector (Fleck, 2000) y, en parte, con los análisis que plantean una especialización del conjunto de la industria manufacturera en Tijuana (Carrillo y Hualde, 2002). Con respecto al análisis del mercado laboral interno de las maquiladoras, se debe señalar quizás que la contratación de mujeres no constituye una característica estática de esa industria, sino que puede haber sido una respuesta coyuntural que ha cambiado con el tiempo y con los procesos de "maduración" de la industria (Cruz Piñeiro, 1992). Por otra parte, es posible que la característica de mayor diversificación sectorial en Tijuana haya permitido absorber la mayor oferta laboral de las mujeres (en comparación con otras ciudades fronterizas) y, en general, el desplazamiento de personal femenino del empleo en las maquiladoras puede haber sido compensado con otro tipo de actividades, como los servicios y el comercio.10 Además, no se puede descartar, como en los casos anteriores, un efecto agregado del instrumento censal, y que no esté distinguiendo un descenso en la PEA asalariada femenina para el caso de las residentes en el municipio de Rosarito, como resultado de su incorporación en otras actividades. De la misma manera, es posible que en este municipio la incorporación de mujeres al mercado laboral sea diferente de la que se verifica en Tijuana.


El análisis anterior acerca de los cambios en la procedencia regional de la migración interna, puede tener relación con las transformaciones en la inserción laboral, y resultar útil para generar hipótesis alternativas. Por ejemplo, los estudios sobre los migrantes veracruzanos coinciden en parte con los datos exploratorios que se presentan: se ha constatado desde tiempo atrás que otras ciudades importantes de la FN, como Ciudad Juárez y Chihuahua, se han convertido en una fuente de atracción debido a la actividad de la industria maquiladora. Lo mismo ocurre en Reynosa, Tamaulipas, donde una parte importante de los migrantes veracruzanos trabaja en las maquiladoras de esa ciudad. (Zamudio, 2001).

Para el caso de Tijuana, paralelamente o casi simultáneamente, podemos observar cómo los patrones de inserción laboral de los migrantes en general se han distanciado y han tomado una fisonomía propia. La propensión generalizada hacia un aumento en la participación económica, como ha sido señalado anteriormente, no fue acompañada entre 1990 y 2000 por los hombres que residían anteriormente en los E.U., cuya tendencia parece ser hacia el descenso en los niveles de participación masculina y el aumento de las tasas de actividad femeninas de este grupo migratorio (Véase Anexo, Gráficas 2 y 3). Pero si bien esto puede indicar una diferencia interesante, ello no implica afirmar una mejoría absoluta en su inserción laboral, sobre todo tomando en cuenta el aumento del segmento de los asalariados masculinos provenientes de los E.U. entre 1990 y 2000, mientras que las mujeres de la misma condición han descendido. Aunque en general todo indica un predominio relativo en las actividades asalariadas de los hombres migrantes internos frente a los demás subgrupos, es posible observar una posición relativamente subordinada de los migrantes residentes en E.U. (Véase Anexo, Gráfica 5). Nuevamente hay que advertir acerca de los sesgos que pueden introducirse al considerar a Tijuana y Rosarito de manera conjunta.

De cualquier manera, los resultados obtenidos generan nuevas interrogantes: ¿qué cambios se han operado en la industria manufacturera en Tijuana? ¿tienen relación con un cambio en el tipo de demanda laboral de la industria maquiladora? ¿qué transformaciones han operado en los sectores no industriales que puedan explicar una inserción laboral diferenciada entre migrantes y no migrantes? ¿siguen los mismos patrones de inserción los migrantes internos y los interfronterizos? ¿existen grandes diferencias entre Tijuana y Rosarito?

Se pueden ofrecer alguna hipótesis provisorias sobre algunos de los factores asociados con estos cambios. La participación laboral en los E.U. puede haber modificado tanto la experiencia laboral de estos trabajadores, incidiendo en sus pautas y modalidades de inserción económica, como en sus niveles de vida, debido al acceso a un diferencial salarial que puede haber sido invertido en territorio mexicano de diversas maneras. Pero esas modalidades no están exentas de las influencias del “medio ambiente” económico más general y de los cambios coyunturales que se han producido entre las economías de México y Estados Unidos, especialmente los relacionados con las sucesivas devaluaciones del peso mexicano, que constituyen un dato muy sensible en la franja fronteriza. Por ejemplo, en la zona costera de Baja California, la expansión de servicios de turismo coincidió con la devaluación del peso mexicano en 1982, porque incentivó a algunos propietarios de inmuebles de la costa a invertir en sus terrenos y mejorar los servicios que ofrecían ya que, debido a lo precario de muchas de estas construcciones, los inmuebles se alquilaban a precios muy bajos. La devaluación jugó un papel fundamental en el revalúo del gran potencial turístico de la zona costera. Esto coincide en el tiempo con la expansión de las grandes compañías de bienes raíces en la zona. El valor de muchos terrenos e inmuebles se incrementó considerablemente, y ello propició la especulación en bienes raíces, lo que a su vez marca el comienzo de la segregación espacial actual en el desarrollo turístico costero, que margina a aquéllos que no tienen los recursos para invertir en su tierra (Bringas, 2002).

Inclusive, el desconcertante descenso en los niveles de actividad económica entre 1990 y 2000 entre los migrantes masculinos provenientes de los E.U. en comparación con todos los demás subgrupos, puede hallar alguna explicación si se diferencia entre Tijuana y Rosarito. Esto contrasta, además, con el aumento de la actividad económica femenina proveniente de los E.U., por lo que no se puede afirmar un comportamiento o un patrón de actividad generalizado para este grupo de migrantes interfronterizos. Como se ha señalado anteriormente, ello puede deberse a diferencias en las características de los migrantes que residen en Tijuana y en Playas de Rosarito. A su vez, se puede plantear la hipótesis de que la zona costera se está diferenciando cada vez más de Tijuana, y convirtiéndose en zona de descanso o residencial, atrayendo a personas de grupos de edad más avanzados, provenientes predominantemente de los E.U., mientras que en el caso de los migrantes internos la zona deviene fuente de empleos en el sector servicio y en la construcción.

En el caso de Tijuana y Playas de Rosarito la expansión de las actividades turísticas se desarrolló por dos vías: por el flujo de turistas, que se ha adaptado gradualmente a los cambios que se han llevado a cabo a lo largo de su historia y, al mismo tiempo, porque dicho flujo continúa teniendo una marcada influencia en la vida del corredor costero, afectando la configuración del espacio. El turismo en esta zona ha producido cambios en las atracciones naturales, los alojamientos, los servicios, la infraestructura, las vías de acceso y los diferentes tipos de transporte, y puede decirse que, en general, ha jugado un interesante papel en el desarrollo. Esto se debe, en parte, a la situación geográfica privilegiada del corredor costero Tijuana-Ensenada con respecto a California y los Estados Unidos. En ese sentido, se advierte un proceso de relación entre dos regiones a ambos lados de la frontera: la franja Tijuana-Ensenada actúa como una especie de periferia de la zona turística californiana; en ello radica su peculiaridad y los posibles factores que explican su desarrollo (Bringas, 2002).

A partir de los datos del censo de 2000 se insinúa una tendencia hacia la diferenciación en las pautas de inserción laboral entre un grupo y otro de migrantes, y entre los respectivos “perfiles” productivos. En efecto, los migrantes residentes en 1985 en los E.U. y los migrantes internos parecen presentar características isomórficas, mientras que los migrantes residentes en 1995 en los E.U. se asemejan relativamente más a los casos de los no migrantes que a los migrantes provenientes de otras entidades del país. Esto puede estar sugiriendo la consolidación de un proceso de largo tiempo que estaría constituyendo una población con pautas laborales y económicas marcadamente distintas a la de los migrantes provenientes de las otras entidades federativas del país (sobre todo si tenemos en cuenta las características más recientes de los nuevos flujos de migrantes, para el año 2000).

Aunque nada obliga a pensar que no hay diferencias entre los no migrantes y los migrantes de E.U., resulta significativo el hecho de que entre ambos grupos casi se mantiene la misma proporción de no asalariados que en 1990, aunque con un leve incremento (Véase Anexo, Gráfica 5). Estudios posteriores podrían confirmar de forma más rigurosa qué grupo ocupacional es predominante dentro de los trabajadores no asalariados. Una explicación alternativa al leve aumento registrado en los segmentos asalariados de migrantes residentes en 1995 en los E.U., es que puede deberse a las personas vinculadas de alguna manera con la industria maquiladora, o que sean empleadas directamente por estas empresas, como es el caso de los técnicos calificados y los ingenieros. Aunque vale la aclaración del hecho de que, si bien éstos han crecido en términos absolutos dentro de las maquiladoras de Tijuana, no mejoraron sustancialmente sus posiciones relativas con respecto a los trabajadores directos en tales empresas en el período 1995-2000 (BIE-INEGI: 2002).

Los datos de este análisis exploratorio coorboran, por otra parte, algunas hipótesis de estudios recientes, en el sentido de que la mayoría de los residentes no migrantes tratan de evitar el trabajo en las maquiladoras, que juegan el papel un “empleo refugio” para trabajadores migratorios que llegan a Tijuana. mientras que los no migrantes evitan trabajar en las maquiladoras. En efecto, a partir de las diferencias entre las trayectorias laborales entre distintos grupos de trabajadores en el mercado laboral de Tijuana, Coubès (2001: 215) plantea que en las maquiladoras se emplean predominantemente trabajadores migratorios de extracción rural con bajos niveles de educación que trabajaron exclusivamente en maquiladoras, y que en otros sectores lo hacen los trabajadores nativos con mejores niveles de educación que pudieron evitar el trabajo en las maquiladoras y que habían trabajado solamente en los servicios. Probablemente es relativamente más fácil entre éste último grupo de trabajadores obtener un salario urbano de reserva y ser capaces de usar sus redes familiares para conseguir trabajos en el sector de los servicios. Esto se refirma cuando se considerando que los trabajadores migratorios habían encontrado su empleo en las maquiladoras respondiendo a un anuncio en el periódico, o a partir de la búsqueda de trabajo en los anuncios de las mismas fábricas. A pesar de ello, en los datos presentados en este estudio no se confirma esta hipótesis en la inserción laboral de acuerdo al sexo, ya que el descenso en el porcentaje de trabajadores en la manufactura es mucho mayor entre los hombres residentes previamente en los E.U: que entre las mujeres de la misma condición. De esta forma, se confirma la importancia de analizar en cada caso, las características entre distintos grupos migratorios (interno e internacional) de acuerdo a las diferencias entre sexos. No obstante, y reconociendo el hecho de que las limitaciones de los datos censales para indagar acerca los motivos de la migración, ya sean laborales, familiares o de otro tipo, pueden quedar planteadas diferentes pautas entre los grupos de migrantes en el espacio fronterizo, lo que impulsa a realizar estudios comparativos cada vez más específicos.

De esta manera, para el caso de los migrantes residentes anteriormente en los E.U., pueden ser útiles algunas hipótesis alternativas, basadas en el supuesto de la constitución de un espacio binacional, en donde intervienen factores no estrictamente productivos, sino además sociales y culturales, quedando involucrados ciertos aspectos como los de la "cultura del consumidor" y de la "cultura laboral". La migración en tal sentido, estaría abarcando además, situaciones motivadas por una parte por razones laborales, pero por otra parte por razones de índole personal, como la reunificación de familias transfronterizas, el estudio, o los matrimonios.

Esto puede ser, en efecto, la razòn de una inserción laboral diferenciada entre los trabajaodores de Tijuana y Rosarito, debido sobre todo al desarrollo de las actividades relacionadas con el turismo en este último municipio.
3. Conclusiones

El trabajo exploratorio presentado confirma que en el período 1990-2000 Tijuana sigue siendo una región atractiva para los flujos migratorios laborales, a los cuales se incorporan otras entidades y regiones que presentan mayores niveles de rezago socioproductivo. lo cual ha incrementado y diversificado la corriente migratoria.

A los migrantes internos se agrega una corriente menor, pero importante en Tijuana, de personas que anteriormente residían en los E.U., los cuales parecen tener patrones de inserción laboral bastante más similares a los residentes no migrantes.

Con respecto a las características específicas que imprime la Industria Maquiladora en Tijuana, aunque las mujeres migrantes siguen predominando en este sector, los hombres migrantes han incrementado su participación entre 1990 y 2000. Por otra parte, mientras que el predominio de las mujeres migrantes en la manufactura puede ser explicado por el peso de la industria maquiladora, el incremento de los hombres también puede deberse a la tendencia de esta industria a contratar cada vez más hombres.

Pero no se ha incrementado significativamente la proporción de los trabajadores no migrantes empleados en la manufactura, y por el contrario, parece un sector poco atractivo para los hombres que residieron anteriormente en los Estados Unidos.

Las condiciones que ofrece la la manufactura, especialmente la Industria Maquiladora de Exportación (IME) en Tijuana permite absorber en mayor medida a una población migrante, generalmente sin experiencia anterior en las tareas que se realizan. Esto puede reflejarse en el aumento entre las mujeres migrantes internas asalariadas, pero es destacable el descenso de las asalariadas residentes en los E.U. entre 1990 y 2000, lo que puede deberse tanto a condiciones específicas en Tijuana, como a la inserción laboral diferente que existe en Playas de Rosarito.

A su vez, las altas tasas de participación económica podrían indicar condiciones favorables de inserción laboral para los no migrantes y los migrantes de E.U., debido a la mayor heterogeneidad de la estructura del mercado laboral en Tijuana.
De manera general, tanto en sus orígenes históricos como en sus componentes sociales, perfiles productivos y en sus patrones demográficos, Tijuana presenta características peculiares que han sido positivamente aprovechadas en el contexto del cambio en la orientación socioproductiva de México en las décadas pasadas. Estas cualidades pueden convertirse en un contexto de internacionalización creciente de la producción en una “ventaja” local, que es asimilada rápidamente gracias a condiciones excepcionales, entre las que resaltamos la abundancia de una fuerza de trabajo migrante proveniente de otras zonas y regiones del país económicamente deprimidas o estancadas. Sin embargo, las ventajas territoriales en Tijuana en el contexto del cambio socioproductivo y la apertura económica en México, se verifican sobre todo en el aspecto de la generación de empleo, lo que depende de las decisiones estratégicas de las empresas, y de las fluctuaciones de los flujos de IED.

La incorporación de nuevas entidades y regiones a los flujos migratorios en esta ciudad, podría relacionarse también con los efectos a largo plazo generados por los contextos de crisis y reestructuración económica. Estos nuevos procesos pueden estar incidiendo en los cambios registrados en el mercado de trabajo local. Por otro lado, la contracción de la demanda de mano de obra femenina en la industria maquiladora, y el aumento de la misma en el caso de los hombres, es un fenómeno que deberá ser profundizado en posteriores investigaciones acerca de las características que asume la especialización productiva en esta industria en Tijuana. Similares transformaciones en los mercados de trabajo locales pueden haber generado pautas diferenciadas entre los migrantes que residían en los E.U., de acuerdo al sexo.

De manera general, la mayor disponibilidad de mano de obra proveniente de los flujos migratorios, y sus características específicas, invitan a reflexionar acerca de cómo los fenómenos demográficos se relacionan con otros factores -como la oferta y la demanda laboral- que se presentan de manera dinámica, a diferencia de lo que puede prever un enfoque economicista. Las variaciones en el patrón de la migración hacia Tijuana pueden ser así vinculadas, por una parte, con la reestructuración y el cambio socioproductivo que atraviesa México; y por otra parte, con las transformaciones en la demanda de trabajo, las cuales expresan modificaciones en el mercado laboral local.

La incorporación en los análisis de la dimensión binacional, luego de analizar la literatura sobre el tema, y a través de algunos de los resultados comparativos preliminares de este trabajo, permite ampliar la gama de hipótesis de trabajo, y consolidar la idea de que dichos fenómenos no obedecen a un factor monocausal, sino que deben ser explicados en los contextos y coyunturas locales específicas.


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Bases de datos utilizadas para el presente trabajo:

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INEGI; XII Censo de Población y Vivienda. Baja California. Muestra al 10 %.

Paquetería utilizada en el procesamiento de datos para el presente trabajo:

Paquete Estadístico para Ciencias Sociales - SPSS, versión 10.
Anexo
Las entidades federativas donde las personas migrantes declaran haber residido 5 años antes del momento censal y anteriormente a su residencia en Tijuana, se agruparon en regiones según un criterio que unificara los cambios que se observan en los datos censales entre 1990 y 2000. Las entidades de procedencia de los migrantes no son las mismas en dicho período, y que en algunos casos el porcentaje relativo de las personas según las entidades de residencia anterior cambiaron las posiciones relativas entre estados. De acuerdo con los proecesamientos que se realizaron a tal fin, la regionalización siguió un criterio basado en la cercanía geográfica; pero esto dejaba sin considerar las carcaterísticas sociodemográficas de las entidades que intervienen en este proceso. Por tal motivo, se combinó esta modalidad con un criterio que resultara relativamente coherente con un análisis sociológico. Para ello, se tomó en cuenta grados de marginación de CONAPO para el año 1995.11 En el caso del estado de Aguascalientes, que presenta grado de marginación muy bajo, la entidad quedó agrupada con otras dos entidades que en el grado de marginación de 1995 presentan grado de marginación alto.12 El resto de las entidades no presenta este inconveniente, y en la gran mayoría de los casos hay relativa concordancia entre los grados bajo-muy bajo o alto-muy alto entre las regiones, por lo que se decidió agruparlas de dicha manera.

Comparación entre la regionalización del presente estudio y el grado de marginación para 1995 (CONAPO)



REGION

ENTIDAD

Grado de Marginación 1995

Noroeste

 

 



Baja California

Muy Bajo

Baja California Sur

Bajo

Sonora.

Bajo

Centro/Norte

 

 



San Luis Potosí

Alto

Zacatecas

Alto

Aguas Calientes.

Muy Bajo

Norte

 

 



 

Chihuahua

Bajo

Nuevo León

Muy Bajo

Tamaulipas

Bajo

Coahuila.

Muy Bajo

Centro

 

 



Guanajuato

Medio

Michoacán

Alto

Querétaro.

Medio

Centro / Sur

 

 



México

Bajo

Morelos

Bajo

D.F.

Muy Bajo

Golfo / Centro

 

 



 

Hidalgo

Alto

Puebla

Alto

Tlaxcala

Medio

Veracruz.

Muy Alto

Pacífico / Centro

 

 



 

 


Durango

Medio

Nayarit

Medio

Sinaloa

Medio

Colima

Bajo

Jalisco.

Bajo

Sur Oeste

 

 



 

Campeche

Alto

Quintana Roo

Medio

Tabasco

Alto

Yucatán

Alto

Pacífico / Sur

 

 



Chiapas

Muy Alto

Guerrero

Muy Alto

Oaxaca.

Muy Alto

Cabe aclarar que no es intención del presente trabajo inferir de manera directa e inmediata, una asociación entre características colectivas inherentes a la comunidad de la que declaran proceder los migrantes, con características personales de los mismos. Nos interesa en todo caso contar con un marco contextual que permita un análisis de los desplazamiento interregionales a Tijuana.



G
ráfica 1: Región de procedencia de los migrantes a la ciudad de Tijuana, B.C., provenientes del resto del país, 1990 y 2000 13






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