Bajtin fondode cultura economica edicióN 1986 algunas palabras acerca de la vida y la obra de m. M. Bajt1N 2


particular distrihtición de estos tipos verbales



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particular distrihtición de estos tipos verbales y de sus vai lantes entre los principales elenic’ntos composi— cionales de utia obra,
¿(ónio y en qué momento de la totalidad vei bal st’ reaiiza la última instancia significativa del autor? Es mu’y Iá( i 1 ( ontestal esta piegunia cii c’I casi> de una no cia monológita. Cttalesquiera que sean los tipos tic discut sos introducidos por tin autor moitológico, cualqutieta tine sea su distribución ( ompOsi( ionai, la comptensióit s’ la valorac ion del autol deben predoituiiam sobre todas las (leinás y formar un todo compa lo no ambigw. Jodo i efut’i ¡o de entonaciones ajenas cien no de uno tt otro enunciado, en una u otra pat te de la obta es tan solo un j ncgo (lU 1 esueive el auiol para hatci esc tic hal postel lotmente (Oil mm mayor energía su propia palabra directa o n’fia tada, loda discusión de (los ores c’n tina sola, por su predominio, está resucita con anterioridad, es tan sólo una dis usion apatcnte, i(xias las Intel picta iolies del autor con pleno sentido tarde o tempm—ano se reunil áI t (‘It un centro discursivo y se reducirtn a tina sola tonctenc ia, y todos los acentos se resumirán en una sola vol.
La tarea artística que Dostoievski se impone es totalmente distinta.No le atemoriza la actuah,aeión más extIerna de los acentos de orientación múltiple dentio tic una palabra bivocal; por el contrario, esta actualizacion le hace falta precisamente para sus propósitos. La piritahdad de voces no debe desaparecer sino que ha de tm iun(ai en la novela.
Lii 1 ittportaflcia estilística tic la pa/abra ajena en las obras de Dostoievski es enorme, tietie tina ida mus ittfr» Ca cml sus novelas; las iclacioties estilísticas ti iti( ipales para Dostoievski no son los vínculos eno’: palabias, plano de un enunciado monológico único, sino los nexos dinámicos e mtensos entre enunciados, enDe centros independientes y equitativos de los discursos no subordinados a la dktadura de la palabra y del sentido de un estilo ItiOtiológi( (9 y un tono artiCO.
La palabra en Dostoievski, la vida de ésta en su obra y sus fuiic iones en la realización de una tarea polifónica, se anali,ai-án en relación con aquellas unidades estructurales en las cuales funciona dicha palabra: en la unidad del enun iado inonológico propio del personaje, en la unidad de la narra ión (del narador o del autor) y, finairnente, en la unidad del diálogo entie personajes. Este será el orden de nuestro análisis.
Dosioiesski comenzó por la forma epistolar que es la palabra refractada. En una carta a su hermano escribió lo siguiente, a propósito de ¡‘obres gentes:
Ellos [el público y los críticos. M. B.} están acos’tumbrados a set en todo la (ala del autoi pero yo no he mostrado la mía. Y ¡los no son apa es de adivinar que es Dévushkin quien habla no ‘,o, que Dévushkín no puede hablar de otra nallela. Dicen que la novela es muy larga, pero en ella no
sobi a ni una sola palabi a.9
Los que hablan son Makar Dévushkin y Várinka Dobrosiólova, el autoi tan sólo coloca sus palabras; sus concep(iones ‘, aspi aciones se refractan en las palabras de los personajes. La forma epistolar aparece aquí como una val iante de Ícherzdhlung. La palabra aquí es bivocal yen la mavoi ía de los casos un una sola orientación. Así es como apai cc e en tanto que una sustitución estructural de la palabia del auto) que en este caso está ausente. Vamos

a ver, de la manera más sutil y cauta, cómo la compren sió del autor se refracta en las palabras de los l)CiS01iJ5


naiiadoies, a pesar de que toda la obra está llena (le paro dia explícitas e implícitas, de polemismo directo o clic u-
bici co (del autor).
Por lo pronto, sólo nos importa el discurso, como enunciado monológico del héroe, de Makar Dévushkiu
no el Icherz/ihlung del narrador cuya función es desarro liad aquí por aquél (ya que no hay otros narradores
aparte de los personajes). La palabra de cualquier natra doi utilizada por el autor para realizai su concepción artística, pertenece por si misma a algún tipo determinado de enunciado, aparte del tipo de enunciado definido por su función narrativa, ¿cuál es el tipo del enunciado monológico de Dévushkin?
En sí misma, la forma epistoral todavía no predetermina el tipo de discurso. En general, esta forma permite amplias posibilidades verbales, pero resulta set la más favorable para la última variante del tercer tipo de discurso, es decir, para la palabra ajena reflejada. La epístola se caracteriza por una aguda sensación del interlocutor, del destinatario, ésta, igual que la réplica de un diálogo, va dirigida a un hombre determinado, calcula sus posibles reacciones, cuenta con su posible respuesta, etc. Esta orientación hacia un i nierlociitor ausente que puede Set más o menos intensiva, en Dostoievski tiene un carácter sumamente marcado.
En su primer tiabajo Dostoievski elabora un estilo discursivo, que habrá de car icterizar toda su obra, determinado por una intensa anticipación a la respuesta del otro. La importancia de este estilo es etiorme en toda su obra posterior: los efiunciados confesiona les de los personajes más importantes están compenetrados de una intensa actitud hacia la palabra ajena anticipada acerca de estos enunciados, de una reacción ajena al discurso de los personajes acerca de sí mismos. No sólo el tono y el estilo) de estos enunciados sino también la estructura interna de sentido de ellos se determinan por la anticipación de la

palabra aje ira, desde los ofendidos comentarios de Go— liadkin hasta los subterfugios éticos y metafísicos de Iván Karamázov. En Pobres gentes empieza a elaborarse la variante “humillada” de este estilo; la palabra subvaluada, con una tímida y avergonzada orientación hacia el otro y on un reto medio apagado.


Esta orientación hacia el otro se manifiesta ante todo en la lentitud y en las reservas que interrumpen en todo rriomefl lo el discurso:
Yo vivo en la cocina, o, mejor dicho.., ya se lo figurará usted: contiguo a la cocina hay un cuarto (debo decirle a usted que la ial cocina está rn uy limpia y muy lara y apaña— (lila), un cita rl i lo mu y chico, un riilconcj lo ¡huy discreto.
o, Inejoi di 1ro, que lo será; la cocina es grande y tiene tres entallas, y ura lelo al tabique inc han colocado un biombo, de modo que i esu Ita asi un etiarti to, uit número supero orne— rano, como suele decirse, lodo muy espacioso y cómodo, y tengo basta una ventalla, y lo principal, que..., cuino le digo, ioclii esci muy bien y con[oi table. Este es mi rilitoncilo. Peto no vaya usted a ilitaginarse, hija mía, que yo lo diga con segunda intención, porque, al fin y al cabo, esto no es más
q (te una (0(1 na Es de it. hablando con exactitud, o vivo en la misma co lila, sólo qtte con ini biombo por medio, pelo esto no signihca nada. Yo Inc encuentro aquí muy contento
1 g listo. en (0111 pleta modestia y placide,!
lic ((>1(11 ado en este rlnc olicito liii cama, tilia Toesa, una óntoda , dos sillas, si, señor, un par nada Indos, y he colga— (lo de la pared lina imagen piadosa. Cierto que lIa’ habitaciones luejores, y hasta mucho mejores, pero lo importante en (‘sIc mutitclo es la omisodidad ; sólo poi (‘so vivo yo aqLii, porque mite citctwntro así más cómodo no vaya a pensar que lo bago poi Olla ra,on. (1, 107)
Casi después de cada palabra Dévushkin mira de reojo a su interlocutor ausente, It’ da miedo que piensen que Se está quejando, trata de destruir desde antes la impresión (B1C produciría la noticia de que vive en la cocina, no quiere afligir a sti interlocutora, etc. La repetición de las palabras se producen por el deseo de reforzar su acento o por darle un nuevo matiz en vista de una posible reacción del interlocutor.
En el fragmento citado, la palabra reflejada es el posible discurso del destinatario que en este caso es Várinka Dobrosiólov’a. En la mayoría de las veces el discurso de Makar Dévushkin acerca de sí mismo se determina, sin embargo, por la palabra reflejada de un “hombre ajeno”. He aquí cómo define a este hombre:
[...] ¿Por qué ha de empeñarse en irse a vivir entre gente extraña? [le pregunta a Várinka Dobrosiólova] ¿Sabe usted lo
que quiere decir eso de gente extraña ¿No? Pues pregúntemelo usted a mí, que yo.. ., yo conozco muy lijen a los extraños, y puedo decirle a usted cómo son. Yo los conozco, hijita; los conozco de sobra. He comido su pan. Todo ser ajeno es malo, Várinka; sí, muy malo; tan malo, que el coraconcito que uno tiene no puede contenerse; hasta tal punto el prójimo sabe martirizarlo a uno con reproches y reconvenciones y miradas de enojo. (1, 150)
En la concepción de Dostoievski, un hombre pobre, pero con amor propio, como lo es Makar Dévuskin, sien t permanentemente en su persona las “malas miradas” del otro hombre, miradas de reproche o —lo que quizá sea
peor para él— de burla (para los personajes más orgullo sos la peor mirada ajena es la de compasión). El discurso de Dévushktn se vuelve hacia sí precisamente bajo esta mirada. Dévushkin, igual que el “hombre del subsuelo”
suele escuchar eternamente las palabras ajenas acerca de su persona:
El pobre es suceptible; ve el mundo de otro modo, mira a cada transeúnte de soslayo, con recelo, y coge al vuelo la
menor palabra. .. ¿Si estarán hablando de él? (1, 160) Este tomar en cuenta la palabra socialmente ajena determina no solamente el estilo y el tono del discurso de Makar Dévushkin, sino también su manera de pensar y de sentir, de ver y de comprenderse a sí mismo y al mundo que lo rodea. Entre los elementos más superficiales de las modalidades del discurso, entre la forma de autoexpresión u los Jsltimos fundamentos de la Visión del mundo, siempre existe un vínculo profundo y orgánico en el universo de Dostojevskj El hombre en tanto hombre es víctima de su discurso. Mientras tanto, la misma orientación del hombre con respecto a la palabra y a la conciencia ajena es en realidad el tema principal de todas las obras de Dostojevskj La actitud del héroe hacia si mismo está indisolublemente relacionada COfl su acritud hacia el otro, y con la actitud de este último hacia el héroe. La conciencia propia constantemente se percibe sobre el fondo (le la conciencia del otro con respecto a uno, el ‘yo-para-mí” aparece sobre el fondo del “yo-para-otro”. Por eso la palabra del héroe acerca de sí mismo se construye bajo la incesante influencia de la palabra del otro acerca de él.
Este tema se desarrolla en diversas obras en forma diferente, con contenido variado y en tlistinto nivel espiritual. En Pobres gentes, la autoconcjermcja de un hombre pobre se manifiesta sobre el fondo de tina conciencia soualmente ajena. La afirmación propia suena como una incesante polémica oculta o como un diálogo oculto con otro, cuyo terna es el protagonista mismo. En sus primeras obras Dostoievskj todavía le da una expresión relativamente sencilla e inmediata; el diálogo aún no penetra al interior de’ los mismos átomos del pensamiento y de la vivencia, el mundo de los personajes es todavía pequeño, y ellos mismos aún no son ideólogos. La misma posición social humilde hace que esta orientación interna y la polémica sean directas y claras, sin aquellos subterfugios interiores más complejos y crecidos hasta construcciones ideológicas enteras que apareceran posteriormente en la obra de Dostoievski. Pero el profundo dialogismo y pole. mismo de la autoconciencia y la autoafirtuación se revelan con plena claridad ya desde las primeras obras.

¿Cuál es la gran virtud cívica? Respecto a esta pregunta, expresábase hará dos días no más Yevstafjj Ivánovich, en conversación particular, en los siguientes términos. Decía: ‘La mayor virtud cívica es... la de procurarse dinero.” Hablaba,

naturalmente, en broma (me consta que lo decía por chanza); pero la momaleja de la frase (lo que propiamente quería el decir) era flO debe tino serle gravoso a nadie. Pero ¡yo a nadie se lo he sido! Yo inc he ganado siempre ini pedazo de pali, de


a veces dwo y seco, pero que es mi pan, adquirido honmada y legalmente con ¡ni trabajo.
Pero, después de todo, qué hemos de tma cric! No se me oculta que no hago nada de extraordinariamente grande cuando me siento a mm mesa en la oficina y me pongo a copiar minutas. Y, sin embargo, estoy ufano de ello: trabajo. hago algo útil, y lo hago mediante la labor de mIs 0141505. Y, además, ¿es que hay algo de malo en el hecho de que’ yo no haga más que copiar? ¿Se trata, por ventura. de algún pecado? “;Bah! No es más que un amanuense!” Pero vamos a ver: ¿qué tiene eso de deshonroso? (. . . Así que yo sé muy biemi que soy necesario, mejor dicho, imprescindible, y que sería insensato enojarse por murmuraciones ociosas. Yo me comparo con un ratoncillo, si usted cree que tengo con él alguna semejanza. Pero este ratoncillo es necesario, sin este ratoncillo no se puede salir adelante, este ratoncillo es un elemento con el cual se ha de contar, y a este ratoncillo, por último, le han prometido incluso una gratificación... ¡Ya ve usted qué idiota soy!
Peto ya he habladode sobra acerca de eso. No quería decir- lea usted nada; pero ahora ya... se presentó ocasión de ello. y, además, sus palabras me punzaron. Gusta mucho siempre de ver que le hacen a uno algo de justicia! (1, 140)

La autoconciencia ele Makar Dévushkin se manifiesta de una manera aún más clara cuando se reconoce en


El capote de Gógol; percibe esta obra como palabra ajena sobre su persona y la trata de destruir polémicamente como algo que no lo caracteriza.
Pero analicemos más determinadamente la estructura de este discurso con orientación hacia el otro.
Ya en el primer fragmento citado donde Dévushkin “mira de reojo” a Várinka Dobrosiólova cuando le platica de su nueva habitación, constatamos la presencia de particulares interrupciones en el discurso que determinan su estructura sintáctica y emotiva. En el discurso se desliza la réplica ajena que de hecho, ciertamente, no está, pero su influencia produce una marcada reestructuración acentual y sintáctica del discurso. La réplica del otro no está presente, pero sobre el discurso aparece su sombra, su huella real, aunque a veces tal réplica, además de su influencia sobre la estructura emotiva y sintáctica, deja en el discurso de Makar Dévushkin una o dos palabras propias, a veces toda una proposición: “Pero no vaya usted a imaginarse, hija mía, que yo lo diga con segunda intención, porque, al fin y al cabo, ¡esto no es más que una cocina! Es decir, hablando con exactitud, yo vivo en la misma cocina, sólo que con un biombo por medio, pero esto no significa nada.. .“ (1, 107). La palabra cocina” irrumpe en el discurso de Dévushkin del posible discurso del otro anticipado por él mismo. Esta palabra lleva un acento ajeno que Dévushkin exagera polémicamente. No acepta este acento, a pesar de que no puede dejar de reconocer su fuerza y trata de evadirlo mediante toda clase de reservas, de concesiones parciales y de suavizaciones que distorsionan la estructura de su discurso. Parece que sobre la superficie plana del discurso, la palabra ajena introducida deja una serie de círculos concéntricos que la van cercando. Aparte de esta palabra obviamente ajena y con igual acentuación, en el fragmento citado la mayor parte de las palabras se enfocan por el hablante desde dos puntos de vista: tal cómo él las comprende y quiere que se las comprendan, y tal cómo las puede entender el otro. Aquí, el acento ajeno apenas se está marcando pero ya origina una reserva de sentido o una interrupción en el discurso.
La introducción de palabras, y sobre todo de acento de las réplicas ajenas, en el discurso de Makar Dévushkin, aparece de una manera más obvia y ostensible en el últi m fragmento que citamos. La palabra con una acentuación ajena polémicamente exagerada aparece incluso entre comillas: No es más que un amanuense!”. En la’s líneas anteriores la palabra ‘copiar” (amanuense) se repite tres veces. En cada uno de estos tres casos un posible acento ajeno en la palabra “copiar” existe pero es ahogado por el propio acento de Dévushkin; sin embargo, va cobrando fuerza constantemente hasta aparecer plenamente en forma del estilo directo del otro. Aquí, de este modo, SC (la una especie de gradación de un paulatino refuerzo del acento ajeno: “No me oculta que no hago nada extraordinario grande cuando me siento a mi mesa en la oficina y me pongo a ‘copiar minutas [sigue una reserva verbal. M. B.J. Y, además, ¿es que hay go de malo en el hecho de que yo no haga más que “copiar? ¿Se trata, por ventura, de algún pecado? ‘1Bah! ¡No es más que un “amanuense!’.. .“ Hemos marcado con el signo del acento el énfasis ajeno y su gradual crecimiento hasta que se apodera plenamente del enunciado ya de por sí puesto entie comillas. Sin embargo, en este último enunciado, evidentemente ajeno, aparece también la voz del mismo Dévushkm quien, como ya hemos señalado, exagera polémica- mente este énfasis ajeno. En la medida en que aumenta este último, cobra fuerza también el acento de Dévushkin que se le contrapone.
Podríamos describir de la siguiente manera todos los fenómenos que hemos indicado: en la autoconciencia del personaje penetra la opinión ajena acerca de su persona, en el enunciado del personaje germina la palabra ajena sobre él; la conciencia ajena y el discurso ajeno producen, por una parte, los fenómenos específicos que determinan el desarrollo temático de la autoconciencia, sus rupturas, evasivas y protestas, y por la otra, asimismo, el discurso del personaje con sus rupturas enfáticas y sintácticas, repeticiones, reservas y redundancias.
Además, vamos a dar la siguiente definición y explicación metafórica a los mismos fenómenos: supongamos que dos réplicas de un diálogo sumamente intenso, la palabra y la contrapalabra, en vez de seguir una a otra y ser pronunciadas por diferentes personas, se superpusieran y se fundieran en un solo enunciado de una sola persona. Las réplicas van en sentidos opuestos, chocan entre sí; por eso su superposición y su fusión en un solo enunciado lleva a una desviación muy enérgica. La coli sión de réplicas enteras, autosuficientes y con un sólo énfasis se transforma ahora, en el nuevo enunciado obtenido de la fusión, en una ostensible disonancia de voces opuestas en todo detalle, en todo átomo de dicho enunciado. La colisión dialógica se retrajo hacia el interior, en los elementos estructurales más finos del discurso (y respectivamente. en los elementos de la conciencia).
El fragmento citado podría ser extendido en el siguiente diálogo aproximado y burdo entre Makar Dévushkin y El otro:
El otro, Hay que procurarse dinero. No debe uno serle gravoso a nadie. Y tú sí eres gravoso para nosotros.
Makar Iiévushkin. Yo a nadie se lo he sido. Yo me he ganado siempre mi pedazo de pan.
El otro, ;;Pero qué clase de pan!? Hoy lo tienes y mañaria no Además, es un pan duro.
Mszkor I)évoshkm. Sí, un simple pedazo de pan. a veces hasta duio y seco, pero que es mi pan, adquirido honrada y legalmente con mr abajo.
El otro. Pero’ ¡qué trabajo! Tú sólo estás copiando papeles. No eres capaz de hacer ninguna otra cosa.
Makar Dcu.çhktn, ¡Qué hemos de hacerle! No se me oculta que no hago nada extraordinariamente grande cuando me siento a mt mesa en la oficina y me pongo a copiar minutas. Y. sin embargo. estoy ufano de ello.
LI otro. De qué estás ufano! De estar copiando! ¡Qué ve’ gurnfa
Makar Déz’rohhiu, ¿Es que bar’ algo de malo en el hecho d que yo hago más que copiar? [.. .1’ etc.
Curio u o setunesto resultado de superposición y fusión de las r’pire’as dc esu diálogo en una sola voz, apareció el ‘nunciado piupio dr: Dévushkin que habíamos citado.
i>ede riega, este- diálogo imaginario es muy primitivo, corno ¡o e». la conciencia (le Dévushkin en cuanto a su rontcrudo. Al feo al cabo se trata de un Akakr Akákie-vich cua!quicur que recobró tI don de la palabra yqie está elahorendo un s”iilc,’’. Pero por lo-mismo la estructura formal de’ t- ateroconuiencia y del enuncladu puopio (autoexpreSión) es a consecuencia de su primitivismo y su carácter elemental muy marcada y ostensible. Por eso nos hemos detenido en esta estructura con tanto detalle. Todas las expresiones sustanciales de los personajes posteriores de Dostoievski podrían asimismo ser extendidas hasta un diálogo, puesto que todas parecen surgir de dos réplicas fusionadas, pero la disonancia de sus voces es tan profunda que los elementos más sutiles del pensamiento y de la palabra impiden transformarlas en un diálogo evidente y burdo como lo hemos hecho con la autoexpresión de Dévushkin.
Los fenómenos analizados, producidos por la palabra ajena en la conciencia y en el discurso del personaje. en Pobres gentes, aparecen con su respectiva apariencia estilística del discurso de un pobre burócrata petersburgués. Las particularidades estructurales de la “palabra que mira de reojo”, del discurso implícitamente polémico e internamente dialogizado, se refracta aquí en la manera de hablar de Dévushkin, que representa un tipo social estricta y artísticamente sostenido.’° Por eso tixios estos fenómenos lingüísticos (reservas de sentido, repeticiones. diminutivos, partículas e interjecciones diversas) son unposibles de encontrar, en la misma forma que aquí, en los demás héroes de Dostoievski que pertenezcan a un nivel social diferente; se dan, pero bajo otra apariencia discursiva de tipicidad social o de carácter individual, y su significado es el mismo: el encuentro y el entrecruzamiento en todo elemente) de la conciencia y del discurso de dos conciencias, dos puntos de vista, (los evaluaciones; es rina especie de disonancia de voces al nivel de estructuya atomizada del discurso.
El discurso de Goliadkin está construido con base en el mismo medio discursivo social, pero con otra modalidad caracterológica e individual. En El doble esta parti ulariUn magnífico análisis del discurso de Makar Dévushkin, en tanto
que determinado caeácier social, aparece en el libro de VV. Vinográdov Oiazyke judozhestveflfloit liieraiury (‘Sobre el lenguaje literario”),
dad de la conciencia y del discurso alcanza una expresión exiteinadamente (lara y brusa, en comparación con ualquier otra obra de Dostoievski. Las tendencias latentes ya en Makar Dévushkin se desarrollan aquí, con una audacia y lógica excepcionales, hasta los límites del sentido basado en un mismo material que se caracteriza por un intencionado primitivismo, simpleza y brusquedad. Vamos a mostrar la estructura discursiva y semántica
de la palabra de Goliadkin, estilizada paródicamente por el mismo Dostoievski y apai cc ida en una carta que había escrito a su heimano durante su trabajo sobre El doble. Como en toda estilización paródica, aquí aparecen ostensiblemente los rasgos y tendencias principales del discurso de Goliadkin.
Ydkoh PC(róe(( h Goliadkin muestra claiariiente su caráctel. Es un canalla incieíble, no hay acceso a él; no quiere avanzai poique pretende no estar dci todo listo, y mientras tanto sigile por su nenia, duque él no tiene nada que ver, pero, si se trata de participar, también él puede, por qué no, ¿cómo no?
es como todos, sólo que tiene algo, quién sabe qué, pero en general es como todo el mundo. A él, qué! Un canalla espantoso! Antes (le los mediados de noviembre no quieue terminar su carrera. Ya le dio explicaciones a su ex( ciencia y ahota (poi qué no) está listo para dat su renuix
Como veremos, la narración de este relato se lleva a cabo en un mismo estilo que hace parodia del discurso del protagonista.
La influencia de la palabia ajena sobre el discurso de Goliadkin es absolutamente obvía. Desde un principio nos percatamos de que este discurso, igual que el de Dévuslikin, no se centra en sí mismo ni en su objeto. No obstante, las relaciones de Goliadkin con la palabra y la conciencia ajena son algo diferentes en comparación con Dé ushkmn. Por eso los fenómenos originados por la pa- labia ajena cii el estilo de (;oliadkin son de otra índole.
El discuiso de Goliadkin, antes que miada, pietende si-

mular una completa independencia de la palabra ajena, él es “un hombre que vivía para él solo” y que “no se so nietí a nadie en modo alguno’’. Esta simulación de inde pendenci e indiferencia lo lleva igualmente a c onstantes repeticiones, retracciones y reiteraciones, perci éstas no se


orientan hacia el exterior, hacia el otto, smo ha ja él mismo: él se persuade, se alienta y se tranquiliza a sí
mismo, tepresentando para sí el papel de otro hombre.
Los diálogos parsinnonlosos de (;oliadkin onsigo mis m representan un fenómeno muy frecuente en este i dato, sin embargo, junto cori la simulación de indiferencia se tra/a otia actitud con respecto a la palabra ajena:el deseo de 0 tiltarse de ella, de no prestarle atención, de perdetse en la multitud, de volverse imperceptible; “él es como todos, sólo que tiene algo, quién sabe qué, pero en general es corno todo t’l mundo’’, está convenciendo de ello al
otto no a sí mismo. Finalmente, una tercera actitud hacia la palabra ajena: la concesión, el sometimiento, una su-
misa asimilación del otro, como si pensata pot su cuenta conio él, como si consintiera sinceramente; por qué no,
en realidad él está hsto, que, ‘‘si se trata de participar, también él puede, por qué no, ¿cómo no?’’.
Estas son las tres líneas generales de la orientación de (;oliadkin, que se completan con otras, accesorias, pero
bastante importantes. Cada una de estas líneas por sí mis ma ot iginan los muy complejos fenómenos de la c oti ciencia y la palabia de Goliadkin.
Detengámonos primero e i la simulación de la indepen denci y de la tranquilida 1.
las páginas de El dobie, según lo hemos señalado, están llenas de diálogos del protagonista consigo mismo.
Se puede dccii que toda la vida interior de Goliadkin se desari olla clialógicamente. He aquí dos ejemplos de estos
diálogos:
‘Sei á buena ilota? —t egunto’c’ iiuCSttO IRI ue al ulxai 51 cM cu lic tute tuia alta casa de unu pisos de la (allu de 1 .i tci mu’, u, a sal tad dc’ leve duda—. ¿Será buena la u a? t.lega — té a tiempo? —siguió preguntándose, en tanto Sul)ía las es a-

leras retenía el aliento, a fin de proporcionai algún des(anso a su oia,ón, que tenía la costumbre de palpitar un poco más hierre sienipre que subía escaleras extrañas—. Pero, después de todo. . . ¿qué? Yo vengo sólo a c onsultai un asunto mío; en esto no ha nada ( hm ante, nada que ( ensurar ría flC( jo 0 ultárselo. Exa lamente de este modo, hago yo (orno si no tuviera nada de particular, como si al pasar por la calle me huhiei a dado por subo ... Así no tendi á él más remedio nc de irse que así es, sin que pueda existir otra razón partírilar.’’ (1. 209)


Otro ejemplo de diálogo interior mucho más complejo
1’ y problemático lo lleva a cabo Goliadkin despues de la
e apiri icir’ni
del doble, o sea, después de que la otra VOZ Se hubiese ohjetisado pata él dentro de su propio campo de
515100,
Así expresaba el señor Goliadkir’ el entusiasmo, y, sin cm-
h,iir4o. seii lía cii St i (01 azón (rial si lc’ ¡tiiiiase una espi Oil; (le sud le que no sa l)Ij ha) la qué lado inc Ii isa rse.
Bueno: aguardaremos aún otro día.., para alegi amos. Pero ¿qué diantre será lo que a me inquiera? Bueno; pen— ‘arilos r’ii (‘11(1, a er .,. PiCiis,i tu iI lo, a mugulto: pieu isa cii ‘1 lo... 1’ o pu u mci luga 1, (lO i idi viduo q oc se parece exacta— iiren te a ti. Btu eno; ¿qé más? ¿ De IX) afligir inc yo por guie exista rin indo idoo así? ¿A iii qué diantre me importa? Yo me mantengo a distan( ja de él; me sisc o en l y sanseacabó. ¡ Que ti ahaje ( tui nro q uiei a . . . Ci o tito a lo de los mellizos siameses ¿1)10 (IUC siameses? Bueno; pasemos por los mclii lo, . . 1 aB ir los grandes houu hres han tenido sus ( osas exturroidmari,is. la Historia nos dice quc el célebie Suvomov cacareaba corno un gallo... Bueno; pues ¿y los grandes señoies? ..Peno ¿qué tengo yo que ver con los grandes señou esl . . . ‘1(1 sis,) rara mí solo y no (0001(11 a nadie, y no (tinelo (000(01)) y, sOl) (‘1 5011 irruictito ile ini inocencia, des


Esta función sustttutiva de la segunda VOL de Goliad k se pci cdx’ en todo. Sin entender lo, es imposible en - tendei sus diálogos intei iores. Goliadkin se do ige a sí misuno como al otro (‘‘mi joven anngo’’), se alaha de tal
irianeu a (orno sólo lo ptiede hacer el otro, se a ai i ta (o) una tierna familiari(lad: ‘‘mi querido Yákov Petróvich, tú,
, Goliadka, ¡este es tu apellido!”, se tranquiliza y se alienta (Oil un tono de autoridad de una persona iua or y segura
de sí mismo. Pero esta segunda yo, de Goliadkiii, seguracalmada y autosuficienie, no alcania a frindiise con la
primera, insegura y tímida; el djálr go amá ( ()SS ig tiC convertirse en el monólogo íntegi o lii me de tui solo
Goliadkii. Es más, esta segunda vo, hasta tal ptnito no se tunde ( on la primer a y s’ siente tan amenazadoranu’nte
independiente, qtie en ella misma consianternente einpte /a a ix’n ibirse, en ve, de tonos tranqriiluiantes ontoi -
tadores, los burlescos, tratdores de Cs( iii nio. Con un admirable tac ti) V sentido artístico. l)ostoievski obliga a
la segunda voi (le Goliadkin a pasar, inisensiblemente para el lector, del diálogo interior a la nartactón rntsma;
esta vn, couulen,a a percihirse (0mW) la so, ajena (tel irarm ador. Pci o (Id dts ui so del narr actor hahlai cilios más adelante.

a segunda voz de Goliadkin debe sli%ti ttiii pata él Ci re( ono( inniento del oro hombre que li’ bar e la Ita. (,o— liridkin pretc’ncle arreglárselas sin este reuonoi intitulo. hastause pot sí mismo. Pero este ‘‘c onsigo oii suri) adquiere ineluclibletnente la foi ma de ‘‘tú so, arrugo (;oltadkin’, es dcc it, tina h)rrna cija lótca F.n real iciad Goliudkin ‘,iV(’ solo en el otro, en so rllejo en c’l 01W.


onvcniei)t esto?’’, ¿seta vr Opósito?’’. Y ese ;OI ‘bit-mr’ st’ m esu Is r sit ulpo’ desl vn’ L tI’ isla pro:
h). ‘ srrtrrr’sct> del olio: Goiiadkin ‘ir e.r ji’ nr It’ ta, go’ él nada rna5 r’sral,a dr’ ¡ao i, ‘ 1 ;r’r tilo
dr be so ‘ . En la i ‘aión dc’l oti o, ; 1,’ . la ‘r a dl ot

está el meo1 lo del asunto. La seguridad de la segunda yo, de (oliadkui no puede domina> lo plenamente y realmente olsl 1 (ml le a un ollo verdadero, En la palabra del otro 01151511’ ala ii lo pi irreipal.


Verdaderamente, había el señor Goliadkin pronunciado
La segunda voz de Goliadkin que sust1tu’e al otro, su primera voz que se esconde de la palabra ajena (“yo, como todos”, ‘yo, nada”), y que luego se rinde a esta palabra ajena (‘ yo qué, si es así, estoy listo’’) , finalinen le, la voz ajena (lue suena en él eternailsente, eslable(eIs tan Complejas interrelac iones que llegan a ol recer un bale— rial suficiente para toda una intriga y permiten estructuial ioda la obi a con base en ellas ¡ni snias úniCalneri te. El suceso real, el frustrado ofrecimiento de matrimonio a Klaro ()lsúiievna, y todas las circunstancias adjuntas no se representan propiamente, sino que solo su en de impulso para poner en movimiento las suces interiores; estos aconteCimieníos tan sólo actualizan y 1sg(sclrzan el ConlllClo interior que es el auténtico objeto de replesentación en la novela,
lodos los per sonajes, aparte dr’ GoliadLin ‘ (le 511 doble, no tienen ninguna participatión meal en la intrigo
cicle se desoir olla plenamente en la autocorlC ien( ia de (,o—
Iiadkin y dan únicansen te la materia pi una o C onibustihie
necesario para el irstenso trabajo de la auox ond ienc ia. 1.a
mingo externa, deliberadamente oscura (todo lo impor tant ya había scrcedido antes del pmncrpio (le la novela)
sirve asimismo de esqueleto fil me peio apenas percepli ble para la intrigo interior de (,oliadkin. La nos cia cuen r como Golmadkin quiso arreglámselas sin la Conciencia
ajena, sin el reconociin iento del oir 0, ((>1110 quiso cvi tal
— al otro y autoalirmamse solo, y qué resultó (le todo oque lb Dostoievski ideó El doble como una (oníesión 1> (no en el sentido personal, supuesto), es dcc ir, (01110 re— pr esto taci úms de un oc 01>1 ecer q liC SC Ilesa a cabo dei> 1ro (le ulla aulocon( lCrR ia. El doble es la primera o 00/cobo dra— otatm :ada cts la obra de Dosjoievskr
Así, pues, por causa de un total desconocimiento de scr personalidad por otros, en la base de la intriga se encuen
Al ti lIlilJal s>,bie \‘élca hka Ve>d>>o>’a 0051010’) Skl u’ tlx .0 so lteitiiaiio. ‘‘P000 )l0iil0 ((‘1 215 \‘t’to> Iok Vo’2,dno aSo >1,11,1 de 111>01 miO’— sión, como Goliadknn, sólo que en otro género y tono.” (Correspondencia, e 1, p. 108.)

tra el intento de Goliadkin de sustituirse a sí mismo por
. (;oiiadku j nega a ser un hui nbre independiente, su toni tt’nc ia ut’ga a la segui idad y autosuficiencia. Un unes o s agudo enlreisiamit’nto con el otto durante una ciada, ( uiln(ic) a Gol iadkin lo expu kan públicamente, agra\ a aún más ci desdoblamiento. Su segunda soz hace un gran esfuet LO Ot simular una (lesespet ada autostifi— ieti tu pata salvat las apariencias. 1 a segunda voi no puede fundirse con él; al contrario, en ella suena cada vez más ti tono de tina inofa traicionera. Esta soL provx’a y t’ btu la de ( ,ujljadkin al fin se quita la máscara. \pare— t’ ti noble. El conflicto interior se dtamaliLa; se ion ia el juego (le Gol iadkin con el doble.
El doble habla con las palabras del mismo Goliadkin y
110 (polla ninguna palabra nues a ni tonos diferentes. Al
prlii ipio finge set el Goliadkin que se esconde y el que se
la primera voz de Goliadkin. El papel de la segunda yo,
—Seguta y alentadora— lo adopta, coli tespec lo al doble, el mismo Goliadkin, que por esta vez parece fundirse total men [e con ella:
• . , ¡ Vi vi enios J liii ti )S, ( Oh tO hi’rnsanos, Y akob Penos o 1 como dos hermanos carnales, como dos peces en la misma agua! Nosotros. anuguitos los dos, scietnos listos sahicintis armarles un enredo. • . ‘, dat les en las nat it es... Pet o mio it’ digas a nadie p’Jlabl’a. ¡ Yakob Pc lioso h, 50 t OIR Itt (1 Sa 10 (nrá ter: eres tan cándido, que cmi seguitia lo dites todo! vtrt, hernanito, mantente a ditant ia di’ esa genw! (1, 218)14
Pero después los papeles cambian, el doble traicionero adopta el tono de la segunda voz tic (;oliadkin, exagerando paródkainetitc su larniliatidad cat inosa. Ya en el encuentro próximo en la oficina, el doble se apodera de este tono y lo sostiene hasta el final de la novela, subrayando a veces, por su cuenta, la identidad de las t’xpmesiones de su discurso con las palabras (le Goliadkin (dichas dtn’ante su primera conversación). En ttno de sus cric uenti OS en la ofl( na, el doble, al dat le una palmada lami lun a Goliaci— km. le dijo ‘ con ulla risita venenosa’. ¡No hagas tontunas, rico mio, no hagas tontunas, Yakov Petrovicis! ¡Que a uidiremos entre los dos intrigas, Yakos Petrovit h, mligas!’’ l, 256). 0 algo más adelante, antes de su entievista en la cafetei ía:’’ El señor Goiiadkin menom apeóse dci
‘ coche y dió a nuestro héroe, on insoletite onhiania, un goipecito en el hombro. —Amigo de mi alma: por ti,
Yakov Petrovich, estoy yo dispuesto a it a todas partes! ¡Eres un tunante: haces con los homhmes lo que quieres!’’
(1, 284). Esta trasposición del disc cuso de una boca a otra, cii la
que los enunciados de un mismo contenido tamnbian de tono y de su último sentido, representa el proc’e(Ilmic’nto
princii)al de Dostoievski. El escritor obliga a sus personajes a leconocerse a sí mismos, su idea, su propia palabra, su orientación, su gesto en el otro hombre, en el cual
todas estas manifestaciones cambian su sentido total y conclusivo, suenan de otra manera, Como una parodia o
ulla burla. 1 Casi todos los protagonistas de las obras de Dostoievski tienen, como ya lo hemos dicho antes, a su doble pan ial en otro hombre o incluso en varios (como Stavroguin e Iván Karamázov). En su última novela Dostoievski regreso al procedirnienio de la completa encarnación de la segunda voz, aunque ya sobre una base más profunda y elaborada. Según su idea externamente formal, el diálogo de Iván Karamázov con el diablo es análogo a aquellos diálogos internos que desarrolla Goliadkin consigo mismo y con su doble; a pesar de toda la disimilitud de la situación y del contenido ideológico, en la última novela en realidad se resuelve el mismo problema artístico.
I)e esta manera se desarrolla la intriga de Goliadkin con su doble, se desarrolla como una crisis dramatizada de su autoconciencia, como una confesión dramatizada. El fenómeno no sobrepasa las fronteras de la autoconciencia,
puesto que los personajes son solamente los elementos de ésia que cobran autonomía. Actúan tres voces en las que se desintegró la voz y la conciencia de Goliadkin: su “yo para mí”, que no puede sobrevivir sin el otro y sin su reconocimiento, su ficticio ‘yo para otro’’ (el reflejo en el 01ro), 0 sea, la segunda voz que sustituye la de Goliadkin
En Co roen asirgo. eje npt o, apar eec la si go ien le epel O Oli literal por Svidrigáilov (doble parcial de Raskónikov); de las palabras más secretas del protagonista torriradas a Sonre; es 1111.) ie1x’titióii (Oil guiño. Ile aquí el tragrro’nio oruplet ‘‘;Va a lmrnbre (les(onhiarrdo! —se rió St rdrig.íilov —. Ile (11(111) q oc este tirrer o flIe sobra. ¿Y nr) uee en una sort le ayuda bir nana? Pues cita no Cre un ‘‘prrj « ‘ ql sed aló con el dedo al i irrrórr donde se Irat laba la nrada) corno algurra lc’jira usurera. Y estará risied de tt uelIlo erI que ‘ataso t.u,hin deis- vivir y hacer porquerías, o morir ella?’ Y si so rio ayudo, entonces ‘‘Polía hka, por ejemplo, seguirá 1 inisrius (arnIllo.
El drpr todo aquello oir liria rspe ial alegre picardía, i Qn gUlñOi, sin qmur la mii ada de Raskrá rnkm palrde ió y se post, Itt ¡do al oír sus
propias expresiones dichas a Sonia” (y, 455 de la ed. rusa>.

y, finalmente, la voz ajena que no lo reconoce y que, sin embargo, no está representada como algo real fuera de Goliadkin, porque en la obra no existen otros personajes con el mismo peso.’6 El resultado es una especie de misterio o, mejor, de moralidad, en que no actúan los personajes integrales sino las fuerzas espirituales que luchan en su interior; claro, se trata de una moralidad carente de todo formalismo o de alegorías abstractas.


Pero ¿quién conduce- la narración en El doble? ¿Cómo está planteado el narrador y cómo es su voz?
En la narración tampoco encontraremos un solo momento que rebase las fronteras de la autoconciencia de Goliadkin, ni una palabra o un tono que no hubiesen formado parte de antemano de su diálogo interno consigo mismo o de su diálogo con el doble. El narrador retorna las palabras y las ideas de (;oliadkin, las palabras de su segunda voz, refuerza los tonos de mofa y burla y en estos tonos representa todos sus actos, gestos o movimientos. Ya hemos dicho que la segunda voz de Goliadkin se f un- de, mediante modulaciones imperceptibles, con la voz del narrador; da la impresión que el discurso de la narración misma está dirigida dialógicamente al propio Goliad hin, suena en sus propios oídos como la voz burlona del otro, como la voz de su doble, aunque formalmente la narración esté dirigida al lector.
He aquí la manera en que el narrador describe el comportamiento de Goliadkin en el momento más fatal de sus andanzas, cuando el héroe intenta jntroducirse, sin ser invitado, al baile de Olsuf jo Ivánovich:
[.. .1 Volvamos, pues, al señor Goliadkiii. al verdadero y
único héroe de nuesna absolutamente verídica historia.
El señor Goliadkin hallábase, a todo esto, en una situación, digámoslo dg una vez, bastante rara. Porque estaba allí tarninén, es decir, no precisamente en el baile, pero sí colijo si en él estuviera. Seguía siendo, corno hasta entonces, un hombre libre, un hombre que vivía para él solo y nl) se sometía a

1 Oir-as cnnciefl( ias 1011 derechos iguales apare nr lan sólo en las no— nadie en modo alguno. Pero no estaba allí, en tanto se celebraba el baile —cómo diría yo?—, de un modo exacto. Porque se ha de saber que se encontraba —doloroso resulta decirlo—, se encontraba, entre tanto, en el rellano de la escalera de servicio de la casa. No había dependido de él el encontrarse allí; él seguía siendo, aun allí mismo, un hombre libre, un hombre que vivía su vida, como siempre. Estaba, respetable lector, estaba allí arrimado a un rincón, en el que no bacía más calor, pero si más oscuridad; estaba medio escondido detrás de un grau armario y un biombo viejo; estaba entre un revoltijo de trastos, utensilios caseros y otras zarandajas y allí pasal)a el tiempo, en cierto modo, corno un espectador ocioso que no akanta a ver el espectáculo. Aguardaba y observaba, sí, repetahle lector; se limitaba, por lo pronto, a aguardar y observar. l)espués de todo, a cada momento podía entrar allí, ¿por qué uso? Sólo necesitaba para ello salir de su escondite y avanzar y -colarse Facilísimamente de rondón en la sala, cuino los demás invitados [. .1(1, 225)

En la estructura de esta narración observamos las rupturas de dos voces y una fusión de réplicas que ya encontramos en los enunciados de Makar Dévushkin. Sólo que aquí los papeles han cambiado; aquí la réplica del hombre ajeno parece haber absorbido la réplica del protagonista. La narración está llena de las palabras del mismo (;oliadkin: “oms hombre que vivía para él solo” y que “no se sometía a nadie”, etc. Pero estas palabras, dirigidas al mismo Goliadkin, son pronunciadas por el narrador con burla y en parte con reproche, reproche estructurado de manera que lo hiera más y lo provoque. La narración burlona pasa a ser, imperceptiblemente, el discurso de Goliadkin. La pregunta “por qué no?” le pertenece pero absorbe la entonación de mofa y de incitación del narrador, aunque esta entonacion, en realidad, tampoco C5 ajena a la conciencia del mismo Gol iadkin. lodo esto puede sonar en su l)uopia cabeza como su segunda voz. En realidad, el autor en cualquier momento puede introducir las comillas, sin cambiar el tono, la VOZ O la estructura de la [rase.

Es lo que hace un poco más adelante.

LA PALABRA EN DOSTOIEVSJU

Y allí se había quedado al acecho, y allí había pasado, quietecito, aquellas tres mortales horas. ¿Por qué no había él de aguardar? ¿No había aguardado también Villéle?


“Ah Villéle! ¿Qué tiene que ver Villéle con esto? Pero ¿cómo podría yo ahora colarme, sencillamente, ahí dentro? ¡Qué imbécil soy, qué idiota! —díjose así mismo con toda su saña, y de puro rabioso dióse un papirotazo con la mano entumecida en la entumecida nariz—. ¡Qué loco eres, miselable Goliadka* (1, 226)

Pero, ¿por qué no se ponen las comillas dos oraciones antes, ante la palabra “por qué” o aún antes, sustituyendo las palabras “se había quedado éI” por “miserable Goliadka” o algún otro vocativo que emplea Goliadkin respecto a sí mismo? Por supuesto, las comillas no están puestas al azar. Están puestas de esta manera pal-a hacer la trasposición más elaborada e imperceptible. El nombre de Villéle aparece en la última frase del narrador y en la primera [rase del personaje. Parece que las palabras de Goliadkin prosiguen inmediatamente la narración y le responden en su diálogo interno: “¿No había aguardado también Villéle?” —“Qué tiene que ver Villéle con esto?” Son en realidad las réplicas desintegradas del diálogo que Goliadkin establece consigo mismo; una réplica pasó a la narración, con la otra se quedó Goliadkin. Se da aquí el fenómeno contrario que hemos observado antes; el de la fusión alternante de dos réplicas. Aunque el resultado es el mismo, podemos observar aquí la estructura bivocal alternante con sus fenómenos correspondientes. El área de acción es la misma, tina sola autoconcidflcia. Sólo que dentro de esta conciencia el podem pertenece a la palabra ajena que imrulnpió en ella.


Citemos un ejemplo más, con límites Huidos semejantes, entre la narración y el discurso del personaje. Goliadkin por fin se decide y se cuela a la sala del baile, y de repente se ve [rente a Klara Olsúfievna:

-1...] Indudablemente, en aquel momento habría dado cual -quie cosa porque se lo tragase la tierra; pero lo que no ocurre, no ocurre, así como lo que ya ocurrió es imposible que no haya ocurrido... ¿Qué debía él hacer? “Si no logras, rente, y si logras, sostente..., ¿dónde estaban sus principios? ¿Cómo eran? En el fondo, el señor Goliadkin no era —y en proclamarlo tenía mucha razón— ningún maestro en el arte de sacar brillo a los pisos con las suelas...” Es posible que pensara en ello a la sazón. . ., y puede que también volviera a acordarse de los jesuitas... Por lo demás, ¡al sr. Goliadkin no


le importaban los jesuitas! [1. 227]
Este pasaje interesa porque no contiene el estilo directo, gramaticalmente estructurado, del mismo Goliadkin, y por eso no hay razón para separarlo entre comillas.La parte de la narración entrecomillada aparentemente corre por cuenta del corrector. Probablemente Dostoievski subraya sólo el dicho: “Si no logras, tente, y si logras, sos- tente.” La siguiente frase aparece en tercera persona, a pesar de que pertenece, sin duda, a Goliadkin. Luego, al discurso interior de Goliadkin le pertenece también las pausas señaladas por tres puntos. Las oraciones antes y después de estos tres puntos se relacionan según su acento como réplicas del diálogo interior. Dos frases contiguas acerca de los jesuitas son totalmente análogas a las frases antes citadas acerca de Villéle, que estaban separadas por comillas.
Finalmente, otro fragmento en que quizá se hubiese cometido un error análogo y no se señalaron las comillas donde gramaticalmente deberían estar. Goliadkin, expulsado corre a su casa durante una nevasca y se topa con un caminante que posteriormente resultaría ser su doble:
j...] No era que le tuviese miedo a ningún atracador o asesino..., no, nada de eso, sino que... “jVaya usted a saber (bienI sea ese individuo! —continuó él para sus adentros—. Quizá tenga aquí algún papel, y hasta el de protagonista, y no me salga ahora al encuentro casualmente, sino con una intención premeditada, a fin de cruzarse en mi camino y arrollarme [1, 234]
Aquí los tres puntos sirven de separación entre la narración y el estilo directo del discuiso interior de Goliad L

km. en primera persona (“mi camino”, “arrollarme”). Pero estas dos modalidades se funden en este caso tan indisolublemente que realmente no dan ganas de poner comillas. Incluso esta (rase ha de ser leída con una misma voz, aunque dialogizada internamente. AquÍ se ha logrado admirablemente la transición de la narración al discurso del personaje: percibimos una misma oleada de la corriente discursiva que, sin ninguna clase de diques ni obstáculos, nos traslada de la narración al alma del personaje y de ésta otra vez a la narración; sentimos que nos movemos en realidad dentro del círculo de una sola conciencia.


Podrían aducirse un gran número de ejemplos que de mostraría que la narración representa un seguimiento y
desarrollo de la segunda voz de Goliadkin y que esta voz está dirigida dialógicamente al héroe, pero basta con los
ejemplos citados. De esta manera, toda la obra está estruc turad como un integral diálogo interno de tres voces, en
los límites de una conciencia desintegrada. Todo momento importante de este diálogo se sitúa en el punto donde se
cruzan estas tres voces y donde se ubican sus rupturas. Aprovechando nuestra imagen podemos decir que toda ví no se ti-ata aquí de una polifonía pero tampoco ya de una homofonía. Una misma palabra, idea, fenómeno, pa sa por las tres voces.y suenan en cada una de ellas de un modo diferente. hija mistna combinación de palabra, to nos orientaciones internas, se conducen a través del dis curs externo de Goliadkin, del discurso del narrador y del discurso del doble, y las tres voces estáis orientadas
una a otra, no están hablando una acerca de otra sino una con otra. Las tres voces cantan lo mismo, pero no al
unísono, sitio que cada una lleva su papel.
Pero, por lo pronto, estas voces no llegan a ser voces independientes y i-eales sino tres conciencias equivalen tes Esto sólo sucederá en las novelas grandes de Dostoievski.
La palabra monológica qtie tiende tan sólo a sí misma y a su objeto no aparece en El doble. Cada palabra se des compon dialógicamente, en cada enunciado aparece una ruptura de voces, pero en esta obra todavía no existe un diálogo auténtico de conciencias autónomas que aparecerían en las novelas grandes. Aquí ya existe un germen del contrapunto: se traía en la misma estructura de la palabra. Los exámenes que hemos ofrecido son una especie de análisis de contrapunto (hablando metafóricamente, por supuesto).
Pero estas nuevas relaciones todavía no rebasan los límites del material monológico.
En los oídos de Goliadkin suena permanentemente la voz provocadora y llena de mola del narrador y la voz del doble. El narrador le grita al oído sus propias palabras e ideas pero en un tono distinto, terminantemente, desesperadamente burlesco, en un tono que juzga. Esta segunda voz está presente en cada uno de los protagonistas de Dostoievski, yen su última novela, como ya hemos dicho, vuelve a adoptar la forma independiente de existencia. El diablo le grita al oído de Iván Karamázov sus propias palabras, comentando con mola su decisión de decir la verdad en el juicio y repitiendo con tono ajeno sus pensamientos más recónditos. Dejamos de lado el mismo diálogo de Iván con el diablo, puesto que los principios de un diálogo auténtico nos ocuparán más adelante. Pero vamos a citar el relato de iván dirigido a Alíoscha que sigue inmediatamente a dicho diálogo. Su estructura es análog -a a la de El doble que acabamos de reseñar. En el relato aparece el mismo principio de combinación de las voces, aunque, de hecho, aquí todo aparece más profundo y más complejo. En el relato, Iván conduce sus propias ideas y decisiones dg una vez, por medio de dos voces, y las reptesenta en distintas tonalidades. Omitimos en el fragmento citado las r&jlicas de Alíoscha, porque su voz real todavía no encaja ei, nuestro esquema. Nos interesa tan sólo el contrapunto de voces que se da, por así decirlo, atomizado, la combiiación de las voces dentro de los límites de una sola corciencia desintegrada (esto és, un microdiálogo):

—Me ha irritado.


—Me Ita irritado! Y mira: es hábil, es hábil. “La conciencia. ¿Qué es la conciencia? Yo mismo me la hago. ¿Por qué me apuro? Por costumbre. Por la costumbre a toda la Humanidad durante siete mil años. En cuanto dejemos esa costumnbme seremos iguales a los dioses. iEso decía, eso decía él![. .1
—Sí, pero es malo. Se ríe de mí. Estuvo muy insolente, Alíoscha .—tlijo Iván, temblando poi el agravio—. Soltó ronchas calumnias de mí, muchas calumnias. Dijo muchas mnentiras de ¡ni mismo, en ¡ni propia cama. “()h!, tú vas a consumar una hazaña de virtud, declarando que mataste a tu padre, que tú luiste quien indujo al criado a matarlo...”
—Eso lo dijo él, él mismo, y él lo sabe. “Vas a consumar una hazaña de virtud, y en la virtud no crees... Ahí tienes lo que te soltura, la razón de que seas tan quisquilloSO.’ Me lo dijo, refiriéndose a muí mismo, y él sabe lo que se dice... t.. 1
—No. él sabe atormentar, es cruel _prosiguió Iván, sin bacem caso—. Yo siempre roe figuraba a qué venia. Concedido que vas a hacer eso por orgullo, pero también te haces la ilusión de que convenzan de culpabilidad a SmerdiákoV, lo manden a presidio absuelvan a Mitia y a ti te condenen sólo moralmente. . ., ¿oyes?’’ Y al decir eso soltó la carcajada. “Y haya muchos que te elogien. Pero ahora ya murió Smnerdiákov. se ahorcó ¿quién va a creerte allí ahora a ti solo? Porque irás allá; irás; a pesar de todo has dcci- dido ir. ¿Por qué vas a ir después (le lo que ha pasado?” Es horrible, Alíoscha. no puedo sufrir tales preguntas. ¿Quién se atreve a hacerrné tales preguntas? (Obras completas, Aguilar, t. III, pp. 505-506.)
Todos los escondites del pensamiento de Iván, sus miramientos hacia la palabra y la conciencia ajena, sus intentos por eludir dicha palabra, por sustituirla en su alma con su propia autoafirmación, todas las retracciones de su conciencia que en todas sus ideas, se concentran en cada una de sus palabras y vivencias y se densifican aquí en las réplicas acabadas del diablo. La diferencia entre las palabras de Iván y las réplicas del diablo no están en el contenido sino tan sólo en el tono y acento. Pero este cambio de acento transforma todo su sentido último. El diablo traspasa a la oración principal aquello que Iván reservaba para la subordinada y se pronunciaba a media voz y sin acento independiente, mientras que el contenido de la oración principal los hace una subordinada sin acento. La retracción de Iván con respecto al motivo principal de la decisión se convierte para el diablo en el motivo principal, y éste llega a ser tan sólo un sobreentendido. Como resultado aparece una combinación de voces profundamente tensa y con un carácter del acontecer, pero al mismo tiempo esta combinación no se apoya en ninguna contraposición en el contenido y en el argumen to.
Por supuesto esta cornpleta tlialogización de la auto- conciencia de Iván se prepara por anti(ipado, como sieinpre sucede en Dostoievski. La palabra ajena, paulatina y subrepticiamente, penetra en la conciencia y el discurso del héroe, ora en forma de una pausa no requerida por un discurso monológicamente seguro, ora en forma de un acetilo que quiebra la frase, como un tono anormalmente exaltadó o exageradamente quebradizo de la voz propia, etc. Desde las primeras palabras de Iván en la celda de Zósima, por medio de sus conversaciones con Alíoscha, con el padre y sobre todo con Smerdiakov, antes de su partida a Chermashnia y, finalmente, a través de las tres entrevistas con Srnerdiakov después del asesinato, continúa este proceso gradual de la desintegración dialógica de su conciencia; se trata de un proceso más l)rof un- do e ideológicamente más complicado en comparación con el de Goliadkin, pero completamente análogo por su estructura.
En cada una de las obras de Dostoievski, en una u otra forma y en un grado mayor o menor, y bajo diversas orientaciones ideológicas, suenais con una acentuación transparente, al oído del protagonista, sus propias palabras sugeridas por la voz ajena y, como resultado de ello, la combinación peculiar e irrepetible de las voces y las palabras de orientación diferente en unu sola palabra, en un solo discurso, así como el cruce de dos conciencias en

una. Esta combinación de contrapunto de las voces con


distinta orientación, dentro de los límites de una sola
conciencia, le sirve de fundamento y de apoyo para intro duci las otras voces reales. Pero analizaremos este fenó men más adelante. En este momento queremos citar un
pasaje de Dostoievski en que con una fuerza artística fas cinant ofrece la imagen musical de la correlación de
voces que acabamos de examinar. La página de Li ado les cent que aparece a continuación es más interesante por
el hecho de que con la excepción de este pasaje, I)os toievsk en muy raras ocasiones habla sobre la música en
sus obras.
Trishátov le habla a El adolescente de su amor a la mú sic y le desarrolla su plan de una ópera:
JOiga usted: ¿le gusta mucho la música? A mí me gusta la mar. Ya le tocaré a usted algo cuando vaya por su casa .A mí inc gusta mucho tocar el piano, y he pasado mucho tiempo estudiándolo. lo he estudiado en serio. Si yo compusiese una ópera, casaría el argumento de Fausto. Me dncanta ese tema. Yo siempre compongo la escena de la catedral, y me la represento en la imaginación. Una catedral gótica, el interior, oros, himtios; entra Gretchen, y, mime usted coros uit.’dievales, para que así se perciba el siglo quince. Gretchen está triste; al principio un recitativo, sereno, pero espantoso, lacerante, y los coros vibran lúgubres. severos, despiadados:
Die.s irae, dies lila!
Y de pronto..., la vos del diablo, (a canción del diablo. EL cual permanece invisible, sólo que su
canción suena con los himnos, juntamente con los himnos, casi fundiéndose con ellos, y, sin embargo, de un modo totalmente distinto...; al,go así hay que hacer. La canción es larga, interminable; es. . . para tenor, irremisiblemente ha de ser para tenor. Empieza queda, tiernamente: “iRecuerdas, Gretchen, cuando tú, aún inocenie, aún tina niña, venías con tu mamá a este templo y murmurabas oraciones en un viejo libro?” Pero el aria va volviéndose (ada vez más fuerte, cada vez más apasionada y anhelante; las flotas son más altas; hay en ellas lágrimas, pesar infinito, irremediable, y, por fin, desolación. “1No hay perdón, Gretchen; no hay aquí para ti perdón” Gretchen ij suele orar, pero de su pecho sólo salen gritos. . . ; mire usted, (01110 7 (laIldo St’ 11(1ra COn l coraz(’)n eiitogido; y el aria de Salán iio calla, cada vea más prolunda resuena en el alma, muy aguda, muy alta. . . ; y de pronto se interrumpe casI con un clamor; “Acabó todo, maldita!” Gretchen cae de rodillas, se retuerce las manos y he aquí entontes surge su oración, all4o muy breve, medio ro itado, pelo ingenioso, sin la menor 1 jI cióu; algo sumameule medieval. i uatro versos, tan sólo cuatro versos...; cii Su-adelli se encuentran algunas notas así . . . . y en la última Ilota. el desmayo, Postracion. I,a levanlali se la 1 levau eh’ p101110 sobreviene el borrascoso tuto. Es . . . 0)1110 liii torren te de’ VOl es, u u ( oro inspirado. triunfal, aplastante, algo por el estilo de l)ortn... no.. ma... Chin... nsj..., hasta el punto de conmoverlo todo en seis ClillieflhiiS y [undulo todo en un entusiástico, exaltado general clamor: “Hosanna!” Algo así como el clamor de todo el Universo, y se la llevan a ella y entonces cae el telón![. . .1
(II, 1832-1833)
Una
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