Comentario
El liberado-viviente es de todos y de ninguno; está en el mundo sin estar en él. Aunque sigue atendiendo las necesidades de su cu erpo hasta que lo abandona, no se involucra con él y, además,ca rece de apegos y aversiones. Es inafectado y sereno. Pero su especial modo de ver y reaccionar no es fácilmente comprensible ara los que no están iluminados, que pueden llegar a confundir a serenidad con frialdad, aunque un realizado es todo compasión.
Hay diversas dimensiones en la conciencia y cada una ofrece su grado de entendimiento y comprensión. Un ejemplo muy burdo, pero esclarecedor, es que no tenemos la misma visión desde el sótano de una casa que desde el ático de la misma. En la medida en que la persona evoluciona interiormente, se modifica su visión, que se hace más clara y panorámica, capaz de ver todos los aspectos de una situación. Esta «mirada» más global y menos subjetiva egocéntrica es infinitamente más luminosa y pura.
El que va accediendo a las más elevadas regiones o dimensiones el entendimiento contempla la multiplicidad como parte de una unidad, igual que las olas forman parte del océano. En comunión con la Totalidad, la serenidad se torna muy profunda y el sabio, aunque con infinita compasión, mantiene su calma ilimitada a pesar del sufrimiento inherente a todo lo constituido, porque por su penetrativa manera de ver puede amar sin apego, experimentar sin reacciones interiores, sin permitir que su ser interno se implique en las fantasmagorías de la existencia fenoménica. Como el sabio ha obtenido una ruptura del nivel ordinario de la conciencia, y ve más allá, no es fácil entender su manera de percibir, pero él ya no está dominado por la vida y su comprensión le permite ver la realidad subyacente más allá de las apariencias, desde una inconmovible paz interior.
La conciencia de la persona realizada ha crecido y se ha expandido, habiendo «estallado» la red de las ilusiones cósmicas y las apariencias que «engatusan» a la mente ordinaria.
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