3.3. Funcionamiento adaptativo en adultos con síndrome de Down
Las investigaciones sobre comportamientos adaptativos y desadaptativos
en los adultos con síndrome de Down, según Chapman y Hesketh (2000),
se pueden agrupar en tres categorías:
-
Adultos sin síndrome de Down emparejados por nivel de desarrollo
(Collacott, Cooper y Brandford, 1998; Schupf, Zigman y Kapell,
1997).
-
Adultos que padecían o no depresión (Meins, 1995) o demencia
(Prasher y Filer, 1995; Roeden y Zitman, 1995; Prasher y Chung,
1996; Cooper y Prasher, 1998; Prasher, Chung y Haque, 1998).
-
Investigaciones sobre los efectos del envejecimiento en estudios lon-
gitudinales de corta duración (Collacott, 1992; Prasher y Chung,
1996; Prasher, Chung y Haque, 1998; Schupf, Zigman y Kapell,
1997; Sng, Hawkins y Eklund, 1997).
1. Comparaciones en el nivel de desarrollo
La Adaptive Behavioral Scale (Nihira, Foster, Shellhass y Leyland, 1974)
se ha utilizado en diversos estudios con adultos con síndrome de Down para
valorar las modificaciones relacionadas con la edad en la conducta adapta-
tiva. Estas investigaciones utilizan habitualmente los informes ofrecidos a
través de entrevistas con los cuidadores. No obstante, salvo escasas excep-
ciones, no han considerado el tiempo transcurrido en la relación entre el
cuidador y el adulto con síndrome de Down (véase Prasher y Chung, 1996),
En estos casos, los datos sobre la conducta y, especialmente, sus modifica-
ciones se hacen difíciles de interpretar cuando no hay control sobre la fa-
miliaridad entre los adultos con síndrome de Down y sus cuidadores.
En un grupo de adultos con síndrome de Down (n=360) comparado con
otro con discapacidad de aprendizaje (n=1829), emparejados por edad y CI,
se apreciaron niveles significativamente menores de conducta desadaptativa
(Collacott, Cooper y Brandford, 1998). En este sentido, en el primer grupo
se encontraron medidas inferiores en agresión, conducta antisocial, destruc-
ción de la propiedad, molestias a otras personas por la noche, arrojar obje-
tos, llamar la atención, autolesiones, engaños, llamadas de atención, ocultar-
se y hacer ruido en exceso. También se compararon los grupos en cuanto a
ADULTOS CON SÍNDROME DE DOWN... 443
la prevalencia para incorporarse a seis bloques o áreas de conducta, resul-
tando que el 83% del grupo con síndrome de Down se incluyó dentro de una
de dos áreas que estaban caracterizadas por un porcentaje muy bajo de
conductas desadaptativas (66%).
Por otro lado, en el síndrome de Down se han descrito tasas inferiores
de trastornos psiquiátricos en forma de trastornos de conducta, trastornos de
la personalidad, trastornos neuróticos, excluida la depresión, y esquizofre-
nia, en comparación con otro grupo de similar edad que presentaba disca-
pacidad de aprendizaje pero no padecía síndrome de Down (Collacott,
Cooper y McGroether, 1992). Sin embargo, en el grupo síndrome de Down
se hallaron índices de prevalencia superiores de depresión (11,3% compa-
rado con un 4,3% para el grupo control) y de demencia presenil (4,3%
frente al 0,3% del control).
2. Comparaciones para niveles similares de demencia o depresión
Uno de los trabajos más relevantes de este apartado es el llevado a cabo
por Cooper y Prasher (1998), en el que hallaron diferencias en las conductas
expresadas por un grupo con síndrome de Down con demencia, cuando se
lo comparaba con otro grupo de más edad pero similar desde el punto de
vista del nivel de desarrollo que padecía retraso mental de etiología desco-
nocida y presentaba también demencia. El grupo con síndrome de Down
evidenció una prevalencia significativamente menor de agresividad que los
controles y una prevalencia mayor de inquietud, bajo tono de humor y
alteraciones del sueño.
Otro estudio evidenció que las puntuaciones de depresión aumentan con
la edad en los adultos con síndrome de Down, mientras que disminuían en
un grupo con retraso mental de etiología desconocida, de similar edad y con
niveles similares de severidad de la deficiencia (Meins, 1995). Este último
estudio suscita ideas acerca de la relación entre la depresión y el envejeci-
miento en el síndrome Down y, en particular, si la depresión es precursora
de la demencia propia de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, Colla-
cott, Cooper y McGroether (1992) han cuestionado que la depresión en
adultos con síndrome de Down esté relacionada con la demencia presenil
dado que, según sus trabajos, existe un intervalo de 25 años de diferencia
entre el comienzo de la depresión y la demencia.
En este sentido, como señalan Chapman y Hesketh (2000), es importante
comprender las conductas específicas que van asociadas tanto a la depresión
como a la demencia en estos adultos y las variables que ejercen su impacto
sobre estas conductas (p.e., el hipotiroidismo, los trastornos sensoriales, la
situación de su vida). Así, por ejemplo, las anomalías de la función tiroidea
en niños y adultos con síndrome de Down varían desde un 8% (Prasher y
Chung, 1996) hasta 33% (Prasher, Chung y Haque, 1998). Comparando sólo
444 E. M. PADILLA MUÑOZ, L. RODRÍGUEZ FRANCO Y A.-L. AGUADO DÍAZ
mujeres, el 34,6% de las que tenían síndrome de Down con más de 40 años
mostraron signos de hipotiroidismo, frente al 12,3% de mujeres de igual
edad con deficiencia mental de otro origen (Schupf, Zigman y Kapell, 1997).
Por otro lado, aunque uno de los síntomas de hipotiroidismo es la letargía,
Collacott, Cooper y McGroether (1992) no apreciaron aumento de inciden-
cia de hipotiroidismo en las personas con síndrome de Down que habían
sido diagnosticadas de depresión. No obstante, se necesitan nuevos estudios,
especialmente longitudinales, para comprender la posible relación en adul-
tos con síndrome de Down (Chapman y Hesketh, 2000).
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