Pregunta: Nos tomamos la libertad de solicitaros algunas explicaciones más sobre la influencia del magnetismo en el cáncer, con el fin de que los lectores de vuestras enseñanzas puedan comprender mejor su actuación y naturaleza terapéutica. ¿Es posible que nos podáis atender en este ruego?
Ramatís: Tanto como sean desarrollados los conocimientos y la aplicación sensata del magnetismo entre los hombres, paralelamente con el desarrollo mental y la renovación moral humana, el caso del cáncer será solucionado con mayor brevedad. Para entonces, la Medicina cuidará más de tratar el conjunto humano enfermo, desde el espíritu hasta la periferia orgánica de sus células, considerando en situación más secundaría la entidad mórbida llamada "cáncer".
El hombre, como ya hemos dicho en distintas ocasiones, no es un ser dividido por compartimientos estancados, con la posibilidad de ser evaluados aisladamente del todo psicofísico. En realidad, es una centella inmortal. Es una conciencia y una memoria acumuladas en el tiempo y en el espacio, que actúa a través de varios vehículos ocultos en el mundo invisible que vibran en sus planos correspondientes, para luego situarse en la cápsula de carne, que es el organismo físico. En consecuencia, como el hombre está compuesto por la esencia de la vida cósmica y se une también a todas las manifestaciones de vida en el Universo, debemos considerar que cualquiera de sus perturbaciones íntimas ha de reflejarse en su todo-individuo.
La materia, como energía condensada, es fuerza disciplinada por la cohesión cósmica, sometida a las leyes que regulan las polarizaciones y el intercambio recíproco de la nutrición energética. El hombre, como un organismo electrobiológico, obedece también a una polaridad que se equilibra por las cargas negativas y positivas, para actuar en perfecta sincronización con los movimientos cardíacos y de la respiración. De este modo, las lesiones que se procesan en su cuerpo físico, ya sean las tumoraciones cancerosas o el disturbio leucémico ocurrido en la intimidad de la médula ósea, en realidad, deben su origen al elemental creador alterado por la desarmonía dinámica de esas corrientes electromagnéticas, que descomponen el potencial de su sustentación celular.
Así es que, en el tratamiento del cáncer, el pasista magnético debe, en primer lugar, cuidar de restablecer el equilibrio compensador del flujo dinámico de las corrientes negativas y positivas en el todo-individuo, obrando a lo largo del sistema nervioso. Después que consiga una acción eficiente y energética del magnetismo que circula en todo el organismo, es que deberá concentrar las cuotas de energías magnéticas necesarias a las zonas o a los órganos enfermos. Esa transfusión de energías magnéticas, de un polo positivo a un polo negativo, termina por auxiliar extraordinariamente el cuerpo físico, para su restablecimiento. No cabe duda de que el cuerpo humano es un absorbente espontáneo de energías buenas o malas. Tanto se puede convertir en una esponja ávida por embeberse en fuerzas superiores que lo renuevan y lo reactivan, como se puede transformar en un papel secante absorbente de los venenos siempre que su espíritu se sintonice con las corrientes bajas del mundo astral inferior.
El espíritu, como un electroimán poderoso, tanto atrae como repele, energías que palpitan libres en el seno de la vida cósmica. El es siempre un centro de atracción magnética; donde quiera que esté o actúe condensa, libera, expande o agrupa las corrientes magnéticas o energéticas que lo ayudan más brevemente a nivelarse con las regiones paradisíacas; o puede bajar vibratoriamente bajo la ley de los pesos específicos, estancando en sintonía con la vida degradada de los mundos deletéreos del astral inferior. Por tanto, el principal papel de pasista, es el de interferir en el campo de ésas energías poderosas, y canalizarlas hacia los enfermos en la cantidad y en la calidad que sean capaces de renovar sus células enfermas o cansadas, obrando las transformaciones benéficas en las colectividades microbianas que recomponen los tejidos y los órganos físicos.
Alcanzado el punto de equilibrio magnético del cuerpo humano, es este mismo el que opera, defendiéndose de la invasión de los gérmenes y elementos mórbidos; extinguiendo cualquier llaga o excrescencia que perturben su armonía.
Pregunta: Algunos médicos amigos nos han dicho que el "pase magnético" es completamente inocuo en el caso del cáncer. ¿Qué podéis decirnos sobre esto?
Ramatís: El pase magnético terapéutico es de gran provecho en el tratamiento del cáncer, porque éste es una enfermedad del ser, con la consecuente perturbación en el trabajo de edificación de las colectividades microbianas, que son responsables de la armonía física y de la etiología médica académica, discurriendo sobre los cuadros cancerosos en la observación del comportamiento de los tumores y en la experimentación de nuevos métodos de tratamiento, no son suficientes para augurar buen éxito terapéutico en el tratamiento del cáncer. Como ya hemos recordado, ni aun el hecho de lograr aislar algún virus en las experimentaciones de laboratorio, sería la solución deseada, pues en ese caso, apenas se habría identificado el "materializador" del morbo psíquico bajado a la luz de la observación física, o sea el agente que se alimenta de la condición psíquica morbosa. Se comprobaría, apenas, un efecto visible o sensible al microscopio, sin que por ello fuese entrevisto el verdadero origen del desequilibrio enfermizo situado entre las energías etéreo-astrales del mundo oculto, responsables de la cohesión atómica. Pero aun en ese caso, la terapéutica mejor aconsejada, sería siempre la de restablecer las causas espirituales desarmonizadas, "de adentro hacia afuera", o sea, del espíritu a la materia.
He ahí por qué el Espiritismo, aunque se dedique fundamentalmente a las relaciones del espíritu inmortal con la materia, es también una doctrina fundamentada en la propia ciencia humana, pudiendo considerarse, a la vez, pionero de la verdadera terapia humana, pues hace casi un siglo, se consideraba ya que las curaciones de las enfermedades físicas y por tanto también el cáncer, debe comenzar en primer término, por la renovación psíquica del enfermo.
Aunque el academicismo, todavía muy prendido a la frialdad del sistemático científico, considere que los pases magnéticos no son otra cosa que una terapia infructuosa, ingenua o empírica, la realidad es que todo pasista criterioso y de buena evolución espiritual, se convierte en un indiscutible dinamizador de las energías vitales latentes, almacenadas en el propio enfermo canceroso. Su trabajo consistirá en restablecer el orden violado en el campo biomagnético del ser humano, cuya desorganización puede proceder tanto del contenido subvertido de elementos tóxicos psíquicos acumulados en las vidas anteriores, como del bombardeo incesante de la mente descontrolada por los celos, la rabia, la cólera, el odio o la crueldad. £1 cáncer, aunque se trate de una enfermedad clasificada minuciosamente en las tablas patológicas del mundo, ¡es conveniente que sea sondeado en cuanto a la responsabilidad del espíritu enfermo, que lo produce a través del desequilibrio psíquico!
Algunas veces, hemos verificado en la intimidad de ciertas personas, que el desarrollo canceroso subrepticio e ignorado todavía físicamente, cesó en su avance mórbido o se estacionó en la forma de un tumor benigno, porque coincidió con el hecho de que esas personas se entregaron a una doctrina o a un entrenamiento espiritual elevado, que modificó radicalmente su temperamento irascible. La energía angelical, cuando es dinamizada por el espíritu devocionado, a una frecuencia superior, fluye vigorosamente por el periespíritu, aniquilando miasmas, bacilos, residuos y excrecencias propias de la astralidad inferior.
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