Fisiología del Alma



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HOMEOPATÍA Y ALOPATÍA
Pregunta: ¿Cómo consideráis la Homeopatía en relación con la Alopatía?

Ramatís: Preliminarmente, hay que considerar que la Ho­meopatía difiere de la Alopatía, porque está fundamentada en la regla de los semejantes curan a los semejantes", lo que se traduce prácticamente en la afirmación siguiente: Toda sus­tancia puede curar los mismos trastornos que es capaz de pro­ducir. Las dosis pequeñas de una sustancia o los pequeños es­tímulos, producen efectos contrarios a los producidos por esos mismos agentes, cuando son aplicados en cantidades mayores o en dosis compactas.

La medicina alópata, entretanto, cuyos beneficios aportados al mundo terrenal la hacen digna de los mayores elogios, consi­guió corregir el empirismo bárbaro de la terapéutica de los tiempos medievales, se funda en los principios opuestos a los de la Homeopatía, pues todavía se basa en el famoso aforismo de Claudio Galeno, que decía: "Para curar, es necesario buscar los elementos que sean contrarios a los que causan la enferme­dad."

La principal preocupación del médico alópata, es, por tanto, la de diagnosticar la enfermedad con el fin de hacer desapare­cer sus síntomas mórbidos; al paso que la del homeópata, es la de descubrir el origen de la enfermedad. Hay que agregar que además de proceder conforme a la escuela que adoptó, el mé­dico alópata se ve forzado a orientarse en el tratamiento del enfermo, por el último descubrimiento científico farmacéutico, suministrando casi siempre el medicamento consagrado en la época. De este modo, se ve obligado a cambiar constantemente sus métodos y teorías aceptadas anteriormente.

Debido al efecto de los medicamentos tóxicos, drogas es­tupefacientes e inyecciones de efecto violento y rápido en los síntomas de ciertas enfermedades, se produjo una serie de éxitos inmediatos, testificados por la remoción de los padecimientos, lo cual dio fuerza para que la Alopatía se convirtiera en la Me­dicina oficial de vuestro mundo. La Homeopatía no logró una pronta oficialización, debido a la demora en hacer desaparecer determinados síntomas dolorosos, llegando a veces a agravarlos, no sólo por la preocupación en saber qué es lo que produce la enfermedad, sino por ser indiferente a las enfermedades, inte­resándose más en diagnosticar a los "enfermos".



Pregunta: Entonces, ¿consideráis que la Homeopatía es me­dicina superior a la Alopatía?

Ramatís: No nos preocupamos por destacar la superioridad de ésta o de aquella terapéutica, pues siempre representa un ben­dito esfuerzo para atender a las necesidades del espíritu en­carnado, de acuerdo con su progreso científico, comprensión moral y merecimiento espiritual. Para nosotros, como desencar­nados, que sabemos bien que la curación definitiva del espí­ritu será alcanzada bajo la terapéutica sublime y cierta de los principios vividos por Jesús, nos interesa destacar particular­mente los métodos que permiten operar profundamente en el psiquismo, que es la sede verdadera de toda enfermedad. Por eso, sin menospreciar el valor de la alopatía y su justa necesidad en varios casos de enfermedades, nos sentimos inclinados a des­tacar el valor de la Homeopatía, ya sea en cuanto a su acción en el todo psicofísico del ser, como interviene con más eficien­cia en su esfera mental emotiva, imponiéndose, poco a poco, como uno de los métodos más lógicos y sensatos para el mantenimiento de la salud.

El médico homeópata experimentado, no se aflige por tratar de suprimir de inmediato los síntomas enfermizos y constatables a su capacidad objetiva, mientras que la verdadera causa pueda continuar latente y generando el cuadro doloroso. Sabe que allí interfieren factores psíquicos, mentales y emotivos, que provocan choques emocionales, generan el desequilibrio orgánico y condu­cen al estado de enfermedad, cuya remoción sólo es posible des­pués del tratamiento profundo de la causa mórbida.



Muchas veces, la enfermedad aguda, al ser reprimida vio­lentamente, es sustituida por otra dolencia que, en breve, recrudece en la forma de cualquier molestia crónica incurable. ¿No os parece algo impresionante que a medida que la Medicina elimina gran cantidad de enfermedades y se aumenta la tera­péutica indiscriminada de los antibióticos, la aparición del cáncer recrudezca y asuma nuevas formas mórbidas, que van sustitu­yendo otras tantas molestias agrupadas modernamente bajo la etiología cancerosa? Es que las enfermedades antiguas están recibiendo nueva rotulación clásica de la patología moderna. El espíritu agudo percibe que, en verdad, ¡se sustituyen molestias, pero el organismo de la humanidad continúa del mismo modo enfermo! De ahí cierta confusión en la Medicina Alópata que, regida específicamente por el principió de los "contrarios", se preocupa en particularizar los resultados finales de la enferme­dad, cuando ésta se agota a la luz de los sentidos físicos, en su manifestación sintomatológica y atestable por el médico. Le interesa profundamente verificar el funcionamiento de los órga­nos, tejidos y sistemas físicos del cuerpo humano: observa la enfermedad como una entidad que se hace identificar bajo el examen material, dejándose auscultar y conferir minuciosamente bajo la avanzada instrumentación de la ciencia médica moderna. El método alópata, en general, tiende a despreciar las leyes espirituales que coordinen la vida "mento-psíquica" del enfermo, como también ignora las sutilezas del vehículo etéreo astral, el conocido periespíritu de los espiritistas, que preexiste y sobre­vive a todas las muertes del cuerpo de carne, ocurridas en varias reencarnaciones anteriores. El alópata, intenta curar los enfermos enfrentando la enfermedad por sus síntomas y exámenes objeti­vos, tal como si un ingeniero intentase dominar una vasta inundación oponiéndole obstáculos sucesivos, en vez de procurar desviar el agua desde su fuente original. Modernamente, pro­cura alcanzar el cuerpo físico y el reducto de las colectividades microbianas alteradas, con el bombardeo en masa de los anti­bióticos, pero ignorando los principios espirituales o las leyes psíquicas que, contrariadas, generan el conflicto y producen la manifestación que se hace desde el interior hacia el exterior o del centro hacia afuera, procurando seguir toda la trayectoria del "morbo" desde el mundo sutil del espíritu hasta su mani­festación grosera en la carne. Su papel es identificar la causa real y oculta del estado enfermizo para poder controlar la ma­nifestación de sus efectos dañinos. En vez de diagnosticar basándose en las ramificaciones mórbidas, que se esparcen a diestra y siniestra por los órganos y sistemas del cuerpo hu­mano, la Homeopatía prefiere estudiar el fenómeno desde su origen imponderable y en su vertiente espiritual, anotándolo desde las primeras desarmonías de la frecuencia vibratoria de la mente y del psiquismo milenario e inmortal del hombre.


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