Mayor probabilidad de tratamiento con antipsicóticos en niños pobres
The New York Times, 12 de diciembre de 2009
http://www.nytimes.com/2009/12/12/health/12medicaid.html?_r=1&pagewanted=print
Traducido por Salud y Fármacos
Una nueva investigación farmacológica financiada por el Estado revela una dura disparidad: los niños asegurados con Medicaid (seguro público que cubre a los niños pobres) reciben potentes medicamentos antipsicóticos con una frecuencia cuatro veces más elevada que los niños cuyos padres tienen un seguro privado. Y según estos datos, los niños con Medicaid tienen más probabilidades de recibir estos fármacos por trastornos menos graves que sus equivalentes de clase media.
Estos hallazgos, identificados por un equipo de las Universidades de Rutgers y Columbia, añaden leña al fuego de un antiguo debate: ¿hay demasiados niños procedentes de familias pobres bajo tratamiento con potentes fármacos antipsicóticos, no porque realmente los necesiten, sino porque se considera la manera más eficiente y más coste-efectiva de controlar problemas que probablemente tendrían un enfoque muy diferente en el caso de los niños de clase media?
Estas preguntas trascienden el ámbito psicológico de los niños con Medicaid, ya de por sí importante. Los fármacos antipsicóticos también pueden tener efectos secundarios físicos graves, ya que pueden producir un aumento drástico de peso y cambios metabólicos que derivan en problemas físicos crónicos.
Recientemente, un comité asesor en pediatría de la FDA se ha reunido para debatir los riesgos para la salud de los niños bajo tratamiento con antipsicóticos. El grupo de expertos considerará la recomendación de nuevas etiquetas de advertencia para estos fármacos, que los usan unas 300.000 personas menores de 18 años en Estados Unidos, sumando los pacientes de Medicaid y seguros privados.
A su vez, un grupo de directores médicos de Medicaid pertenecientes a 16 estados, bajo un proyecto llamado “Too Many, Too Much, Too Young” (“Demasiados pacientes, demasiados fármacos, demasiado jóvenes”), han estado desarrollando métodos para reducir las prescripciones de fármacos antipsicóticos entre los niños de Medicaid. Tienen previsto publicar un informe a comienzos del año 2010.
El estudio de Rutgers-Columbia también verá la luz en fechas similares en la revista científica de revisión de pares Health Affairs. Pero sus hallazgos ya han sido publicados en su página Web, lo que ha suscitado el debate entre los expertos que tratan y estudian a los jóvenes problemáticos.
Algunos expertos dicen que están asombrados por la disparidad de patrones de prescripción. Pero otros dicen que estos datos apoyan las indicaciones previas y su propia experiencia de que los niños con un diagnostico de problemas mentales o emocionales en familias con bajos ingresos tienen más posibilidades de recibir tratamiento que orientación psicopedagógica familiar o psicoterapia.
Parte del motivo es el reembolso del seguro, ya que a menudo Medicaid paga mucho menos por la orientación psicopedagógica o la terapia psicológica que los seguros privados. Además es posible que tenga que ver con los problemas que tienen que afrontar las familias con bajos ingresos económicos a la hora de poder asistir en forma sistemática a sesiones de orientación psicopedagógica o terapia, incluso cuando tienen a su alcance dicha ayuda.
“Resulta más fácil para los pacientes y para los médicos”, manifestó el Dr. Derek H. Suite, un psiquiatra del barrio del Bronx en Nueva York cuyos casos pediátricos incluyen niños y adolescentes asegurados con Medicaid y a los que a veces prescribe antipsicóticos. “Pero la cuestión es, ¿para qué los prescribes? Aquí es donde todo se vuelve un poco confuso”.
El Dr. Suite aseguraba que con demasiada frecuencia atiende a jóvenes pacientes de Medicaid a los que otros médicos les han prescrito antipsicóticos que los pacientes no parecen necesitar. Por ejemplo, recientemente tuvo un caso de una chica de 15 años. La chica había interrumpido el tratamiento con la medicación antipsicótica que le habían prescrito tras un único examen costeado por Medicaid en una clínica donde le diagnosticaron un trastorno bipolar. Ante la pregunta de por qué había interrumpido el tratamiento, la chica contestó suavemente que podía controlar su humor. Tras una evaluación, el Dr. Suite decidió que ella estaba en lo cierto. La chica discutía con su madre y su padrastro y padecía de insomnio, pero era una buena estudiante y ciertamente no era bipolar, en opinión del Dr. Suite. Simplemente era una adolescente normal que no necesitaba recetas, concluyó.
Dado que la lista de espera para la consulta del especialista en psiquiatría con Medicaid puede ser larga, a menudo es un pediatra o un médico de familia quien prescribe un antipsicótico a un paciente con Medicaid, bien porque los padres así lo desean o porque el médico considera que hay pocas alternativas.
Hay algunos expertos que afirman que Medicaid puede proporcionar una mejor atención a los niños que muchos de los seguros privados porque los pacientes adquieren los fármacos, que pueden costar 400$ al mes, en forma gratuita y las familias no tienen que preocuparse de copagos y otras restricciones de los seguros.
“Quizás los niños de Medicaid reciben mejor tratamiento" dijo la Dra. Gabrielle Carlson, profesora de psiquiatría pediátrica en la Facultad de Medicina Stony Brook. “Si ayuda a que sigan en la escuela, quizás no sea tan malo”.
En cualquier caso, el Congreso ya trabaja en la legislación sobre atención sanitaria que podría expandir la cobertura de Medicaid a 15 millones de personas en toda la nación, un aumento del 43 por ciento, por lo que el alcance del problema de los antipsicóticos y el gasto podría crecer en los próximos años.
Aun cuando los fármacos antipsicóticos son típicamente más baratos que la terapia a largo plazo, constituyen el mayor desembolso único de fármacos de Medicaid, con un coste de 7,9 billones de dólares en el año 2006, el año cuyos datos más recientes conocemos.
La investigación de Rutgers-Columbia, basada en millones de consultas de Medicaid y de seguros privados, es el análisis más exhaustivo de su tipo sobre el uso de fármacos antipsicóticos en niños. Examinó los registros de niños de siete grandes estados, incluyendo Nueva York, Texas y California, seleccionados por ser representativos de la población de Medicaid en el país, durante los años 2001 y 2004.
Los datos indicaron que más del 4% de los pacientes con edades comprendidas entre 6 y 17 años en los programas gratuitos de Medicaid recibieron tratamiento con antipsicóticos, en comparación con menos del 1% de los niños y adolescentes con seguros privados. Los datos más recientes del año 2007 indican que se ha mantenido la disparidad, dijo Stephen Crystal, un profesor de Rutgers que ha dirigido el estudio. Generalmente los expertos coinciden en que algunas características de la población de Medicaid pueden contribuir a los problemas psicológicos o a los trastornos psiquiátricos, como la problemática de la pobreza, los hogares monoparentales, escuelas con menos recursos, la falta de acceso a la prevención y el hecho de que la población asegurada con Medicaid incluye muchos adultos con enfermedades mentales.
Como resultado, los estudios han hallado que los niños en familias con bajos ingresos podrían tener una mayor tasa de problemas mentales, quizás el doble, en comparación con los niños de familias más afortunadas. Pero eso no explica la disparidad de cuatro a uno en recetas de antipsicóticos.
El profesor Crystal, director del Centro de Farmacoterapia en Rutgers, dice que los datos de su equipo también indican que los niños más pobres tienen más posibilidades de recibir tratamiento con antipsicóticos para enfermedades menos graves que los niños de clase media.
Pero el profesor Crystal dijo que no había evidencias claras para formar una opinión sobre si los niños recibían o no sobretratamiento.
“Los niños de Medicaid están sujetos a un situación problemática que deriva en problemas de comportamiento difíciles de distinguir de trastornos psiquiátricos más graves”, dijo. “Es muy difícil de determinar”.
Sin embargo el Dr. Mark Olfson, profesor de psiquiatría de la Universidad de Columbia y coautor del estudio, dijo que al menos una cosa estaba clara: “Muchos de estos niños no van a tener acceso a otros servicios de atención mental”.
La FDA ha aprobado los fármacos antipsicóticos en niños específicamente para el tratamiento de la esquizofrenia, el autismo y el trastorno bipolar. Pero según el nuevo estudio, la frecuencia de prescripción es mayor en unos niños que en otros con trastornos menos extremos, incluyendo el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, agresión, rebeldía persistente u otros trastornos de conducta, especialmente cuando los niños están asegurados con Medicaid.
Aunque los médicos pueden prescribir legalmente los fármacos para estos usos fuera de las indicaciones autorizadas, no se han realizado estudios a largo plazo de sus efectos cuando se utilizan en estas circunstancias.
El estudio Rutgers-Columbia ha identificado que los niños de Medicaid tienen más posibilidades que los niños con seguros privados de recibir tratamiento con estos fármacos para usos fuera de las indicaciones autorizadas como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad y los trastornos de conducta. Los niños con seguros privados, en cambio, eran más propensos que sus semejantes de Medicaid a recibir fármacos para usos aprobados por la FDA como el trastorno bipolar.
Incluso si los padres inscritos en Medicaid fueran reacios a que sus niños recibieran tratamiento farmacológico, algunos confiarían en ellos como lo único que podría ayudarlos.
“Dicen que es imposible parar ahora”, dijo Evelyn Torres del barrio del Bronx acerca del tratamiento de su hijo con antipsicóticos desde que le diagnosticaron un trastorno bipolar a la edad de 3 años. Siete años después el niño también tiene problemas de peso y cardiacos. Pero la señora Torres hace balance positivo al considerar que Medicaid permite que las enfermedades mentales y físicas de su hijo puedan recibir tratamiento. “Nos ayudan con todo”, dijo.
Comportamiento inadecuado de un investigador de cáncer
Victoria Stern
The Scientist News Blog, 25 noviembre de 2009
Traducido por Salud y Fármacos
Según la oficina de integridad en la investigación del Departamento de Salud (ORI), Nagendra Ningariaj, exprofesor asociado de neurocirugía y biología del cáncer en la escuela de medicina de la universidad de Vanderbilt, cambió las imágenes de tumores cerebrales del grupo control y de los tratados del grupo experimental por otras imagines más antiguas y las presentó como si se tratase de hallazgos nuevos.
Estos datos se presentaron en un póster durante la reunión de la asociación de investigadores del cáncer del 2005 y en tres becas para los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
La investigación de Ningaraj tenía como objetivo estudiar nuevas terapias para tratar tumores cerebrales utilizando una agonista para facilitar la penetración de la barrera hematoencefálica y llegar al tumor.
Un vocero de ORI escribió un correo electrónico a The Scientist en donde decía que el problema lo descubrió uno de los coautores y colegas de Ningaraj, quienes pensaron que había algo inusual en los datos del póster.
Al investigar se descubrió que Ningaraj había cambiado la imagen experimental de los tumores cerebrales tratados con un agonista y un medicamento antitumoral con las imágenes del grupo control que recibió solo el antitumoral sin el agonista. Sorprendentemente, el experimento de Ningaraj demostró que había mejor penetración de la barrera hematoencefálica sin el agonista. Al cambiar las imágenes, pudo confirmar su hipótesis de que el agonista mejoraba la habilidad del anticancerígeno de cruzar la membrana hematoencefálica, y por lo tanto la efectividad del medicamento, dijo el vocero de ORI.
Ningaraj incluyó (y re-etiquetó) imágenes y datos de masa espectral antiguas que había obtenido de diversos experimentos como si se tratase de información nueva en varias propuestas de investigación para los NIH.
El vocero de ORI dijo que es imposible saber como esto ha afectado el trabajo de otros que realizan investigación en el mismo campo. “Sin embargo, es posible que el daño haya sido reducido porque la información solo se presentó en los resúmenes de las reuniones y en pósteres”.
Al parecer Ningaraj dio varias explicaciones inconsistentes para justificar el cambio de las imágenes, unas veces dijo que no se había percatado del cambio, otras que el técnico le había dicho que las muestras de tejido se habían etiquetado mal.
Ningaraj está haciendo investigación en la escuela de medicina de la Universidad Mercer en Savannah, Georgia. Vanderbilt lo había puesto en ausencia administrativa el 3 de mayo 2005, él interrumpió su investigación en ese centro y sacó todas sus propuestas de investigación de los NIH.
Desde que dejo Vanderbilt en 2005, Ningaraj ha seguido investigando formas de cruzar la barrera hematoencefálica y facilitar que el medicamento llegue al tumor. Ha publicado cuatro artículos en Cancer Biology & Therapy, BMC Cancer, European Journal of Pharmacology, y Expert Opinion on Drug Delivery.
Ningaraj no quiso hacer ningún comentario respecto a los hallazgos de ORI. La universidad de Vanderbilt emitió un comunicado diciendo que “el comportamiento inadecuado se refiere únicamente a haber cambiado imágenes relacionadas con la investigación del Dr. Ningaraj”.
Según el registro federal, Ningaraj no ha confirmado ni negado el hallazgo de comportamiento inadecuado pero quiere llegar a un acuerdo de forma voluntaria. Como parte de este acuerdo, no podrá participar en investigación financiada por el sector público hasta agosto de 2012 a no ser que ORI reciba un acuerdo firmado por el que se compromete a entregar únicamente información legítima.
Investigadores renales falsifican la información (Renal Researchers faked data)
Bob Grant
The Scientist, News Blog, 13 de julio de 2009
Traducido por Salud y Fármacos
Ver en Ensayos Clínicos
La FDA permite que médicos e investigadores convictos en la corte criminal sigan trabajando en medicamentos y ensayos clínicos (FDA openly allows criminally-convicted doctors, researchers to keep working on pharmaceuticals and clinical trials).
E. Huff
Natural News, 19 de noviembre de 2009
http://carolinamtnwoman.wordpress.com/2009/11/20/fda-openly-allows-criminally-convicted-doctors-researchers-to-keep-working-on-pharmaceuticals-and-clinical-trials/
Ver en Ensayos Clínicos
Perú. Mercado imperfecto
Azucena León
El Comercio, 23 de noviembre de 2009
http://elcomercio.pe/impresa/notas/mercado-imperfecto/20091123/372422
Ver en Economia y Acceso en Precios
Publicidad y Promoción
Avances médicos con intereses ocultos
Milagros Pérez Oliva
El País, 17 de enero de 2010
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Avances/medicos/intereses/ocultos/elpepuopi/20100117elpepiopi_5/Tes
Con frecuencia llegan a las redacciones estudios y datos aparentemente rigurosos y fiables que, sin embargo, pueden inducir a engaño a los lectores o esconder intereses publicitarios o comerciales. Descubrirlos y evitarlos es un deber del periodismo riguroso. Quienes, siendo médicos o pacientes, han de lidiar con el dolor crónico, debieron sentir un gran alivio al leer que "en el último Congreso Europeo del Dolor, celebrado en Lisboa, se presentó tapentadol (...), el primer analgésico que aparece en 25 años de una nueva generación que marcará un antes y un después", y que "los expertos aseguraron en Lisboa que se inicia una nueva era en el manejo difícil del dolor agudo y crónico". Lo afirmaba Mayka Sánchez, colaboradora de El País para temas de salud, en el reportaje "El dolor como quinto signo vital", publicado el 22 de diciembre en la sección Sociedad.
En el mismo se describía una situación lamentable: "A pesar de que nueve millones de españoles sufren dolor crónico, sólo el 10% de los facultativos de atención primaria emplean escalas de medición para su mejor abordaje terapéutico, un problema que provoca que hasta en la mitad de los casos, ese dolor pueda llegar a ser un síntoma mal tratado". La conclusión era clara: la mayoría de los médicos no actúan correctamente y la mayoría de los pacientes están mal tratados. Para paliar esa situación había surgido la Plataforma sin Dolor, una iniciativa cuyo objetivo era sensibilizar a los médicos y a la sociedad de que "con los avances de la medicina, el dolor puede y debe controlarse".
Varios médicos llamaron a la Defensora [de los lectores] para quejarse de que se diera tan mala imagen de su trabajo sin citar el origen de la estadística. Pero uno de ellos, Enrique Gavilán, de Plasencia, observó algo más: "He estado buscando en la principal base de datos de estudios científicos, la librería PubMed de Estados Unidos, he analizado los estudios que se han publicado sobre este nuevo medicamento y, créame, los resultados muestran que no es muy superior al placebo y en todo caso es muy similar en cuanto a eficacia respecto de otros de los que hay mucha más experiencia clínica y cuyo precio, sospecho, será muy inferior". En su escrito a la Defensora pide que investigue si se trata de un caso de publicidad encubierta y conflicto de intereses.
Mayka Sánchez aclara que los datos están extraídos de la Guía de Buena Práctica Clínica en Dolor y que su valoración del tapentadol se basa en las declaraciones que hizo Anthony Dickenson, uno de los especialistas que ha participado en los ensayos clínicos, en el congreso de la Asociación Europa para el Estudio del Dolor, celebrado en Lisboa, al que ella asistió. El fármaco, dice, está avalado por "177 artículos, publicados en revistas y congresos internacionales", todos ellos dotados de "un comité editorial y científico que vela por la veracidad, objetividad y calidad de los trabajos presentados". Para Mayka Sánchez, la sospecha de publicidad encubierta a la que se refiere el doctor Gavilán "es una opinión muy subjetiva y sin base en el texto publicado", ya que, dice, se limita a hablar de una de las moléculas presentadas en Lisboa, sin mencionar su nombre comercial. A la Defensora, esta explicación no le parece suficiente. Todos los estudios sobre nuevos fármacos, incluidos los que cita Mayka Sánchez sobre el tapentadol, están financiados por los laboratorios productores y a veces también los congresos en los que se presentan. Sobre los sesgos en la investigación clínica y la publicación de sus resultados existe una amplia literatura científica. La labor de un periodista es verificar la información y evitar los sesgos de parte que pueda contener.
¿Estaba justificado presentar este fármaco como un medicamento que marca "un antes y un después" o "una nueva era" en el tratamiento del dolor? Para aclararlo he consultado a los catedráticos Xavier Carner, presidente del Comité de Evaluación de Medicamentos de la Agencia Española del Medicamento, y a Rafael Maldonado, investigador de la Universidad Pompeu Fabra que trabaja para los Institutos Nacionales de Salud de EE UU. Ninguno de los dos considera que el fármaco sea una gran novedad. Ni siquiera el laboratorio que lo produce va tan lejos como Mayka Sánchez. En la nota de prensa con que lo presentó en junio afirma que "muestra una eficacia comparable a los opioides clásicos" aunque ofrece "un perfil de tolerabilidad más favorable".
Y tampoco es una novedad: tiene el mismo mecanismo de acción que el tramadol, del mismo laboratorio.
Pero no hay sólo un problema de exageración. La forma en que se presenta la información justifica las sospechas del doctor Gavilán, pues se disimula que todo el contenido procede de una única fuente, y se omite revelar que esa fuente es, en última instancia, el laboratorio productor del fármaco. Cita a la Fundación Grünenthal como impulsora de la Plataforma sin Dolor, pero no aclara que ésta pertenece al laboratorio Grünenthal Pharma, especializado en terapias analgésicas, que es quien financia la plataforma y la campaña de medición del dolor. El reportaje tampoco aclara que el fármaco que presenta como revolucionario pertenece a ese laboratorio. Sólo los lectores que ya conozcan a ese laboratorio pueden adivinar la relación.
La información sigue peligrosamente el esquema de las nuevas estrategias que la industria farmacéutica emplea para promover la prescripción de sus fármacos, una vez erradicados los escandalosos incentivos con que premiaban a los médicos. De hecho, los médicos no son ya el único objetivo de los departamentos de mercadotecnia de los laboratorios. Ahora tratan de influir sobre la prescripción a través de los propios pacientes. Esa estrategia consiste en hacer emerger (a veces incluso crear) un problema de salud, movilizando a especialistas de prestigio y si es posible, pacientes, con el objetivo de "sensibilizar" sobre el problema para el cual tienen la solución.
Dada la suspicacia con que es recibida la información procedente de la industria, ésta se ha visto obligada a buscar formas indirectas y de mayor autoridad para vehicular su actividad. Para ello han creado fundaciones y plataformas teóricamente independientes y sin ánimo de lucro, integradas por académicos y especialistas, pero financiadas por la propia industria.
Todo ello está presente en este caso. El reportaje comienza describiendo el grave problema del dolor, basado en estudios financiados por la industria; presenta a continuación a la plataforma que va a luchar contra esta lacra, sin decir que está promovida y financiada por el laboratorio, y acaba informando de un fármaco que presenta como revolucionario, sin decir que es del mismo laboratorio. Para mayor abundamiento, el titular del reportaje coincide con el eslogan central de la campaña financiada por Grünenthal. Y ni siquiera es una información novedosa, pues la propia Mayka Sánchez había publicado tres meses antes el mismo tema en El País Semanal. Lo único nuevo era la referencia al fármaco. El reportaje cita el congreso de Lisboa pero no menciona que Mayka Sánchez viajo a la capital lusa invitada por el laboratorio. El Libro de Estilo de EL PAÍS establece al respecto: "El periódico, como norma general, no acepta invitaciones para elaborar informaciones. Las excepciones habrán de autorizarse expresamente por la Dirección. En las informaciones hechas tras aceptar una invitación, se hará constar que el viaje ha sido patrocinado".
Sobre todo ello, la subdirectora responsable de Sociedad, Berna González Harbour, afirma: "El periódico es cada día el objetivo de una ingente marea de informes y estudios, muchos de ellos de parte, cargados de conclusiones a primera vista interesantes pero que pierden su legitimidad en cuanto se comprueba el interés de su propio promotor. Nuestra tarea es analizar, distinguir y someter todo ello al máximo escrutinio, y filtrar y publicar sólo aquello que está verdaderamente contrastado y que es de interés objetivo para nuestros lectores. Los controles no han funcionado en este caso y pedimos disculpas. Ese artículo es un ejemplo de lo que no debemos hacer".
Tratamiento del dolor, derecho de la humanidad. Pero ¿Qué tratamiento?
Enrique Gavilán
Saludyotrascosasdecomer, 5 de enero de 2010
http://saludyotrascosasdecomer.blogspot.com/2010/01/tratamiento-del-dolor-derecho-de-la.html
Creo que nadie puede negar que el dolor es una de las percepciones más inhumanas que puede una persona experimentar. Y también es cierto que es impropio de las alturas de siglo que estamos que siga habiendo gente que sufra hasta morir comido por el dolor, a pesar de que conocemos remedios para ello. Tanto es así, que los hay que llegan a proponer que sea considerado el quinto signo vital que todo médico deba recoger a la hora de valorar un paciente, junto con la temperatura corporal, la frecuencia del pulso, la presión sanguínea y la frecuencia respiratoria, algo que hasta Wikipedia recoge. Incluso los hay que se atreven a proponer que el tratamiento del dolor sea considerado como un "derecho humano", como lo son la libertad, la justicia y la paz.
Algo parece estar moviéndose en torno a este molesto y cruel síntoma. Y es que se ha creado recientemente una plataforma llamada "Sin Dolor", por dos Fundaciones, la de Investigación en Salud (FUINSA) [1] y la de Grünenthal. En su puesta en escena, auspiciada por el Ministerio de Sanidad y algunas sociedades científicas, incluida la La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), hacen pública la "I Campaña de Sensibilización de la Importancia del Dolor" y hace suyas las propuestas antes citadas.
Pero van más allá. Parece ser un clásico recurrir a dos cosas: aludir a lo mal que evalúan y manejan este síntoma los médicos de familia, a los que hay que sensibilizar con campañas de información y formación, y citar las bondades de las unidades especialidades del dolor, que son las que de verdad saben tratar el tema como se merece. Juzguen si no ustedes mismos:
A pesar de que nueve millones de españoles sufren dolor crónico, sólo el 10% de los facultativos de atención primaria emplean escalas de medición del dolor para su mejor abordaje terapéutico. Un problema que provoca que hasta en la mitad de los casos ese dolor pueda llegar a ser un síntoma mal tratado.
(...)
Y es que el 83% de los españoles que padecen dolor crónico son atendidos en el ámbito de la atención primaria y no en unidades especializadas de dolor. Allí sólo el 10% de los médicos usa herramientas como la EVA (Escala Visual Analógica, instrumento validado para la evaluación del dolor).
No parece que la presencia de una sociedad científica de medicina de familia como es la semFYC haya evitado que la plataforma justifique su campaña aludiendo a lo mal que lo hacemos los médicos de familia para barrer para su propia casa...
Y si por esto no fuera poco, para cerrar el círculo que completa la estrategia medicalizadora, el fármaco salvador, como no. En El País no se cortan para hacer publicidad directa-encubierta de un medicamento, es este caso uno que está por venir, como modo para ir "abriendo mercado". Se trata del tapentadol, aprobado en EEUU para el dolor moderado-grave agudo el año pasado y recién aprobado también para el dolor crónico. ¿A que no saben de quién es la molécula? ¡Efectivamente, de Grünenthal! Su nombre comercial en EEUU es Nucynta. Tiene dos mecanismos de acción complementarios, pero no deja de ser un opioide más que, por lo que se ve en los primeros ensayos clínicos publicados, no obtiene un balance beneficios-riesgos muy favorable salvo por el hecho de haber presentado hasta la fecha menos efectos adversos que sus análogos.
Sin embargo, en la prensa ya lo presentan como un medicamento que marcará un antes y un después en el control de ese problema. (...) Se inicia una nueva era en el manejo difícil del dolor agudo y crónico.
¿Para cuándo los periódicos se tomarán en serio eso de hacer declaración de conflicto de intereses?
[1] Nota de los editores. Aunque la página web de la fundación Fuinsa no indica las fuentes de financiación, Eli Lilly participa en sus actividades
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