1 Este problema fue discutido por vez primera por Karl Bühier en su Sprachtheorie,
1934, págs. 25-8.
Publicado por primera vez en los Proceedings of the llth. International Congress
of Philosophy, 7, 19Í}.
355
expresión significativa de un Fj dado no demuestra que no exista un
F.2 tal que las fórmulas dudosas puedan ser traducidas a un enunciado
significativo de éste. En otras palabras, nunca podemos decir, en los
casos dudosos, que ima cierta fórmula, tal como la usa algún orador,
"carece de significado" en algún sentido preciso de esta expresión;
pues alguien puede inventar un formalismo tal que la fórmula en
cuestión pueda ser expresada por una fórmula bien formada del mismo
para satisfacción del orador original. Lo más que pcKlemos decir,
es: "no sé cómo se puede construir tal formalismo".
1.,^. En cuanto al problema del cuerpo y la mente, rechazo las
dos tesis siguientes del analista del lenguaje. (1) Se puede resolver
el problema sei'talando que hay dos lenguajes, uno físico y otro psicológico,
pero no dos tipos de entidades, cuerpos y mentes. (2) El
problema se debe a una manera defectuosa de hablar acerca de las
mentes, es decir, como si existieran estados mentales además de la
conducta, cuando todo lo que existe es conductas de diverso carácter,
por ejemplo, conducta inteligente y conducta no inteligente.
1.31 Afirmo que (1), la solución de los dos lenguajes, ya es insostenible.
Esa solución surgió del "monismo neutral", la concepción
según la cual la física y la psicología, son dos maneras de construir
teorías, o lenguajes, a partir de un material neutral "dado", y los
enunciados de la física y la psicología son enunciados (abreviados)
acerca de ese material dado y, por lo tanto, traducibles uno al otro;
se trata de la teoría de que hay dos maneras de hablar acerca de los
mismos hechos. Pero la idea de que son traducibles imo al otro debió
ser abandonada hace tiempo. Junto con ella, desaparece la solución
de los dos lenguajes. Pues si los dos lenguajes no son traducibles uno
al otro, entonces tratan de especies diferentes de hechos. La relación
entre esas especies y hechos constituye nuestro problema, que sólo
puede ser formulado, por consiguiente, construyendo un lenguaje en
el cual podamos hablar acerca de ambas especies de hechos.
1.32 Puesto que (2) es muy vago, debemos preguntar: ¿Existe o
no la creencia del jefe de estación de que el tren está partiendo, además
de Su conducta de creencia? ¿Existe su intención de comunicar
un hecho acerca del tren al encargado de señales, además de hacer los
movimientos adecuados? ¿Existe la comprensión del mensaje por el
encargado de señales, además de su conducta, que sugiere comprensión?
¿Es posible que el encargado de señales comprenda el mensaje
perfectamente bien, pero se comporte (por una u otra razón) como si
no lo comprendiera?
1.321 Si (como creo) la respuesta a estos interrogantes es "sí", entonces
el problema del cuerpo y la mente surge en su clásica forma
cartesiana. S¡ la respuesta es "qo", entonces nos enfrentamos con una
teoría filosófica que puede ser llamada "fisicalismo" o "conductísmo"
Si no se responde a los interrogantes, sino que se los tlescarta como "carentes
de significado" —si se nos dice que preguntar si Pedro tiene
dolor de muelas además de su conducta de dolor de muelas carece
356
de signiíicado, porque todo lo que podemos saber acerca de su dolor
de muelas lo sabemos por la observación de su conducta—, entonces
nos enfrentamos con la equivocada creencia positivista de que un
hecho es (o es reducible a) la suma total de los datos en su favor,
vale decir, nos enfrentamos con el dogma verificacionista del significado.
(Cf. 4.3, más adelante, y mi Lógica de la investigación científica,
1959.)
1.4 Una afirmación importante para todo k) que sigue es que la
interpretación determinista de la física, aun de la física clásica, es
equivocada, y que no hay argumentos (científicos) en favor del determinismo.
(Cf. mi artículo "Indeterminism in Quantum Physics and
in Classical Physics", Brit. Journ. Philos. of Science, 7, 1950.)
2. LAS CUATRO FUNCIONES PRINCIPALES DEL LENGUAJE
2 Karl Bühler parece haber sido el primero que propuso, en 1918 2,
la doctrina de las tres funciones del lenguaje: (1) la función expresiva
o sintomática; (2) la función estimuladora o de señal; (3) la función
descriptiva. A éstas he agregado (4) la función argumental, que puede
ser distinguida * de la función (3) No se afirma que no haya otras
funciones (como la prescriptiva, la de aconsejar, etc.), sino que las
cuatro funciones mencionadas constituyen una jerarquía, en el sentido
de que ninguna de las superiores puede estar presente sin todas las
inferiores, mientras que las inferiores pueden estar presentes sin las
superiores.
2.1 Una argumentación, por ejemplo, sirve como expresión en la
medida en que es un síntoma externo de algún estado interno (en
este caso carece de importancia que sea físico o psicológico) del organismo.
También es una señal, ya que puede provocar una réplica o
una manifestación de acuerdo. En la medida en que trata acerca de
algo y sustenta una manera de concebir una situación o un estado
de cosas, es descriptiva. Por último, está su función argumental, que
consiste en dar razones para sostener esa concepción, por ejemplo,
señalando dificultades y hasta contradicciones en otra concepción.
3. UN GRUPO DE TESIS
3.1 El interés primario de la ciencia y la filosofía reside en sus
fundones descriptiva y argumental; el interés del conductismo y el
fisicalismo, por ejemplo, sólo puede residir en la eficacia de sus argumentos
críticos.
3.2 Que una persona, de hecho, describa o argumente, o meramente
exprese o señale depende de que hable intencionalmente acerca de
algo, o defienda (o ataque) intencionalmente alguna concepción.
2 En su Sprachtheorie, loe. cit.
3 Cf. cap. 4 de este volumen.
357
3.3 La conducta lingüística de dos personas (o de la misma persona
en dos momentos diferentes) puede ser indistinguible; sin embargo,
una puede, en realidad, describir o argumentar, mientras que la otra
puede sólo expresar (y estimular).
3.4 Una teoría fisicalista causal de la conducta lingüística sólo
puede ser una teoría de las dos funciones inferiores del lenguaje.
3.5 Tal teoría, por lo tanto, debe ignorar la diferencia entre las
funciones superiores e inferiores o afirmar que las dos funciones superiores
"no son más que" casos especiales de las dos funciones inferiores.
3.6 Lo anterior es válido, en especial para filosofías como el conductismo
y como las que tratan de salvar la totalidad causal o la autosuficiencia
del mundo físico, como el epifenomenalismo, el paralelismo
físico y psíquico, las soluciones basadas en dos lenguajes, el fisicalismo
y el materialismo. (Todas éstas sen autodestructivas, en la
medida en que sus argumentos establecen —sin proponérselo, por supuesto—
la inexistencia de argumentos.)
4. EL ARGUMENTO DE LA MAQUINA
4.1 Puede decirse que un termómetro de pared no sólo expresa
su estado interno, sino también actúa como señal y hasta describe.
(Un termómetro de autorregistro hasta lo hace por escrito.) Sin embargo,
no le atribuimos la responsabilidad de la descripción; se la
atribuimos a su constructor. Una vez que comprendemos esta situación,
vemos que no describe, como no lo hace mi lapicero: al igual que
mi lapicero sólo es un instrumento para describir. Pero expresa su
propio estado y actúa como señal.
4.2 La situación esbozada en 4.1 es fundamentalmente la misma
de todas las máquinas físicas, por complicadas que sean.
4.21 Podría objetarse que el ejemplo 4.1 es demasiado simple y
que, complicando la máquina y la situación, podemos obtener una
verdadera conducta descriptiva. Consideremos entonces máquinas más
complejas. Hasta supondré, en favor de mis adversarios, que es posible
construir máquinas con alguna especificación conductista.
4.22 Imaginemos una máquina (provista de una lente, un analizador
y un aparato que hable) tal que, cuando aparece ante su lente
un cuerpo físico de cuerpo medio, pronuncie el nombre de este cuerpo
("gato", "peno", etc.) o diga, en algunos casos, "no sé". Hasta puede
hacerse que su conducta sea aún más semejante a la humana, (1) haciendo
que no siempre realice lo indicado, sino sólo en respuesta a
una pregunta estímulo: "¿Puede usted decirme qué es esto?", etc.; (2)
haciendo que en un determinado porcentaje de casos responda: "Me
estoy cansando, déjeme sola por un momento", etc. Se pueden introducir
otras respuestas, cuya variedad puede depender de probabilidades
especificadas internamente.
4.23 Si la conducta de tal máquina se hace muy semejante a la de
358
un hombre, entonces podemos creer erróneamente que la máquina destribe
y argumenta, así como un hombre que no conozca el funcionamiento
de ur fonógrafo o de una radio puede pensar erróneamente
nos revela que no sucede nada de esto. La radio no argumenta, auníjue
exprese y actúe como señal,
4.24 En principio, no hay ninguna diferencia entre un termómeiro
de pared y la máquina "observadora" y "descriptiva" mencionada.
N i siquiera describe, aunque exprese y señale, un hombre condicionado
para reaccionar ante estímulos adecuados con los sonidos "gato" y
perro", si no tiene la intención de describir o nombrar.
K25 Pero supongamos que hallamos una máquina física cuyo met;
inismo no comprendemos y cuya conducta es muy humana. Podemos
l)reguntarnos entonces si actúa intencionalmente, y no mecánicamente
(< ausalmente, o probabilísticamente), es decir, si no tendrá una mente,
a lin de cuentas, si no debemos tratar de evitarle dolor, etc. Pero
una vez que comprendemos totalmente cómo está construida, cóino se
la puede copiar, quién es el autor de su diseño, etc., ningún grado de
complejidad hará que sea de una especie diferente a la de un piloto
automático, un reloj o un termómetro de pared.
4.3 Las objeciones a esta concepción y a la concepción expuesta en
3.3 se basan, habitualmente, en la doctrina positivista de la identidad
de los objetos empíricamente indistinguibles. Dos relojes, reza el argumento,
pueden parecer iguales, aunque uno funcione mecánicamente
y el otro eléctricamente, pero su diferencia puede ser descubierta por
la observación. Si no puede descubrirse ninguna diferencia de tal modo,
entonces, simplemente no hay diferencia alguna. Réplica: si descubrimos
dos billetes de banco físicamente indistinguibles (aun en lo
que respecta al número), tenemos buenas razones para creer que uno
del ellos, al menos, es falso; y un billete falso no se convierte en ge
nuino porque la falsificación sea perfecta o porque hayan desaparecido
todos los rastros históricos del acto de falsificación.
4.4 Una vez que conocemos la conducta causal de la máquina, comprendemos
que su conducta es puramente expresiva o sintomática. Podemos
seguir interrogando a la máquina para divertirnos, pero no discutiremos
seriamente con ella, a menos que creamos que trasmite los
argumentos a otra persona y que ésta, a su ^ez, nos responde a iravés
de la máquina.
4.5 Esto resuelve, creo, el llamado problema de "las otras mentes"
.Si hablamos con otras personas, especialmente si discutimos con ella?.,
entonces suponemos (a veces equivocadamente) que también ellas ar
gumenian, que hablan intencionalmente acerca de las cosas, con el serio
deseo de resolver un problema, y no que sólo se comportan como si
lo hicieran. Se ha observado a menudo que el lenguaje es una cues
tión social y que el solipsismo, así como las dudas acerca de la e.xis
tencia de otras mentes, es contradictorio si se lo formula en im len
guaje. Ahora podemos expresar esto aún más claramente. Al discutii
359
con otras personas (cosa que hemos aprendido de otras personas), poi
ejemplo acerca de otras mentes, no podemos dejar de atribuirles intenciones,
y por consiguiente, estados mentales. No discutimos con un
termómetro.
5. LA TEORÍA CAUSAL DEL ACTO DE NOMBRAR
5".! Pero hay razones aún más fuertes. Imaginemos una máquina
que, cada vez que ve un gato, dice "Musi". Podemos sentirnos tentados
de afirmar que representa un modelo causal del acto de nombrar,
o de la relación-de-nombre.
5.2 Pero este modelo causal es deficiente. Podemos expresar esto
diciendo que no es (y no puede ser) una realización causal de la
relación de nombre. Nuestra tesis es que no puede existir tal realización
causal de la relación-de-nombre.
5.21 Admitimos que puede describirse la acción de la máquina como
realizando lo que podríamos llamar, vagamente, una "cadena causal"*
de sucesos que vinculan a Musi (el gato) con "Musi" (su nombre)
. Pero hay razones por las cuales no podemos aceptar que esta
cadena causal es una representación.o realización de la relación entre
una cosa y su nombre.
5.3 Es ingenuo considerar esta cadena de sucesos como si comenzara
con la aparición de Musi y terminara con la enunciación "Musi".
"Comienza" (en todo caso) con un estado de la máquina anterior
a la aparición de Musi, un estado en el cual la máquina, por decir,
así, está preparada para responder a la aparición de Musi. Y no "termina"
(en todo caso) con la enunciación de una palabra, ya que hay
un estado que le sigue. j(Todo esto es verdad de la respuesta humana
correspondiente, si se la considera causalmente.) Es nuestra interpretación
la que hace de Musi y "Musi" los extremos (o los términos)
de la cadena causal, y no la situación física, "objetiva". (Además,
podríamos considerar como nombre todo el proceso de reacción o solamente
las últimas letras de "Musi", por ejemplo, "usi".) Así, aunque
quienes conozcan o comprendan la relación-de-nombre puedan optar
por interpretar una cadena causal como modelo de ella, es evidente
que la relación de nombre no es una relación causal y no puede ser
realizada por ningún modelo causal. (Lo mismo es válido para todas
las relaciones "abstractas", por ejemplo, las relaciones lógicas, aun
para la más simple relación biunívoca.)
5.4 Por lo tanto, está claro que la relación-de-nombre no puede
ser realizada por un modelo de asociación, por ejemplo, o un modelo
de reflejo condicionado, sea cual fuere su complejidad. Supone algún
género de conocimiento de que "Musi" es (por alguna convención)
* Para nuestros propósitos presentes no interesa si la expresión "cadena causal"
es o no adecuada en un análisis más completo de las relaciones causales.
360
el nombre del gato Musí y algún género de intención de usarlo como
nombre.
5.5 El acto de nombrar es, con mucho, el caso más simple del uso
descriptivo de las palabras. Puesto que no es posible ninguna realización
causal de la relación-de-nombre, tampoco es posible ninguna teoría
física causal de las funciones descriptiva y argumental del lenguaje.
6. INTERACCIÓN
6.1 Es verdad que la presencia de Musi en un medio ambiente puede
ser una de las "causas" físicas de que yo diga: "aquí está Musi".
Pero si yo digo "si este es vuestro argumento, entonces es contradictorio",
porque he captado o comprendido que es así, no hay ninguna
"causa" física análoga a Musi. Ño necesito oír o ver vuestras palabras
para comprender que una cierta teoría (no interesa cuál) es contradictoria.
La analogía no se establece con Musi, sino más bien con
mi comprensión de que Musi está aquí. (Esta comprensión mía puede
estar vinculada causalmente, pero no de manera puramente física, con
la presencia física de Musi.)
6.2 Las relaciones lógicas como la consistencia no pertenecen al muqdo
físico; son abstracciones (quizás "productos de la mente"). Pero
mi comprensión de una incoiisistencia puede llevarme a actuar, en el
mundo físico, precisamente de la misma manera que mi comprensión de
la presencia de Musi. Puede decirse que nuestra mente es susceptible
de ser influida por relaciones lógicas (o matemáticas, o musicales) tanto
como por una presencia física.
6.3 No hay ninguna razón (como no sea la aceptación de u-n erróneo
determinismo físico) por la cual no puedan interactuar los estados
mentales y los estados físicos. (El viejo argumento de que cosas tan
diferentes no pueden interactuar se basaba en una teoría de la causación
superada hace ya mucho tiempo.)
6.4 Si actuamos por haber recibido la influencia de la captación de
una relación abstracta, iniciamos cadenas causales físicas que no tienen
suficientes antecedentes causales físicos. Somos, entonces, los "primeros
motores" o los creadores de una "cadena causal" física.
7. CONCLUSION
El temor al oscurantismo (o a ser considerados oscurantistas) ha impedido
a -la mayoría de los antioscurantistas decir cosas como éstas.
Pero a fin de cuentas, este temor sólo ha engendrado un oscurantismo
de otra especie.
361
13
NOTA SOBRE EL PROBLEMA DEL
CUERPO Y LA MENTE
ESTOY muy agradecido al profesor Wilfrid Selláis por llamar la aleución
de los filósofos ^ sobre mi artículo "El lenguaje y el problema del
cuerpo y la mente" ^ y le estoy aún más agradecido por su amabilidad
al describirlo como "estimulante" y como "sugerente, aunque irregu
lar". Nadie es más consciente que yo de su irregularidad. Creo que
soy más sensible a ella que la princesa de Andersen al guisante. V
aunque me inclino a contar sus seis hojas entre mis escasos laureles,
no puedo descansar en ellos aunque lo quisiera. Pero los pequeños y
duros guisantes que me perturban y me quitan el sueño parecen estar
bien ocultos y en un lugar muy alejado de los dos montículos acumulados
por el Profesor Sellars, los cuales, según creo, no son difíciles de
allanar.
Con respecto al primer montículo, el Profesor Sellars, después de ci
tarme correctamente con alguna extensión, procede a "enfocar la atención",
como él dice, "sobre el enunciado [de Popper] citado antes,
según el cual ' . . . si los dos lenguajes no son traducibles, uno al otro,
entonces tratan de conjuntos diferentes de hechos'". Luego el Pro
fesor Sellars continúa diciendo que un "hecho" puede ser o bien un
"hecho descriptivo", o bien algo semejante "al 'hecho' de que debemos
realizar nuestras promesas", a lo cual se me debe permitir que lo llame
un "casi hecho". Y afirma que mi argumento sólo sería válido si contuviera
"la premisa de que ambos lenguajes tienen la función de des
cribir", es decir, de enunciar "hechos descriptivos".
1 A través de su articulo "A Note on l'opper's argument for Dualism", Analysh.
15, págs. 23 y sig.
2 No "problema de la mente y el cuerpo", como escribe el profesor Sellars. Mi
artículo es el cap. 12 de este volumen.
Publicado por primera vez en Analysis, \'. .V., 15, 1955, como respuesta ai
profesor Wilfrid Sellars.
362
Kstoy totalmente de acuerdo con cada una de estas palabras, pero,
no logro en modo alguno ver cuál es su relación con el problema: al
enfocar la atención en un enunciado, el Profesor Sellars, como es de
comprender, deja su contexto fuera de foco.
Pues, (a) la premisa que, según el Profesor Sellars, hace válido mi
argumento fue indicada con bastante claridad en mi propio argumento,
el ual, por lo tanto, es también válido, siempre de acuerdo con el
Profesor Sellars. Además, mi argumento tiene la forma de una reductio
ad absurdum de la "teoría de los dos lenguajes", y la premisa correctamente
requerida por el Profesor Sellars no es mía sino parte de esa
teoría. En realidad, aludo a ella en mi argumento como parte de la
"solución de los dos lenguajes", de "la concepción según la cual...
los enunciados de la física y de la psicología son . . . dos maneras de
hablar acerca de los mismos hechos" (lo cual indica claramente que
estos "hechos" son "hechos descriptivos", según la terminología del Profesor
Sellars). Mi propia contribución consistió, simplemente, en señalar
que, una vez admitido que los dos lenguajes (el de la física y el
de la psicología) no son traducibles el uno al otro, ya no puede decirse
que se refieren a los mismos hechos y debe admitirse que tratan
de hechos diferentes, donde "hechos" significa todo lo que los teóricos
de los dos lenguajes entienden cuando afirman que la física y la psicología
tratan de los mismos hechos.
\ú, el problema de los "casi hechos" simplemente no se plantea.
Es posible verificar todo esto leyendo detenidamente el pasaje de mi
artículo que el mismo Profesor Sellars cita al comienzo de su artículo:
es el pasaje que deja fuera de foco cuando enfoca la atención en una
parte de él. (En el pasaje enfocado, hay una cita errónea de escasa
importancia; "conjunto" en lugar de "especie".)
Así, hasta donde puedo verlo, no hay ningún núcleo irreductible
—ninguna diferencia de opinión— en el primer montículo del Profesor
Sellars, aunque, al parecer, difiero de él en lo que respecta a la vinculación
de sus comentarios con el problema.
Trataré ahora de allanar el segundo montículo. El Profesor Sellars
escribe: "en las secciones posteriores de su artículo, el Profesor Popper
hace una defensa interesante, aunque irregular, de la tesis de que la
referencia no puede ser definida en un lenguaje conductista." (El Profesor
Sellars cree en la verdad de esta presunta tesis mía.) Debo confesar
que quedé muy sorprendido al leer esto. No tengo conciencia de
haber tratado nunca de defender nada semejante. Una de mis más
viejas convicciones es la de que una tesis de la especie que se me atribuye
—que tal o cual cosa no puede ser definida en el lenguaje de
alguien— es casi siempre ajena al problema en discusión. (No lo es,
por supuesto, si la tesis del adversario se refiere a la definibilidad.
Ésta puede ser interesante en ciertos contextos, pero decir que un tér-
363
mino no es definible nunca implica que no se lo pueda usar legítimamente;
pues se lo puede usar, legítimamente, como término indefinido.)
No necesitaba leer todo mi artículo para estar seguro de que jamás
sostuve nada semejante a la "tesis" que me atribuye el Profesor Sellars.
Pero para estar doblemente seguro releí íntegramente mi artículo
y no hallé en él rastro alguno de semejante tesis sobre la definibiiidad.
Y para estar triplemente seguro, me retracto aquí públicamente de toda
teoría que pueda haber formulado, basada en la tesis que me atribuye
el p'tofesor Sellars; no porque la tesis sea falsa (coincido con el Profesor
Sellars en que es verdadera y hasta convengo en que se podría
usar mis argumentos en apoyo de su verdad, lo cual quizás explique
el malentendido), sino porque detesto la idea de filosofar mediante argumentos
acerca de la no definibiiidad.
El Profesor Sellars continúa diciendo: "Y seguramente [Popper] tiene
razón [al sostener la tesis que acabo de repudiar]. Sin embargo, al
llegar a este punto [Popper] añade tácitamente la premisa " '£ es acerca
de x' es una aserción descriptiva."
Me resulta difícil verificar si agregué o no esa premisa tácitamente
al llegar a este punto, pues el Profesor Sellars no indica "este punto",
o sólo lo indica mediante una referencia a esa presunta tesis mía que
yo no logro hallar en ninguna parte de mi artículo. (Advierto a los
lectores que siete de los pasajes entre comillas que figuran en esta
segunda parte del artículo del Profesor Sellars no son citas de mi artículo,
como se podría pensar. Otros dos, "relación de nombre" y
"causal-fisicalista", aparecen en mi artículo, pero el primero con guión
y el segundo sin guión.)
Sin embargo, si en alguna parte he agregado "tácita" e inconscientemente
la premisa que me atribuye el Profesor Sellars (no puedo discernir
ningún rastro de ella), entonces deseo retractarme, nuevamente.
Pues estoy completamente de acuerdo con la tesis del Profesor Sellars
según la cual-si un enunciado A dice que otro enunciado £ es acerca
de algo, entonces A habitualmente no desempeña, para usar las palabras
del Profesor Sellars, "el mismo tipo de papel que 'la luna es redonda'
". A no necesita ser —y habitualmente no lo es— "descriptivo"
en el mismo sentido que lo es el enunciado acerca de la luna (aunque
puede serlo: "¿Acerca de qué era su última conferencia?" —"Era una
conferencia acerca de la probabilidad", es un ejemplo de uso descriptivo)
.
También estoy totalmente de acuerdo con la observación final del
Profesor Sellars, según la cual "del hecho —pues se trata de un hechode
que lo que el Profesor Popper llama la 'relación de nombre' (parágrafo
5 y sigs.) no ssa definible en términos 'causal-fisicalistas', no podemos
inferir la verdad del dualismo'. Exactamente. Es por esto por
lo que nunca dije nada acerca de la definibiiidad. En realidad, si no
tuviera argumentos más fuertes en favor de mi fe dualista que este
hecho totalmente ajeno a la cuestión (pues estoy de acuerdo en que es
un hecho, aunque totalmente ajeno a la cuestión) , entonces estaría
364
ilupuesto a abandonar el dualismo, qué digo, hasta ine senliiia ansioso
Kilos se refieren ^ al posible alcance de las teorías físicas deductivas,
y no a la definibilidad; y mi tesis es que ">}o es posible ningutia teoría
thicd causal de ¡as funciones descriptiva y argurnental del lenguaje".
Deseo aclarar i>eríectamente que no tengo objeción alguna contra
l.i lesis del Profesor Sellars según la cual un enunciado tal como "/','
«•!. acirca de x" es (por lo comi'in, o frecuentemente) "un recurso mediante
el cual trasmitimos al oyente la manera como se usa una expresión
mencionada, usando una expresión equivalente". Tampoco niego
i\\w esta tesis del Profesor Sellars sea atinente a mi propia lesis. Todo
lo que quiero decir aquí es que mi tesis no se basa en el argumento
¡Kcrca de la definibilidad que me atribuye el Profesor Sellars. Si así
fuera, me retractaría de ello.
ni
Iji el artículo del Profesor Sellars hay una observación sobre las con-
escribe: "También convengo en que ')a idea de una mutua traducibilidad'
d e . . . un lenguaje con conceptos mentales y un lenguaje conductista
'debió ser abandonada hace tiempo', a pesar de los valerosos
esfuerzos de Ryle en sentido contrario"
Quiero responder a lo anterior que no tengo noticia de que el
Profesor Ryle haya sostenido nunca la teoría que llamo "de los dos lenguajes".
¿Cómo podría haber sostenido esta teoría, si, para él, el problema
surge de errores de categoría dentro del lenguaje natural? No
es a él a quien aludo en el lugar indicado.
Pero es perfectamente cierto que pensé en el Profesor Ryle cuando,
en otro parágrafo de mi artículo, traté de mostrar brevemente que
también es insostenible la teoría de los "errores de categoría".
Si se me permite agregar un nuevo argumento a los ya esbozados,
diré lo siguiente: suponiendo que el uso de nuestro lenguaje colocara
las expresiones que nombran estados físicos en una categoría diferente
de la categoría en que se coloca a las expresiones referentes a estados
mentales, me sentiría inclinado a considerar este hecho como un indicio,
o una sugestión (no más que esto, sin duda) de que esas dos categorías
de expresiones nombran entidades ontolúgicamente diferentes,
o, en otras palabras, que son diferentes especies de entidades. Así, me
sentiría inclinado (no más que esto) a sustentar la conclusión opuesta
a la que extrae el Profesor Ryle, aunque" las premisas —lo admito—
serían insuficientes para una derivación formal de la conclusión.
Pero no estoy dispuesto a admitir la verdad de esa suposición, aparte
de mis objeciones (y las del Profesor Smart <) a los argumentos basados
3 Se trata tic otro ejemplo de un enunciado rcferencial A que dpst:ril5e un ar
guraento £,
* Véase su excelente articulo "Note on Cat'^go"'^!' en el British Jouninl for Ike
Philo.'iophy of Science, 1. 1953. págs. 227 y sig-
365
en la idea de los errores de categoría. Considero sumamente lúcidos
muchos de los análisis del Profesor Ryle, pero sólo puedo decir que
el inglés común muy a menudo trata los estados mentales y los estados
físicos del mismo modo; no sólo cuando se habla de una enfermedad
"mental", de un "hospital para enfermos mentales" o de un hombre
"física y mentalmente equilibrado", etc. (se podría descartar estos casos
como derivaciones de un dualismo filosófico), sino especialmente
cuando decimos: "Pensar en ovejas siempre me ayuda a conciliar el
sueño" o "Las novelas del señor Pérez siempre me ayudan a conciliar
el sueño" (que no significa "Recorrer con mis ojos una de las novelas
del señor Pérez siempre me ayuda a conciliar el sueño", sino que es
completamente análogo a "Tomar bromuro siempre me ayuda a concilia'r
el sueño"). Hay incontables ejemplos similares. (Jiertamente, no
demuestran que las palabras inglesas comunes que describen estados
mentales y estados físicos pertenezcan siempre a la misma "categoría"
(el Profesor Ryle ha logrado demostrar que no es así). Pero mis ejemplos
demuestran, creo, que las palabras son usadas a menudo de maneras
notablemente iguales. La incertidumbre de la situació i lingüística
puede ilustrarse mediante un ejemplo del Profesor Ryle.^ Dice,
con razón, que un niño que acaba de contemplar el desfile de todos
los batallones, baterías y escuadrones componentes de una división comete
un error (en el sentido de que no ha captado bien el significado
de las palabras) cuando pregunta: "¿Y cuándo viene la división?" Dice
el Profesor Ryle: "Se le podría mostrar su error diciéndole que al contemplar
el paso de los batallones, baterías y escuadrones había contemplado
el paso de la división. No era un desfile de batallones... y una división,
sino un desfile de los batallones... de una división." Esto es
absolutamente cierto. Pero, ¿no hay contextos, de un inglés absolutamente
correcto, en los cuales se trata a los batallones en el mismo
plano que las divisiones? ¿No puede haber, por ejemplo, un desfile de
una división y tres batallones y dos baterías? Puedo suponer que esto
sería un ultraje a la costumbre militar (aunque una batalla en la cual
una división ataca a un batallón es, supongo, una costumbre militar
totalmente buena). Pero, ¿es un ultra e al inglés común? Y si no lo es,
el error que el niño indudablemente cometió, ¿sería un error de categoría?
Y si no lo es, ¿no cometeríamos un error de ategoría, suponieiido
que existan errores de categoría, si diagnosticáramos erróneamente
que el error del niño era un error de categoría?
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