G. H. Mead Espíritu, persona y sociedad


teoría depende (entre otros factores) de la precisión de sus afirmaciones



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teoría depende (entre otros factores) de la precisión de sus afirmaciones

y de su poder predictive; en otras palabras, de su contenido

informativo (que aumenta con esos dos factores). Puede expresarse

esto diciendo que el grado de testabilidad de un. enunciado aumenta

con su contenido. Pero cuanto mejor testado puede ser un enunciado,

tanto mejor puede ser confirmado, es decir, tanto mejor atestiguado

por sus tests. Así, hallamos que l

un enunciado y, por consiguiente, el grado do su conlirniabilidad,

corroborabilidad o atestiguabilidad, aumenta con su testabilidad

y con su contenido.™

Para resumir el punto (¿)): Puesto que queremos lograr un alio



grado de confirmación o corroboración, necesitamos un alto contenido

informativo (y por ende, una bajá probabilidad absoluta).

(cj Quienes identifican la confirmación con la probabilidad deben

creer que es deseable un alto grado de probabilidad. Imj)lícitamente,

aceptan la regla: "¡Elegid siempre la hipótesis más probable!"

Se puede demostrar fácilmente que esta regla es ecjiíixnlcnte a

esta otra: "¡Elegid siempre la hipótesis que vaya más allá de los

elementos de juicio lo menos posible!" Puede demostrarse que ésta,

a su vez, es equivalente, no sólo a la regla: "¡Acej^iad siempre la

hipótesis de menor contenido (dentro de los límites de vuestra tarea,

por ejemplo, la tarea de jiredecir) 1", sino también a la regla: "¡Elegid

siempre la hipótesis que tiene el mayor grado de carácter ad hoc

(dentro de los límites de vuestra tarea) 1" Se trata de una consecuencia

no deseaila del hecho de qué ima hipótesis altamente probable

se adecúa a los hechos conocidos, y va más allá de ellos lo menos

posible:


Pero es bien sabido que a los científicos les disgustan las hipótesis

ad hoc: ellas son, a lo sumo, subterfugios, no objetivos re:ilcs.

(Los científicos prefieren una hipótesis audaz porque puede ser testada

más severamente y más imlependienteinenlc.)

Para resumir el punto (c): Aspirar a una elevada probabilidad



supone una regla antiintuitiim en favor de las hipótesis ad hoc. Estos

tres argumentos ejemplifican mi punto de vista, pues considero que

un caso confirmatorio es el residtado de un test severo o de un intento

(fracasado) de refutar la teoría. En cambio, quienes no buscan tests

severos, sino más bien ima "confirmación" en el sentido de la \ieja

idea de "verificación" (o una versión debilitada de ella), llegan a



una idea diferente de la confirmabilidad: una oración será tamo más

confirmable cuanto más verificable es, o cuanto más dcducible es a

partir de oraciones observacionales. Es evidente, en este caso, cjue las

leyes universales no son (como en nuestro análisis) altamente con-

•79 Se encontrará una argumentación más detallada en L. Se. D., secciones 82 y sig.

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firmables, sino que su confirmabilidad será cero, debido a su alto

contenido informativo.

(2) Al recdger el desafío a córjstruir una definición mejor de la confirmación,

quiero decir, ante totlo, que no creo posible dar una definición

completamente satisfactoria. La razón de ello es que una teoría que

ha sido testada con gran ingenio y con la sintera intención de refutarla

tendrá un grado mayor de confirmación que otra testada flojamente;

y no creo c|ue podamos formalizar lo que entendemos por un

test ingenioso y sincero.*" Tampoco creo que sea una tarea importante

dar una definición adecuada de grado de confirmación. (En

mi opinión, la importancia —si es que la tiene— de dar la mejor

definición posible reside en el hecho de que tal definición muestra

claramente la inadecuación de todas las teorías probabilisticas que se

presentan como teorías de la inducción.) En otra parte'"^ he dado

lo que considero una definición razonablemente adecuada. Puedo dar

aquí una definición un poco más simple (que satisface los mismos

requisitos o condiciones de adecuación) :

c(.,y)- P (^'''')-P (y)

P (y> ^> — P {X- y) + p (y)

Aquí, "C(x, y}" significa "el grado de confirmación de x por y", mientras

que "p(x, y)" y "pi^y son las probabilidades relativa y absoluta,

respectivamente. La definiciiin puede ser relativizada así:



C^x.y,z)- P(y>'c.z)-p(y,z)

P ()'>^-z) — P (x.y,z) + p (y,z)

Aquí, z es el "conocimiento básico" general (los viejos datos, y las

condiciones iniciales viejas y nuevaS) que incluye, si. lo deseamos, las

teorías aceptadas, mientras que y representa los (nuevos) resultados

observacionales (excluidos de z) que pueden ser considerados confirmatorios

de la (nueva) hipótesis explicatoria, x. **

Mi definición satisface, entre otras condiciones de adecuación *^, la

condición de que la confmnabilidadde un enunciado —su mayor grado



80 Véase el final de mi nota "Grado de confirmación" aludida en la nota 78

(L. Se. D., pág. 402, cd. iiigl.).

81 "Grado de confinnatión", L. Se. D., pigs. 395 y sig. Cf. mi observación de la pág.

402: "considero sin importancia la manera particular en la cual se define aquí C (x, y).

Los que pueden ser importantes son los desiderata, y el hecho de que se ¡os pueda

salisjücer eonjunlninenle."

82 Es decir, las cvie deben ser distribuidas entre y y i ; e y y r

deben ser elcgiilos de tal manera que den a C (x, y, i) el mayor valor posible para x,

sobre la base de las evidencias totales disponibles.

S3 Llamadas "desiderata" en la nota en cuestión. Kemeny ha observado con tazón

que; no se deben introducir condiciones de adecuación pora que se adecúen al

explieatum. Kl hecho de que he mejora

mis desiderata demuestra que no es ese el caso aquí.

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posible de confirmación— es igual a su contenido (o sea, al grado

de sü testabilidad).

Otra propiedad importante de este concepto es la de satisfacer la

condición de que la severidad de un test (medida por la improbabilidad

del caso sujeto a test) tenga una influencia casi aditiva sobre

el grado resultante de confirmación de la teoría. Esto muestra que

se satisfacen algunas, al menos, de las exigencias intuitivas.

Mi definición no excluye automáticamente las hipótesis ad hoc, pero

se puede demostrar que brinda resultados más razonables si se la combina

con una regla que excluya las hipótesis ad hoc.^

Esto en lo que respecta a mi actual teoría (que va mucho más allá

de L. Se. D.). Pero debo volver a mi tarea crítica: creo que mi teoría

sugiere enérgicamente que el defecto reside en el enfoque verificacionista

e inductivista, el cual —a pesar de la atención prestada a mi

crítica— nunca ha sido abandonado completamente por Carnap. Pero

la lógica inductiva es imposible. Trataré de poner esto de relieve

(siguiendo mi viejo L. Se. D.) como último punto crítico.

(3) Sostuve en mi L. Se. D. que una lógica inductiva debe suponer:

(a) o bien un regreso infinito (descubierto por Hume), (b) o bien

la aceptación (con Kant) de algún principio sintético válido a prion.

Tengo la fuerte sospecha de que la teoría de la inducción de Carnap

supone implícitamente ambos (a) y (b).

(o) Si para justificar la inducción como probable, necesitamos un

principio de inducción (probable), tal como un principio de la uniformidad

de la naturaleza, entonces necesitamos también un segundo

principio semejante para justificar la inducción del primero. En la

sección sobre las "Presuposiciones de la inducción"** Carnap introduce

un principio de uniformidad^ No menciona la objeción-del regreso

infinito, pero una observación contenida en su exposición parece

indicar que lo tiene en cuenta: "Los opositores —escribe (pág-

181)— quizás sostengan que el enunciado de la probabilidad de la

uniformidad debe ser considerado un enunciado táctico... Nuestra

respuesta es: .. .este enunciado es analítico." Los argumentos de

Carnap no me convencen en modo alguno; pero como afirma que

"todo el problema de la justificación y la presuposición del método

inductivo" será tratado en un volumen posterior "en términos más



M A la regla que excluye las hipótesis ad hoc se le puede dar la forma siguiente:

la hipótesis no debe repetir (excepta de una manera totalmente generalizada) los

elementos de juicio o cualquier componente conjuntivo de ellos. His decir, x = "este

cisne es blanco" no es aceptable como hipótesis para explicar el elemento de juicio

y ~ "este cisne es blanco", aunque "todos los cisnes son blancos" sería aceptable; y

ninguna explicación x de )i debe ser circular en este sentido con respecto a cualquier

componente conjuntivo (no redundante) de y. Esto conduce a destacar que las leyes

universales son indispensables, mientras que Carnap cree, como hemos visto (ver antes,

y Probability, sección 110, H, esp. pág. 575), que es posible prescindir de ellas.

85 Probability, sección 41, F., págs. 177 y sigs., especialmente págs. 179 y 181.

Con respecto a los pasajes de L. Se. D., véase sección 1, págs. 28 y sig., y seodón 81.

págs. 263 y sig.

350


exactos y técnicos", quizás sea mejor que reprima, en esta etapa, mi

inclinación a ofrecer una prueba de que ningún principio de uniformidad

semejante puede ser analítico (excepto en un sentido pickwickiano);

sobre todo considerando que mi discusión del punto (b) sugerirá

los líneamientos generales de una prueba de esta especie.

(b) Las leyes naturales o, con mayor generalidad, las teorías científicas,

sean de carácter causal o estadístico, son hipótesis acerca de

algunas dependencias. Afirman, en términos aproximados, que ciertos

sucesos (o enunciados que los describen) no son de hecho independientes

de otros, aunque sean independientes en lo que respecta a sus

relaciones puramente lógicas. Tomemos dos hechos posibles de los

que podemos suponer, en primera instancia, que son totalmente inconexos

(por ejemplo, "Boby es inteligente'' y "Lobo es inteligente"),

descriptos por los dos enunciados x e y. Alguien podría conjeturar

—equivocadamente, quizás— que están conectados (que Boby es una

relación de Lobo); y que la información o conjunto de datos y aumenta

la probabilidad de x. Si está equivocado, esto es, si x e y son inde-

[>endientes, entonces tenemos

(1) p(x,y)^p(x)

que es equivalente a

(2) p(x,y) = p(x)p(y)

Esta es la definición común de independencia.

Si la conjetura de que los sucesos están conectados o son interdependientes

es correcta, tenemos

(3) P(>c,y) > p(x)

Vale decir, la información y eleva la probabilidad de x por encima

de su valor "absoluto" o "inicial" p(x).

Creo —como la mayoría de los empiristas—, que toda conjetura semejante

acerca de la interdependencia o correlación de sucesos debe ser

formulada como una hipótesis separada, o como una ley natural ("la inteligencia

se encuentra en familias") que debe ser sometida primero a

un proceso de formulación cuidadosa con el propósito de hacerla lo

más testable posible, para luego someterla a severos tests empíricos.

Carnap tiene una opinión diferente. Propone que aceptemos (como

probable) un principio según el cual el dato "Lobo es inteligente"

aumenta la probabilidad de "A es inteligente" para todo individuo

A, aunque "A" sea el nombre de un gato, un perro, una manzana,

una pelota de tenis o una catedral. Esto es una consecuencia de la

definición de "grado de confirmación" que él propone. Según esta

definición, dos oraciones cualesquiera con el mismo predicado ("inteligente"

o "enfermo") y diferentes sujetos están correlacionadas interdependientemente

o positivamente, sea cual fuere el sujeto y sean

cuales fueren las situaciones de aquellos en el mundo. Tal es el contenido

real de su principio de uniformidad,

351

No tengo en modo alguno la seguridad de que Camap se dé cuenta



de que su teoría tiene tales consecuencias, pues no las menciona explícitamente

en ninguna parte. Pero introduce un parámetro universal,

al que llama 3i; y X + 1 resulta ser, después de un cálculo matemático

simple, el recíproco del "coeficiente de correlación lógica" *« de

dos oraciones cualesquiera que tienen el mismo predicado y diferentes

sujetos. " (La suposición de que X es infinito corresixinde a la suposición

de independencia.)

Según Camap, debemos elegir un valor finito de A. cuando deseamos

elegir nuestra definición de la función de probabilidad j . La elección

de /. y con ella del grado de correlación entre dos oraciones

cualesquiera que tienen el mismo predicado parece, así, ser parte de

una "decisión" o "convención": la elección de una definición de la

probabilidad. Pareciera, por lo tanto, que en la elección de Á no

está implicado ningtin enunciado acerca del mundo.

Pero es un heclio el que nuestra elección de X equivale a la más

radical afirmación de dependencia que se pueda imaginar. Equivale

a la aceptación de tantas leyes naturales como predicados hay, cada

una de las cuales afirma el mismo grado de dependencia de dos sucesos

cualesquiera con predicados iguales en el mundo. Y puesto que

tal afirmación acerca del mundo se hace en la forma de un acto no

testable —la introducción de una definición— parece haber implicado

aquí un elemento de apriorismo.

Se podría decir, quizás, que no hay apriorismo alguno puesto que

las dejiendencias mencionad;« son consecuencia de ima definición

(la de probabilidad o grado de confirmación) que reposa en una

convención o una "decisión" y es, por lo tanto, analítica. Pero Carnap

da dos razones en apoyo de su elección de esa función de confirmación

que no parecen adecuarse a esta idea. La primera de las razones a las

que aludo es que su función de confirmación, como él observa, es la

i'mica (entre las que se presentan) "que no es totalmente inadecuada"

**; es decir, inadecuada )>ara explicar (o aclarar) el indudable

8* El "coeficiente de correlación lógica" de x e y puede ser definido como {p (xy)

p(x)p(y)) / (p(x)p(y)p('x)p(J))i. Si se admite esta fórmula para todas las

funciones de probabilidad ("regulavcs") , se obtiene una pequeña generalización

de una sugerencia hecha por Kcmcny y Oppcnhcim, "Degree of Factual Support",



Pililos, of Sci., 19, pág. 311, fórmula (7) , para una función de probabilidad especial

en la cual todas las oraciones atómicas son (absolutamente) independientes. (Creo

que esta función especial es la únitai adecuada.)

^ Podemos demostrar esto, jior ¿jcmplo, tomando Methods, pág. 30, fórmula

(9-8), si ponemos s = Si, = 1; iv/k = 'c (x) — c Qc) = c(y) ; luego reemplazamos 'c(/!„,



<".«)' por ''^(x,y)'- Obtenemos t = c{xy) / (c (xy) — c (x) c (y)) , lo cual muestra

que X es el recíproco de una medida de dependencia y de ella 1 / (X -j- 1) = (c {xy)



c (x) c (y)) /c^x) c(y) , la cual, puesto que c (x) z=c(x)=zc(y), es el coeficiente de

correlación lógica. Agregaré que prefiero el ténnino "dependencia" al de Keynes y

Camap, "atingencia" ["relevance"]: como considero (al igual que Carnap) que la

probabilidad es una lógica deductiva generalizada, también considero que la dependencia

probabilistica es ima generalización de la dependencia lógica.

88 Probability, sección 110, p.ig. 565; cf. Methods, sección 18, p.-Sg. 53.

352

hecho de que podemos aprender de ¡a experiencia. Pero este hecho

es empírico, y una teoría cuya adecuación se juzga por su capacidad

de explicar este hecho o de conformarse con él no parece ser analítica.

Es interesante ver que el argumento de Carnap en favor de su elección

de X (que yo considero sospechosa de apriorismo) es la misma que

la de Kant, Russell o Geffreys; es lo que Kant llama un argumento

"trascendental" ("¿cómo es posible el conocimiento?"), la apelación

al hecho de que poseemos conocimiento empírico, o sea, que podemos

aprender de la experiencia. La segunda de las razones es el argumento

(le Carnap según el cual la adopción de un X apropiado (uno que

no sea infinito —pues un X infinito es equivalente a la independencia—

ni cero) sería más exitoso en casi todos los universos (excepto en los

dos casos extremos, en los que todos los individuos sean independientes

o tengan propiedades iguales). Estas razones me parecen un indicio

de que la elección de X, o sea, de una función de confirmación, depende

de su éxito, o de la probabilidad de su éxito, en el mundo.

Pero entonces no sería analítica, a pesar del hecho de que es también

una "decisión" concerniente a la adopción de una definición. Creo

jjosible explicar cómo puede ser esto. Si nos place, podemos definir

la palabra "verdad" de manera que incluya algunos de los enunciados

que habitualmente llamamos "falsos". Análogamente, podemos definir

"probable" o "confirmado", de modo que los enunciados absurdos

lengan una "elevada probabilidad". Todo esto es puramente convencional

o verbal, mientras no tomemos estas definiciones como "explicaciones

adecuadas". Pero si adoptamos esta última actitud, entonces

la cuestión ya no es convencional o analítica. Pues decir de im enunciado



X contingente o fáctico que es verdadero, en un sentido adecuado

de la palabra "verdadero", es hacer un enunciado fáctico; y lo mismo

ocurre con "x es (ahora) altamente probable". El mismo es el caso

de "x es intensamente dependiente de y" y de "x es independiente

(le y", los enunciados cuyo destino se decicie cuando elegimos X. La

elección de X es, por lo tanto, equivalente a la de adoptar un enunciado

radical aunque no formulado acerca de la interdependencia

general o la uniformidad del mundo.

Pero la adopción del enunciado anterior se hace sin ningún dato

empírico. En realidad, Carnap muestra ** que si no se lo adopta nunca

poílcmos aprender de los datos empíricos (de acuerdo con su teoría

del conocimiento). Así, los elementos de juicio empíricos no cuentan,

y no pueden contar, antes de la adopción de un finito. Esta es la

razón por la cual se lo debe adoptar a priori.

Carnap escribe, en otro contexto»"': "El principio del empirismo

sólo puede ser violado por la afirmación de una oración fáctica (sintética)

sin suficiente fundamento empírico, o por la tesis del apriorismo

según la cual para obtener conocimiento con respecto a ciertas

S9 Krohahilily. seccitin 110, pág. SSfi.

90 Priihabilily. SLxción 10. pág. 31.

353


oraciones fácticas no se requiere ningún fundamento empírico''. Creo

que se desprende de las observaciones que hemos hecho que hay una

tercera manera de violar el principio del empirismo. Hemos visto cómo

se lo puede violar construyendo una teoría del conocimiento que no

pueda prescindir de un principio de inducción, un principio que nos

diga, en efecto, que el mundo es (o muy probablemente es) un lugar

en el cual los hombres pueden apiender de la experiencia,-y que. seguirá

siéndolo (o seguirá siéndolo muy probablemente) en el futuro.

No creo que un principio cosmológico de esta especie pueda ser un

principio de la lógicsL pura. Pero se lo introduce de tal manera que

tampoco se lo puede basar en la experiencia. Por consiguiente, me

parece que no puede ser más que un principio metafísico a priori.

Sólo el carácter sintético, fáctico, de % parece poder explicar la

sugerencia de Carnap de ensayar cuál de los valores de ^ es más

exitoso en un mundo dado. Pero puesto que los datos empíricos no

cuentan sin la previa adopción de un X finito, no puede haber ningún

procedimiento claro para testar el X elegido por el método de

ensayo y error. Por mi parte, prefiero, en todo caso, aplicar ol método

de ensayo y error a las leyes universales, que son indispensables para

la ciencia intersubjetiva, ya que son clara y reconocidamente fácticas,

y a las que podemos hacer severamente testables, con el propósito de

eliminar todas las teorías que puedan ser erróneas.

Me alegra haber tenido la oportunidad de aliviar mi espíritu —o

mi pecho, como diría un fisicalista— de estas cuestiones. No dudo,

que, en otras vacaciones en el Tirol y en otra ascensión de la Semaittische

Schnuppe, Carnap y yo podríamos llegar a un acuerdo sobre

la mayoría de esos puntos. Pues ambos, creo, pertenecemos a la fraternidad

de los racionalistas, la fraternidad de los que están ansiosos

de argumentar y de aprender uno de otro. Pero, puesto que por el

momento la distancia física entre nosotros parece insalvable, le mando

a través del océano —con la conciencia de que pronto seré yo quien

las reciba— mis flechas más aguzadas junto con mis más fraternales

saludos.


354

12

EL LENGUAJE Y EL PROBLEMA

DEL CUERPO Y LA MENTE

UNA REFORMULACION DEL INTERACCIONISMO

I. INTRODUCCIÓN

ESTE ARTÍCULO trata de la imposibilidad de una teoría fisicalista causal

del lenguaje humano. ^

1.1 No es un artículo de análisis ligüístico (el análisis de los usos

de las palabras). Pues rechazo de plano la pretensión de ciertos analistas

del lenguaje de que la fuente de las dificultades filosóficas es

el mal uso del lenguaje. Sin duda, lo que dicen algunas personas no

tiene sentido, pero yo sostengo: (a) que no existe un método lógico

o de análisis del lenguaje para detectar la falta de sentido filosófico

(la cuál, dicho sea de paso, tampoco es ajena a los lógicos, los analistas

del lenguaje y los semánticos); (b) que la creencia de que tal método

existe —más eficientemente, la creencia de que la faka de sentido

filosófico puede ser desenmascarada atribuyéndola a lo que Russell

habría llamado "errores de tipo" y que actualmente recibe a veces

el nombre de "errores de categoría"— es la consecuencia de una filosofía

del lenguaje que ha resultado carente de base.

1.2 Es el resultado de la antigua creencia de Russell de que una

fórmula como "x es un elemento de x" carece de significado (esencial

o intrínsecamente). Sabemos ahora que esto no es a$í. Si bien

podemos construir un formalismo Fj ("teoría de los tipos") en el

cual la fórmula en cuestión "no sea bien fcM'mada" o "carezca de

significado", también podemos construir otro formalismo (sin tipos)

Fj, en el cual la fórmula sea "bien formada" o "significativa". El

hecho de que una expresión dudosa no pueda ser traducida a una



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