80
90
100
1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Recursos naturales Manufacturas Servicios No especificados15
Gráfico 3
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: EGRESOS NETOS DE INVERSIÓN DIRECTA
AL EXTERIOR, 1992-2009
(En miles de millones de dólares)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales al 28 de abril de 2010.
Los otros cinco principales países inversionistas de la región registraron aumentos en sus flujos
de inversión directa en el exterior. Chile, que hace dos décadas podría haberse considerado un improbable
inversionista, se convirtió en el número uno en términos absolutos y en relación con el PIB. En orden de
magnitud de la inversión, los otros inversionistas fueron México, Colombia, la República Bolivariana de
Venezuela y la Argentina (véase el gráfico 4)
5
.
En 2009 Chile realizó inversiones en el exterior por 7.983 millones de dólares, lo que supone una
disminución del -0,06% con respecto al año anterior. De ese total, el 59% fue destinado al continente
americano, especialmente a los Estados Unidos, el Brasil y el Perú. En cuanto al destino sectorial, la
mayoría se dirigió a los sectores de electricidad, gas y agua (16%), establecimientos financieros, seguros,
bienes inmuebles y servicios (28%) e industrias manufactureras (17%).
5
En relación con el peso de la inversión en el exterior respecto del PIB en 2009, Chile presenta el mayor valor
de la región (5%), seguido por Colombia (1,3%), México (0,9%), la República Bolivariana de Venezuela
(0,5%), la Argentina (0,2%) y el Brasil (-0,6%). El indicador para el resto de los países que invirtieron en el
exterior fue del 0,1%.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 200916
Gráfico 4
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: INVERSIÓN DIRECTA EN EL EXTERIOR,
PRINCIPALES PAÍSES INVERSIONISTAS
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), estimaciones sobre la base de cifras oficiales al 28 de
abril de 2010.
a
Barbados, Belice, Costa Rica, El Salvador, Estado Plurinacional de Bolivia, Guatemala, Honduras, Paraguay, Perú y
Uruguay.
México fue el segundo inversionista de la región, con montos que alcanzaron los 7.598 millones de
dólares, lo que quintuplicó con creces los niveles de 2008. Este notable aumento es resultado de los bajos
montos registrados en 2008, que mostraron un descenso del 86% respecto del año anterior. Las inversiones
de Colombia en el exterior aumentaron un 34% y alcanzaron los 3.025 millones de dólares. Un 83% del
total se destinó al sector extractivo. Por su parte, la República Bolivariana de Venezuela aumentó sus
corrientes de inversión en el exterior un 44% y llegaron a 1.800 millones de dólares. El 98% de este monto
se destinó al sector petrolero, lo que refleja la actividad de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA).
A pesar de la caída en las corrientes de IED del Brasil en el exterior, el dinamismo de sus
empresas translatinas a comienzos de 2010 y la continuidad de la expansión de las translatinas de otros
países llevan a la CEPAL a prever que su expansión continuará en 2010.
2008 2009
Argentina
Brasil
Chile
Colombia
México
Venezuela (Rep. Bol. de)
Resto
a
Egresos netos, 2008-2009
(en miles de millones de dólares)
Evolución de la participación, 2004-2009
(en porcentajes)
-15 -10 -5 0 5 10 15 20 25
Argentina
Brasil
Chile
Colombia
México
Venezuela
(Rep. Bol. de)
Resto
-40
-20
0
20
40
60
80
100
2005 2006 2007 2008 200917
B. LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ FRENTE A LA CRISIS: ESTRATEGIAS
EMPRESARIALES EN EL BRASIL Y MÉXICO
La industria automotriz es un sector clave para la mayoría de las grandes economías del mundo, tanto
desarrolladas como en desarrollo, y por más de un siglo ha sido el origen de innovaciones que han
transformado radicalmente un gran número de procesos manufactureros. En la actualidad, el sector
fabrica más de 70 millones de vehículos y provee unos 10 millones de empleos directos (un 5% del
empleo manufacturero global) y otros 50 millones de empleos indirectos en actividades manufactureras y
servicios relacionados. Asimismo, para la fabricación de vehículos se utilizan bienes producidos por una
gran variedad de industrias (acero, aluminio, vidrio, plástico, caucho, componentes electrónicos y textiles,
entre otros), lo que la convierte en una actividad articuladora de una compleja cadena productiva. Por este
motivo, el sector automotor ha desempeñado un papel fundamental en la industrialización de muchos
países. Dada su relevancia, permanentemente ha sido objeto privilegiado de las políticas industriales, en
cuyo marco se han diseñado estrategias de largo plazo orientadas específicamente al sector, que han
incluido gran diversidad de instrumentos de estímulo y apoyo. En muchos países, la política para el sector
automotor ha sido la política industrial por excelencia. Más aún, con posterioridad a las reformas de libre
mercado, países que incluso manifiestan no llevar adelante políticas de este tipo, siempre han tenido
consideraciones especiales con esta industria.
Debido a que el sector automotor no ha permanecido ajeno al proceso de globalización en curso,
se han modificado algunos de los patrones centrales de la industria. En primer término, se ha verificado
un acelerado proceso de deslocalización de la producción desde los principales países desarrollados hacia
un selecto grupo de economías emergentes, que combinan grandes mercados internos con menores costos
de producción y cercanía a importantes mercados de exportación (véase el gráfico 5). En este escenario,
algunos países asiáticos han seguido al Japón y han logrado escalar posiciones en los mercados globales
en forma acelerada, destacándose la República de Corea y, más recientemente, China y la India. En la
actualidad, los denominados BRIC (el Brasil, la Federación de Rusia, la India y China), junto con la
República de Corea, México y algunos nuevos miembros de la Unión Europea (Eslovaquia, Polonia y la
República Checa), comienzan a consolidarse como los nuevos polos productivos de la industria (véase el
gráfico 6). En segundo lugar, se ha acentuado la concentración empresarial: una docena de grandes
fabricantes con presencia global dominan ampliamente el mercado mundial. En tercer término, se ha
intensificado la competencia entre los principales fabricantes en materia de marcas, innovación y
financiamiento y la supremacía de los fabricantes estadounidenses y europeos se vio desafiada por
empresas del Japón, la República de Corea y, en los últimos tiempos, China.
En este escenario, la IED y la expansión internacional de las empresas transnacionales han sido
muy relevantes y algunas economías emergentes se han transformado en importantes lugares de
localización de los sistemas internacionales de producción integrada (SIPI) de las empresas automotrices
que dominan la producción mundial de vehículos. No obstante, un reducido grupo de países, sobre todo
asiáticos, además de recibir IED, tecnología, capacitación de recursos humanos y fortalecer sus cadenas
de proveedores, han conseguido establecer sólidas empresas locales que comienzan a tener una creciente
presencia internacional. 18
Gráfico 5
PRODUCCIÓN TOTAL Y VENTAS EN EL MERCADO INTERNO DE LOS PAÍSES
PRODUCTORES TRADICIONALES Y EMERGENTES, 1999-2009
a
(En millones de unidades)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de información de la Organización
Internacional de Constructores de Automóviles (OICA) [en línea] http://www.oica.net y la Asociación Nacional de
Fabricantes de Vehículos Automotores del Brasil (ANFAVEA), Anuário da indústria automobilística brasileira, São
Paulo, 2009 [en línea] http://www.anfavea.com.br.
a
Los principales mercados tradicionales son los Estados Unidos, el Japón y Alemania. Los mayores mercados emergentes son
China, la India, el Brasil, la República de Corea y México.
Gráfico 6
PRINCIPALES PAÍSES PRODUCTORES DE VEHÍCULOS, 2000-2009
(En millones de unidades)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con base en información de la Organisation
Internationale des Constructeurs d’Automobiles (OICA) [en línea: http://www.oica.net] y asociaciones nacionales.
0 2 4 6 8 10 12 14
Federación de Rusia
Canadá
México
Francia
España
India
Brasil
República de Corea
Alemania
Estados Unidos
Japón
China
2000 2008 2009
5
10
15
20
25
30
1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Producción en mercados tradicionales Producción en mercados emergentes
Ventas en mercados tradicionales Ventas en mercados emergentes19
En este sentido, las trayectorias de los principales productores latinoamericanos, el Brasil y
México, contrastan con las de algunos países asiáticos, como la República de Corea, la India y, sobre
todo, China. En menos de una década, partiendo de niveles de producción similares a los del Brasil y
México en 2000, China se convirtió en el mayor fabricante mundial de vehículos y sus empresas locales
comienzan a tener una mayor presencia global, emulando la experiencia de los fabricantes del Japón y la
República de Corea. Por otra parte, si bien es cierto que las bases productivas construidas al amparo del
modelo de industrialización mediante sustitución de importaciones (ISI) fueron objeto de una rápida y
significativa modernización en el Brasil y México, la industria automotriz de estos países no ha logrado
incrementar significativamente su relevancia en los sistemas internacionales de producción integrada de
las empresas transnacionales líderes. Más aún, no se han conformado empresas translatinas productoras
de vehículos con marca propia.
Las dos principales plataformas productivas latinoamericanas han seguido modelos diferentes,
aunque con elementos comunes. En el Brasil y México las empresas transnacionales continúan siendo los
agentes principales y las autoridades gubernamentales, incluso en períodos en que prevalecen políticas
económicas que rechazan cualquier intervención de tipo sectorial o vertical, siguieron brindando un fuerte
apoyo a la industria automotriz, transformándola en un elemento central de sus estrategias de inserción
internacional. De este modo, México se ha convertido en una plataforma exportadora apoyada en el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Brasil ha consolidado una base industrial
para atender a los mercados interno y subregional, sustentada en una fuerte complementariedad
productiva y comercial con la Argentina, ratificada en los años noventa por la constitución del Mercado
Común del Sur (MERCOSUR).
En los últimos años, la industria automotriz mundial ha mostrado algunos problemas
estructurales que plantean la necesidad de una profunda reorganización. La presión sobre los
fabricantes comenzó a hacerse insostenible tras el alza del precio de los combustibles fósiles y otras
materias primas (como el acero) y las mayores exigencias en materia de regulación para reducir las
emisiones contaminantes. La crisis financiera global de finales de 2008 golpeó duramente al sector,
provocó una violenta contracción de la demanda de vehículos nuevos y congeló las fuentes de
financiamiento, tanto para los potenciales compradores como para los fabricantes de automóviles. Estos
últimos enfrentaron graves problemas para financiar sus abultados y crecientes gastos corrientes
(salarios y otros compromisos laborales) y solventar el desarrollo de modelos y soluciones tecnológicas
acordes a las nuevas exigencias.
El desplome de los grandes fabricantes de automóviles de los Estados Unidos (General Motors,
Chrysler y Ford) fue la manifestación más elocuente de los problemas estructurales de la industria y de la
manera en que la crisis financiera los exacerbó radicalmente. No obstante, las dificultades también se
extendieron rápidamente a empresas europeas y asiáticas. La extensión y magnitud de los problemas
mostraron, una vez más, la relevancia de la industria automotriz, que fue objeto de generalizados y
amplios planes de apoyo y rescate implementados por los gobiernos de origen de los principales
fabricantes, así como por los que acogen a sus subsidiarias.
En América Latina se presentaron situaciones muy diferentes, se agravaron algunos problemas
estructurales y se potenciaron capacidades poco conocidas. En México, la abrupta y violenta
contracción del mercado estadounidense y las dificultades de los grandes fabricantes de Detroit —dos
de ellos solicitaron la protección del capítulo 11 de la ley de quiebras de los Estados Unidos—
revelaron las debilidades del modelo, entre las que se destacan la elevada dependencia del mercado
estadounidense y las dificultades para colocar la producción en mercados alternativos, una producción
muy concentrada en automóviles de mayor tamaño para la exportación, la existencia de modelos que 20
registraron una marcada disminución en las ventas en el período reciente, y un mercado interno
desarticulado, con escaso dinamismo y falta de regulación en términos de calidad (normas físicomecánicas, emisión de contaminantes y seguridad), que no ha podido ser una opción sólida y confiable
para la producción (la demanda local se cubre mayormente con importaciones). Esto significó una
abrupta disminución de la producción y las exportaciones a finales de 2008, que han tenido una muy
lenta recuperación posterior (véase el gráfico 7a). Además, en un cuadro de aguda recesión interna, las
ventas y las importaciones tampoco mostraron una recuperación importante en 2009.
Por el contrario, la competitividad de la industria automotriz brasileña se sustenta en un patrón de
especialización en vehículos compactos con motores de combustible flexible (flex-fuel), en el dinamismo
de la demanda interna y en la complementariedad productiva y comercial con la Argentina como parte del
proceso de integración subregional del MERCOSUR. En el Brasil, las exportaciones tienen un peso
mucho menor que en México. Además, el Gobierno Federal, los gobiernos de varios estados y otras
instituciones gubernamentales, como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), han
puesto en marcha diferentes instrumentos de apoyo y estímulo al sector. En este escenario, la crisis
financiera se contuvo rápidamente mediante efectivos instrumentos de política (como la disminución de
impuestos y el apoyo al mercado del crédito) que apuntaban a estimular la demanda interna. Más aún, a
finales de 2009 se recuperaron los niveles récord de producción y los principales fabricantes anunciaron
cuantiosas inversiones a corto plazo (véase el gráfico 7b).
En los últimos años antes de la crisis, las industrias automotrices del Brasil y México operaron cerca
de su plena capacidad. Esto las convertiría en candidatas a recibir nuevas inversiones como resultado del
proceso mundial de relocalización de la capacidad productiva, lo que abriría una oportunidad para un nuevo
ciclo de inversiones de los fabricantes de automóviles y sus proveedores. No obstante, la región corre el
riesgo de no ser capaz de capturar una porción significativa de estas inversiones.
Por una parte, pese al dinamismo del sector en el Brasil y a la relevancia de México para el TLCAN,
la región solo llega a poco más del 8% de la producción mundial, en un contexto en que una parte importante
de la reciente expansión de la producción global de vehículos se ha centrado en otros mercados dinámicos,
como China y la India. Asimismo, debido a la sistemática valorización cambiaria, el Brasil ha perdido
atractivo como localización para reducir costos e incrementar la competitividad de los sistemas internacionales
de producción integrada de los mayores fabricantes de vehículos. Una alternativa para contrarrestar esta
tendencia sería lograr mejoras de escala mediante el establecimiento de plataformas globales únicas de
producción de algunos modelos, un sistema que ya utilizan algunas empresas en México.
Por otra parte, para el desarrollo de la industria no bastará con reforzar la capacidad productiva,
sino que también será esencial fortalecer la capacidad tecnológica y de innovación, aprovechando la
capacidad de ingeniería automotriz existente en el Brasil y México, mediante la ampliación del gasto
interno en investigación y desarrollo y en la elaboración de nuevos diseños de vehículos a nivel local. Una
mayor capacidad de desarrollo tecnológico será decisiva para aumentar la competitividad a largo plazo de
la base productiva regional y ajustarla rápidamente a las nuevas soluciones tecnológicas para volver más
eficiente la industria en términos económicos, energéticos y ambientales (motores eléctricos, híbridos o
con células de hidrógeno). 21
Gráfico 7
BRASIL Y MÉXICO: PRODUCCIÓN, VENTAS INTERNAS, EXPORTACIONES
E IMPORTACIONES DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ, 2007-2009
(En miles de unidades)
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de información de la Asociación
Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores del Brasil (ANFAVEA)[en línea] http://www.anfavea.com.br y la
Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).
0
50
100
150
200
250
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
2007 2008 2009
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
a) México
0
50
100
150
200
250
300
350
2007 2008 2009
Producción Ventas internas Exportaciones Importaciones
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
b) Brasil22
C. ESTRATEGIAS EMPRESARIALES EN EL SECTOR DE LA SIDERURGIA:
CONSOLIDACIÓN, EXPANSIÓN Y CRISIS
La siderurgia es la industria básica por excelencia porque sus productos son insumos imprescindibles para
la construcción de infraestructuras, así como para un buen número de industrias. Por esta razón, todos los
gobiernos le han adjudicado un papel central en sus estrategias de industrialización, tal como sucedió con
la industria automotriz. Durante buena parte del siglo XX, esto se tradujo en la propiedad estatal de las
empresas (tanto en América Latina como en otras regiones) o en la protección y el apoyo a las empresas
privadas en el marco de una estrategia de sustitución de importaciones. Esta política cambió en los años
noventa cuando casi todas las empresas siderúrgicas estatales de América Latina y el mundo se
privatizaron y la industria se abrió al comercio internacional. Esto provocó un aumento de la
concentración, mediante fusiones y adquisiciones, y la expansión de la inversión extranjera en la región,
tanto por parte de empresas de fuera de la región como de otras originarias de América Latina. Incluso en
este nuevo marco, la siderurgia todavía es un sector especial que pocos gobiernos están dispuestos a dejar
de apoyar, ya sea directa o indirectamente.
Al depender de la construcción y la industria pesada, la siderurgia es muy sensible a los cambios
de coyuntura. De hecho, ha sido uno de los sectores más golpeados por la reciente crisis económica,
puesto que el consumo de hierro y acero se redujo un 24% en la región, lo que tuvo efectos negativos en
los planes de expansión de todas las empresas. Esta contracción interrumpió un período de intensa
expansión: la industria mundial tuvo un crecimiento del 8% anual entre 2000 y 2007, concentrado en los
países en desarrollo y en las economías en transición, donde el marcado desarrollo industrial y de
infraestructuras impulsó el incremento de la demanda. Particularmente espectacular fue el crecimiento en
China (un 22% anual), que ya es el primer productor y el primer exportador mundial. En América Latina,
la producción creció a un ritmo del 4,4% anual en ese período, una dinámica mucho menor que la de la
tasa de crecimiento en Asia, pero notoriamente mayor que la de los países desarrollados.
La industria siderúrgica es muy intensiva en capital y posee marcadas economías de escala, sobre
todo en la fase de fabricación de acero en altos hornos, lo que sumado a la gran dependencia de los
recursos naturales (mineral de hierro y carbón), lleva a que la producción no se distribuya de manera
uniforme entre los distintos países, sino que tienda a concentrarse en los grandes mercados, sobre todo en
los que cuentan con recursos de mineral de hierro y carbón. Por esta razón, el Brasil, que es el mayor
productor mundial de mineral de hierro, concentra más de la mitad de la siderurgia en América Latina, y
México el 27%. Los otros países de la región con industrias de cierta importancia son la Argentina, la
República Bolivariana de Venezuela, Chile, el Perú, Colombia y Trinidad y Tabago, en este orden.
En América Latina, la industria está divida en empresas locales que se han expandido
internacionalmente (translatinas) y que producen un 52% del total del acero en la región, subsidiarias de
empresas extranjeras (europeas o asiáticas) que producen un 31% del acero y empresas locales que no se
han internacionalizado y producen un 17%. Un total de 14 empresas representan el 90% de la industria y
12 de ellas se han internacionalizado con mayor o menor intensidad (véase el cuadro 1). Mientras que casi
todas las empresas extranjeras comenzaron sus actividades en la región en la primera mitad del siglo XX,
las translatinas recién iniciaron su expansión internacional en los años noventa.
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