Pregunta: ¿Nos podéis ofrecer algún aspecto comparativo?
Ramatís: A la simple picada de un insecto en el cuerpo físico, el mismo hace chorrear un agüilla alrededor de la zona ofendida, a fin de debilitar el efecto del veneno inyectado. De la misma forma, el periespíritu debilita o desintegra los malos fluidos que penetran por su aura desprotegida, ante el descuido espiritual de su dueño. Sin lugar a dudas, que esa defensa será tan útil, como sea la contribución espiritual que aporta su dueño. Los "fotones" periespirituales proyectados por la Luz intrínseca del mismo hombre, tiene acción profiláctica y desintegra los malos fluidos. En consecuencia, los médiums también se encuentran protegidos para su seguridad espiritual, aunque esa resistencia varíe conforme a su estructura moral. Así como los fluidos perniciosos actúan coercitivamente, adensando el aura periespiritual de las criaturas y favorece el campo de acción para los miasmas o bacilos del astral inferior, los fluidos luminosos suministrados por los espíritus angélicos son recursos profilácticos que ayudan a disolver la carga deletérea de los fluidos nocivos.
También es lógico, que eso no es causa para que el hombre sea médium o espirita para exponerse a los peligros de los espíritus inferiores, pues los encarnados también son espíritus y pueden causar perjuicios tan nefastos, como el de los desencarnados. Las sugestiones y las invitaciones para incidir en el vicio, en el pecado o actos condenables, son más peligrosos cuando son provocados por los vivos, que por los muertos. Además, el ejercicio de la mediumnidad pasiva, no se hace únicamente alrededor de una mesa espirita. Puede suceder en cualquier momento, conforme a las "invocaciones" buenas o malas, que los vivos hacen a los muertos en sus proyectos de venganza, disposiciones maledicientes, deseos lúbricos, resentimientos, exceso de orgullo y de amor propio.
Pregunta: Sin embargo, los teósofos critican severamente, que el médium espirita se entregue por su mediumnidad pasiva, a las entidades sufrientes o malévolas. ¿Tienen algunas razones, que justifique esa actitud?
Ramatís: Sería ideal que el hombre pudiera alcanzar una perfecta mediumnidad, a través de la intuición o de la inspiración de los espíritus superiores. Sería un desenvolvimiento consciente y sano, sin espasmos ni sufrimientos, propios de la presencia de los espíritus infelices o conturbados. Para los teósofos, los médiums que desarrollan junto a la mesa kardecista, no dejan de ser "bengalas vivas" sumisas a la voluntad buena o mala de los desencarnados. Es natural, que ese concepto es un poco exagerado, pues las personas de mala cualidad espiritual, aunque no sean médiums espiritas, también son "bengalas vivas" de los espíritus malhechores, aunque manifiesten ser teósofos.
No es la doctrina, creencia o religión, la simpatía o participación en las cofradías iniciáticas lo que inmuniza al hombre de los malos espíritus, puesto que esa defensa únicamente depende de su conducta moral.
También es verdad, que las cofradías iniciáticas del pasado, prohibían el desarrollo de la facultad mediúmnica y pasiva, así como el "sujeto" se dejara hipnotizar a voluntad por un extraño. Sus adeptos no debían someterse a la dirección del mundo oculto, ni a la interferencia mental de nadie, a no ser de sus maestros y guías tradicionales. Antiguamente se enseñaba que el desenvolvimiento de las fuerzas ocultas latentes en todos los hombres, debía intentarse después del perfeccionamiento moral y discernimiento mental del discípulo sobre las cosas del mundo. En los templos ocultistas se enseñaba, que el metabolismo psico-físico del ser dependía fundamentalmente de su nivel espiritual.
El periespíritu, o control de los chakras y centros de fuerzas etéreas eran estudiados meticulosamente. Se exigía disciplina sexual, pues el fluido que circula por la columna vertebral en cohesión con el "fuego serpentino" de los efluvios telúricos de la tierra, fortifica la mente cuando son utilizados con fines superiores y se aleja del mecanismo sexual. El discípulo era vegetariano y frugal en su alimentación; controlaba todos los vicios y superaba los deseos inferiores. Aun, cuando era asediado por los dolores, rechazaba los medicamentos lenitivos, pero utilizaba las oraciones e invocaciones sublimes. Esa conducta lo ayudaba a inmunizarse contra las arremetidas de las entidades inferiores, carnívoras, viciadas, lujuriosas y bebedoras, que no desistían en su empeño, hasta no dar con el candidato que le proporcione el mínimo placer de un goce sexual o a fin a su vicio. También es cierto, que la mayoría de los médiums espiritas toman bebidas alcohólicas, fuman, excédanse en las mesas con la alimentación carnívora, discuten, irrítense y encienden en su mente los deseos lúbricos ante el primero de los atractivos y ondulantes cuerpos femeninos que pasan a su frente. Eso los condiciona a ser más vulnerables a las penetraciones del astral inferior y justifica, en parte, la crítica de los teósofos.
Sin embargo, no es el desarrollo mediúmnico del tipo kardecista, lo que puede afectar seriamente al hombre en sí. Si el Maestro Jesús o Francisco de Asís intentaran desarrollarse mediúmnicamente, es lógico, que transmitirían únicamente comunicaciones angélicas. A pesar del juzgamiento exagerado de los teósofos contra la prédica y práctica mediúmnica, algunos de ellos han encontrado en sus propias familias dolorosos problemas de obsesiones y venganzas del mundo invisible, totalmente alejados de cualquier práctica con el mundo oculto. Y, muchos de los citados, sólo pudieron solucionar sus problemas aflictivos, por intermedio de los trabajos espiritas de desobsesión, puesto que les falló las invocaciones solicitadas a sus Maestros y a los recursos intelectuales de la Logia Teosófica. No nos olvidemos, que Jesús estuvo treinta y tres años en la superficie del globo terráqueo, en permanente contacto con el mundo oculto y jamás cosa alguna pudo contaminarle su alma sublime.
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