Pregunta: ¿Qué significa la iniciación a la 'luz del día", popularizada por el Espiritismo?
Ramatís: Antiguamente las iniciaciones espirituales eran secretas y exclusivas de las agrupaciones esotéricas, cuyas pruebas simbólicas y hasta sacrificiales, servían para controlar el valor personal y el entendimiento psíquico de los discípulos. Sin embargo, los candidatos debían poseer cierto desenvolvimiento esotérico y dominio de la voluntad en el mundo profano, para poder graduarse en las pruebas decisivas. De esa forma, el intercambio con los Maestros o espíritus desencarnados, solo era permitido a unos pocos adeptos, entrenados en las iniciaciones secretas.
Con el advenimiento del Espiritismo se abrieron las puertas de los templos secretos, eliminó la compleja terminología y el vocabulario simbólico de las prácticas iniciáticas, transfiriendo el conocimiento espiritual directamente al pueblo a través de reglas y principios lógicos para el progreso humano. Divulgando el conocimiento milenario de la Ley del Karma y la Reencarnación, demostró a los hombres su responsabilidad personal en la cosecha de los frutos, buenos o malos que haya sembrado otrora. Eliminó la absurda idea del infierno que estimulaba virtudes por medio de amenazas sobre los sufrimientos eternos, pero advirtió, que más se salva el hombre por sus obras que por la creencia aprendida. Aclaró, que ninguno consigue abolir sus pecados en la hora extrema de la muerte, por medio de sacerdotes, pastores o maestros ficticios propuestos como procuradores divinos. El cielo y el infierno son estados inherentes al espíritu, consecuente de su mal o buen vivir sobre la tierra. En verdad, el hombre es el único responsable por su gloria o desdicha.
En el siglo XX, el discípulo evolucionó por las pruebas iniciáticas que se le presentan a cada instante en la vida cotidiana, sin necesidad de recogerse en instituciones, conventos o fraternidades iniciáticas. El entrenamiento del espíritu debe ejercerse conviviendo en medio de todo el mundo, a través de los sufrimientos, fracasos, vicisitudes o miserias que se le presenten, cuales lecciones severas y pedagógicas presentadas por lo Alto, que lo gradúan conforma a su comportamiento. No es necesario que el hombre se aísle del mundo, en una vida totalmente contemplativa, para poder alcanzar la sabiduría espiritual, que el mundo ofrece por demás en el trato cotidiano. El discípulo diligente y disciplinado, trabajando espiritualmente en la vida moderna, se promueve a un nivel superior, si sabe aprovechar cada minuto de su vida, si es obediente a los postulados espiritas y sumiso a los preceptos evangélicos de Jesús.
Pregunta: ¿Podríais darnos algunos ejemplos prácticos de esa iniciación a la 'luz del día'?
Ramatís: Es evidente que los hombres concurren a las iglesias católicas protestantes, sinagogas judías, mezquitas musulmanas, pagodas chinas, santuarios hindúes, centros espiritas, "tatwas" esotéricos, agrupaciones teosóficas, fraternidades Rosa Cruz o terreiros de la Umbanda, buscando el conocimiento y el confort espiritual para sus almas debilitadas. Pero su perfeccionamiento no se procesa por la adoración de los ídolos, meditaciones esotéricas, interpretaciones iniciáticas, reuniones doctrinarias o ceremonias cansadoras. En tales momentos, los fieles, creyentes, adeptos, discípulos, o simpatizantes, sólo aprenden las reglas y procedimientos que tendrán que aplicar en el mundo profano. Los templos religiosos, las agrupaciones teosóficas, cofradías iniciáticas, instituciones espiritas o tiendas de Umbanda, tienen cierta semejanza con las agencias de informaciones, que ofrecen el programa de las actividades espirituales recomendadas por lo Alto y conforme a las preferencias de determinados grupos humanos.
Las prácticas a la "luz del día" gradúan a los discípulos en forma imprevista porque las ejercen bajo la espontaneidad de la vida en común. Aquí el discípulo es probado en la virtud de la paciencia por la demora de los cajeros, al servicio del comercio, o por la reacción colérica del guarda del ómnibus; allí se prueba la tolerancia por la descortesía del egoísta que se antepone en la fila de espera, o por la intransigencia de los agentes que dirigen el tráfico en las populosas ciudades; acullá, por la renuncia y el perdón después de haber sido explotado por el vendedor, insultado por el conductor del taxi o perjudicado por el robo del empleado.
Así, en el transcurso de vuestras actividades humanas, sois enfrentados con los graves problemas, exponiendo vuestra meritoria ejercitación de paciencia, bondad, tolerancia, humildad, renuncia o generosidad. Os ha de herir la calumnia del vecino malintencionado, el mal trato del patrón o seréis explotados por el mejor de los amigos. El Espiritismo, por lo tanto, con su doctrina racional y electiva a la mentalidad moderna, puede enseñarnos la mejor compostura espiritual en los momentos de esas pruebas iniciáticas a la "luz del día", sin complejidades, misterios o secretos. Es tan simple como la propia vida, pues en medio de la agitación neurótica o lucha desesperada para poder vivir, el hombre del siglo XX aprende los programas salvadores, elaborados en el interior de los templos religiosos o instituciones espiritualistas, para después ejercerlos en las actividades de la vida cotidiana.
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