Pregunta: Entonces, ¿debemos tratar de ignorar esos aspectos bíblicos, que nosotros consideramos deformantes?
Ramatís: No recomendamos textos bíblicos o de cualquier tratado espiritualista que puedan deformar la "mejor moral" de vuestro tiempo. Apenas estamos resaltando, que el judío, a pesar de atribuirse las presunciones divinas bajo sus propias equivocaciones, las reveló a la luz del día, exponiendo infantilmente ante la opinión pública sus errores íntimos, violencias fanáticas de sus líderes, venganzas y rebeldías del pueblo exaltado bajo la ferocidad de sus comandantes guerreros. Además, la diferencia que existe entre la moral judaica expuesta en la Biblia y la de vuestro siglo, es bastante pequeña. El judío las expuso en público, mientras que la humanidad moderna la esconde hábilmente, pues la civilización actual practica las más abyectas y viles torpezas, pero acude a los templos religiosos y demuestra estar congraciado con la divinidad. La creciente corrupción, el lujo desmedido y las uniones conyugales modernas que disimulan los cálculos astutos; la degeneración precoz, las intrigas internacionales, que generan el comercio diabólico de la muerte y matan a los pueblos "enemigos de Dios", por ventura, ¿no merecen la urgente atención de todos los moralistas modernos?
Jehová protegía las tribus de Israel contra los pueblos enemigos y las victorias se honraban con el nauseabundo "olor a sangre de los holocaustos", pero hoy, la religión también bendice los cañones, cruceros y aeronaves de guerra, mezclando al Dios del Amor pregonado por Jesús, con las carnicerías humanas peores a las descriptas en la Biblia. Los hombres modernos, acaso, ¿se inspiran en el Diablo cuando arrojan bombas sobre las ciudades llenas de ciudadanos indefensos? ¿Qué pasó y a qué inspiración superior obedeció la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima, derritiendo a millares de seres? Evidentemente, que esos hombres también recurrieron a Dios para sus objetivos sangrientos, tal como lo hacían los judíos con Jehová.
Pregunta: ¿Nos podéis citar algunos hechos narrados por la Biblia que merezcan censura?
Ramatís: Entre las narraciones elogiosas existente en la Biblia, se destacan las vehementes demostraciones de fe y heroísmo del pueblo hebreo, pero hay relatos de historia bárbara e ingenuas, que desmienten rotundamente la intervención divina, debiendo rechazarse debido a que corresponde a épocas primitivas.
En el "Libro de los Reyes", exalta el profeta Elías, que bajo la ira y el espíritu de venganza, mandó degollar a la orilla del río Kison, a los sacerdotes de Baal, se manifiesta también la deshonestidad y traición de Judith y las matanzas de David. Muy extraño resulta el episodio vivido por el profeta Eliseo cuando se dirigía para Bethel y fue víctima de las burlas de unos muchachos que le gritaban "Sube, calvo, sube calvo". Dice la narración bíblica, que el profeta enfurecido los maldijo e inmediatamente surgieron del bosque dos osos, que mataron a los cuarenta y dos muchachos. (Libro cuarto de los Reyes, Cáp. II, vers. 23 y 24.) En el libro de los Números, Cáp. XXXI, vers. 1 al 18, cuenta sobre una de las más criminales de las historias dirigidas por el mismo Moisés e inspiradas por la venganza de Jehová, que mandó armar a los guerreros para asaltar a Midian. Los propuestos por Moisés esclavizaron a mujeres y niños y les quemaron sus casas, les robaron todos los bienes y rebaños, mataron a los inválidos y terminaron cargando los tesoros y despojos para entregarlos a la comunidad del pueblo de Israel. El Viejo Testamento afirma que Moisés se enfureció porque sus guerreros tomaron vivas a las mujeres y niños cuando invadieron la ciudad de Midian. Enfurecido e inconforme con ese proceder, les ordenó, conforme dice el texto bíblico; "Matad, pues a cuanto varones hubiere, y también a los niños; y degollad a las mujeres que en coito conocieron a hombres; más reservaos sólo las muchachas y las doncellas".
Sin lugar a dudas, que en esos trechos extraídos del Viejo Testamento, no se justifica la presencia sublime del Señor, más es la expresión del carácter inferior del hombre acicateado por sus pasiones inferiores.
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