El discípulo, apesadumbrado, se dirigió al maestro para preguntarle:
-Maestro, cuando llega el verano, ¿cómo escapar de él? Cuando
llega el invierno, ¿cómo escapar de él?
El maestro contestó:
-Es bien fácil, amigo. Cuando llega el verano, sudas; cuando llega el invierno, tiemblas. ¿Dónde está el problema? Ya has escapado del verano y del invierno, ¿te das cuenta? ¿Dónde está el problema?
Comentario
Hay un raro mecanismo en la mente, entre otros no menos extraños, que es fuente de incertidumbre, desdicha innecesaria y tribulación. Es una misteriosa resistencia a lo que es y una compulsiva tendencia a que sea lo que no es. ¡Cuánta pesadumbre inútil! Pero hay un arte de vida que se llama «el arte de fluir», como el riachuelo que sabe encontrar el punto de menor resistencia para seguir gloriosamente fluyendo, con sus aguas límpidas y renovadas. No aceptamos lo inevitable y añadimos tensión a la tensión y damos la espalda a cualquier oportunidad para la quietud interior. Cuando estás aquí, tu mente está allí; cuando estás con una persona deseas a otra, o cuando estás tomando una taza de té estás pensando en otra cosa bien distinta. Siempre, como dice el adagio, parece más verde y apetecible la hierba del jardín del vecino. No se valora lo que se posee, sino lo que se puede llegar a poseer. Al no saber absorber, creamos focos de inútil resistencia psíquica que fortalece aquello que queremos evitar. Reflexiona sobre ello.
Fortalecemos aquello que queremos evitar, del mismo modo que sufrimos por no querer sufrir o alejamos la felicidad por buscarla compulsivamente. Tal vez es la ley conocida como la del «esfuerzo invertido». La mente puede convertirse en una enfermedad o una verdadera pesadilla. Si está sola, quiere estar con alguien; si está con alguien, anhela hallarse en soledad. Tiene sus antojos, sus caprichos. En lugar de estar abierta, se cierra y enrarece su atmósfera con miedos y paranoias. Hasta el santo de los santos, Ramakrishna, tenía que soportar la agonía y el infierno de su mente y estuvo a punto de suicidarse.
Aprender a moverse con las configuraciones y arabescos de la vida es una conquista importante y procura mucha paz interior. Resistirse inútilmente, como aptitud mental neurótica, es fuente de dolor. Debemos trabajar la apertura. Es una noble ejercitación que llevar a cabo en la vida cotidiana. Es una terapia. La resistencia es un tipo de aversión. La aversión fortalece el objeto de la aversión. Sucumbimos irremisiblemente. Se quiere parcializar la vida. Hay que saber moverse con lo que es y no con lo que no es. Un maestro dijo: «La vida para mí es una bendición, porque he aprendido a no descartar lo que no puede ser descartado». En suma, si llega el verano, suda; si llega el invierno, tiembla..., pero mantén la mente atenta y serena.
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