Fisiología del Alma



Yüklə 1,25 Mb.
səhifə104/152
tarix03.01.2022
ölçüsü1,25 Mb.
#34094
1   ...   100   101   102   103   104   105   106   107   ...   152
Pregunta: No obstante, nos sorprende que el hombre mo­derno, a pesar de su cultura y de su ciencia tan pregonada en el siglo atómico, no haya comprendido todavía esa función edu­cativa del dolor. Se subleva desesperadamente contra el sufri­miento más insignificante y lo considera un estigma de Satanás, más bien que una providencia de Dios, con el fin de que pueda lograrse más pronto la angelitud de sus hijos.

Ramatís: Como el hombre terrestre todavía no comprende las razones sensatas que podrían aclararle la útil función del dolor en la formación de su conciencia individual, procura negar su valor educativo y su técnica de perfeccionamiento espiritual. El sufrimiento, todavía es encarado por la humanidad terrestre bajo un aspecto excesivamente melodramático. Los literatos gas­tan toneles de tinta y .toneladas de papel en la producción de una literatura compungida, en la que sus personajes vierten ríos de lágrimas y claman estertóreamente contra los destinos atroces que son generados por el dolor, y en el que éste es, considerado, apenas, un acontecimiento humillante para el género humano.

Como la criatura terrestre es también excesivamente ape­gada a los tesoros provisionales del mundo material, ante la perspectiva temerosa de abandonarlos por la amenaza implacable de la muerte, que le entreabre la puerta de un destino dudoso, aun más se agiganta para ella el sentido mórbido del dolor y del sufrimiento. ¡Para vuestro mundo, los hospitales, los manicomios y otros locales de sufrimientos humanos, significan las prue­bas del castigo de Dios, en el que el hombre es considerado la víctima infeliz despojada de las cosas placenteras de la vida! ¡La figura del ser humano marcado por el dolor, es todavía consi­derada como un motivo de compungidas penas y de pérdida de la herencia divina! No obstante, el dolor ha sido el molde vivo de las más grandiosas interpretaciones mesiánicas y de las más grandes conquistas espirituales en la tierra. Así lo probaron aquellos que mucho sufrieron y que dejaron un haz de luz en la estela de sus pasos admirables. ¡Beethoven, Chopin, Schuman, Francisco de Asís, Pablo de Tarso, Sócrates, Gandhi y el excelso Jesús, hicieron del dolor motivos de belleza y de gloria para la redención del hombre atribulado!



Pregunta: ¿Cómo podríamos tener una idea más específica del dolor? ¿Qué es el dolor, en fin? ¿Cómo se manifiesta en el hombre?

Ramatís: El dolor, es producto del desequilibrio magnético en la estructura del organismo psicofísico del hombre; se asemeja a un cortocircuito que ocurre en la red magnética o electrónica sustentadora del periespíritu y que repercute en cualquier región orgánica vulnerable, con un impacto energético capaz de provocar el desequilibrio atómico. Sin duda, el dolor, el sufri­miento o la enfermedad, tienen su origen en la perturbación del psiquismo. Por más que se focalice el dolor en su expresión más periférica, fundamentalmente, parte de un desequilibrio psí­quico "interatómico".

No existiendo enfermedades, sino enfermos, resulta que el dolor y la enfermedad varían de acuerdo con el estado moral, intelectual y concienzal de cada individuo. Hay enfermos que representan un exagerado drama, tan pronto como los ataca un simple catarro; otros, amenazados por el cáncer, mantienen su acostumbrado optimismo, su bondad y su confianza en el destino espiritual, sirviendo como fuente de resignación para que los demás soporten su dolor. Todo depende del modo como inter­pretemos el fenómeno del dolor. Para unos, es castigo de Dios con fin de castigar los pecados de los hombres; para otros, es efecto de las faltas cometidas en vidas anteriores. Son raros por tanto, los que aceptan el dolor como proceso de evolución espiritual. El dolor sólo se manifiesta ante cualquier resistencia física, moral o espiritual para con el sentido útil, bienhechor y armónico de la Vida. Puede ser considerado en su función creadora, cuando se examina en cualquier reino de la naturaleza: en el reino mi­neral, podría ser catalogado en el proceso benéfico de transfor­mar el hierro en acero, y en el perfeccionamiento del cascajo bruto, convirtiéndolo en brillante sin mácula; en el reino ve­getal, estará presente cuando la simiente se pudre, germina y crece en el triste seno de la tierra; en la configuración humana, lo vemos corrigiendo y ajustando la centella espiritual, para que obtenga su conciencia en los caminos de la forma del mundo exterior.

El dolor, por tanto, es sensible y acusable en la esencia del espíritu, bajo dos razones de gran importancia: cuando se está procesando la gestación del ser humano con vista a la futura y definitiva configuración angélica, o cuando él pierde la sintonía y se desvía de la ruta exacta de su ascensión espiritual. Bajo cualquiera de esos dos aspectos, siempre podemos verificar el sentido benéfico del dolor: en el primer caso, concentra energías y coordena el crecimiento angélico; en el segundo caso, hace la corrección del error, limpiando las vestiduras del alma de las toxinas residuales provenientes del mundo instintivo.

Son los pensamientos y los actos del espíritu, los que determinan la mayor o menor suma de dolores por los que ha de pasar, puesto que del equilibrio y de la paz de la conciencia espiritual del ser, es que resulta la estabilidad magnética o electrónica del periespíritu y del cuerpo físico. Como el Ideal de Dios es la Armonía y el Equilibrio perpetuo en el Cosmos, cualquier inestabilidad que se manifieste en el más ínfimo fluir de la vida, requiere siempre el inmediato reajuste, para que no perturbe el Todo armónico. He ahí, entonces, el dolor, surgiendo como proceso necesario a, ese reajuste.

Como disponemos del libre albedrío hasta el punto en que nuestros actos no causen perturbaciones al prójimo o en aquello en que intervenimos, podremos extinguir el dolor poco a poco, a medida que nos integramos en la vida armoniosa creada por Dios. Siendo el Amor el fundamento esencial de toda vida, pre­sente en la afinidad entre las sustancias, en la cohesión entre los astros y en la unión entre los seres, (es suficiente nuestra adhesión incondicional al ritmo constante de ese Amor, para que en breve tiempo, la salud completa de nuestro espíritu haya eliminado el sufrimiento!

Pregunta: En cualquier circunstancia ¿es siempre el sufri­miento un proceso de purificación espiritual?

Ramatís: El espíritu de Dios, crea sus hijos como nuevos núcleos de conciencias individuales que se perfeccionan a través de las formas planetarias y se convierten en criaturas conscien­tes en el Cosmos. Dios es el "paño de fondo" de toda conciencia humana; y el hombre sólo podrá comprender este divino mis­terio, después que se libre definitivamente de las formas esclavizadoras de la materia y alcance los mundos del conocimiento puro. Sin duda, a medida que el alma evoluciona, se imperso­naliza, pues extinguiéndose en ella la ilusión de la separatividad, se integra más pronto en la Conciencia Cósmica del Creador. De ahí el motivo por el cual las religiones consideran como virtudes todos los esfuerzos y provecho espiritual que el alma emprende para lograr su más pronto progreso; mientras que los pecados significan justamente todo aquello que retarda la ascensión es­piritual. La Ley del Karma, funciona entonces en su mecanismo evolutivo impulsando a aquellos que se retardan, al encuentro de la Luz, de lo que resulta una acción dolorosa y desagradable, pero necesaria para garantizar el ritmo provechoso de la ventura sideral.

Sucede que, en sus encarnaciones, los espíritus producen e incorporan en sus ropajes espirituales, fluidos tóxicos que son frutos de sus desarmonías mentales y emotivas, que posterior­mente necesitan ser expulsados con el fin de que no impidan la ascensión a los altos niveles de las regiones paradisíacas. Del mismo modo que el ave enlodada no consigue alzar el vuelo para disfrutar las delicias del Espacio sin límites, el periespíritu sólo consigue nivelarse en la frecuencia vibratoria angélica, des­pués que se libra de sus impurezas astralinas.

El cuerpo carnal —que está plasmado por las energías pri­marias del mundo terrenal— durante la materialización de sus sensaciones placenteras fuertemente animales, exige que la mente emplee el combustible energético adecuado y capaz de actuar en la misma frecuencia vibratoria inferior. Los residuos de ese combustible astralino derivado de la escoria animal, que son productos energéticos de bajas fajas vibratorias en las que la mente necesita actuar, se agregan y se condensan después en el tejido delicado del periespíritu, reduciendo su patrón magnético específico. Con el tiempo, esos tóxicos o residuos perniciosos del mundo astral todavía adheridos al periespíritu, tienden a petri­ficarse y a impedir, por tanto, las relaciones normales del espí­ritu con el medio ambiente. Entonces, deben ser desagregados a la mayor brevedad posible, para que la luz fulgurante de la intimidad del alma pueda influir como divina profilaxia sideral, aseando la delicada vestimenta periespiritual.

Durante la decantación de esos residuos deletéreos, que se efectúa en los charcos del astral inferior o al transferirse al cuerpo carnal, es que se produce el dolor y el sufrimiento de­sagradable, pero siempre saludable y beneficioso al alma. Por esa razón, ciertas religiones enseñan que el alma sólo alcanza el cielo después que pasa por el purgatorio, debiendo expurgar de sí las costras perniciosas que el espíritu, obscurecido por el pe­cado, adquiere en sus desequilibrios psíquicos. Solamente des­pués de mucha decantación astralina en el Más Allá o de encar­naciones de expiación en la materia, es que los espíritus se libran de la carga tóxica milenaria, que existencia tras existencia se transmite en un fenómeno de verdadera hereditariedad psíquica.




Yüklə 1,25 Mb.

Dostları ilə paylaş:
1   ...   100   101   102   103   104   105   106   107   ...   152




Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©muhaz.org 2024
rəhbərliyinə müraciət

gir | qeydiyyatdan keç
    Ana səhifə


yükləyin